lunes, 29 de noviembre de 2010

NUESTRA IDENTIDAD VIRTUAL.


Cada día se habla más de la importancia de la imagen que damos de nosotros mismos en la red. Durante el Seminario de Recursos Humanos al que asistí recientemente se nombró en varias ocasiones el término "marca personal", referido precisamente a la presencia que tenemos en las distintas redes sociales, a como nos juzgaría un extraño que tuviera acceso a nuestras publicaciones. Pero es obvio que no todas las aplicaciones que nos ofrece internet sirven para lo mismo. Yo hablaré de las que utilizo con más asiduidad.

La más popular sin duda es la polémica Facebook. Para la mayoría de la gente Facebook sirve para estar en contacto con los amigos y publicar sus fotos. Aún cuando ese sea el único uso que se le de, hay que ser muy prudentes con lo que se publica. Si bien es cierto que Facebook ofrece varios niveles de seguridad a sus usuarios, también lo es que para un extraño con un mediano conocimiento informático saltárselos no supone un gran problema. Si estamos buscando empleo, es bueno saber que ciertas empresas tienden a mirar el perfil que tenemos publicado, nuestras fotos e incluso con quien nos relacionamos. Cuidado con exhibir demasiadas fotos de juergas. Y recordar que Facebook también puede ser usado para difundir nuestras propias publicaciones, a través de la herramienta de enlaces. Personalmente, desde que la uso, han aumentado las visitas a este blog. No hay por qué subir solo enlaces propios, se puede hacer lo mismo con noticias interesantes de periódicos o artículos de otros blogs. A veces se generan debates interesantes.

Linkedin
es una red social de muy distinto calado. Podriamos decir que es el reverso de Facebook, pues se define a sí misma como "red profesional". Personalmente, no me gusta demasiado su sistema grupal, pero sin duda se conoce a gente interesante y uno mismo se puede vender como trabajador eficiente. Ya voy conociendo casos de personas que encuentran empleo (aunque sea temporal) a través de esta red, por lo que es muy interesante tener presencia en ella. Para quienes están ya trabajando, resulta un instrumento muy útil, pues le permite estar en contacto con profesionales del mismo ramo.

Mi relación con Twitter es un poco extraña. Cuando empecé a usarlo, hace unos meses, me pareció muy limitada en relación con Facebook, pero no me dí cuenta de que tiene unas reglas de juego totalmente distintas. En Twitter las relaciones son mucho más intelectuales que en Facebook. En realidad se trata de una tormenta de enlaces a diversos temas (en mi caso, de Recursos Humanos) que hay que saber priorizar. Lo cierto es que se toma contacto con mucha gente interesante, algunos de ellos muy especializados en sus respectivos ámbitos, pero hay que dedicarle tiempo y echarle un vistazo de vez en cuando para no perder el hilo. Y, por supuesto, saber hacer aportaciones interesantes. Al principio, Twitter agobia mucho, pero cuando uno se acostumbra, puede resultar muy útil.

El mayor puntal de la identidad virtual es el blog propio. Dicen los expertos que el blog hay que mimarlo, pues es el principal espejo de nosotros mismos en la red. Yo todavía no me puedo considerar veterano en esto, pues solo llevo dos años publicando, pero si tuviera que aconsejar a un principiante le diría que no se lo tome excesivamente en serio, que se divierta escribiendo acerca de los temas que domine y que sea constante, que lo actualice con regularidad. Los lectores irán llegando poco a poco si el bloguero se sabe publicitar bien, si va escribiendo en otras páginas que tengan mayor difusión (en mi caso en Suite 101), comentando en periódicos u otros blogs y si sus artículos se van posicionando favorablemente en google. Todas labores arduas, que hay que ir construyendo día a día. Por eso para algunos llevar un blog es una tarea esclavizadora. Para otros, entre los que me incluyo, es algo muy satisfactorio, una posibilidad de compartir las propias ideas impensable hace solo una década. Además, el propio reciclaje profesional, de gustos o incluso ideológico puede tener cabida en un blog. Dentro de algunos años, quizá pueda advertir las sutiles evoluciones que se dan en mi forma de escribir o los cambios en mis filias o fobias.

A todo esto ¿puede la identidad virtual acabar devorando a la tradicional? Hay que ser muy friki para plantearse esto, pero seguramente existen casos. Por muchas horas que se pase delante de un ordenador, no hay que descuidar la vida real, la de todos los días. La oferta de internet es infinita y para todos los gustos, pero las formas de lectura y de conocimiento de ofrece (de lo que hablaré otro día) dejan bastante que desear si no entrenamos la capacidad de encontrar lo que buscamos con rapidez y eficacia.

La buena reputación en la red, no lo olviden, se está convirtiendo en un atributo muy importante en esta sociedad del conocimiento en la que estamos inmersos. Internet nos da la posibilidad de vendernos a nosotros mismos, de aportar a los demás y de que nos aporten, de gozar de mayor proyección profesional. Nunca en la historia del hombre se ha contado con un instrumento tan poderoso y tan eficaz en nuestras manos. Lo inteligente es aprovecharlo. Y aprender algo nuevo todos los días.

WIKILEAKS DESNUDA LA DIPLOMACIA ESTADOUNIDENSE.


Sin haber podido todavía digerir el golpe que supuso la filtración de documentos acerca de sus actuaciones en las guerras de Irak y Afganistan, la diplomacia estadounidense se enfrenta ahora a un golpe aún más demoledor: la filtración de miles de documentos referentes a las órdenes y actuaciones en embajadas de todo el mundo.

Una de las acepciones del término "diplomacia" tiene que ver con la elegancia en las relaciones con los semejantes. Si leemos las primeras revelaciones de estos documentos, dicha idea salta por los aires y podemos hacernos una idea de lo que en realidad se cuece en las relaciones internacionales: el juego sucio y el cinismo

Esta mañana he estado analizando con atención la información de "El País". No hay grandes revelaciones en los documentos, ya que no los hay con el más alto grado de protección (Top Secret), pero sí que resulta divertido constatar que temas que son de máxima actualidad constituyen grandes obsesiones para el que todavía es el país más poderoso de la Tierra: las dudas sobre si es mejor atacar a Irán ahora o dejar que construya una bomba nuclear, la constatación de que Putin sigue mandando en Rusia, las fiestas salvajes de corrupto emperador romano de Berlusconi, los intentos de aislamiento a Hugo Chávez, las dudas sobre el islamismo del turco Erdogan, el afán de protagonismo de Sarkozy o la desconfianza en Zapatero, o, lo que me parece más grave, las presiones a ciertos países para favorecer las posiciones económicas de los Estados Unidos. Todo ya sabido. El auténtico escándalo es, como ya dije en su día, los fallos de seguridad que han permitido que estos papeles se difundan entre el gran público.

"El País", en una maniobra que parece asemejarse a las de los programas del corazón promete más revelaciones durante el resto de la semana. Muchas de ellas serán de consumo interno, donde parece ser que veremos la catadura moral de algunos de nuestros políticos o empresarios (como si no la sospecháramos ya). En todo caso, será divertido leer lo que vaya saliendo en los próximos días. A algunos no nos interesa ni nos da morbo las andanzas de Belén Esteban, pero sí que nos da verdadera curiosidad conocer los entresijos de la política internacional.

Cuando ayer salieron los primeros titulares de esta noticia, temí que la difusión de estos papeles pudiera provocar conflictos. Ahora que se van conociendo, parece que más que conflictos fomentarán alguna que otra pataleta, muchas risas y al final las aguas acabarán volviendo a su cauce. Estados Unidos se está acostumbrando peligrosamente a hacer el ridículo.

domingo, 28 de noviembre de 2010

LA LEY DEL SILENCIO (1954), DE ELIA KAZAN. EL SINDICATO DEL CRIMEN.


No existen los creadores que puedan exhibir un expediente vital inmaculado. El escritor, el pintor o el director de cine necesitan imbuirse de experiencias, ya sea de manera personal o a través de otros, no siempre moralmente aceptables, para dotar de credibilidad a sus creaciones. Elia Kazan casi es más nombrado por su protagonismo durante la llamada "Caza de brujas", como delator de compañeros de profesión con carné del Partido Comunista, que como espléndido director de cine. Precisamente el tema de "La ley del silencio", la más conocida de sus realizaciones es la moralidad de la delación, de la traición al grupo.

La historia nos lleva con gran realismo al ambiente portuario de Nueva York, a la vida cotidiana de los estibadores, cuyo trabajo está controlado por un sindicato mafioso, al que se adscribe como mero matón, Terry Malloy (Marlon Brando). Como es lógico, la disciplina es férrea en este microcosmos, por lo que cualquier disidencia es aplastada y publicitada como advertencia a los demás.

La elección moral de Terry no es fácil. Él es un hombre simple, un ex boxeador que fue víctima de los manejos mafiosos, y que sobrevive como mero peón sin querer darse cuenta de que sus acciones son reprobables. A través de Terry, Kazan quiere justificar sus propias acciones. Querer identificar a miembros del Partido Comunista con mafiosos es un poco forzado, pero en el clima de Guerra Fría de aquellos años podía ser un discurso aceptable en ciertos ambientes.

En todo caso, si nos atenemos a sus valores estrictamente cinematográficos, "La ley del silencio" se alza como una verdadera obra maestra, donde la elección de ambientes, la fotografía, la interpretación de sus magníficos actores y su realismo se conjugan perfectamente para atrapar al espectador, que casi puede oler el clima de miedo que impregna toda la película. La imagen última de un Brando cubierto de sangre y avanzando hacia su puesto de trabajo es la imagen de la dignidad, la dignidad del hombre que va a sacrificarse para que los trabajadores recuperen el control de su propia actividad.

CONGRESO DE NEOLENGUA EN ANDALUCÍA.


Victor Klemperer fue un catedrático de filología judío que tuvo la desgracia de vivir en la Alemanía de Hitler. Sus diarios (una de mis lecturas pendientes, pero sobre los que he leído muchos comentarios) son un referente acerca de la vida cotidiana en el Tercer Reich y de como se hacía la vida cada día más imposible a las personas que el régimen consideraba enemigas. Entre los más celebrados pasajes de este diario se encuentran los referidos a lo que denominaba LTI (Lingua Tertii Imperii), es decir al nuevo lenguaje que se estaba creando desde el poder, un lenguaje manipulador al servicio de una ideología perversa, un lenguaje auspiciado desde el Ministerio de Propaganda de Goebbels capaz de justificar lo injustificable en la mente de sus ciudadanos.

Con George Orwell y "1984" nos familiarizamos con el término "neolengua", algo muy parecido al LTI de Klemperer. Las palabras pierden su significado tradicional y se lo otorgan otros nuevos al servicio del Poder Totalitario. El protagonista de este libro, funcionario del Partido, se dedica a reformar el pasado a capricho de los intereses del Gran Hermano. Borra de la memoria documental (y por tanto, de la colectiva) a determinadas personas o hechos que pueden ser incómodos para el status quo al que sirve.

Sin llegar a estos extremos, por supuesto, me vinieron a la cabeza estos ejemplos cuando leí una información en ABC (sí, no solo leo "El País") que hablaba de un Congreso que está celebrándose en Sevilla, auspiciado por la Junta de Andalucía, un Congreso dedicado a una nueva ciencia, denominada "Ecofeminismo".

Leyendo el artículo, parece que esto del Ecofeminismo es uno más de tantos intentos de cambiar nuestro lenguaje cotidiano en pos de una presuntamente herida dignidad feminista. Después de patinazos como el famoso "miembros y miembras", de Bibiana Aído, el dinero de los andaluces, tan necesitados en esta tesitura de otro tipo de ayudas, se gasta en patrocinar encuentros como este, en el que se pretende buscar "nuevos patrones comunicativos", para fomentar una presunta igualdad entre hombre y mujer a través del lenguaje. Les dejo este fragmento del artículo, que no tiene desperdicio:


El estudio, para el que se ha realizado un cuestionario a 280 mujeres de 15 a 85 años y se han analizado recortes de prensa remontándose al año 2006, tiene también como finalidad evitar el «androcentrismo», es decir, la «estructura social conformada a partir de los valores masculinos», explica la guía. Así, la publicación propone evitar —sobre todo en los medios de comunicación— algunos términos muy extendidos que califica como sexistas. Así, «el actor» debe evitarse y ser sustituido por «la persona que actúa» o «quien actúa». «Los futbolistas» pasarían a ser «quienes juegan al fútbol», y «el interesado» se convertirá en «a quien interesa».
También hay otros términos para sustituir: expresiones como «el número de parados» es, según la Junta, lenguaje sexista y debe cambiarse por «el número de personas sin trabajo». «Los ciudadanos» deben convertirse en «la ciudadanía», y «el hombre» en «la humanidad». Tampoco debe utilizarse «los andaluces», ya que la forma no sexista es «el pueblo andaluz». También es sexista para la Junta de Andalucía decir «los niños», que propone cambiar por «la infancia», o «los trabajadores de medio ambiente», que «recomienda sustituir por «el personal de medio ambiente».
Otras de las recomendaciones que realiza el manual es cambiar «los ecologistas» por «los/as ecologistas». Otros ejemplos son más complejos, como la siguiente frase: «Los maestros les prohíben usar el móvil a los niños», que proponen cambiar por «el profesorado le prohíbe usar el móvil al alumnado».
Un último ejemplo de periodismo no sexista: «El señor Páez estuvo magnífico en su intervención y su acompañante la señora Martínez iba muy elegante». La Junta recomienda a los periodistas que redacten «el señor Páez estuvo magnífico en su intervención, la señora Martínez realizó unas aportaciones muy inteligentes durante el debate».

Todo esto sería risible si no se estuviera tomando en serio, como si de una ciencia se tratara. Ya que se utiliza a los parados para tan gratificantes ejemplos (como estamos en Andalucía, es lógico que se usen nuestras más arraigadas tradiciones) y en lógica consonancia con todo esto, tampoco creo que sea justo llamar a algo tan pernicioso como "la crisis" con denominación femenina. Propongo denominarla "etapa transitoria hacia la feliz recuperación económica". Así, todos más contentos y nuestro estado de ánimo propicio a seguir creyendo en la eficaz acción de nuestros políticos.

Creo que es un gran error avanzar en la igualdad de hombres y mujeres por ese camino. En la igualdad se avanza a través de la educación, no imponiendo palabras nuevas. Se avanza con el mérito cotidiano, no imponiendo cuotas de mujeres ni de hombres. Y sobre todo se avanza luchando contra la incultura popular, algo que se fomenta todos los días a través de la infame programación que imponen las diferentes televisiones, públicas incluidas (Canal Sur se encuentra a la vanguardia en este ámbito). Y contra el maltrato a las mujeres es mejor pelear con medidas inteligentes, no demagógicas, como hacerse una foto con una tarjeta roja en la mano o proponiendo reformas de la ley que pulverizan la presunción de inocencia. Que se fomente el trabajo para todos, los medios de subsistencia y la dignidad personal. Muchas mujeres aguantan los maltratos porque no ven un futuro sin los medios económicos que le aporta su pareja. Trabajen por ahí, por favor, y ayuden a salir a tantas personas del pozo de miseria e ignorancia en el que están atrapadas. Por supuesto, mi apoyo desde aquí a las víctimas de la violencia machista.

Por cierto, y a la vista del cartel que preside la reunión: ¿como se echa una mirada de género al medio ambiente?

viernes, 26 de noviembre de 2010

CINCO HORAS CON MARIO (1966), DE MIGUEL DELIBES. RETRATO DE LA SOCIEDAD FRANQUISTA.


La lectura de esta novela, una de las más conocidas de Delibes, me ha dejado sensaciones contradictorias. Por una parte, me pareció que ha envejecido un poco mal, en el sentido de que resulta una lectura pesada y reiterativa. Pero, por otro lado, finalmente se erige como un estupendo retrato de la sociedad franquista, del que aún nos sigue sorprendiendo que burlara la censura con tanta facilidad. Por cierto, el viernes pasado celebramos una charla interesantísma en torno a este libro, tratando de averiguar, entre otras muchas cosas, si las Carmenes Sotillos siguen habitando entre nosotros. Aquí el enlace:

La muerte de Miguel Delibes en marzo de este año supuso un tremendo golpe para las letras españolas, pues desaparecía el que quizá fue el mejor novelista de su generación, el escritor más humanista y el más querido por los lectores, por la maestría de su escritura y su bondad personal. Siempre humilde, el austero autor castellano dejó una obra muy arraigada a su tierra, pero cuya lectura es universal. Novelas como "Los santos inocentes" o esta "Cinco horas con Mario" le convierten en un maestro en la creación de personajes veraces, que parecen tener vida más allá de las páginas que protagonizan.

Precisamente el propio Miguel Delibes era muy consciente de la importancia que supone la creación de buenos personajes para que una novela funcione. En el artículo Los personajes de la novela, publicado en el diario "La Vanguardia" el 20 de diciembre de 1980, escribía:

"Crear tipos vivos, (...) he ahí el principal interés del novelista. Unos personajes que vivan de verdad pueden hacer verosímil un absurdo argumento, relegar, hasta diluir su importancia, la arquitectura novelesca (...) Poner en pie unos personajes de carne y hueso e infundirles aliento a lo largo de doscientas páginas es, creo yo, la operación más importante de cuantas el novelista realiza. (...) Me atrevo a formular esta conclusión: una novela es buena cuando pasado el tiempo después de su lectura, los tipos que la habitan permanecen vivos en nuestro interior y no solo los recordamos, sino que somos capaces de presumir sus reacciones ante las incidencias de la vida diaria."

Delibes cuenta que el proceso de gestación de "Cinco horas con Mario" no fue nada fácil. En principio trató de construir un armazón de novela tradicional para su historia: las vicisitudes de Mario y su esposa Carmen a través de un narrador omnisciente. Cuando llevaba escritos varios capítulos, se dio cuenta de que la fórmula no funcionaba: era demasiado evidente el contraste entre la bondad de Mario y el egoísmo de Carmen. Entonces se le ocurrió que la narración tomara la forma de un largo monólogo interior en el que Carmen Sotillo rememora algunos episodios de su vida marital con Mario desde su propio punto de vista. A través de esta técnica conseguía que fuera el propio personaje de Carmen el que se echara tierra encima, sin que fuera tan evidente la mano del autor y sorteaba la censura, pues en la novela primaba el punto de vista tradicional de la protagonista, condenándose (en una lectura muy somera de la obra) las actitudes "antisociales" de Mario.

En realidad, cualquier lector medianamente atento encontrará en el soliloquio de Carmen una crítica demoledora a la sociedad franquista. La mujer de Mario es tan superficial que no es capaz de entender la dimensión intelectual de su marido ni su actitud ante la vida, su denuncia de las injusticias sociales y su humanismo cristiano, alimentado por la doctrina del Concilio Vaticano II, muy polémico para el catolicismo tradicional español de la época. Está claro que hay mucho del propio Delibes en el personaje de Mario, tal y como confiesa el propio autor en las páginas de su libro "Un año de mi vida":

"A mi juicio, el novelista auténtico se nutre de la observación y la invención tanto como de sí mismo. El novelista auténtico tiene dentro de sí, no un personaje, sino cientos de personajes. De aquí que lo primero que el novelista debe observar es su propio interior. En este sentido, toda novela, todo protagonista de novela, lleva en sí mismo mucho de la vida del autor."

Carmen es una mujer con una arraigada conciencia de clase, que cree que la pobreza es algo consustancial al orden natural de las cosas, que los pobres son necesarios para practicar la caridad. Es incapaz de comprender la manera de actuar y de pensar de Mario, su falta de interés por ganar dinero y prestigio social. Carmen, que declara haber disfrutado de los días de Guerra Civil (para ella una Cruzada, por supuesto), ha sido y sigue siendo una muchacha de muy buen ver, dotada de un gran apetito sexual, que no consigue ocultar en su monólogo, aunque tiene remordimientos por haber flirteado con otros hombres. Sus reproches e insultos a Mario son constantes, pero ante todo le duelen dos cosas: que la rechazara en su noche de bodas y que no le comprara un coche.

Está claro que "Cinco horas con Mario" se erige como una diáfana metáfora del franquismo, representado por la protagonista, machista, reprimida y represora, defensora de un status quo que privilegia a su propia clase social e incapaz de tener una visión más allá de su propia realidad cotidiana:

"Convéncete de una vez Mario, los intelectuales con sus ideas estrambóticas, son los que lo enredan todo, que están todos medio chiflados, porque creen que saben pero lo único que saben es incordiar, lo único, fíjate bien, y sacar a los pobres de sus casillas , que el que no acaba de rojo, acaba de protestante o algo peor."

Al final, hay lugar para la esperanza a través de las nuevas generaciones, en esta ocasión el hijo de Mario, que hilvana un discurso tan maduro como conciliador ante su sorprendida madre:

"¡Ya salió nuestro feroz maniqueísmo: buenos y malos... ¡los buenos a la derecha y los malos a la izquierda! Eso os enseñaron ¿verdad que sí? Pero vosotros preferís aceptarlo sin más ni más, antes que tomaros la molestia de miraros por dentro. Todos somos buenos y malos, mamá. Las dos cosas a un tiempo. Lo que hay que desterrar es la hipocresía ¿comprendes? Es preferible reconocerlo así que pasarnos la vida inventándonos argumentos. En este país, desde los Comuneros venimos esforzándonos en taparnos los oídos y al que grita demasiado para vencer nuestra sordera y despertarnos, le eliminamos y ¡santas pascuas!"

Quizá esta novela de Delibes haya envejecido peor que otras muchas suyas y resulte de lectura algo pesada para los gustos actuales, pero contiene el espíritu de una época y fue revolucionaria en aquellas fechas, al menos por dos razones: por su estilo casi experimental y por haber logrado burlar a la censura de manera tan absoluta.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

GESTIONAR LA INCERTIDUMBRE.


El otro día, como buen alumno participativo, le pregunté al profesor de Gestión por competencias del Master de Dirección de Recursos Humanos que estoy terminando acerca de como podía afectarnos en nuestra vida profesional las malas noticias económicas que nos llegan todos los días. Él contestó que, por su parte, él solo podía gestionar su propia área de influencia, es decir, que se ocupaba de hacer lo que estaba en su mano para transitar por estos tiempos de la mejor manera posible. Respecto a lo que estaba fuera de su alcance, poco podía hacer, así que preocuparse por ello es inútil.

He estado reflexionando sobre ello. ¿Es la actitud correcta? Sin duda es lo mejor para sobrevivir en el día a día sin caer en el miedo, el gran acosador en este joven siglo XXI. Mi compañera Snow twitteaba (¿se dice así?) acerca de una competencia llamada "gestión de la incertidumbre". Quizá las empresas busquen hoy día perfiles capaces de desarrollar esta forma de comportamiento.

Lo cierto es que, queramos o no, la incertidumbre se ha instalado en las hasta hace poco confortables vidas de muchos ciudadanos de este país. Trabajar, hacer negocios, en una situación de expansión económica es relativamente fácil. En las situaciones de crisis hay que unir la imaginación al trabajo para salir adelante. Está probado que en las situaciones límite, como en las guerras, los países contendientes suelen establecer record de producción en sus fábricas y las ciencias avanzan a paso de gigante.

No estoy de acuerdo con esa famosa máxima que dice que las crisis engendran oportunidades. Las oportunidades se dan más bien cuando la economía funciona y los negocios son constantes. Los periodos de crisis son más bien idóneos para dedicarlos al aprendizaje, al reciclaje personal, para salir reforzados de la misma. Es este un gesto de generosidad de quienes tenemos esta dedicación en estos momentos. Estamos dispuestos a dar parte de nuestro tiempo, cobrando irrisorias prestaciones, para ser ciudadanos mejor preparados cuando se nos vuelva a llamar a la vida económica activa. El hábito de estudio y aprendizaje que hemos vuelto a adquirir será muy valioso en ese momento para la empresa a la que ofrezcamos nuestros servicios. Nuestro objetivo es que la relación con la organización en la que nos integremos sea retroalimentada por continuos procesos de aprendizaje mutuo. A todos nos gusta enseñar y ser enseñados.

Pero para poder volver a avanzar es necesario combatir a nuestro gran enemigo: el miedo. Lo primero que hay que decir que la señora incertidumbre no se va a ir, ha venido para quedarse y hay que aprender a convivir con ella. Lo mejor es no quedar paralizados, tomar decisiones, meditar sobre las mismas, retrotraernos a situaciones similares que se hayan dado en el pasado, analizar las soluciones que se dieron en aquel momento y, ante todo, ser imaginativos y generosos. Unidos, generando confianza mutua, el miedo acaba disipándose y la incertidumbre se convierte en un reto apasionante a la hora de gestionar el día a día.

lunes, 22 de noviembre de 2010

BANDERAS DE NUESTROS PADRES (2006), DE CLINT EASTWOOD. HISTORIA DE UNA FOTO.


Aunque no se puede decir que sea una película redonda, lo cierto es que este trabajo de Eastwood resulta muy interesante cuando reflexiona acerca de la manipulación que el gobierno de Estados Unidos realizó de la famosa foto de Joe Rosenthal. Como es tradición, la fotografía bélica siempre está unida a la polémica. Aquí el enlace:

A principios de 1945 la suerte de la Segunda Guerra Mundial estaba decantada claramente hacia los Aliados. En el frente del Pacífico, la caída de Japón sólo era cuestión de tiempo, pues los americanos llevaban muchos meses liderando una victoriosa (y costosa) campaña que iba desalojando al Ejército del Sol Naciente isla a isla, acercándose cada vez más al Japón. En esta tesitura, la conquista de la isla de Iwo Jima se hizo imprescindible para los americanos, sobre todo desde el punto de vista de su aviación, pues su aeródromo resultaba imprescindible para hacer más efectiva la campaña de bombardeo sobre las islas japonesas.

La isla de Iwo Jima tiene una superficie de unos veinte kilómetros cuadrados y su negra superficie es de origen volcánico, por lo que raramente crecen plantas en la misma. Su principal característica es la presencia de un polvo negruzco, una mezcla de cenizas, azufre y arena. Los japoneses, en previsión del ataque del ejército americano, se dedicaron a fortificar la isla a conciencia. Sus defensores no se hicieron ilusiones: sabían que acabarían sucumbiendo ante el mayor poderío de sus enemigos, pero la conciencia de estar defendiendo ya su propia patria les otorgaba una motivación especial, por lo que casi todos los soldados japoneses aceptaron que no saldrían vivos de la isla. De hecho, en la batalla de Iwo Jima fueron escasas las rendiciones de soldados nipones.

"Banderas de nuestros padres" describe muy bien a través de sus imágenes el momento del desembarco del ejército americano en la isla. Un impresionante despliegue de barcos y aviones se posicionó ante la isla e inició un intenso bombardeo preliminar, que no sirvió de gran cosa frente a la profundidad de las posiciones defensivas, muchas de ellas excavadas en la misma roca. Los primeros soldados que desembarcaron lo hicieron sin oposición. Los japoneses esperaron hábilmente a que avanzaran algunos metros tierra adentro para iniciar un devastador fuego de artillería desde sus ventajosas posiciones. Comenzaba así una de las más duras batallas de toda la guerra.

Resulta inevitable comparar la concepción del desembarco de Clint Eastwood con la de Steven Spielberg en "Salvar al soldado Ryan". Si bien la del primero es mucho más descriptiva, pues narra todo el proceso desde que los soldados bajan desde el barco a la lancha de desembarco, resulta demasiado cinematográfica y espectacular, en contraposición al descenso hacia el punto de vista de los soldados que ofrece Spielberg: el crudo realismo y horror que se atisba en su película es lo que falta en la de Eastwood, aunque a este último cineasta le interesa más profundizar en otro asunto: la manipulación que el gobierno estadounidense puede llegar a hacer de una acción bélica determinada.

El autor de "Invictus" cuenta en esta ocasión la historia de tres combatientes de esta histórica batalla, recreando cruentos episodios de la misma junto a a su periplo por los Estados Unidos recaudando dinero para los bonos que los Estados Unidos emitían para financiar el esfuerzo bélico, pues los tres fueron inmortalizados en la célebre foto de Joe Rosenthal en la cumbre del monte Suribachi, la mayor elevación de Iwo Jima, en la que los marines plantan en tierra una gran bandera americana.

La historia de esta foto, quizá la más reproducida de la Segunda Guerra Mundial, es muy peculiar. Los marines llegaron a la cumbre del monte Suribachi al cuarto día de la batalla. Allí plantaron una pequeña bandera que fue vista por sus compañeros desde todos los puntos de la isla y desde el interior de las embarcaciones que la rodeaban. Fue casi un momento mágico, pues muchos hicieron un alto para vitorearla, mientras los barcos hacían ulular sus sirenas. Fue precisamente el teniente coronel Johnson, el mismo que había tenido la idea de colocar la bandera, el que dio orden de retirarla, para preservar lo que consideraba un objeto que se iba a convertir en una leyenda para el Cuerpo de Marines y sustituirla por otra más grande.

La orden fue cumplida unas horas después. El fotógrafo Rosenthal llegó a tiempo para inmortalizar la colocación de la nueva bandera y plasmó el momento en una instantánea de gran fuerza gráfica, una composición casi hipnótica, perfecta en la captación del esfuerzo de los marines y de un gran simbolismo patriótico. La fotografía llegó a tiempo a los Estados Unidos para ser publicada en los periódicos del domingo, por lo que su difusión y popularidad fue inmediata. Los protagonistas de la misma fueron llamados de vuelta a su país. El gobierno había hallado lo que llevaba meses buscando: una imagen que galvanizara los esfuerzos de la población estadounidense, ya cansada de la larga confrontación, hacia la compra de los imprescindibles bonos de guerra.

En aquel momento, nadie se preocupó por conocer la verdadera historia de la foto. De hecho, contra lo que comúnmente se cree, el momento que refleja la instantánea no supone el fin de la batalla. Ni siquiera significó la conquista del monte Suribachi pues, como los marines comprobaron amargamente instantes después, los japoneses tardarían todavía algunas semanas en abandonar sus posiciones, algunas de ellas prácticamente inexpugnables, tanto que los americanos optaron al final por usar el lanzallamas contra cualquier acceso a grutas que encontraran en su camino, procediendo posteriormente a tapiarlos.

Los meses siguientes, tal y como se muestra en la película, fueron muy difíciles para los tres soldados devueltos a la vida civil. El gobierno les encomendó una gira por los Estados Unidos, publicitándolos como los "héroes de Iwo Jima". Los soldados tenían sentimientos contradictorios al respecto. Por una parte, eran conscientes de que al ser retirados de la batalla, habían salvado la vida, pero por otro lado no podían olvidar a los compañeros que habían dejado en la pelea, tanto a los vivos como a los muertos y se daban cuenta de la profunda manipulación a la que eran sometidos, tratados casi como fenómenos de feria en el afán de recaudar dinero para continuar la guerra.

Cada soldado asumió su condición de héroe como pudo, pero uno de ellos, nativo americano para más señas, sucumbió a la presión, no pudo soportar el recuerdo de sus compañeros muertos y acabó recorriendo las cunetas de las carreteras convertido en un borracho. Quien ha vivido un combate real, sabe que los héroes no existen y que los protagonistas se dividen entre asesinos y quienes luchan por salvar sus propias vidas. Como hizo notar Joanna Bourke en su notable "Sed de sangre", es extremadamente dificultoso recuperar a los soldados que han vivido toda clase de horrores para la vida civil.

lunes, 15 de noviembre de 2010

UNA JORNADA PARTICULAR (1977), DE ETTORE SCOLA. EL FASCISMO COTIDIANO.


En primer lugar, agradecer a todos los amigos y amigas que acudieron a la primera jornada del cine fórum de la biblioteca Cristóbal Cuevas su presencia, así como la intención de aquellos que querían asistir pero no pudieron hacerlo. La visión de la película dio lugar a un interesantísmo debate acerca de lo que supone vivir en una sociedad autoritaria, experiencia que hemos tenido en nuestro país hasta hace pocas décadas. La película que pondremos el mes que viene será "Lo que queda del día" de James Ivory . Aquí el enlace al artículo:

Nos encontramos en 1938, en Italia. El fascismo lleva en el poder más de quince años y estamos a un año de que estalle la Segunda Guerra Mundial. En España, Mussolini está ayundando activamente a la toma del poder de Franco manteniendo un cuerpo expedicionario italiano en nuestra Guerra Civil. Es el 6 de mayo, en Roma. La ciudad espera la llegada de Adolf Hitler, que va a encontrarse con el Duce, por lo que los romanos han de acudir con entusiasmo a recibirle.

La acción de "Una jornada particular" transcurre en un siniestro edificio de viviendas, que parece concebido para que las distintas familias que habitan en él se espien unas a otras. Casi todos los inquilinos van a acudir al acontecimiento, con el uniforme fascista, como corresponde, así que el edificio va a quedar vacío, a excepción de Gabriele, un locutor de radio homosexual, que representa todo lo que el régimen italiano rechaza y Antonietta, una mujer condenada a ser madre de numerosos retoños que se adhieran al nuevo régimen. También anda por allí la portera del complejo de viviendas, la típica mujer entrometida, lo que en estas circunstancias puede suponer un peligro para cualquiera que sostenga una opinión o una actitud heterodoxa.

El eje de la película va a ser el encuentro casual entre Gabriele y Antonietta, dos vecinos que nunca habían tenido relación y que, a primera vista, parecen tener poco en común. Nada más lejos de la realidad, pues ambos son seres marcados por las circunstancias históricas que les ha tocado vivir. Antonietta, en principio, se ve atraída sexualmente por Gabriele. Cuando este le descubre su homosexualidad, su reacción es airada en principio, pero luego extrañamente comprensiva, pues acaba entendiendo que ella misma es también una mujer frustrada, golpeada por un destino que no ha tenido la posiblidad de elegir. Antonietta es una mujer inculta, pero lo suficientemente inteligente como para atisbar que el papel que le ha sido asignado por la sociedad en la que vive le ha hecho abandonar tempranamente otras muchas alternativas de las que desconoce su existencia, pero que intuye mucho más dignas que la de sirviente de su marido.

Hay que destacar ante todo la actuación y la química que desprenden dos monstruos de la pantalla como Marcello Mastroianni, lejos de sus papeles habituales de galán un poco machista y Sophia Loren, el icono sexual italiano, que pasa en esta ocasión a interpretar a una poco glamorosa madre de familia numerosa dotada de una belleza que empieza a marchitarse, que pueden consolarse mutuamente de sus desgracias durante un día entero, un día en el que podrán tomarse una tregua en su oscura cotidianidad y practicar algo muy poco frecuente en sus vidas: conversar desde el interior de su auténtico ser y alcanzar la auténtica libertad, aunque sea por unas pocas horas.

La vuelta a la realidad para Antonietta va a ser particularmente dura, pues el breve encuentro con Gabriele le ha hecho advertir la existencia de un mundo insospechado que está fuera de su alcance ya que su papel dentro de la sociedad en la que vive está perfectamente definido: esposa y madre. En este sentido, la película de Scola constituye un preciso retrato de la ideología fascista: la alienación del hombre, la destrucción del diferente y la anulación de toda voz disidente. Esto solo era posible porque el régimen fascista contaba con el apoyo de gran parte de la población.

viernes, 12 de noviembre de 2010

LUNA DE LOBOS (1985), DE JULIO LLAMAZARES. ATRAPADOS POR SU PASADO.


Ya leí una novela de este autor hace unos años, "La lluvia amarilla" y no me llamó demasiado la atención, por lo que comencé este libro con bastante escepticismo, pero lo cierto es que me ha atrapado desde el principio. Llamazares se muestra aquí como un buen narrador, especialista no solo en la creación de ambiente, sino en transmitir las sensaciones de sus personajes a los lectores. Aquí dejo el enlace del artículo:


La Guerra Civil Española no acabó en 1939, digan lo que digan los libros de historia. Muchos soldados del bando perdedor quedaron aislados en tierra de nadie, cercados por las victorias de sus enemigos y tuvieron que echarse al monte para sobrevivir, convirtiéndose en criminales a ojos del nuevo Estado franquista.
Julio Llamazares es un escritor que ha dedicado muchas páginas a hablar de su tierra, Castilla-León, ya sea a través de la narrativa, libros de viaje, artículos periodísticos, o incluso alguna colaboración televisiva. Él mismo explica en estas declaraciones, en una entrevista concedida a la revista Espéculo, de la Universidad Complutense de Madrid:

"Sí, creo que soy un escritor romántico, aunque es una palabra muy devaluada últimamente. En el sentido original que es el de la conciencia de escisión del hombre con la naturaleza, de la pérdida de una edad de oro ficticia porque nunca ha existido. En ese sentido soy un escritor romántico, sobre todo porque me tomo la literatura como un fin en sí mismo y no un medio para algo, para ser famoso, para hacerme rico, para lo que sea. Para mí la literatura es un fin en sí mismo y, en ese sentido, soy un escritor romántico. Los temas que abordo no los elijo yo, porque creo que el escritor no elige los temas, sino que los temas le eligen a uno en función de su propia vida, de su trayectoria personal, pues esos también son temas que entran dentro de la órbita del romanticismo. Yo creo que el propio hecho de escribir es una actitud romántica, es un acto de romanticismo."

"Luna de lobos" está narrada en primera persona por uno de los cuatro supervivientes del Ejército Republicano que, huyendo de las desastrosas batallas libradas en el frente norte en 1937, se refugian en los montes leoneses cercanos a su pueblo, ya ocupado por las tropas franquistas. En esta tesitura deben acostumbrarse a vagar por las montañas y visitar a sus familiares y amigos en momentos puntuales, en la noche, y siempre con miedo a ser descubiertos. Estos mismos familiares son continuamente hostigados y maltratados para que den información acerca de los huidos en el monte.
La vida de Ángel y sus compañeros se va convirtiendo poco a poco en un auténtico infierno. Paulatinamente van perdiendo su humanidad y sintiéndose como animales, como lobos acorralados cuyo único destino posible es la muerte. Ramiro, uno de los compañeros, describe metafóricamente su situación al hablar de una antigua práctica de los hombres de la Sierra:

"Allí cazan a los lobos todavía como los hombres primitivos: acorralándoles. Tocan un cuerno cuando le ven y todos, hombres, mujeres y niños, acuden a participar en la batida. (...) La estrategia consiste en acechar al lobo y empujarle poco a poco a un barranco en cuyo extremo está lo que llaman el chorco: una fosa profunda y oculta con ramas. Cuando el lobo, al fín, ha entrado en el barranco, los hombres comienzan a correr detrás de él dando gritos y agitando los palos y las mujeres y los niños salen de detrás de los árboles haciendo un gran estruendo con las latas. El lobo huye, asustado, hacia delante y cae en la trampa. Le cogen vivo y, durante varios días, le llevan por los pueblos para que la gente le insulte y le escupa antes de matarle."

Para el nuevo Estado franquista, Ángel y sus compañeros han perdido la humanidad desde el momento en que escogieron el bando contrario, oponiéndose al legítimo levantamiento militar. Siempre se ha dicho que las guerras civiles son aún peores para la población que las guerras convencionales entre Estados, pues aquellas no terminan cuando callan las armas, sino que la represión y depuración de los elementos opositores puede durar años. Aquí el hostigamiento al que se somete a los hombres de la sierra es tan brutal que se hace bueno el famoso aforismo recogido por Hobbes en su "Leviatán": "El hombre es un lobo para el hombre".

Ángel, que poco a poco va perdiendo a sus compañeros en distintas escaramuzas, siente que va perdiendo poco a poco una partida que tenía escasas posibilidades de ganar y por ello, de hombre va trocándose en alimaña:

"Una alimaña que sólo abandona su guarida cuando la luz del sol no puede dañar ya sus ojos inundados de soledad y de sangre."

La lucha, que en principio solo estaba centrada contra el enemigo ideológico va adquiriendo nuevos tintes insospechadamente siniestros: la batalla diaria contra la naturaleza, que es presentada por Llamazares como un personaje más de la trama, una naturaleza tan hermosa como hóstil. Finalmente la confrontración más difícil de todas es la que Ángel disputa contra sí mismo, contra la desesperación que alimenta una soledad de años y, en suma, contra el miedo a que su familia y amigos, tan cerca pero tan lejos a la vez, sufran las consecuencias de la esporádica ayuda que le prestan. Al final, se convierte en una especie de leyenda para el resto de los habitantes de la zona, un hombre indómito capaz de sobrevivir a todos los rigores:

"Ese hombre imaginado tantas noches, al calor de las cuadras y cocinas, inmortal como su sombra, lejano como el viento, valiente, astuto, inteligente, invencible.
Ese hombre al que el espejo de la lluvia, en la montaña, devuelve sin embargo la memoria de lo que siempre ha sido: un hombre perseguido y solitario. Un hombre acorralado por el miedo y la venganza, por el hambre y el frío."

Julio Llamazares, a través de una escritura sencilla y muy elegante, supo como crear el ambiente idóneo para que el lector recree sus propias imágenes de esta historia y sienta la desesperación de sus protagonistas, atrapados en un laberinto sin salida, sin auténticas intenciones de huir de su propia tierra, a la que se sienten profundamente vinculados, como si formaran parte de ella, esperando en una especie de limbo que tiene mucho de infernal, un cambio en los acontecimientos que no va a llegar nunca.

martes, 9 de noviembre de 2010

THE TOWN (2010), DE BEN AFFLECK. LOS LADRONES SOMOS GENTE HONRADA.


Está claro que Ben Affleck es mucho mejor director que actor, tanto es así que puede decirse que el principal hándicap de su película es su propia actuación, un tanto falta de matices, aunque muy correcta.

"The town" narra la historia de una banda de ladrones que sigue la estela de uno de los oficios tradicionales de un barrio de Boston. Su especialidad son los golpes rápidos y eficaces, realizados con el cronómetro en la mano, en los que intentan hacer el menor daño posible a las personas. En una de estas acciones, toman como rehén temporal a la joven directora de un banco, que resulta ser una vecina del barrio. Doug (Ben Affleck), el cerebro del grupo, inicia un acercamiento a ella para asegurarse de que las identidades de la banda no corren peligro. La atracción entre ambos es mutua y se va a iniciar una historia de amor que va a traer problemas a Doug.

La primera referencia en la que se piensa cuando visionamos esta película es en "Heat", de Michael Mann, otra película de ladrones y policías rodada desde una perspectiva humanista. Las escenas de acción, uno de los puntos fuertes del film, también parecen haber sido rodadas teniendo presente el espíritu del director de "Enemigos públicos". Personalmente, me gustó mucho más la persecución que se produce después del asalto al furgón blindado, rodado con mucho más brío y realismo, que el exagerado tiroteo del final, aunque en ambos se nota el buen oficio del director.

El asunto central que quiere tratar Affleck es la posibilidad de olvidar el pasado y comenzar de nuevo. Doug no lo tiene nada fácil, pues para bien y para mal, es un hijo de Charlestown, con una historia trágica y muchas cuentas pendientes con distintos personajes de su barrio. La historia de amor que protagoniza con la directora del banco, detonante de su deseo de cambiar, no es demasiado convincente, quizá por la falta de química entre ambos actores, quizá por los diálogos un tanto absurdos que el guión les proporciona. Aún así, aunque el encaje de esta parte de la historia es algo forzado, sirve para catalizar las relaciones de Doug con el resto de los miembros de su banda (con los que se ha criado desde niño) y con el mafioso del barrio, que le revelará dolorosos episodios relacionados con sus progenitores y, al fín, con su propio padre, encerrado prácticamente de por vida en prisión, reflejo de la pesadilla en la que se puede convertir su propia vida si comete el más mínimo error en sus pasos.

Poniendo todo esto en una balanza, "The town" constituye una película muy digna, reflexiva y espectacular a un tiempo, que me deja con ganas de seguir la carrera (como director) de Affleck y de visionar su anterior trabajo, "Adiós, pequeña, adiós", muy celebrado por la crítica en su momento.

lunes, 8 de noviembre de 2010

LA RED SOCIAL (2010), DE DAVID FINCHER. CIUDADANO ZUCKERBERG.


Indudablemente, se trata de una de las grandes películas de la temporada pero, contra lo que pudiera creerse, su asunto central no es tanto Facebook, como su creador, el ambiguo Mark Zuckerberg. El morbo está en observar las vicisitudes que se produjeron durante la creación de la red social más popular del mundo. Las comparaciones con "Ciudadano Kane" son exageradas, en cuanto a la calidad del producto, pero acertadas en cuanto al destino de ambos personajes. Aquí el artículo en Suite 101:

El autor de este artículo se levanta temprano una mañana de sábado. Enciende el ordenador e, inadvertidamente, entra en Facebook. En el chat le sorprende encontrarse a John Lee Anderson, el famoso periodista, al que había añadido como amigo unas semanas atrás. Le saluda y, para su sorpresa, el aludido responde, le dice que se encuentra en Kabul y se entabla una breve conversación. Este es el mundo de Facebook, un mundo en el que tan insólito diálogo es posible, un mundo repleto de contradicciones.

Facebook es un fenómeno social que en muy pocos años ha cautivado nada menos que a 500 millones de personas, lo que supone más o menos el ocho por ciento de la población mundial. Hoy día parece que quién no está en Facebook no existe para el resto del mundo, a pesar de las polémicas sobre privacidad que dicha empresa ha despertado. Facebook es un instrumento y, como cualquier otra herramienta, puede ser muy útil si se usa sabiamente. Puede servir para entablar amistades provechosas o rescatar alguna ya olvidada, para dar a conocer un blog, una empresa o publicitar un evento.

A veces llegan noticias acerca de gente que es despedida de su trabajo por colgar fotos de una fiesta celebrada mientras presuntamente se hallaba de baja por depresión o de divorcios que llegan por el mismo motivo. Los imprudentes pueden serlo en cualquier ámbito de la vida. Lo mismo sucede con los candidatos a un determinado puesto de trabajo. Unas fotografías comprometedoras pueden decir más acerca de una persona que un elaborado currículum. Como bien se advierte en la película de David Fincher en uno de sus magníficos diálogos: "Internet no está escrito con lápiz. Está escrito con tinta". Un aviso para navegantes, para que reflexionen antes de mostrar algo a un público potencial de millones de personas.

Hay que poner algo en claro antes de hablar sobre ella: "La red social" no es estrictamente una película sobre Facebook, sino sobre su creador. En realidad, el instinto primario que hace que el público vaya a verla no tiene mucho que ver con el nombre de su director, ni los elogios de los críticos de cine, sino más bien con el morbo de conocer la historia de, Mark Zuckerberg creador de la red social que visita puntualmente todos los días. Si se hubiese estrenado una película con similar argumento, pero dedicada a la vida del dueño de una empresa desconocida, el éxito no hubiera sido tal. Este mismo morbo, el deseo de conocer la vida de los demás con más detalle, fue una de las bases que cimentaron el nacimiento de Facebook.

Mark Zuckerberg nos es presentado como un ser tan contradictorio como su propia creación: se trata de un estudiante de Harvard, tan brillante en los estudios como negado para las relaciones sociales. Su carta de presentación la podrá contemplar el espectador en los primeros minutos de la cinta, a través de una conversación con su novia, en la que es capaz de hilvanar varias temáticas distintas en la misma frase, provocando el desconcierto de la chica, que termina rompiendo con él, por considerarle un insoportable gilipollas.

Varias dudas van a atenazar al espectador durante todo el metraje: ¿es Mark Zuckerberg un gilipollas o un genio? ¿Actúa éticamente con sus compañeros o se aprovecha de su confianza? En realidad, la verdadera personalidad de Mark es una auténtica incógnita. Él quiere dar la imagen de que está de vuelta de todo, incluso del dinero, de que trabaja por puro amor al arte, para facilitar la vida de las personas a través de su creación. Pero en realidad se nos hace ver que es un resentido, alguien que no es capaz de resolver las presuntas afrentas que cree recibir de su círculo a través del diálogo cara a cara, sino que las gestiona con absoluta frialdad y las arroja a la cara cuando el otro menos lo espera, siendo capaz de traicionar hasta al más íntimo de sus amigos, sin cuyo dinero hubiera sido imposible arrancar la empresa.

Muchos criticos han comparado esta obra de David Fincher con "Ciudadano Kane", de Orson Welles. En cuanto a calidad, sería exagerado hacerlo, aunque sí que se puede hablar de algunos puntos en común: ambas cuentan la historia de un joven ambicioso y emprendedor que va dejando su alma en la ruta que le lleva a su sueño: la construcción de un imperio económico, en un caso basado en la prensa amarilla y en el otro en las relaciones personales virtuales. Es curioso que ambos personajes hayan arrastrado polémica acerca de la compatibilidad de sus respectivos negocios con el derecho a la privacidad de las personas, debate que se mantiene hoy acaloradamente en ambos casos.

De todas maneras, en el retrato de Zuckerberg se puede apreciar que el ambiguo carácter del personaje no cambia al avanzar el relato, pues desde el principio es presentado como una especie de manipulador, que abusa de la confianza de quienes le rodean y los utiliza a su antojo hasta que ya no le sirven. Al final, al creador de Facebook también le atormenta su Rosebound particular, el recuerdo de su antigua novia, a la que envía una patética solicitud de amistad de la única manera que sabe hacerlo, a través de su propio invento.

¿Constituye "La red social" un retrato fiel del verdadero Mark Zuckerberg? La respuesta del personaje real es una contundente negativa. Según sus declaraciones, David Fincher solo ha acertado al reflejar su vestimenta. Lo cierto es que la demanda que le interpusieron sus primeros colaboradores e impulsores de la idea sí que fue real, episodio que se refleja ampliamente en el film, donde los antiguos amigos libran una lucha sin cuartel por los derechos del lucrativo negocio.

"La red social" puede visionarse como una gran metáfora de nuestro tiempo, lo que constituye el gran acierto de Fincher. Un tiempo en el que los "Amos del Universo" de los ochenta, tan acertadamente retratados por Tom Wolfe en "La hoguera de las vanidades" tienen que hacer sitio a estos nuevos ricos, jóvenes triunfadores que no usan corbata, que con su creatividad han sabido explotar las infinitas posibilidades de internet, ese invento que en su origen solo iba a ser usado por militares, al igual que Facebook estaba destinado en principio únicamente para los estudiantes de la Universidad de Harvard, y que tanto ha cambiado las vidas de la gente en tan poco tiempo.

EL REGRESO DE FELIPE GONZÁLEZ. UNA DEFINICIÓN DE LIDERAZGO.


Es un viejo lobo de la política al que hay que reconocerle que supo retirarse con elegancia. Al contrario que otros ex presidentes ha sabido permanecer a cierta distancia del poder y no efectuar declaraciones dañinas para la nación. Hay quien le añora, hay quien sigue odiándole. El prestigio de Felipe González ha ido revalorizándose año a año desde 1996, en el que abandonó la presidencia del gobierno. Sigue siendo un hombre hábil, cuyas declaraciones siguen despertando el máximo interés, tanto a amigos como a enemigos. Aquí algunas de las perlas de la entrevista con Juan José Millás que ayer recogía el diario "El País". La última de ellas puede ser muy útil para los profesionales de los Recursos Humanos:

Sobre la corrupción: "Lo viví, primero, con absoluta incredulidad y, después, con sufrimiento. Nunca hice un ejercicio sano de cinismo como veo que ahora hace Rajoy pidiéndole al Santo Apóstol que le ayude a limpiar la vida pública, mientras Camps se golpea el pecho a su lado."

Una oportuna cita de Manuel Azaña: "Si cada español hablara de lo que sabe y solo de lo que sabe, se haría un gran silencio nacional que podríamos aprovechar para estudiar."

Sobre liderazgo: "Hay algunas características fundamentales: Una, no puede ser líder quien no tiene capacidad , y/o sensibilidad, para hacerse cargo del estado de ánimo de los otros. Si no te haces cargo del estado de ánimo del otro, el otro no te siente próximo, siente que no le comprendes y no te acepta como líder. Dos: no hay liderazgo si no cambias el estado de ánimo de los demás, de negativo a positivo o de positivo a más positivo, lo que comporta creer de verdad en el proyecto que ofreces, creer de la manera menos mercenaria posible porque te da más fuerza. Y la capacidad de transmitir ese proyecto como un proyecto que enganche a los demás, que comprometa a los demás cambiándoles ese estado de ánimo del que previamente te has hecho cargo. Pero tiene que ser un proyecto que le permita a la gente pensar que, aunque le pidas esfuerzos, ese esfuerzo tiene sentido, y le convence quien se lo pide porque ve que se lo cree. (...) El arte de gobernar (...) es la capacidad de hacer una sociedad plural en las ideas, diversa en los sentimientos de identidad y contradictoria en los intereses, un proyecto común que interese a todos en mayor o en menor medida."

miércoles, 3 de noviembre de 2010

CLUBES DE LECTURA EN MÁLAGA EN NOVIEMBRE: UN MES PARTICULAR.


Algunas novedades en los clubes de lectura malagueños este mes. En primer lugar, barro para casa y anuncio el comienzo del cine forum que organizo en la biblioteca Cristobal Cuevas (en Plaza Eduardo Dato). He querido comenzar con una película que me encanta y que seguro dará lugar a apasionantes debates: "Una jornada particular", de Ettore Scola, uno de los mejores análisis que se han realizado acerca de como afecta un régimen autoritario a la vida íntima de las personas. Será el viernes 12 a las 19:00.

La siguiente novedad (aunque llevan algunos meses en Málaga, yo me he enterado ahora) es la presencia el primer lunes de cada mes, en la Fnac, de un peculiar club de lectura, dedicado al marketing y temas de empresas, el conocido "Monday Reading Club". La propuesta de este mes "Free", de Chris Anderson, sobre la nueva cultura de productos gratis. Será el lunes 8 a las 19:00.

En la misma Fnac, un interesantísimo libro, acerca del bombardeo de Hamburgo durante la Segunda Guerra Mundial, "El hundimiento", de Hans Erich Nossack, un autor al que no conocía, pero del que he leído buenas referencias. Será el martes 30 a las 20:00.

En Cincoechegary este mes se vuelve al Nobel Orhan Pamuk, del que ya se leyó "Nieve" hace meses. En esta ocasión "La vida nueva". Será el jueves 25 a las 20:00.

En la Casa del Libro, por primera vez se va a celebrar un club de lectura cuyo protagonista es un cómic. Un buen cómic, por cierto, perteneciente al ciclo "Las ciudades oscuras", de los autores francobelgas Schuitten y Peeters, "La chica inclinada". Será el martes 30 a las 19:00.

En la Biblioteca Cristobal Cuevas, sesión triple, contando con el cine forum. Se celebrará una sesión especial con presencia del autor el jueves 11 a las 19:00, "Los posesos", de Manuel Olmo Aguirre y el día 19, también a las 19:00, un pequeño homenaje a Miguel Delibes con una de sus obras emblemáticas: "Cinco horas con Mario."

Recuerdo también, para los que vivan por la zona, que los amigos de la asociación "La aventura de escribir", siguen realizando actividades muy interesantes, entre ellas un club de lectura, que este mes protagonizará todo un clásico: "La perla", de John Steinbeck. Será el martes 30 en la Tetería Zaidín de Nerja a las 21:30.

Aún me queda por añadir la lectura de este mes en la Biblioteca Provincial; el jueves sabré algo. También la del club de ensayo de Cincoechegaray las de el Centro Andaluz de las Letras. En cuanto me vaya enterando, aparecerán puntualmente, como de costumbre, en la columna de la derecha.

Ni que decir tiene que cualquiera que asista a algún club malagueño y quiera que aparezca por aquí, no tiene más que decírmelo.

Buenas lecturas.

lunes, 1 de noviembre de 2010

LOS DEMASIADOS LIBROS (2010), DE GABRIEL ZAID. ORIENTARSE EN UNA SELVA DE VOLÚMENES.


Recomiendo este ensayo encarecidamente a cualquier persona que comparta conmigo la pasión por los libros. Todos hemos pensado alguna vez que los libros nos invadían. A todos nos ha preguntado algún amigo o familiara cuando ha visitado nuestra biblioteca: "Pero, ¿has leído todo eso?". Los aficionados a la lectura somos una raza aparte, capaces de acumular material para varias vidas y aún así seguir comprando. Quizá las nuevas tecnologías resuelvan en parte nuestro problema. De todo esto, y de las dificultades de elegir títulos ante los millones de libros publicados habla el libro de Gabriel Zaid. Aquí dejo el enlace:

Gabriel Zaid es un hombre consagrado a la letras. Vinculado a las dos grandes revistas literarias mexicanas, "Vuelta" y "Letras libres", se ha convertido también en un experto en las nuevas tecnologías, que están revolucionando las formas de lectura y de edición. Quizá su ensayo más divulgado sea "Los demasiados libros", un clásico acerca de la pasión por la lectura y la escritura cuya primera edición data de 1972, cuando el panorama era muy distinto.

El comienzo del libro de Zaid es verdaderamente apocalíptico y nos da idea del tono que va a imperar en el resto del ensayo:

"Los libros se multiplican en proporción geométrica. Los lectores, en proporción aritmética. De no frenarse la pasión por publicar, vamos hacia un mundo con más autores que lectores."

Más adelante se nos informa de que en el mundo se publica un título cada medio minuto, habiéndose publicado en los últimos cincuenta años unos treinta y seis millones de títulos. Una locura. La fiebre por ver impreso cualquier escrito se da sobre todo en el ámbito universitario, pero no solo ahí. En los últimos tiempos los costes de edición se han reducido tanto que cualquiera puede encargar por un módico precio la publicación de sus propios escritos.

¿Y cómo se sienten los lectores ante este panorama? Podríamos clasificarlos en dos tipos: el lector inexperto, que se pierde en la selva de títulos, que se renuevan día a día y envejecen a gran velocidad, y no es capaz de encontrar un libro adecuado para él y el lector veterano, que es capaz de comprar y acumular muchos más volúmenes de los que será capaz de leer a lo largo de toda su vida, pero no sabe parar. No hay lector de esta última categoría que no se sienta prisionero de sus propios libros, abrumado por la responsabilidad íntima de atender a la pila de libros pendientes, agobiado por conocer las novedades y extraer de estas los títulos que considere imprescindibles.

En realidad, cualquier lector sabe en su fuero íntimo que jamás será capaz de lograr el sueño totalizador de leer todo lo que hay que leer. Cuanto más se adentra en este mundo, más consciente es de sus inmensas lagunas y de todo el conocimiento que no será capaz de abarcar, porque la vida humana es limitada y el tiempo dedicado a la lectura, comúnmente también. Lo mejor es disfrutar del libro que se tiene entre manos y no pensar en nada más, pero es complicado cuando son los propios libros los que estimulan a seguir investigando, a localizar más títulos de un autor o de una temática determinada:

"Hay más libros que estrellas en una noche en alta mar. En esta inmensidad ¿cómo puede un lector encontrar su constelación personal, esos libros que mueven su vida a conversar con el universo? Y como puede un libro, entre millones, encontrar sus lectores?"

Sin embargo, y tal como explica Zaid, dichos encuentros se producen. No siempre por casualidad, claro. Aquí entra en juego la relación del lector con otros lectores o con un buen librero. Los clubes de lectura no solo sirven para comentar un determinado título, sino para que sus miembros se recomienden libros entre ellos. No hay actividad que ofrezca tantas posibilidades, que ofrezca millones de títulos posibles para satisfacer cualquier anhelo o necesidad. Por eso es importante que el lector cuente con un sexto sentido que le haga acertar en la siguiente y difícil elección.

El autor habla también de las nuevas tecnologías, que pueden hacer posible lo que las bibliotecas de libros tradicionales, por muy grandes que sean, nunca han podido: cumplir la utopía borgiana recogida en el relato "La biblioteca de Babel", reunir todos los libros que se han publicado en la historia y ponerlos a disposición de cualquier lector en cualquier parte del mundo. Existen varias plataformas, como Google books, que se están encargando de digitalizar todos los libros que caen en sus manos y ya cuentan con cientos de miles de volúmenes a disposición de cualquier usuario.

Quiérase o no, el futuro está en el libro electrónico, que no resulta tan romántico como el libro tradicional, que puede acariciarse y olerse, pero que cuenta con la inmensa ventaja de poder almacenar miles de títulos en unos pocos centímetros cuadrados a precios irrisorios, cuando no gratuitamente. Una tentación para cualquier lector. Las previsiones dicen que el libro tradicional no desaparecerá, pero acabará convertido en un objeto de coleccionista, porque también lo harán las formas de lectura tradicionales, convirtiéndose en algo íntimo y social a la vez, al poder el lector conectarse y conversar con otros lectores o incluso con el autor. Un panorama tan revolucionario como la invención de la imprenta por Gutenberg.

Un ensayo muy original, que plantea preguntas que muchos lectores ya se habían realizado íntimamente y que comprenden que su locura, su afán por acumular volúmenes, aun a sabiendas de que nunca podrán ser atendidos, no es algo aislado, sino un virus mucho más común de lo que parece. Podemos llegar, con el autor, a esta hermosa conclusión:

"¿Y para qué leer? ¿Y para qué escribir? Después de leer cien, mil, diez mil libros en la vida, ¿qué se ha leído? Nada. Decir: Yo solo sé que no he leído nada, después de leer miles de libros, no es un acto de fingida modestia: es rigurosamente exacto, hasta la primera decimal de cero por ciento. Pero ¿no es quizás eso, exactamente, socráticamente, lo que los muchos libros deberían enseñarnos? Ser ignorantes a sabiendas, con plena aceptación. Dejar de ser simplemente ignorantes, para llegar a ser ignorantes inteligentes."