viernes, 25 de septiembre de 2009

LOS PALACIOS DE RIOFRÍO Y LA GRANJA.


Hay quien afirma que las Monarquías son algo necesario, ya sea por la gracia de Dios o para mantener en unión a un país que sin la presencia real se desmoronaría. Lo cierto es que a nuestro alrededor no faltan ejemplos de Repúblicas que no parecen echar de menos la institución monárquica. Quizá España sigue siendo diferente. En lo que no diferimos es a la hora de comprobar lo que todo el mundo sabe: los reyes viven como reyes. Sobre todo los de antaño, si comparamos el lujo en el que languidecían con la penosa situación del pueblo llano.

Recuerdo mi primera visita al Palacio de Caza de Riofrío, siendo un niño. El guía oficial del palacio, vestido como un criado antiguo, quiso caer bien a la concurrencia utilizándome a mí, el más joven de los visitantes. Con este fín estableció una especie de falsa complicidad conmigo, con lo que yo, joven e impresionable, quedé halagado. Tan halagado que aún lo recuerdo. También recuerdo que la visita me decepcionó un poco, pues se componía fundamentalmente de salas con animales disecados detrás de cristaleras. Sí que es cierto que esta decepción se vio compensada por los gamos que vimos por los bosques que rodean al palacio desde el autocar. Hace un mes, cuando estuve por allí, volví a verlos, pero esta vez conduciendo mi propio vehículo. No se asustan de los visitantes, más bien van a lo suyo, quizá esperando que algún día aparezca algún señor de sangre azul y les meta un perdigonazo entre los ojos. Nada más heroico que morir en servicio de la patria. Por lo demás el palacio no tiene mucho más interés. Solo lo atractivo del entorno y los interminables bosques, para expansión y recreo de la realeza de antaño (quizá también para la de hoy, vaya usted a saber).

El Palacio de La Granja es mucho más esplendoroso. Tomando como modelo nada menos que Versalles, Felipe V mandó construir (iba a decir construyó, pero no sería exacto) la que se convertiría en residencia de verano de los reyes de España. Su mayor interés reside en los suntuosos jardines, repletos de fuentes y que abarcan hasta donde llega la vista. Un oasis de tranquilidad y sombras, muy apetecibles en pleno verano. Altamente recomendable un paseo por los mismos para el viajero que va hacia Segovia. El interior del palacio guarda numerosas joyas artísticas, como tuve ocasión de comprobar en mi anterior visita, pero en esta ocasión nos conformamos con un relajante paseo entre los jardines.

No hay comentarios:

Publicar un comentario