miércoles, 11 de agosto de 2010

LISBOA: LA BAIXA Y EL SEISMO.


Cuando se penetra en una ciudad a través de uno de sus monumentos más emblemáticos, la sensación es casi mágica. Eso es lo que sucede en Lisboa, cuando llegamos a ella desde el Sur y hay que cruzar el río Tajo. Existen dos opciones: el puente Vasco de Gama, que tiene poco más de diez años y el 25 de abril, mucho más clásico que, por una de las paradojas de la vida, conmemora la fecha del fín del régimen que lo construyó: el salazarismo.

La capital portuguesa es una ciudad todavía marcada por un hecho sucedido hace doscientos cincuenta años: el terrible terremoto de 1755 que la destruyó por completo. Lo cierto es que en las circunstancias de esta catástrofe cualquier creyente podría ver una conspiración divina: se produjo precisamente el día 1 de noviembre a las nueve y veinte, cuando los lisboetas atestaban las iglesias de la ciudad, lo cual multiplicó la mortandad. El visitante de la ciudad, en la subida al Chiado, aún puede admirar los restos de la Iglesia del Carmo, un escalofriante esqueleto que nos puede dar una idea de la tragedia que se vivió ese día. Es conocido que filósofos como Voltaire se replantearon su idea del mundo al conocer la noticia. Basta con leer su "Cándido" para calibrar el impacto del terremoto en el mundo del pensamiento.

Para un visitante que ha llegado a la ciudad en automóvil, lo más lógico es tomar habitación en un hotel que se encuentre en el entorno de la plaza del Marqués de Pombal, a un paso del centro y llena de aparcamientos (de pago, eso sí, pero de precio razonable). Precisamente el Marqués de Pombal, cuya monumental estatua preside la plaza, fue el encargado de reconstruir Lisboa inmediatamente después del terremoto. Y la huella de esta reconstrucción ha llegado hasta nuestros días.

La zona más turística del centro de Lisboa se divide en tres barrios: la Baixa, la Alfama y el Chiado. La Baixa de hoy día es un elegante conjunto de calles rectilíneas, muchas de ellas peatonales, limitadas por el norte por la plaza del Rossio y al sur por la plaza del Comercio. Antes del terremoto era un desordenado barrio de casas populares y comercios al que llegaban todo tipo de mercancías a través del río Tajo. Fue el sector de Lisboa más afectado por el terremoto y dicen los que saben que una buena cantidad de oro y plata de sus joyerías fue engullida por el río a través del tsunami posterior al seismo. Es muy posible que estas riquezas permanezcan inaccesibles en el lecho cenagoso del Tajo.

Lisboa era una ciudad rica en aquella época, una potencia colonial, por lo que tuvo medios y energía para reaccionar y emprender una rápida reconstrucción. A los vecinos de la Baixa, acostumbrados a una existencia más caótica, no les hizo mucha gracia el nuevo trazado de las calles y la perfección de sus nuevas viviendas. No reconocían su barrio en la obra de Pombal. Muchos tuvieron que ser obligados a ocupar sus nuevas moradas.

Todo visitante de Lisboa suele comenzar su recorrido en esta zona, repleta de hermosos edificios: la plaza del Rossio, con el Teatro Nacional Doña María II (donde se encontraba antiguamente la sede de la Inquisición), la plaza da Figueira, con espectacuares vistas al barrio de Alfama o el elevador de Santa Justa, un elegante ascensor de hierro, inspirado en las obras de Eiffel, que transporta cómodamente al viajero desde la Baixa al Chiado, ofreciéndole de paso unas hermosísimas vistas panorámicas de la ciudad.

Antes de hacer esta obligada subida al Chiado, recomiendo vivamente hacer un alto en el camino y visitar una iglesia situada en una plazita junto al Rossio. Se trata de la iglesia de Santo Domingo, fundada en el siglo XII y que resume entre sus muros la entera historia de la ciudad. Este escenario fue testigo de numerosos autos de fe inquisitoriales que culminaron en la matanza de judíos de 1506, lo que recuerda un pequeño monumento en el exterior. En 1755 el templo sucumbió al gran terremoto. Fue reconstruido y en 1959 sufrió un incendio que calcinó sus muros interiores. Penetren en el recinto y observen las señales de ambas catástrofes. La huella de la historia, que no perdona.

5 comentarios:

  1. Hace montón de años que estuve en Lisboa, tengo sólo unas pocas imágenes de recuerdos y algunas fotografías de fachadas y gente de la Alfama.

    Ni idea de lo que cuentas sobre Voltaire, ya he aprendido algo nuevo hoy.

    Besos

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  2. Pues vuelve cuando puedas a Lisboa, Victoria, es una ciudad hermosísima. Y muy accesible a bolsillos modestos, como los míos.

    Besos.

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  3. Pues si Miquel, he aprendido cositas de Portugal, ahora habrá que visitarla.

    Mañana nos vemos!

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  4. Miguel, tu crónica viajera es genial, gracias por describirnos y contarnos tanto sobre Lisboa. Siempre he querido conocerla pero ahora, más aún.

    Abrazos
    L;)

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  5. Pues, nada, a viajar a Lisboa este verano. Está cerquita y es una ciudad barata. Ideal para estos tiempos de crisis.

    Abrazos a todos.

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