jueves, 31 de diciembre de 2009

LOS CINCUENTA MEJORES LIBROS QUE LEÍ EN 2009


Como ya es tradicional en "El hogar de las palabras", les felicito el año ofreciéndole la lista de los mejores libros que leí en el año 2009, siempre según mi criterio personal. Ha sido difícil de elaborar, puesto que siempre procuro elegir bien mis lecturas y había obras buenísimas en disputada competencia para los primeros puestos. El mejor remedio contra la crisis: la evasión a través de la lectura, vivir otras vidas y enriquecer el espíritu:

1. El coloquio de los perros, de Miguel de Cervantes.
2. Ficciones, de Jorge Luis Borges.
3. Un mundo feliz, de Aldous Huxley.
4. Cándido, de Voltaire.
5. El horla y otros relatos, de Guy de Maupassant.
6. Relatos autobiográficos, de Thomas Berhard.
7. Carta de una desconocida, de Stefan Zweig.
8. La forja de un rebelde, de Arturo Barea.
9. El último encuentro, de Sándor Márai.
10. Anatomía de un instante, de Javier Cercas.
11. Los santos inocentes, de Miguel Delibes.
12. El día D, de Antony Beevor.
13. María Antonieta, de Stefan Zweig.
14. Vida y destino, de Vasili Grossman.
15. La tregua, de Mario Benedetti.
16. Ensayo sobre la ceguera, de José Saramago.
17. Hambre, de Knut Hamsun.
18. Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll.
19. Luces de bohemia, de Ramón del Valle Inclán.
20. El piloto ciego, de Giovanni Papini.
21. Novela de ajedrez, de Stefan Zweig.
22. Un ejército al amanecer, de Rick Atkinson
23. Dios no es bueno, de Christopher Hitchens.
24. El jinete polaco, de Antonio Muñoz Molina.
25. Arrancad las semillas, fusilad a los niños, de Kenzaburo Oé.
26. Mono y esencia, de Aldous Huxley.
27. Cuentos, de Francis Scott Fitzgerald.
28. Estupor y temblores, de Amélie Nothomb.
29. God & Gun, de Rafael Sánchez Ferlosio.
30. El gatito espejo, de Gottfried Keller.
31. Cisnes salvajes, de Jung Chang.
32. Cuentos, de Ernest Hemingway.
33. Desgracia, de J.M. Coetzee.
34. El corazón es un cazador solitario, de Carson McCullers.
35. El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, de Oliver Sacks.
36. A salto de mata, de Paul Auster.
37. La letra escarlata, de Nathaniel Hawthorne.
38. El miedo del portero al penalty, de Peter Handke.
39. Caín, de José Saramago.
40. El pabellón de oro, de Yukio Mishima.
41. Stauffenberg, de Peter Hoffman.
42. El lector, de Bernhard Schlink.
43. Los hombres que no amaban a las mujeres, de Stieg Larsson
44. El viaje del elefante, de José Saramago.
45. En ausencia de Blanca, de Antonio Muñoz Molina.
46. After dark, de Haruki Murakami.
47. El mágico aprendiz, de Luis Landero.
48. Oda a la miseria, de Daniel Barredo.
49. Pacífico, de José Antonio Garriga Vela.
50. Memoria de mis putas tristes, de Gabriel García Márquez.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

ARTURO BAREA: LAS RELACIONES ENTRE HOMBRES Y MUJERES.


El libro de Arturo Barea, concebido con la sabiduría y experiencia de una vida agitada, es una fuente inagotable de reflexiones para el lector. En uno de los pasajes del libro segundo, el autor y un amigo reflexionan acerca de las relaciones entre hombres y mujeres y las inmensos obstáculos que la sociedad les interpone. Estamos en los años 20. Las relaciones con las mujeres van a ser una eterna fuente de conflictos para Barea. ¿Hemos cambiado tanto desde entonces? ¿Nos quedan aún reminiscencias de estas costumbres?:

"Mira, en España, los chicos y las chicas se crían en dos grupos separados, aislados unos de otros. Al chico se le dice que no debe arrimarse a las chicas o jugar con ellas; y si lo hace, se le llama un mariquita. A las chicas se les enseña que los chicos son brutos y bestias, y que la muchacha a quien le gusta jugar con ellos no es una mujercita, sino una marimacho, lo cual es muy malo. Más tarde los maestros de escuela se dedican a enseñar a los chicos que la mujer es un saco de porquerías y de impurezas, y a las chicas que el hombre es la encarnación del demonio, creado sólo para la perdición de las mujeres. Así, los muchachos forman su sociedad masculina y las muchachas su sociedad femenina. Cuando el sexo se despierta con todas sus exigencias, el muchacho se va a un burdel y aprende allí todo lo que hay que aprender, y la muchacha espera hasta que uno de los muchachos, harto ya de prostitutas, venga a pedirle que se acueste con él. Unas consienten a través del matrimonio y otras sin matrimonio; las primeras se convierten en mujeres casadas decentes y las segundas en putas. ¿Cómo puedes esperar que nazcan matrimonios de verdad, completos, en este ambiente?"

CARLOS PUMARES: UN REENCUENTRO.


Hace unos veinte años no existían ni internet ni el dvd y apenas había cadenas de televisión, que emitían las películas interesantes a horas imposibles. Los que empezábamos a interesarnos por el cine apenas contábamos con medios de información. La revista Dirigido ya existía, pero me era desconocida por completo. Solamente "Fotogramas" se encontraba a mi disposición cada mes, aunque se ocupaba más de la actualidad que de lo que yo buscaba, conocer los títulos fundamentales de la historia del cine y cruzar los dedos para que alguna vez los programaran en televisión.

En medio de este desierto descubrí un pequeño oasis. De madrugada, en Antena 3 radio, después del cargante programa de José María García, del que siempre me tocaba escuchar su último tramo, dedicado en muchas ocasiones a las interesantísimas noticias de equipos de categorías inferiores, comenzaba "Polvo de estrellas", conducido por Carlos Pumares.

"Polvo de estrellas" era un programa conducido de forma absolutamente personal por el presentador. Los oyentes que llamaban para plantear cualquier cuestión a la infinita sabiduría cinematográfica de Pumares se arriesgaban (de vez en cuando, todo hay que decirlo) a quedar medio sordos si Pumares se excitaba y comenzaba a gritar. En momentos como ese yo debía ser rápido de reflejos y bajar el volumen de la radio para no despertar a toda la familia.

Había una magia especial en ese programa. El espíritu crítico de Pumares era realmente demoledor y cargaba contra todo y contra todos, sobrepasando lo meramente cinematográfico para adentrarse en el análisis sociológico. Lo cierto es que aprendí mucho restando horas al sueño tantas noches y gracias a esto senté muchas de las bases de mis gustos actuales, como supongo que le ocurrió a mucha gente de mi generación. Si bien en la actualidad el acceso a la cultura es sencillísimo (otra cuestión es que la gente lo aproveche o no), hace unos años no era así y conseguir ver determinadas películas, sobre todo en una ciudad como Málaga, era misión imposible.

En estos últimos años no seguí a Pumares, aunque me llegaron noticias de que andaba por programas como "Crónicas marcianas" haciendo el friki, papel que creo que no le viene bien, aunque tampoco puedo juzgar lo que no he visto. Lo cierto es que hoy he descubierto que lleva un blog, repleto de sus contundentes opiniones sobre el cine actual y otros muchos asuntos, bajo el lema de "os voy a dar una caña que no os podéis imaginar". Les dejo aquí el enlace por si a alguien pudiera interesarle:

http://blogs.hoycinema.com/pumares/



EL BUENO, EL FEO Y EL MALO (1966), DE SERGIO LEONE. TRES MALDITOS BASTARDOS.


Me he preguntado muchas veces como es posible que, siendo el western uno de los géneros supremos del cine, plagado de obras maestras, tenga tan pobre equivalencia en la literatura. Si hablamos de literatura del oeste lo primero que se nos viene a la mente es Marcial Lafuente Estefanía, autor de miles de novelitas muy populares hace años. ¿No puede un novelista ser tan introspectivo con los pensamientos de un vaquero como con los de, pongamos por caso, un soldado napoleónico? Sin embargo, el western es el género menos literario que imaginarse pueda. Parece que los pistoleros tienen que tener un rostro reconocible, ya sea el de John Wayne, el de James Stewart o Clint Eastwood. Es algo muy curioso. Seguro que existen excepciones, pero mis pobres conocimientos no llegan hasta ahí.

Respecto a "El bueno, el feo y el malo" se trata de una de esas películas que uno recuerda vagamente haber visto más de una vez, pero que nunca ha podido visionar entera de una sentada, y tiene la impresión de haber saboreado a trocitos. Esta vez he podido disfrutarla sin problemas y en su versión original italiana, llena de insultos de unos personajes a otros. Tiene gracia que cuando se dicen "figlio di puttana", aparezca en los subtítulos traducido como "bastardo", o algo parecido.

La película de Leone, admirable en todos los sentidos, es un continuo juego del gato y el ratón entre tres personajes en busca de un tesoro escondido en medio de la Guerra Civil Americana. Aunque se nos quieran diferenciar en el título, en el fondo los tres son muy parecidos: individualistas, egoístas, mentirosos, tramposos y, sobre todo, jugadores de riesgo con un punto de nihilismo que solo puede curarse a través del vil metal. El guión está plagado de buenas ideas, situaciones imposibles y diálogos memorables. Evidentemente, una de las películas que más ha influenciado en Quentin Tarantino. Hasta su música es utilizada en "Kill Bill".

domingo, 27 de diciembre de 2009

LA FORJA DE UN REBELDE. LA RUTA (1951), DE ARTURO BAREA. EL DESASTRE DE MARRUECOS.


Conforme uno avanza en la lectura de la obra de Arturo Barea, más apasionante se hace su lectura. El tema de la guerra del Rif, que me toca de cerca por cuestiones familiares, recibe aquí un tratamiento lúcido, propio de una persona sensible e inteligente y cercano, propio de quien ha vivido en sus carnes la experiencia de una guerra tan inútil como terrible. Aquí el enlace:

Pocos testimonios tan valiosos como el de Arturo Barea para tratar de comprender el sentido de la "aventura imperial" de España en Marruecos, que desangró la juventud y los recursos del país en una empresa estéril. Barea estuvo varios años destinado en Marruecos como sargento y vivió de primera mano lo que significaba la dirección de la guerra: un enorme pozo de corrupción e ineptitud que llenaba los bolsillos de unos pocos mientras se sucedían los desastres militares.

El origen del protectorado español en Marruecos hay que buscarlo en la Conferencia Internacional de Algeciras (1905) donde trataron de aplacarse a través de la diplomacia las rivalidades imperiales de Francia y Alemania. España salió de dichas conversaciones con una especie de premio de consolación que a la postre iba a resultar un regalo envenenado: el protectorado sobre la franja norte de Marruecos.

Lo que los políticos españoles de la época van a considerar una especie de compensación histórica por la pérdida de Cuba y Filipinas en el 98 para un lúcido Arturo Barea va a significar algo muy distinto ya que "durante los primeros veinticinco años de este siglo Marruecos no fue más que un campo de batalla, un burdel y una taberna inmensos" .

Muy pronto los militares españoles van a comprobar que sus nuevos súbditos marroquíes no se encuentran demasiado dispuestos a ser colonizados. Desde el principio se va a contar con focos de resistencia a la ocupación española, sobre todo en las montañas del Rif. Los lugareños, mucho peor armados que los españoles, se aprovechan de su conocimiento del terreno para sorprender a sus enemigos y causarle un continuo desgaste.

Las tropas de reemplazo españolas llegaban en su mayoría desmotivadas a un país desconocido con un clima extremo. Muchos de los nuevos soldados no habían salido nunca de su pueblo, eran analfabetos y estaban acostumbrados a pasar hambre, por lo que una de las primeras sorpresas que se llevaban de la vida militar es la posiblidad de comer caliente varias veces al día. El propio Barea, testigo de la llegada de los nuevos reclutas lo resume así:

"Una de las cosas que me impresionaba profundamente era el hambre de tantos reclutas; la otra , su ignorancia. Entre los hombres de algunas regiones el analfabetismo llegaba al ochenta por ciento".

La corrupción lo envenenaba todo, ya desde el mismo momento del reclutamiento. Los hijos de buena familia podían librarse de ir a la guerra pagando una cantidad de dinero. Cuando el gran número de bajas obligó a llamarlos a filas, se sirvieron de su dinero para asumir los mejores destinos disponibles. El propio Barea tuvo suerte y debido a su formación pudo pasar un largo periodo en un puesto de oficinas, lo cual aprovecha para describir los corruptos procedimientos de los mandos, que jugaban hasta con las alpargatas destinadas a los soldados para hacer dinero.

Un ejército desmotivado, no profesional y deficientemente equipado poco podía hacer contra unos rifeños decididos a pelear por sus tierras. Los desastres se fueron sucediendo uno tras otro hasta culminar en la tristemente famosa matanza de Annual (1921), que a punto estuvo de hacer abandonar a España el protectorado. El posterior desembarco de Alhucemas, con ayuda de Francia, contribuyó decisivamente a enderezar la situación..

En esta guerra, como en casi todas, la crueldad estuvo presente en todo momento: "Ellos (los moros) les cortaban los testículos a los soldados y se los atascaban en la boca, para que murieran asfixiados por un lado y desangrándose por otro, tostándose al sol" .

Este clima de enfrentamiento permanente propició el nacimiento de la Legión, un cuerpo que se desvelaría casi autónomo respecto al ejército convencional, formado por buscavidas y toda clase de sinvergüenzas que perseguían limpiar su pasado sirviendo de carne de cañón. El libro tiene un hueco para la descripción de la brutalidad y temeridad de los métodos de lucha de Millán Astray y Franco. No hay que olvidar que el campo de batalla de Marruecos fue el germen de los llamados "generales africanistas", que posteriormente serían la espina dorsal del ejército nacional durante la Guerra Civil.

Cuando tuvo que acudir al frente, para Arturo Barea la guerra fue algo muy confuso. El que lucha como soldado pierde perspectiva, se embrutece y ni siquiera sabe en qué batallas ha tomado parte. Respecto a esa parte de su biografía el autor pasa elegantemente casi de puntillas. Sin duda son detalles demasiado dolorosos. Finalmente sus conclusiones son contundentes:

"...abandonar Marruecos y no mandar un simple soldado allí. Marruecos es la mayor desgracia de España, un negocio desvergonzado y una estupidez inconmensurable al mismo tiempo. Yo he estado allí dos años, y que me digan a mí qué es lo que civilizamos nosotros. Los soldados, mejor dicho, la clase de soldados que se manda a Marruecos, son la gente más miserable e inculta de España, tan incivilizados como los moros. O más. ¿A qué los mandan a Marruecos? A matar y a que los maten. Marruecos es bueno sólo para los oficiales y para los contratistas".

AVATAR (2009), DE JAMES CAMERON. EL ALBA DE UN NUEVO MUNDO.


Nada menos que tres Cristianos Ronaldos ha costado la nueva producción de James Cameron. En un nuevo artículo de Suite 101 analizo mis impresiones acerca de esta esperadísima película, llena de influencias y homenajes a otras, según mi punto de vista, por lo que, al menos en el terreno del guión no es muy revolucionaria ¿Ha merecido la pena la espera? ¿Se trata "Avatar" del paradigma del nuevo cine? Todo esto y mucho más en este vínculo:

viernes, 25 de diciembre de 2009

A SALTO DE MATA (1997), DE PAUL AUSTER. EL COLOR DEL DINERO.


Me conozco bien, y para mí es algo realmente insólito ponerme a leer la primera página de un libro en la misma librería y desear continuar a toda costa, porque estimo que el resto del volumen me va a transmitir algo importante. Para mí fue irresistible que Auster comenzara así sus notas autobiográficas:

"Cuando llegué a la treintena, pasé por unos años en los cuales todo lo que tocaba se convertía en fracaso. Mi matrimonio terminó en divorcio, mi trabajo de escritor se hundía y estaba abrumado por problemas de dinero. No me refiero simplemente a una escasez ocasional ni a tener que apretarme el cinturón de cuando en cuando, sino a una falta de dinero continua, opresiva, casi agobiante, que me envenenaba el alma y me mantenía en un inacabable estado de pánico".

Lo que sigue es el itinerario vocacional del joven Auster como escritor. Evidentemente, no va a tenerlo nada fácil y los problemas de dinero, tal y como se anticipa en el párrafo de apertura, van a estar muy presentes en esta etapa de su vida.
Auster no pretende moralizar, ni presentarnos un elogio al propio esfuerzo como catalizador de nuestras ambiciones. En realidad, el camino que sigue es muy tortuoso y a punto está de llevarle al desastre en más de una ocasión. Algunos de los trabajos que va tomando, como el de miembro de la tripulación de un petrolero, nada tienen que ver con su vocación (o quizá sí, porque para un escritor cualquier experiencia es válida como futura inspiradora de historias) y otros le permiten conocer a personas que pueden echarle una mano en la "jungla cultural" que debe atravesar para llegar a su destino soñado. No basta el talento si no se conoce a las personas adecuadas.

Pero mientras se busca el éxito hay que sobrevivir y es ahí donde el autor mete el dedo en la llaga. Educado en una relación contradictoria con el dinero ya que, si bien su padre era ahorrador en extremo, la prodigalidad de su madre lo compensaba, una serie de rachas de mala suerte le llevan a estar permanentemente al filo de la navaja y a no lograr asentarse en ninguna actividad de las que realiza. A partir de un determinado momento, la resolución de Auster es sobrevivir a base de trabajos como freelance: traducciones, críticas para revistas...,que evidentemente están mal pagadas y le hacen vivir en un estado de permanente angustia por su falta de dinero, sin seguir carrera profesional alguna que le desviara de su meta.

Después de tocar todas las teclas posibles y de cometer todos los errores, el relato termina abruptamente anunciándonos la publicación de su primera novela a los treinta y tantos. Un final que deja al lector con ganas de saber más. Quizá algún día a esta "crónica de un fracaso precoz" le siga la "crónica de un éxito maduro". En todo caso se agradece la lectura de un libro tan sincero y tan humano. Uno de los más prestigiosos escritores actuales de Estados Unidos, éxito de ventas en todo el mundo, se narra a sí mismo con toda humidad y sinceridad. Muchos aspirantes a escritor pueden sentirse inspirados y reconfortados por sus palabras.

jueves, 24 de diciembre de 2009

FELIZ NAVIDAD (2005), DE CHRISTIAN CARION. HISTORIA DE UN PEQUEÑO MILAGRO.



Quisiera felicitar la Navidad a los lectores referenciándoles esta película, muy propia para reflexionar acerca del sentido de estas fechas. Feliz Navidad a todos.

La Primera Guerra Mundial fue el más innecesario de los conflictos: provocada por una serie de tensiones e incidentes generados por rivalidades entre paises europeos con la expansión imperialista como telón de fondo, lo único que consiguió fue sentar las bases para una segunda guerra mucho más destructiva si cabe.

Tras una primera ofensiva alemana basada en el denominado "Plan Schlieffen", que a punto estuvo de llegar hasta París, el contraataque francés equilibró la situación, transformándose desde aquel momento el conflicto en una absurda guerra de desgaste que mantenía a ambos contendientes permanentemente en tablas. Ambos ejércitos se atrincheraron y sus avances y retrocesos solo suponían escasos metros, nada decisivo.

La vida en las trincheras deshumanizaba a los soldados y los convertía meramente en carne de cañón. Si el combatiente tenía la suerte de ser destinado a algún sector tranquilo del frente solo debía preocuparse de las ratas y de algún ocasional bombardeo del enemigo. Si tenía la mala suerte de verse envuelto el alguna gran ofensiva contra el enemigo, las probabilidades de sobrevivir eran escasas: la ametralladora, como arma defensiva por excelencia, vivía sus días de gloria.

El cine ha reflejado magistralmente estas terribles batallas y sus consecuencias a través de obras como "Sin novedad en el frente" (1930), de Lewis Milestone, "Senderos de gloria" (1957), de Stanley Kubrick o "Johnny cogió su fusil" (1971), de Dalton Trumbo. La película de Christian Carion intenta dar una imagen diferente y más esperanzadora del conflicto.

La película se inicia con imágenes de niños alemanes, británicos y franceses que son adoctrinados acerca de la condición inferior y maligna de sus futuros enemigos, algo que va a tener suma importancia en el mensaje que nos quiere transmitir Carion.

Los contendientes llegaron a la primera Navidad de la guerra desengañados acerca de la posibilidad de una pronta resolución del conflicto y la desmoralización y hartazgo comenzaban a cundir entre ellos.Cuando, de manera casi espontánea, tocados por el espíritu de unas fechas tan señaladas, las tropas comenzaron a salir de las trincheras sin disparar, el soldado de a pie pudo llegar a darse cuenta de que la posiblidad de parar el horror estaba en sus propias manos y en la de los combatientes de la trinchera de enfrente, que resultaban ser seres humanos con los mismos anhelos y preocupaciones que ellos mismos: personas de carne y hueso que morían y sufrían igual que ellos, con padre, madre, esposa e hijos. Por unas horas, alemanes, franceses y escoceses olvidaron sus diferencias, cantaron, comieron y bebieron juntos e incluso llegaron a disputar un partido de fútbol.

El espíritu combativo del soldado se basa en el odio al enemigo, en la deshumanización del rival. Por ello, la improvisada tregua y confraternización que se registraron en distintos lugares del frente en aquella jornada supusieron un verdadero peligro desde el punto de vista de los generales de uno u otro bando. Los aliados enviaron a estos soldados "contaminados" por el enemigo al infierno de Verdún. Los alemanes, al frente ruso.

La película es una bella reflexión acerca de la igualdad esencial entre todos los seres humanos y la fraternidad posible entre pueblos. Solo los oscuros intereses de los dirigentes de ambos bandos, interesados sobre todo en la continuación de la matanza, impidieron la realización de la hermosa utopía de los soldados abandonando sus trincheras para abrazarse a sus adversarios como hermanos. Este es el verdadero espíritu navideño, y no el consumismo desenfrenado al que estamos acostumbrados.

BUSCANDO A ERIC (2009), DE KEN LOACH. MANUAL DE AUTOAYUDA DE CANTONA.


Sin abandonar nunca los temas sociales que más le interesan, el incombustible Ken Loach sigue entregándonos películas con gran regularidad. Salvo excepciones como "Tierra y libertad", las realizaciones de Loach suelen retratar a individuos contemporáneos pertenecientes a los estratos obreros más humildes de Gran Bretraña en su lucha cotidiana por la supervivencia, personajes maltratados por la vida, hijos de un tatcherismo que les dejó un legado basado en la desaparición progresiva de sus derechos sociales.

El protagonista de esta historia vive en Manchester. Separado por dos veces, convive con los conflictivos hijos adolescentes de su anterior pareja, que le ningunean y se pasan por el forro su presunta autoridad en el hogar. Uno de estos muchachos le va a meter en graves problemas, relacionados con el chulo del barrio y una pistola homicida que debe guardar en su propia casa.

Una aclaración antes de continuar: los problemas cotidianos nos abruman a todos en mayor o menor medida y casi todos contamos con una válvula de escape para evadirnos e incluso dejar de ser nosotros mismos por un rato. En mi caso son los libros y películas. En el caso de Eric Bishop, como el de tantos otros, por cierto, es el fútbol. Tratándose de Manchester, su ídolo no podía ser otro que Cantona (Beckham no hubiera valido, es demasiado pijo como para hacerse cargo de los problemas de un proletario), así que, al igual que a Woody Allen en "Sueños de seductor" se le aparecía el mismísimo Humphrey Bogart para ofrecerle consejos amorosos, a Eric se le aparece Cantona para aconsejarle acerca de como hacer frente a sus graves problemas.

Y, contra todo pronóstico, Cantona resulta ser lo mejor de la función. Su fuerte presencia luce perfectamente en pantalla y se hace creible a través de su propio carisma. Sus frases, dignas de los más gastados manuales de autoayuda adquieren una extraña fuerza solo por ser él quien las pronuncia.

Loach ha conseguido en su película un perfecto equilibrio entre comedia y tragedia, además de permitirse un discurso acerca del fútbol como mitigador de tensiones (ciertamente, un estadio es prácticamente el único lugar donde uno puede gritar a pleno pulmón sin que le detengan por escándalo público) La resolución final resulta francamente sorprendente y divertida: es la única solución posible al conflicto del protagonista y un hermoso canto a la amistad.

martes, 22 de diciembre de 2009

RAFAEL RAMÍREZ: UN PROMETEDOR PINTOR MALAGUEÑO.


Mi amigo Rafael ha pasado gran parte de sus mejores años como cooperante de ayuda al desarrollo en Bolivia, lo cual le ha proporcionado un enorme caudal de experiencias acerca de la triste realidad de las desigualdades en latinoamérica. A su vuelta a España, dedica el tiempo libre de que dispone a otra de sus vocaciones: la pintura.

A pesar de no ser un experto en arte, sí que podría decir que lo primero que llama la atención cuando observamos un cuadro de Rafael es la originalidad de su concepción. Su pintura está presidida por una rara armonía de colores. En sus retratos sabe captar la personalidad del retratado a través de una concepción casi fotográfica, en la que destaca la delicadeza del trazo en los rasgos y la fuerza magnética de sus miradas. En otros cuadros como en este magnífico "Metrópoli" que ilustra este artículo, la fuerza está en la armoniosa captación del movimiento, algo sumamente difícil, que él resuelve de manera magistral.

Dejo aquí su dirección, para que se asomen a su arte con más detalle:

http://pintura.rafaelramirez.co.cc/

Y aquí la dirección de su blog, dedicado a sus intereses artísticos, musicales y literarios:

http://rafaelramirez.co.cc/

LA FORJA DE UN REBELDE, PRIMERA PARTE: LA FORJA (1951), DE ARTURO BAREA. EL LABERINTO ESPAÑOL.


La lectura de la trilogía de Arturo Barea está resultando una tarea apasionante, por lo que tiene de crónica de España, de explicación a pie de calle de las raices de nuestra Guerra Civil y por la diferencia entre la primera y la segunda parte. Si en la primera la visión comienza siendo ingenua y va madurando con el paso de los capítulos, en la segunda Barea expresa con una lucidez total su visión de la guerra de Marruecos. La tercera parte no la he comenzado aún. He publicado un artículo en "Suite 101" acerca del primer volumen "La forja":



La agitada vida de Arturo Barea tuvo su reflejo en la celebrada trilogía "La forja de un rebelde", libros autobiográficos que recogen las experiencias de uno de los testigos más singulares de la España de la primera mitad del siglo XX.

Nacido en 1897, tras vivir su infancia y adolescencia en Madrid, conoció de primera mano la Guerra de Marruecos, la República, la Guerra Civil y el exilio. Su vocación innata de escritor se desborda en estas páginas escritas por un testigo que se implica en los acontecimientos que le tocó vivir.

El primero de los volúmenes que compone la trilogía, "La forja", se dedica a la infancia y adolescencia del autor en el Madrid de principios de siglo. Lo primero que llama la atención es el perfecto retrato del Madrid de la época, donde todos los ambientes y clases sociales tienen cabida, a la manera de Galdós, aunque el estilo de escritura de Barea diste mucho del de don Benito.
Cualquier lector que conozca mínimamente el centro de Madrid puede seguir a la perfección los itinerarios del personaje por la ciudad: la casa donde vive, el colegio, el lugar de trabajo, las tabernas... Un Madrid cuyos barrios están divididos por clases sociales: si bien el autor proviene de Lavapiés, la fortuna hace que vaya a vivir con unos tíos que gozan de una buena posición social, cuya vivienda se encuentra cerca del Palacio Real.

La madre, viuda, no puede hacerse cargo de sus hijos y ha de distribuirlos entre distintos familiares. A Arturo le corresponde la mejor suerte y eso le hace ser envidiado por el resto de su hermanos, amén de recibir una educación muy aceptable para la época, aunque controlada por la Iglesia. El reflejo de las desigualdades sociales es una constante durante toda la narración y sirve para comprender cuales fueron los auténticos orígenes de la Guerra Civil.

Renunciando a la posibilidad de estudiar una carrera, el protagonista querrá hacer honor a sus orígenes y ganarse la vida a través de su trabajo, primero como aprendiz de dependiente y después como empleado de un banco. La descripción de las condiciones laborales de la época resulta magistral, así como la referencia a los primeros pasos de la lucha sindical en nuestro país, del riesgo que corrían sus afiliados a ser despedidos del trabajo.

En realidad, los gremios considerados "inferiores", como los albañiles, se encontraban mucho mejor organizados frente a sus patronos que los "señoritos" empleados en bancos y oficinas, que eran explotados sin piedad por sueldos de miseria con el fin de labrarse una carrera incierta. Todo esto va a ir despertando la conciencia social del protagonista. Barea se retrata a sí mismo como un personaje barojiano, sumamente inteligente, pero desorientado, incapaz de adaptarse al medio en el que vive, aunque sepa disimularlo bien ante los demás:

"Yo sería socialista de buena gana, pero la cuestión es saber si soy un obrero o no. Esto parece muy sencillo pero no lo es. Indudablemente, si cobro por trabajar soy un obrero, pero no soy un obrero más que en esto. Los mismos obreros nos llaman "señoritos" y no quieren nada con nosotros" (pag. 233).

Las semillas de las que va a germinar nuestra Guerra Civil están presentes en este primer volumen. A las ya comentadas desigualdades sociales se unen la omnipresencia de la Iglesia, aliada casi siempre de las clases pudientes y la inutilidad de unos políticos que van a permitir la inmensa corrupción que devorará como un cáncer al ejército español en la Guerra de Marruecos, a la que se dedica el segundo volumen.

EL CHICO QUE CONQUISTÓ HOLLYWOOD (2002), DE BRETT MORGEN Y NANETTE BURNSTEIN. EL JUEGO DE HOLLYWOOD.


Al hilo de este entretenido documental, he publicado en Suite 101 un pequeño resumen de la vida del productor Robert Evans, responsable de obras maestras del calibre de "El Padrino" o "La semilla del diablo". Evans fue un hombre dotado de gran olfato que, según decía trabajaba "dieciocho horas al día, siete días a la semana" para convertirse en un triunfador. El documental recoge testimonios del propio Evans que nos llevan a una interesantísimo viaje a los entresijos de un estudio de Hollywood.

Aquí el enlace:

http://suite101.net/article/robert-evans-el-chico-que-conquisto-hollywood-a7432

jueves, 17 de diciembre de 2009

SIGNOS DE AGOTAMIENTO.


Leo hoy en "El País" un interesantísimo artículo de Josep Ramoneda titulado "Final de etapa". En algunos pasajes es como si estuviera transcribiendo mi pensamiento y seguramente el de muchísimos ciudadanos:

"El bipartidismo imperfecto PSOE-PP está mostrando sus limitaciones, con riesgo de dejar a un número cada vez mayor de ciudadanos sin opción política con la que sentirse mínimamente cómodos. La ausencia de proyecto político por ambas partes resta a la democracia la dimensión de deliberación colectiva y confrontación de ideas y propuestas que la hace fuerte.(...)

Esta incapacidad de poner el interés general en primer plano es una forma de crisis política. Especialmente cuando cunde una profunda sensación de injusticia. La percepción de que los gobiernos han optado por salvar a las grandes corporaciones financieras y se han desentendido de la suerte de los demás. La convicción, alimentada por la pasividad ante la corrupción, de que hay un entramado político-económico, una especie de Estado corporativo, autosuficiente, cada vez más alejado de la ciudadanía."

miércoles, 16 de diciembre de 2009

PEQUEÑO HOMENAJE A AMINATOU HAIDAR.


La activista saharaui cumple un mes de huelga de hambre, se debilita día a día, pero no ceja en su empeño de llamar la atención, como mejor sabe, sin hacer daño a nadie, solo a sí misma, acerca de la situación de su tierra, una antigua colonia española que se encuentra desde hace años suspendida en una nada de la que el desierto es su mejor metáfora.

El pueblo saharaui, que soporta resoluciones de la ONU que se suspenden de inmediato en el limbo, una ocupación de facto por parte de Marruecos que les obliga a ser parias en su propia tierra o exiliados en campamentos en las más terribles condiciones y el olvido de la comunidad internacional, nunca ha recurrido al terrorismo para defender su causa. Con una paciencia admirable espera una solución que no llega nunca, y solo actitudes desesperadas como la de Haidar llaman la atención acerca de una situación insostenible. Con toda lucidez, a pesar de la gravedad de su situación, ayer dijo estas palabras, confiando en que el Frente Polisario no recurra a la violencia:
"la guerra no arregla ni los intereses del pueblo saharaui ni los del pueblo marroquí, que es también víctima".

Y realmente tiene razón. Cualquiera que llegue a Marruecos podrá advertir enseguida la incesante presencia de retratos del rey Mohamed VI vigilando a sus súbditos cuán Gran Hermano orwelliano. Si entras en un restaurante, será una foto del rey tomando una copa, si en un concesionario de coches, el rey conduciendo un automóvil de gran cilindrada... su retrato saluda al viajero de manera siniestra a la entrada y salida de las ciudades, mientras uno puede ver como el pueblo pasa por todo tipo de miserias en cuanto se atreve a penetrar en las zonas no turísticas.

Nuestro humilde homenaje desde aquí a Aminatou Haidar, que ha comprendido que no basta con el sufrimiento de una multitud de seres humanos durante años para que la comunidad internacional se movilice, sino que es necesaria una lenta autoinmolación pública retransmitida en directo por los medios de comunicación para que el problema pase a formar parte de las principales noticias del telediario, es decir, a existir. Ella sí que merecería el premio Nobel de la Paz.


RASHOMON (1950), DE AKIRA KUROSAWA. EL NEBULOSO PASADO.


Descubrí a Akira Kurosawa hace ya muchos años, en uno de esos festivales de cine clásico de Málaga que constituían prácticamente la única posibilidad de ver películas antiguas en versión original hace veinte años (o eso, o programar el vídeo para pillar alguna de las que ponía la segunda cadena de madrugada). "Dersu Uzala", de la que no había oído hablar en la vida me enamoró de inmediato. Nunca se ha narrado mejor y con más sencillez la historia de una amistad.

El año pasado me organicé a mí mismo un pequeño ciclo de Kurosawa, aprovechando que había comprado muchas de sus realizaciones en una colección de kiosko y así pude visionar pequeñas joyas como "Los hombres que caminan sobre la cola del tigre", "Los siete samurais", "El ángel ebrio", "Duelo silencioso", "Vivir" (otra obra maestra acerca del sentido de la vida), "La fortaleza escondida", "Los canallas duermen en paz" o "Trono de sangre". Para el futuro me queda conocer al Kurosawa más moderno. Quedó pendiente esta "Rashomon", que no pude conseguir en su día. La biblioteca pública ha resuelto momentáneamente la papeleta.

"Rashomon" es una película absolutamente original y revolucionaria para su época. Narra el mismo hecho (la violación de una joven y el asesinato de su marido por un bandido) desde cuatro perspectivas diferentes, desde el punto de vista de los tres protagonistas y de un testigo oculto. Las historias son radicalmente distintas y se contradicen entre sí. ¿Cuál es la auténtica? El director no lo aclara en ningún momento. Quizá ninguna lo sea con exactitud. Quizá la verdad sea una mezcla de todas las narraciones, quizá lo que realmente sucedió se encuentre diluido en las distintas palabras de los que cuentan la historia. Porque... ¿qué es la verdad? ¿Puede establecerse la verdad absoluta y objetiva acerca de unos acontecimientos? Kurosawa parece decirnos que no, que la verdad se difumina en distintos puntos de vista para regresar convertida en historias divergentes y contradictorias, que, más que contar lo que ha sucedido realmente, retratan fielmente el caracter del narrador.

La condición humana es el otro gran tema de la película y de gran parte de la filmografía del director. Los personajes de Kurosawa suelen ser seres errantes, miserables vestidos con harapos que sobreviven lo mejor que pueden perdidos por los siglos remotos de la historia del Japón. De las conclusiones que puede extraer el espectador, sentado en su cómodo sillón, cabría destacar la mezquindad que muestran todos los personajes, en los que se distingue un comportamiento orientado exclusivamente a la satisfacción de sus propios intereses y deseos más primarios. Ya se nos recuerda en la película la leyenda del demonio que habitaba en la puerta de Rashomon, en Kioto y huyó aterrado por la maldad de los hombres.

Un clásico ineludible para cualquier cinéfilo, dotado de una cuidadosa fotografía, de una música perfectamente coordinada con la acción y con otra de las memorables actuaciones de uno de mis actores favoritos: Toshiro Mifune.

lunes, 14 de diciembre de 2009

HUMANO, DEMASIADO HUMANO.


Me sorprende a veces lo frágiles que resultan ser los políticos que creen estar durante años en la cima del mundo. Millones al año en seguridad no pueden evitar incidentes como el de ayer. O como el de Bush hace unos meses, aunque éste tuvo mucha más agilidad que su compadre Berlusconi que no pudo esquivar el proyectil lanzado contra su rostro aunque, en su descargo, hay que decir que el tirador se encontraba mucho más cerca.

A mí particularmente no me alegra que sucedan estas cosas. No me voy a apuntar en Facebook en los grupos de admiradores de Massimo Tartaglia ni voy a pedir que le nombren Papa ni nada parecido. Pero sí que se pueden extraer lecciones de hechos tan lamentables como el que ayer se produjo en Milán. Los que creen estar por encima del bien y del mal, los que creen ser líderes infalibles, que pueden corromperse hasta la médula sin presentar cuentas a nadie, los que declaran o apoyan guerras en países lejanos creyéndose a salvo de la violencia, a veces la sufren en sus propias carnes y prueban un poco de la hiel del inmenso sufrimiento que provocan. A Berlusconi, le vimos ayer su verdadero rostro de ser humano, no el del político poderoso y magnate financiero de éxito, no el de maduro seductor que juguetea con sus velinas, sino la expresión de miedo y de odio de quien ya no siente la seguridad de antaño, de quien ha sembrado divisiones en su país y recoge ahora sus frutos. De quien se gastó una fortuna en operaciones de cirujía estética y ahora siente que se hace viejo de repente.

domingo, 13 de diciembre de 2009

TEATRO: LA REINA DE BELLEZA DE LEENANE (1996) DE MARTIN MC DONAGH. SERVIDUMBRE HUMANA.


No conocía absolutamente nada de Martin Mc Donagh, ya que mis conocimientos de teatro, y más del actual, son muy escasos, pero cuando leí que era un exponente del "teatro de la crueldad", propuse a los amigos ir a ver la obra. Que se representara en el teatro Cánovas es una garantía, porque todo lo que he visto allí me ha gustado.

Según dice la Wikipedia, Mc Donagh es el autor anglosajón más representado en América del Norte después de Shakespeare. Esto es ya de por sí importante, pero lo realmente relevante es que "La reina de belleza de Leenane", con una puesta en escena minimalista, un solo escenario y cuatro personajes, atrapa al público de principio a fín que asiste estupefacto al derrumbe definitivo de dos vidas, las de la madre y la hija protagonistas, que han estado conviviendo en guerra fría (a veces transformada en caliente) durante años.

La madre, posesiva y maquiavélica, como un personaje lorquiano, mantiene una relación amor-odio con su hija, a la que por un lado desprecia con una crueldad que raya lo extremo, llamándola puta cuando expresa sus deseos de estar con un hombre, después de cuarenta años de virginidad y por otro la necesita para que la cuide, debido a una combinación de achaques de la edad y torpeza para realizar los actos más cotidianos. La hija, desequilibrada por sus circunstancias vitales, manifiesta un odio profundo hacia su represora madre y le sirve de mala gana, soñando con huir de un destino de servidumbre al que le han condenado las circunstancias. Constantemente batalla con su madre para que no arroje por el lavadero de la cocina su orina infectada.

De fondo queda la situación de paises como Irlanda, cuyos habitantes deben emigrar para sobrevivir y son despreciados en los paises de destino, algo que conoce bien el autor por sus orígenes y su biografía. La pregunta sería si es mejor vivir mal en la tierra de origen o arriesgar, ya sea en el trabajo o en el amor, aunque en realidad al final carece de importancia ya que la locura lo impregna todo como una infección malsana que recorre el escenario y amenaza con contagiar a un espectador que contempla durante hora y media todo el absurdo y la crueldad del mundo. Una gran dirección por parte de Álvaro Lavín y contundentes interpretaciones de todo el reparto: Maite Brik, Gloria López, Chema del Barco y Juan Vinuesa.

LA IGLESIA Y ARTURO BAREA.


No me resisto a incluir aquí un fragmento del libro autobiográfico que estoy leyendo ahora "La forja de un rebelde", de Arturo Barea. En la primera parte, "La forja", nos habla de su infancia en el Madrid de principios del siglo XX y se centra ante todo en las desigualdades sociales imperantes en aquella época. Estos párrafos dedicados a la labor eclesiástica no tienen desperdicio. Parece que tengo el día un poco anticlerical hoy:

"Dios premia a los buenos. El pobre Ángel se levanta a las cinco de la mañana con las alpargatas rotas a vender periódicos y después duerme en la puerta del teatro
desde las doce de la noche que acaba la venta, para poder vender el primer puesto de la cola. Él y su madre no ganan apenas para comer trabajando todo el día. En cambio, don Luis Bahía se ha quedado con la mitad de Brunete, echando de las tierras que eran suyas a los pobres a quienes había prestado. No sólo no le castiga Dios sino que cuando va a San Martín, todos los curas le quieren mucho y le consideran una buenísima persona porque encarga misas y novenas. Lo que a mí me ocurre en el colegio pasa en todas partes. Los únicos buenos son los que tienen dinero y todos los demás son malos. Cuando protestan les dicen que tengan paciencia, que ganarán el cielo y que no importan nada lo malo que se pasa en esta vida. Al contrario, que es un mérito, y son dignos de envidia; pero yo no veo que para ganar el cielo, los ricos se metan a pobres.

Quiero saber, saber mucho más, porque es la única posibilidad de llegar a ser rico y cuando se es rico, se tiene todo, hasta el cielo.

Pagando, los curas dicen misas y dan millones y millones de indulgencias. Si se muere un pobre y Dios le condena al Purgatorio a cien mil años y su viuda no puede pagar más que una misa de tres pesetas, no tiene más que dos o tres mil días de indulgencia. Pero si se muere un rico y paga un funeral de primera clase, aunque Dios le condene a millones de años de Purgatorio, se reúnen tres curas, le dicen una misa cantada con órgano y todo y le dan una indulgencia plenaria. Al día siguiente de morirse ya está en el cielo. (...)

Cuando los pobres van con la ropa rota enseñando la carne porque no tienen otras, no les dejan entrar a la iglesia a rezar, y si se empeñan, llaman a los guardias y los llevan detenidos. Luego tienen los arcones en la sacristía llenos de ropas buenas para los santos y de alhajas y visten a las imágenes de madera y les ponen brillantes y terciopelos. Todos los curas salen como en el Teatro Real con sus trajes de oro y plata, las luces encendidas, sonando el órgano y cantando los coros; mientras cantan los sacristanes pasan los cepillos. Cuando acaban, cierran la iglesia y los pobres se quedan a dormir en la puerta en cueros. Dentro está la virgen, todavía con la corona de oro y el manto de terciopelo, bien calentita porque la iglesia está alfombrada y las estufas aún encendidas. El Niño Jesús tiene unas bragas bordadas con oro y un manto también de terciopelo, con su corona de brillantes (...)"

CLAUDIO MAGRIS: UNA DEFINICIÓN DE LAICISMO.


Claudio Magris, citado hoy en "El País" por Mario Vargas Llosa. De su libro de ensayos "La historia no ha terminado":

"Es el caracter laico un conocimiento no sectario ni dogmático sino crítico y racional. Laico no significa enemigo de la religión sino ciudadano independiente, emancipado del rebaño, que piensa y actúa por sí mismo, de manera lúcida, no por reflejos condicionados: (y aquí comienza la cita de Magris) "Laico es quien sabe abrazar una idea sin someterse a ella, quien sabe comprometerse políticamente conservando la independencia crítica, reírse y sonreír de lo que ama sin dejar por ello de amarlo; quien está libre de la necesidad de idolatrar y de desacralizar, quien no se hace trampas a sí mismo encontrando mil justificaciones ideológicas para sus propias faltas, quien está libre del culto de sí mismo.""

viernes, 11 de diciembre de 2009

PRIMER AÑO DE EL HOGAR DE LAS PALABRAS.


Hoy hace justo un año que emprendí la "aventura" de escribir un blog y superar mi natural timidez exponiendo mi forma de pensar en la red. Y no me arrepiento.

Hace un año no tenía muy claro si este humilde proyecto iba a tener continuidad, pero, sorprendentemente, he ido escribiendo entradas día tras día sin tener que obligarme a ello, de una manera natural. Y en gran parte eso se lo tengo que agradecer a ustedes, los lectores, que con sus visitas y comentarios dan vida a este blog, de pretensiones modestas, pero que con su presencia diaria ustedes dignifican.

Muchas gracias a todos y todas, de corazón.

CON LA MUERTE EN LOS TALONES (1959), DE ALFRED HITCHCOCK. EL HOMBRE ATRAPADO.


A veces, de una manera absolutamente irracional, necesitamos ponernos a ver de inmediato una determinada película. A mí me suele ocurrir con Luis Buñuel, David Lean o los Hermanos Marx, pero hoy precisamente me apeteció mucha esta producción de Hitchcock que suelo repasar cada tres años más o menos.

La peripecia del personaje de Cary Grant es de todos conocida: confundido con un espía inexistente se dedicará a huir de unos perseguidores que no paran de tenderle trampas en pos de su perdición. Los motivos no aparecen nada claros, aunque esto no importa en absoluto. El espectador no puede quitar ojo a la perfecta actuación del protagonista, acompañado por unos secundarios maravillosos. Roger Thornhill va derivando progresivamente de la incredulidad inicial a tomar conciencia de su absurda situación e intentar anticiparse a los movimientos de sus perseguidores.

Si lo analizamos fríamente, es difícil encontrarnos ante un guión más absurdo y poco creíble. Lo auténticamente maravilloso es que Hitchcock nos atrapa y no nos deja apenas respirar, proporcionando una gozosa sorpresa tras otra, usando a veces unos efectos especiales artesanales, pero absolutamente creibles por su maestría en la planificación de escenas. Hitchcock era un director muy meticuloso, que utilizaba sistemáticamente el storyboard, una especie de cómic que narraba la película entera antes de ser rodada.

Me reafirmo en mi idea secreta de que Cary Grant, un actor que actua divinamente incluso de espaldas a la cámara, hubiera sido un candidato perfecto para encarnar a un James Bond imperfecto y lleno de matices. Claro que hubiera dejado de actuar en muchas obras maestras como la que nos ocupa, algo más que una parodia del cine de espías, una cinta de aventuras y suspense simplemente perfecta y que merece más de una visión. Además, ofrece unas imágenes maravillosas de la vida neoyorkina a finales de los cincuenta.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

CAÍN (2009), DE JOSÉ SARAMAGO. DIOS NO ES BUENO.


Acabo de publicar un artículo en "Suite 101" acerca del último libro de Saramago. Aunque de escritura un poco más floja que algunos anteriores, su visión del Antiguo Testamento como un desolador conjunto de disparates resulta muy estimulante para cualquier lector medianamente interesado en los fundamentos de nuestra cultura. Y es que los orígenes de la religión son oscuros, muy oscuros...

Aquí el enlace:

http://suite101.net/article/cain-de-jose-saramago-a6798

Y un pequeño ejemplo de la (buscada) polémica que ha generado:

http://www.larepublica.es/spip.php?article17178

lunes, 7 de diciembre de 2009

GERTRUD (1964), DE CARL THEODOR DREYER. LA SOLEDAD IRREMEDIABLE DEL ALMA.


Si en "El amo de la casa" Dreyer hablaba de la familia, en "Deus Irae" de la intolerancia y en "Ordet" acerca de la religión, el tema de "Gertrud" es la imposiblilidad del amor.

Gertrud es una mujer de mediana edad insatisfecha con su matrimonio burgués. Su marido es un hombre bueno y noble, pero ella considera que presta demasiada atención a su carrera (está a punto de ser nombrado ministro) y le deja a ella de lado, cuando ella debiera ser el principal objeto de sus develos. "No sé si existo para tí, eres incapaz de adivinar mis deseos", le espeta, a mi parecer injustamente. Kanning, su esposo, no puede creer que su mujer le rechace de modo tan contundente, pero ha de rendirse a la evidencia. Gertrud es una mujer de anhelos imposibles, de apariencia fría y ausente. Nunca mira a los ojos a sus interlocutores, seguramente por sentirse culpable de sus frustraciones. Realmente el espectador nunca logra un mínimo de empatía con el personaje y sus deseos, más bien al contrario. Tampoco entiende que tenga a tantos hombres alrededor esperando una palabra suya para ser objeto de su amor. Ella, como no podía ser de otra manera, elige autodestruirse frente a un joven compositor que no busca compromiso, solo un poco de diversión y alardear ante sus amigos.

Desde mi punto de vista "Gertrud", última obra de un grandioso realizador, está muy por debajo de películas anteriores, aunque muchas de sus virtudes la emparenta con las mismas: una cuidada planificación, perfecta fotografía y unos escenarios que se integran perfectamente en la acción. Para el recuerdo queda la imagen de Gertrud reflejándose en el espejo regalado por su antiguo amor, imagen de unas vidas alternativas que nunca fueron pero que, con lo poco que conocemos del carácter de Gertrud, tampoco le hubieran llevado a la felicidad buscada. Como ella dice, su vida está afectada por "la soledad irremediable del alma". No existen recetas milagrosas para tal fatalismo.

viernes, 4 de diciembre de 2009

ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS (1865), DE LEWIS CARROLL. EL SUEÑO DE UNA TARDE DE VERANO.


Coincidiendo con el próximo estreno de la película de Tim Burton, he publicado un artículo en "Suite 101" acerca de la gestación y contenido del clásico de Lewis Carroll. Una lectura deliciosa aún hoy día, que puede deparar más de una sorpresa a quien cree conocer perfectamente su argumento. Leer "Alicia..." es entrar en un mundo absurdo y sin reglas, quizá como el mundo de la infancia, pero mucho más siniestro. Aquí el enlace:

http://suite101.net/article/alicia-en-el-pais-de-las-maravillas-a6431

007 ALTA TENSIÓN (1987), DE JOHN GLEN. REGRESO A LAS ESENCIAS.


He de reconocer que desde pequeño soy un fan acérrimo de las aventuras de James Bond. El año pasado me tragué seguidas las veintiuna películas oficiales más la no oficial "Nunca digas, nunca jamás" y este año acudí puntualmente a mi cine a ver la horrorosa "Quantum of solace". Ciertamente, si examinamos la filmografía de Bond, hay películas que dejan mucho, pero que mucho, que desear. Pero los fans de Bond somos bastante irracionales y admitimos prácticamente cualquier cosa, que luego será objeto de sesudos debates en los foros correspondientes. A mí personalmente prácticamente todas las películas me entretienen y a todos les saco algo positivo, hasta a las más absurdas como "Moonraker", que me hace reir mucho más que cualquier comedia de las de ahora.

A mitad de los ochenta, la fructífera etapa de Roger Moore en la serie se había agotado por el envejecimiento del actor, que era ya patente en su última película "Panorama para matar", donde parecían actuar más los dobles que él mismo, reservándose su presencia para los primeros planos. Su etapa había sido caracterizada por la ligereza y simpatía que supo imprimir al personaje, bastante alejado de la concepción original de Ian Fleming, que había imaginado un personaje más atormentado y complejo (cuyo origen interpretó con brillantez Daniel Craig en "Casino Royale"). Para recoger el testigo de Moore fue seleccionado Timothy Dalton, un actor de sólido prestigio teatral que ya había sido anteriormente candidato al papel.

El Bond de Dalton es un personaje frío y calculador, muy alejado de la socarronería de Moore y bastante emparentado con la visión del personaje que aportó Sean Connery, el primer Bond. Su presentación, en la magníficamente planificada escena de Gibraltar, resulta espectacular. Luego le vemos iniciando una misión en Bratislava irradiando una profesionalidad como espía que nunca le habiamos visto a Moore. Me gusta especialmente la tensa escena de la deserción de Koskov: el clima del otro lado del telón de acero está perfectamente conseguido y la interpretación de Dalton, como un Bond un poco amargado y cansado de su rutina resulta impecable y coherente con el personaje de las novelas. Además es un Bond educado con el sexo femenino y prácticamente monógamo, lo nunca visto. Claro que ya nos encontrábamos en los tiempos del sida...

Lo cierto es que la película va de más a menos y llega al final desinflada. La culminación de su misión en Afganistán lleva a Bond nada menos que a aliarse con los talibanes en su lucha contra los soviéticos, como lo hará posteriormente el inefable Rambo. Como cambian los tiempos... En cualquier caso, para mi gusto, esta parte ya resulta aburrida y rutinaria, con las típicas y anodinas escenas de acción. Me quedo con las imágenes del Bond más íntimo, el que seduce lentamente a la chica y se pasea con elegancia por las calles de Tánger.

Cierto es que la siguiente película de Timothy Dalton resultó un desastre mayúsculo y cerró la franquicia por varios años, pero creo que se trata de una etapa a reivindicar, por el esfuerzo del actor en dotar de humanidad y credibilidad a un personaje que había ido perdiéndola a pasos agigantados en las entregas precedentes.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

EL HORLA Y OTROS RELATOS (1887), DE GUY DE MAUPASSANT. LA ESENCIA DEL MIEDO.


Para quien no lo sepa, desde hace un par de semanas, el diario El País está ofreciendo por un euro una magnífica selección de relatos de los mejores maestros clásicos de terror. El lunes fue el turno de Maupassant. Hoy le ha tocado a M.R. James.

La editorial Mondadori publicó hace un año un exquisito volumen de cuentos de Maupassant con muy bellas ilustraciones. Debido a su elevado precio y a su tamaño, preferí no comprarlo, aunque ganas no me faltaron de hacerlo. Al menos esta semana he tenido el premio de consolación en forma de una muestra de la maestría de este autor en el terreno del relato breve.

Los cuentos de la selección constituyen una especie de tratado del miedo. No del miedo a lo que se ve, sino, y este es mucho más profundo, a lo que se intuye con una mezcla de certeza e imaginación de personajes solitarios:

"Necesitamos a nuestro alrededor hombres que piensen y que hablen. Cuando estamos solos largo tiempo, poblamos el vacío de fantasmas" (El Horla).

Maupassant juega con el lector a través de la ambigüedad de los hechos que nos va narrando: ¿es la locura del personaje lo que produce ciertas visiones o intuiciones? ¿fenómenos naturales desconocidos? ¿simples sugestiones producidas por un cerebro cansado? ¿o realmente se trata de sucesos sobrenaturales, es decir, sin explicación posible? Deliberadamente, el autor no nos da solución alguna. Es el lector el que debe sacar sus propias conclusiones, a veces con un inevitable escalofrío por los ambientes malsanos en los que hemos tenido que penetrar acompañando al protagonista en busca de respuestas.

De todos los cuentos que aquí se recogen, el más famoso, con toda justicia es "El horla", un prodigio narrativo en forma de estremecedor diario, en el que autor no escatima crueldades con el protagonista, jugando a su vez con su cordura. En él podemos encontrar perlas como esta (nunca está de más publicar una invectiva contra la religión), que coloca al miedo como creador de la idea de lo divino:

"(...)la leyenda de Dios, porque nuestra concepción del Sumo Hacedor, provenga de la religión que provenga, es la invención más mediocre, más estúpida e inadmisible nacida del cerebro asustado de los seres humanos"

DEONTOLOGÍA PERIODÍSTICA.


El sábado pasado el diario ABC colocaba en su portada la fotografía de un muchacho inocente y lo presentaba como el enemigo público número uno. "La mirada del asesino de una niña de tres años", decía el texto de la foto, "Tenerife llora la muerte de Aitana, que no superó las quemaduras y los golpes propinados por el novio de su madre". Y en letra más pequeña, añadía: "La policía pone a disposición judicial al hombre de 25 años que presuntamente acabó con la vida de la pequeña Aitana".

El texto adolece de una profunda contradicción en sus términos: por un lado se afirma con contundencia que el hombre de la foto es el asesino de una niña. Por otro (en letra mucho más pequeña, todo hay que decirlo), se refiere a él como presunto asesino. Como se supo un par de días después, que seguramente al acusado le habrán parecido un infierno interminable, resultó que era totalmente inocente. Una cadena de errores, comenzando por los médicos forenses, siguiendo con la policía, que filtró datos que debían ser secretos y acabando por la prensa, que aireó el tema de la manera más amarillista posible, se cebó con este muchacho, que actualmente está recibiendo atención psicológica.

"Tristeza, conmoción y rabia son las tres palabras que mejor resumen el sentir de la sociedad tinerfeña", publicaba ABC en páginas interiores. Y es que la sociedad que hemos construido está cada vez más necesitada de historias truculentas y emociones fuertes para poder expresar su santa indignación contra el villano de turno. La programación televisiva se llena de historias de malos tratos, de abusos a menores, de personas que acusan de graves delitos a otras con la mayor naturalidad. Los medios de comunicación nos recuerdan de continuo que los asesinos y criminales están por todas partes mediante la publicidad continua de casos de maltrato, siempre execrables, pero cuya machacona reiteración puede producir un efecto llamada a dichos maltratadores. A esto el Estado intenta responder con equivocadas campañas publicitarias en las que se presentan mujeres declarando que "ningún hombre va a ser más que ella", en lo que parece una frase más agresiva e intimidante que apaciguadora de ánimos. Eso sí, cuando se trata de los abusos sexuales cometidos a menores por parte de miembros de la Iglesia (en España, en tiempos de Franco y en Irlanda, hasta hace bien poco, se daban en serie), parece que todo queda disculpado con una declaración acerca del indiscutible poder de atracción a ciertas almas débiles por parte de los "impúberes efebos" y una compensación económica.

Con todo esto no digo que no deba perseguirse el delito. Debe perseguirse con todo el rigor de la ley, pero nunca transformar los procedimientos judiciales en espectáculos morbosos ni las portadas de periódicos que se dicen serios en malas copias de diarios felizmente extintos como "El caso". De esta manera no se está enseñando a la gente a ser reflexiva, sino a indignarse a las primeras de cambio para sentirse buen ciudadano, sentir "conmoción y rabia". Solo falta que se anime a la ciudadanía a cazar delincuentes y tomarse la justicia por su mano.

Se ha hablado en estos días de reforzar el derecho a la presunción de la inocencia. No hace ninguna falta, viene claramente recogido en el artículo 24 de la Constitución como derecho fundamental. Solo hace falta aplicarlo en todos los casos. Ya habrá tiempo de indignarse cuando los ánimos estén más calmados y se haya concluido un juicio justo con todas las garantías legales que sustituya al precipitado juicio paralelo que suele producirse en todos estos casos que causan alarma social.

El director de ABC, como no podía ser de otra manera, ha expresado sus disculpas por el grave error cometido: "a los medios de comunicación no nos pasa nada por reconocer cuando cometemos un error", ha dicho. Quizá a los medios no, pero el pobre Diego va a quedar marcado de por vida.