lunes, 4 de octubre de 2010

WE ARE IN WAR.


No es la primera vez que leo una noticia similar. Ni será la última, me temo. "EE.UU. advierte a sus ciudadanos del alto riesgo de atentados en Europa." Desde el 11 de septiembre y el 11 de marzo, aquí en España, vivimos bajo el peso del mensaje del miedo. Cada pocos meses se lanzan alertas, no sabemos bajo que premisas y se nos alerta contra un enemigo invisible. Los mensajes son absurdos y poco tranquilizadores. Recojo fragmentos de El País de hoy:

"El gobierno de Estados Unidos advirtió ayer a sus ciudadanos que viajen a Europa que tomen precauciones extraordinarias ante el peligro de un ataque terrorista. (...) Un portavoz oficial afirmó que el presidente Barack Obama fue informado sobre las amenazas en Europa (...) y dio instrucciones de "tomar todas las medidas necesarias" (fíjense bien, todas las medidas necesarias, ni una más ni una menos, es como cuando Rajoy habla de economía y dice que esto se arregla haciendo lo que hay que hacer). La nota (...) se limita a recomendar a sus compatriotas (que viajen a un país europeo) que estén atentos a lo que les rodea y adopten medidas especiales de seguridad al usar los transportes públicos o los escenarios más turísticos o concurridos. La advertencia no precisa los lugares exactos que están amenazados ni los países en los que un atentado es más probable".

Analícemoslo bien. El gobierno americano pide a sus ciudadanos que estén en permanente alerta. ¿Alerta ante qué? ¿Por si ven a Bin Laden paseando cerca de la torre Eiffel? y que tomen las medidas de precaución necesarias, sin precisar cuales pueden ser estas (quizá sería bueno que hicieran turismo con casco y chalecos antibalas). Es decir, nada se dice, nada se detalla, pero se lanza un mensaje de miedo, algo muy de nuestro tiempo, que se irá renovando cuantas veces sea necesario.

El miedo es la gran emoción de nuestra época. Miedo a perder el trabajo o a no encontrar otro una vez perdido, miedo a no cobrar la pensión, miedo a perder la vivienda. A todo esto se suma el terror supremo a un gran atentado terrorista que desmorone la civilización, que acabe con nuestro sistema de libertades. Ya se han socavado unas pocas en los últimos tiempos, solo es cuestión de tiempo acabar con las que nos quedan.

Todo esto me recuerda extraordinariamente a "1984", de George Orwell. Los informativos del Gran Hermano alarmaban de vez en cuando a la población con amenazas de derrotas en la interminable guerra mundial que sostenía contra Eurasia. Poco después se anunciaban gloriosas victorias inesperadas, pero nunca definitivas contra el enemigo y se pedían nuevos esfuerzos a los súbditos en pos del triunfo final, a la vez que se alertaba contra el enemigo interno, potenciando contra él la emoción del odio más intenso. En esas estamos, en una guerra interminable en frentes remotos y con células terroristas infiltradas entre nosotros, propagando el terror con su sola presencia, mientras nuestros gobiernos nos conminan a adoptar "todas las medidas necesarias". Por nuestro propio bien.

2 comentarios:

  1. No podemos vivir llenos de miedo.La vida, aunque a veces nos trate mal, está llena de cosas muy bellas por la que merece la pena vivirla intensamente. Yo no quiero formar parte de este puzzle que no tiene ni pies ni cabeza, sino mentiras, unas tras otras.
    Saludos.

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  2. Totalmente de acuerdo contigo, Boreal. En todo caso, no podemos evitar que todo este ambiente nos afecte de un modo u otro...

    Cordiales saludos.

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