domingo, 30 de mayo de 2010

LA GRAN ILUSIÓN (1937), DE JEAN RENOIR. HONOR, PATRIOTISMO Y CLASES SOCIALES.

Decía el doctor Johnson que el patriotismo es el último refugio de los canallas. No quiero decir con esto que los protagonistas de esta película sean unos miserables, pero sí que son, todos y cada uno de ellos, unos patriotas incurables.

Es esta una obra de tema bélico, pero sin escenas bélicas. La mayor parte de su metraje transcurre en un par de campos de internamiento para prisioneros en Alemania. Estamos en la Primera Guerra Mundial y el resultado de la contienda es incierto. Unos días las "victorias" son para los alemanes y otros para los aliados, pero los avances de uno y otro bando son poco significativos y se efectúan al precio de enormes masacres de hombres. En esta tesitura, la situación de los protagonistas, prisioneros tratados realmente bien, casi como camaradas, por los alemanes se torna casi envidiable. Pero los protagonistas son patriotas que necesitan huir para seguir disputando la guerra. Y necesitan hacerlo a cualquier precio.

Uno de los discursos más interesantes de "La gran ilusión" es la relación que se establece entre el comandante del campo y uno de los protagonistas, un aristócrata francés. Para el primero, su verdadera patria es su clase social superior, por lo que trata al prisionero con especiales atenciones, como a su semejante. El francés, superando este pensamiento, es capaz de sacrificarse por sus compañeros. También es curioso el tratamiento de Renoir al personaje del judío de familia rica, que comparte todos los alimentos que le llegan con sus compañeros de cautiverio, una alegre pandilla en realidad, que parecen estar más en una especie de internado con reglas un poco estrictas que prisioneros de su enemigo.

Quizá la "gran ilusión" del título sea el pensamiento generalizado de la época que refleja la película de que la Gran Guerra iba a ser la guerra que acabase con todas las guerras. Cuando la película fue estrenada, nuevos vientos bélicos soplaban por Europa y el enemigo volvía a ser el mismo. El título se torna aquí amargo y casi irónico.

Gran película de Renoir, reconocida generalmente como una de las grandes obras del cine europeo. Impecable realización, guión profundo y reflexivo. Solo falta un dibujo más profundo de los personajes, que el espectador los conozca mejor y se pueda identificar con ellos. Todos son demasiado perfectos, de ideas fijas, casi sin matices. Perfectos en el servicio a la patria, quiero decir. Personalmente encontraría más humano a quien se negase a seguir combatiendo en aquella guerra tan cruel como inútil.

2 comentarios:

  1. Muy buen comentario Miguel.

    Esta película tan patriótica refleja la ingenuidad de muchos europeos del período de entreguerras, pero también refleja la realidad de ese patriotismo que menciones y que permitió el desencadenamiento de la guerra de 1914, que hoy nos parecería impensable. Sobre todo en el caso de Francia, que declaró la guerra a los Imperios Centrales para apoyar la postura agresiva del Imperio Ruso, cuyas motivaciones para la guerra eran claramente de origen interno (prevenir una revolución social).

    También es verdad que ninguno se pensaba que la guerra iba a ser tan terrible e iba a durar tanto.

    Pongo una referencia a Jean Jaurés, el héroe del socialismo antimilitarista francés de 1914, la excepción.

    http://es.wikipedia.org/wiki/Jean_Jaur%C3%A8s

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  2. Muchas gracias, Francisco. Lo que no entiendo es que haya muchos críticos que consideren esta película como una obra antibélica. A mí me parece más bien lo contrario, pues retrata a hombres ávidos de luchar por la patria, aún cuando advierten que el enemigo es también humano.

    Saludos.

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