lunes, 13 de septiembre de 2010

LOS PROFESIONALES (1966), DE RICHARD BROOKS. LOS AUTÉNTICOS MERCENARIOS.


Richard Brooks es otro de esos estupendos cineastas hoy olvidados. Casi nadie le relacionaría con clásicos como "La gata sobre el tejado de zinc", "El fuego y la palabra" o "Dulce pájaro de juventud", todas películas de primera línea, pero que se ven cada vez menos.

Sylvester Stallone es un tipo simpático, con mucha capacidad de llegar al público y ofrecerle lo que quiere, o más bien lo que cree que quiere. Su última idea ha sido llamar a viejas glorias del cine de acción de los ochenta (ese que supuso la educación sentimental de muchos de nosotros) y unirlos en una película-homenaje a ese género. Yo no la he visto ni me ha despertado demasiado interés, aunque sí algo de simpatía, ya que me ha permitido acordarme de otra película con una premisa similar pero mucho más interesante: "Los profesionales".

"Los profesionales" reune a un elenco capitaneado nada menos que por Lee Marvin, el apóstol de la violencia. Marvin estaba en su mejor momento y ofrece una interpretación llena de matices de un personaje crepuscular, que ha vivido la guerra como una profesión y la ha interiorizado como una segunda naturaleza. Junto a él un impresionante Burt Lancaster, un actor del que últimamente he visto muchas interpretaciones, todas sobresalientes. Parece que su presencia en cualquier película es garantía de calidad. Los otros dos miembros del comando que ha de introducirse en México para rescatar a la esposa de un millonario secuestrada por Raza, un guerrillero mexicano cuyo nombre inspira un temor reverencial, son Robert Ryan y Woody Strode, los mejores especialistas en sus respectivos campos. El desierto que deben atravesar estos hombres para conseguir su objetivo va a convertirse en otro protagonista de la acción.

La película contiene espléndidas reflexiones acerca de una profesión que consume por dentro a quienes la practican, pero no pueden prescindir de ella. El asalto al campamento, la persecución hasta la frontera y el final, lleno de ética profesional por parte de los protagonistas, la convierten en una obra redonda, plena de significado más allá de sus violentas imágenes.

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