Christopher Nolan es un director cuyas obsesiones se reflejan perfectamente en su obra cinematográfica. En "Memento", eran la memoria y la identidad, en "Batman Begins", la dualidad del protagonista, que no acertaba a comprender si Batman era la máscara de Bruce Wayne o al contrario. En su útimo éxito, "El caballero oscuro", el tormento del murciélago se hacía insoportable al tener que vérselas con un contendiente (el Joker) al que solo podía vencer intentando anticiparse a sus pensamientos de psicópata.

Nolan es un amante de las arquitecturas cinematográficas. A su visión de Gotham como gran ciudad deshumanizada se unen ahora las arquitecturas soñadas por los personajes de "Origen", laberintos borgianos que Dom Cobb (Leonardo di Caprio) es capaz de insertar en la mente de sus víctimas, para confundirlas y robarles sus más íntimos secretos.

Cobb es una especie de agente secreto, especialista en diseñar sueños para introducirse en ellos y forzar las cajas fuertes que simbólicamente contienen sus secretos. Ante el fracaso de su última misión, no tiene más remedio que aceptar una nueva, mucho más compleja, consistente en implantar una determinada idea en la mente del hijo de un poderoso empresario (Cillian Murphy). Para ello deberá diseñar una serie de sueños dentro de sueños y vencer las defensas del individuo.
Toda la complejidad de este argumento, con una serie de estrictas reglas que el espectador va aprendiendo mientras se desarrolla la trama, permite al director realizar un discurso acerca de los recovecos de la mente humana, sobre el simbolismo de los sueños y acerca de la a veces difícil distinción entre sueño y realidad.

Aunque desde antiguo se ha intentando interpretar los sueños como augurios o mensajes de los dioses, ciertamente, la investigación científica de lo onírico es cosa del siglo XX, una disciplina iniciada por Sigmund Freud (con algún predecesor), que investigó nuestro inconsciente, las manifestaciones de deseos o miedos que intentamos ocultar cuando estamos despiertos, pero que surgen incontrolables durante la noche. El mismo Nolan ha extraído buena parte de la materia prima de la película de sus propias experiencias, según declara en la entrevista publicada en la revista "Dirigido por" de Julio-Agosto de 2010:

"Lo que intento hacer (a la hora de investigar) es observar mis propios procesos (...) y trato de analizar cómo funcionan y cómo pueden alterarse o manipularse; trato de extraer una serie de reglas de mis propios procesos. Trabajo así porque descubrí que la investigación casi siempre termina confirmando lo que uno quiere hacer. (...) He tenido sueños lúcidos que forman una parte importante de "Origen". Un sueño lúcido se produce cuando uno se da cuenta de que está soñando y, entonces, puede tratar de cambiar lo que sucede o manipularlo de alguna forma. Es una experiencia asombrosa que incluí en el film y, de hecho, es una gran parte de él."

El éxito masivo de público de que está disfrutando esta producción no se explica tan solo por su excelente campaña publicitaria, sino por el boca a boca, que está llevando a las salas incluso a personas que habitualmente no suelen pagar por ver cine. Y es que "Origen", como tantas otras grandes películas, puede disfrutarse en varios niveles: como espléndida producción de ciencia ficción y aventuras, como especulación profunda acerca de la mente humana, como reflexión ética o como cuestionamiento de nuestra propia realidad.

Lo cierto es que la película de Nolan está repleta de influencias, tanto cinematográficas como literarias. La acción desarrollada en una realidad virtual con sus propias reglas remite a Matrix (Hermanos Wachowski, 1999), el estilo de Cobb como agente secreto recuerda mucho a las aventuras de James Bond. La escena del asalto a la fortaleza bajo la nieve remite directamente a "Al servicio secreto de su majestad" (Peter Hunt, 1969), la película favorita de la saga del agente británico de Nolan, e incluso el tormento interior del personaje de Di Caprio se parece al del personaje que interpretó recientemente para Scorsese en "Shutter Island" (2010). También podemos referenciar "¡Olvídate de mí!" (Michel Gondry, 2004), otra interesante exploración de la mente humana, en esta ocasión con los recuerdos como protagonistas. Borges y Philip K. Dick aparecen también como constantes referencias.

El espectador deberá permanecer muy atento para el seguimiento completo de esta historia, pues el despiste en cualquier detalle puede conllevar la no comprensión de la trama, que se organiza como eslabones de una cadena de sueños, cada uno con sus reglas temporales, cada uno a nivel más profundo que el anterior. Una compleja arquitectura, tanto mental como cinematográfica, que invita a nuevos visionados para advertir todos los detalles de la misma. Esta es la ambición principal de "Origen", que el espectador salga de la sala con más preguntas de las que tenía cuando entró. Una ambición que comparte con la mejor filosofía.