martes, 7 de abril de 2009

LA PASIÓN DE CRISTO (2004), DE MEL GIBSON. PASIÓN POR EL GORE.


A Mel Gibson se le puede acusar de de muchas cosas, pero no de no arriesgarse en sus propuestas cinematográficas. Retomar el tema de la muerte de Cristo en el año 2004 no parecía ser el pasaporte hacia el éxito. Y menos hacerlo estrenando la película exclusivamente en versión original ¡en latín y en arameo! Un par de años después volvió a repetir la jugada con Apocalypto, una película que considero superior a esta, muy arriesgada e innovadora.

"La pasión de Cristo" pretende dar una nueva vuelta de tuerca a un tema de sobras conocido y lo hace por camino más duro, recreándose en las torturas y sufrimiento de Jesucristo, de un modo que pretende ser hiperrealista y conmovedor pero que termina siendo una exhibición gore con el único fín de alentarnos acerca de lo que realmente supuso el Calvario para Cristo, el precio que tuvo que pagar para salvarnos, según la doctrina cristiana.

Hay otros puntos a tomar en consideración en esta película, que resultan muy interesantes: la oración en el huerto de los olivos, con la aparición estelar del diablo, que consigue un clima muy de Bergman, aún cuando hablan en arameo, no en sueco, escuchar a los soldados romanos conversar al fín en latín y no en inglés o en castellano, como nos tienen acostumbrados, alguna escena de la vida de Jesús, como cuando bromea con su madre, muy bien rodada y necesaria como contrapunto a la escalofriante letanía de latigazos que está recibiendo en ese momento.

Hay algo en el interrogatorio al que someten los sacerdotes del templo a Jesús que me hace reflexionar, aunque seguramente reflexiones muy alejadas de las intenciones moralizantes de la película: ¿no recuerda la intransigencia de los jueces de Cristo a la intransigencia de los jueces inquisitoriales que promoverá la Iglesia siglos después? Jesús tratado como hereje, como un desviado de la recta doctrina, torturado y muerto de la manera más brutal. Exactamente igual que tantos desgraciados enfrentados a la Santa Inquisición. Hubiera estado interesante un montaje paralelo de escenas similares separadas por algunos siglos. La religión imperante abusa de su poder y no tolera disidencias. Otra reflexión me la produce la curiosa escena de Judas huyendo de los niños-demonios. Me recuerda al cuento de Borges que trata a Judas como verdadero redentor, el que verdaderamente se sacrifica eternamente al fuego eterno para que el plan de salvación sea posible. Demasiadas reflexiones desviadas del verdadero propósito de la película: reflexionar sobre el sacrificio supremo de un hombre por la salvación de la humanidad. Desde luego los herederos del mensaje de Cristo no han seguido su ilustre ejemplo en demasiadas ocasiones, aunque sí que son aficionados a representarlo mediante imágenes una y otra vez.

2 comentarios:

  1. Bravo, Miguel Ángel, por tu constancia en estas labores artísticas, y a ver si nos vemos pronto por tierras nerjeñas, o en Málaga.
    Abrazos. Pepe Guerrero

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  2. Eso espero, Pepe, que nos veamos pronto, que ya tengo ganas. Además tengo ganas de recuperar el ritmo de escritura de antaño. Un fuerte abrazo y muchos recuerdos.

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