viernes, 17 de abril de 2009

MARÍA ANTONIETA, DE STEFAN ZWEIG. LA REINA FRÍVOLA.


(Libro comentado ayer en el Club de lectura de la Sociedad de Amigos de la Cultura de Vélez-Málaga).

Me habían hablado maravillas de Stefan Zweig, pero ahora que lo estoy descubriendo por mí mismo, se está conviertiendo en uno de mis autores favoritos. Felízmente su obra está siendo ampliamente editada en España en los últimos tiempos. El libro que comentamos no es una biografía árida y repleta de fechas y datos históricos, sino la narración de la vida de una mujer y de las circunstancias que le tocó vivir.

Maria Antonieta no conoció desde niña otro ambiente que el del lujo y la realeza. Siendo adolescente fue enviada desde su Austria natal a Francia, para casarse con Luis XVI. Así conoce a su frío esposo, que tardó varios años en ser capaz de hacer el amor con ella. Dos caracteres totalmente opuestos, tal y como recoge este magistral fragmento leído ayer por el compañero Salvador:

"Ningún poeta podría inventar mayor contradicción caracteriológica que la de esta pareja extremadamente desigual; hasta el último nervio de su cuerpo, hasta en el ritmo de la sangre, hasta en la más superflua oscilación de sus temperamentos, María Antonieta y Luis XVI representan, en todas sus propiedades y cualidades, una antítesis de manual. Él pesado, ella ligera, él torpe, ella flexible, él congestivo, ella burbujeante, él obstuso, ella llameante. Y yendo más a lo intelectual: él indeciso, ella decidida con demasiada rapidez, él de lenta reflexión, ella espontánea en el sí y en el no, el mojigato y estrictamente creyente, ella dichosamente enamorada del mundo, él humilde y modesto, ella coqueta y segura de sí, él puntilloso, ella distraída, él ahorrador, ella derrochadora, él excesivamente serio, ella desmedidamente juguetona, él fondo de pesada marea, ella espuma y baile de las olas. Como mejor se siente él es solo, ella en ruidosa compañía; él gusta de comer mucho y beber vino espeso, con placer obtuso y animal, ella nunca toca el vino, come poco y con presteza. El elemento de él es el sueño, el de ella la danza, su mundo el día, el de ella la noche. Así van las agujas de los relojes de su vida, constantemente enfrentadas como el Sol y la luna. A las once, cuando Luis XVI se va a dormir, María Antonieta empieza a rebrotar de veras, hoy en la sala de juegos, mañana en un baile, siempre en otra parte; cuando por la mañana hace horas que él está de caza, ella empieza a levantarse. En ningún sitio, en ningún punto se encuentran sus costumbres, sus inclinaciones, su reparto de tiempo. (...)"

Todos coincidimos en que textos como estes transcienden de lo que meramente sería el género del ensayo histórico para convertirse en pura literatura. Y es que Zweig nos hace penetrar de cuando en cuando en la psicología de los personajes y nos hace sentir lo que ellos sintieron. La reina de Francia, una mujer vulgar, de pocas luces, que no hubiera destacado en nada de ser una mujer del pueblo, está llamada a los más altos destinos. Pero ella prefiere entregarse a la diversión desenfrenada y frívola, sin reparar en gastos, dejando de lado los asuntos de Estado y los sabios consejos epistolares de su madre. Su reino está en Versalles y en los teatros y salas de fiestas de París. De haber vivido hoy día hubiera protagonizado todos los debates de la prensa del corazón. Nunca visitará a un súbdito ni se interesará por sus condiciones de vida, no tanto por maldad como por ignorancia. Ignorancia culpable, para quien obstenta tan alto cargo y que le pasará factura años más tarde, cuando la tormenta de la Revolución Francesa arrase con ella y con su familia.

Su caída no va a ser inmediata, sino lenta y cruel. Las condiciones de vida de la familia real se irán degradando poco a poco, se les irá restando poderes hasta terminar guillotinados de forma infamante. Es en estos últimos años precisamente cuando María Antonieta saca de su interior toda la dignidad que había brillado por su ausencia en su juventud. Demasiado tarde, aunque le quedó el consuelo de que si no supo vivir como reina, sí que supo morir con majestad, aguantando impertubable las más duras pruebas.

Es un acierto del libro que no se detenga a divagar demasiado acerca de los acontecimientos revolucionarios, solamente lo hace con aquellos que afectan directamente a la biografiada. Los personajes que la rodean se encuentran perfectamente retratados: Luis XVI, sus criadas, sus hijos, su amante Fersen... y el lector ante el estilo de escritura ágil, apasionado y ameno de Zweig no puede sino interesarse vivamente por su suerte y por sus sentimientos. Y el autor es un experto en el análisis psicológico, por lo que nos sentimos muy cercanos a ellos.

Una biografía ejemplar, quizá mejorada por estudios históricos más recientes, pero que, literariamente, seguramente las supera a todas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario