martes, 30 de marzo de 2010

A TRAVÉS DEL ESPEJO (1871), DE LEWIS CARROLL. NOVELA DE AJEDREZ.


Con vistas al estreno inminente de la película del siempre interesante Tim Burton, leo el segundo libro de Alicia un par de meses después de haberlo hecho con el primero. Por lo que sé, en la película veremos un tercer sueño de Alicia, convertida ya prácticamente en una mujer.

En este segundo sueño la protagonista no va a parar exactamente al País de las Maravillas, sino al reino del otro lado del espejo:

"(...)si me hicieras caso un momento en lugar de estar todo el rato hablando, te explicaría lo que pienso acerca de esta casa que hay al otro lado del espejo... Fíjate, en primer lugar está ese cuarto que hay al otro lado del espejo, que se parece tanto a nuestro propio salón, sólo que las cosas están al revés de como están aquí."

Perdida la originalidad y la capacidad de sorpresa de la primera parte, Carroll intenta que esta segunda aventura de Alicia se atenga a algunas normas, por ejemplo a las del ajedrez, para romperlas cuando le conviene. En realidad el mundo del otro lado del espejo no se gobierna por la regla de ser todo al revés que en el nuestro, sino por el absurdo, los equívocos y los juegos de lenguaje.

¿Es Alicia la que sueña o es ella soñada por otra persona? Un enigma entre filosófico y literario da comienzo a la visita a estas tierras fascinantes y burlescas a la vez. En su camino encontrará seres con una visión entre surrealista y extrañamente lúcida de la existencia, como Humpty Dumpty, el ser con forma de huevo que es capaz de dominar el lenguaje como nadie, porque no deja que el lenguaje le domine a él:

"- Cuando yo empleo una palabra - insistió Humpty Dumpty en tono desdeñoso - significa lo que yo quiero que signifique... ¡ni más ni menos!
- La cuestión está en saber - objetó Alicia - si usted "puede" conseguir que las palabras signifiquen otras cosas diferentes.
- La cuestión está en saber - declaró Humpty Dumpty - quien manda aquí... ¡si ellas o yo!"

A Tim Burton, creador de un lenguaje cinematográfico muy personal, se le debió caer la baba ante la posibilidad de utilizar a personajes como éste, tan libres que ni siquiera se dejan esclavizar por el significado de las palabras. Claro que adoptar un significado universal para cada una de ellas es imprescindible para el entendimiento humano... Aunque ¿nos entendemos de todos modos?

Angustia es el sentimiento fundamental que me produce la lectura de la obra de Carroll. En qué sentido de la palabra, me lo guardo para mí.

domingo, 28 de marzo de 2010

MANCHAS DE LUZ. SER MUJER EN EL HOLOCAUSTO. EXPOSICIÓN EN GRANADA.


Ayer, que estuve en Granada, aproveché para pasarme por el Centro Cultural Caja Granada Memoria de Andalucía. El edificio, de pomposo nombre, que alberga la exposición, parece concebido por Albert Speer. Se trata de una mole de hormigón que alberga un museo dedicado nada menos que a explicar la historia de la autonomía andaluza.

Lo cierto es que mi interés estaba en la exposición temporal dedicada a las mujeres y el holocausto. Lo de concebir un museo consagrado a observarse el propio ombligo es muy propio del típico despilfarro de una comunidad autónoma que, habiendo conseguido grandes avances, arrastra un número de parados realmente inconcebible desde su fundación. Bien es verdad que la posición de partida de Andalucía respecto al resto de España era de clara desventaja, pero también lo es que, después de haber recibido cuantiosas ayudas, seguimos en el furgón de cola en cuanto a trabajo y cultura.

Realmente no se cuantos millones de euros ha costado el edificio-bunker, pero lo cierto es que un sábado por la tarde aquello estaba completamente vacío. No parece que los andaluces hagan cola para conocer la historia de su autonomía. Tampoco para conocer la del holocausto.

La exposición prometía. El hecho de estar organizada conjuntamente con el museo Yad Vashem de Jerusalén parecía ser una garantía de rigor e interés en sus contenidos expositivos. Por ello la decepción ha sido mayúscula.

Dos grandes paredes en las que se proyectan textos informativos acerca de mujeres que fueron prisioneros en campos de trabajo y exterminio con sus correspondientes fotos. Como si estuvieramos visionando una pantalla de ordenador, pero proyectada en una pared. Nada más. No digo que la lectura de los testimonios de las víctimas y sus condiciones de vida y muerte no sean interesantes, que lo son, y mucho, pero la impresión que me llevé de la visita es la de haber estado consultando una página web gigante. Exceptuando algún detalle, no salí de allí sabiendo más de lo que ya supiera.

Aún así, la visión de aquellas mujeres a las que la historia les jugó una mala pasada resulta estremecedora. Personas que llevaban una vida normal, feliz en muchas ocasiones, a las que envían al infierno por nacer en una determinada comunidad. Siendo mujer, las posibilidades de supervivencia eran mínimas, sobre todo si existían hijos a cargo. La mujer era la semilla propagadora de la perniciosa raza judía y debía ser exterminada.

Las imágenes se muestran en un blanco y negro siniestro, propio de la época en la que fueron realizadas. Las muchachas que muestran su mirada asustada en su foto de entrada al lager, junto a su número de prisionera, interrogan con su mirada al espectador. ¿Por qué yo?, parecen preguntarnos.

viernes, 26 de marzo de 2010

MI AFICIÓN A LA LECTURA.


Groucho decía aquello de "nací a muy temprana edad". Mi vocación por la lectura también fue muy temprana, aunque recuerdo perfectamente que me costó mucho aprender a leer (lo mismo me ocurrió con el permiso de conducir y ahora hago muchos kilómetros todos los días).

En realidad mis primeras influencias lectoras vinieron dadas por dos vertientes: por un lado una colección de cuentos de hadas que había en casa y por otro los comics que iba adquiriendo poco a poco en los kioskos. Nunca se reconocerá lo suficiente la buena influencia que un arte que ha sido tan vilipendiado como el cómic ha tenido en la formación de muchos futuros lectores.

Al principio yo veía más los dibujos que las letras, solo leía por encima para complementar la información que me proporcionaba la representación gráfica. El resto lo completaba mi imaginación.

Poco a poco fui pasando a lecturas más serias. El primer libro que recuerdo haber leído completo y al que le tengo un gran cariño fue "Corazón", de Edmundo de Amicis, una novela de título cursi, pero cuyo contenido quedó grabado a fuego en mi mente impresionable de niño, pues resaltaba valores como la amistad, el compañerismo o el valor del conocimiento. A otras "virtudes", como el patriotismo, no le dí tanta importancia, pues yo no era italiano. No he vuelto a leer ese libro. Quizá algún día lo haga, pero por ahora me gusta recordar el placer que me proporcionó hace ya tantos años.

Con la lectura de "Corazón" puedo decir que abrí la veda de caza y captura de volúmenes apetecibles, que continua vigente a día de hoy. Los primeros que leí fueron los clásicos, todos ellos editados en una colección de editorial Bruguera que aunaba el texto completo de la novela con un resumen en forma de historieta. Así fueron pasando por mis manos los clásicos de Julio Verne, Daniel Defoe o Robert Luis Stevenson. Muchos de ellos fueron releidos a edades más maduras, adquiriendo interpretaciones insospechadas, pero esta es una experiencia común para cualquier lector.

Mis lecturas juveniles estuvieron ante todo condimentadas con aventuras y fantasía. Recuerdo que entre tanto clásico a veces se colaban las aventuras de los Hollister, una serie de libros al estilo de "Los cinco", dedicados a una familia que resolvía misterios. Un hito para mí fue el descubrimiento de "La historia interminable", de Michael Ende, una novela que me deslumbró por la creación de un mundo absolutamente nuevo. Durante algunos años fue mi libro favorito. Puede que pronto vuelva a leerlo.

He hablado antes de Julio Verne. Para mí es uno de los grandes escritores de la historia, no tanto por la calidad de sus relatos, sino por la capacidad que poseen sus escritos para enganchar a tantas generaciones de jóvenes a la lectura. Recuerdo que me gustó particularmente "Dos años de vacaciones", donde un grupo de estudiantes naufragaban en una isla desierta y lograban organizar una sociedad unida para afrontar su situación de la mejor de las maneras posibles. Años después leí la otra cara de la moneda, "El señor de las moscas", de William Golding. La situación de partida era la misma, el resultado radicalmente distinto, el salvajismo atávico de los niños dominaba la situación. Este libro me hizo comprender que existía una literatura distinta más allá de lo que yo estaba acostumbrado a leer hasta aquel momento.

El lector antiguo tiene por costumbre hacer continuamente nuevos descubrimientos de autores y buscar a otros aficionados para compartir la experiencia lectora. De ahí nacen los clubes de lectura, en los que tanto se aprende en cada sesión. Ahí nos damos cuenta de que la grandeza del libro reside en ser capaz de generar tantas interpretaciones y conclusiones como lectores tiene. Y aún el mismo lector puede encontrarse con un libro completamente distinto en sucesivas relecturas.

Los libros nos transportan a otros mundos, a otras épocas. Vivimos otras vidas, leemos los pensamientos y sensaciones más íntimos de esos seres de papel que simulan perfectamente la vida humana, es decir, nuestra propia existencia.

Nunca podré agradecer lo suficiente a los libros lo que me han enriquecido, cuanto me han ayudado a evadirme en los malos momentos y reforzar los buenos. Quien ha leído mucho sabe de la insignificancia de nuestra propia existencia en proporción a los millones que nos han precedido y a los millones que nos sucederán. Cuando llego a la última página de una buena narración, siempre tengo presente que algún día, espero que remoto, también acabará la historia de mi vida.

lunes, 22 de marzo de 2010

PRECIOUS (2009), DE LEE DANIELS. UNA EDUCACIÓN.


El otro día, mientras tomaba café con los amigos debatiamos acerca de la tragedia y la comedia en la novela. Concluimos en que (quizá influidos por la reciente lectura de "Si esto es un hombre"), sin discusión, las mejores novelas son las que cuentan hechos terribles, las que dan fe del lado oscuro de la existencia. En la vida hay momentos divertidos, sobre todo cuando no nos la tomamos muy en serio, pero al final el drama siempre asoma inevitablemente. Las ficciones intentan reflejar todo esto y quizá seamos tan pesimistas que nos identifiquemos más con lo trágico.

Si echamos un vistazo a la historia del cine, las cosas no están tan claras. Todos sabemos que hacer llorar es muy sencillo y hacer reir complicado, por lo que genios como los Hermanos Marx, Peter Sellers, Charles Chaplin o Billy Wilder, por poner los primeros ejemplos que me vienen a la cabeza, son personajes fundamentales que, o bien han retratado la realidad de manera tan certera que al reconocernos en ella nos da la risa o bien han conseguido evadirnos de ella y hacernos vivir en mundos mejores mientras dura la proyección. Bien es cierto que la comedia cinematográfica lleva muchísimos años de capa caída. Se usa y se abusa de fórmulas repetidas hasta la saciedad y se sustituye el humor negro por el infantilismo.

Digo todo esto porque, siendo "Precious" una película de calidad indudable, sí que me pareció, al salir de la sala, que su director había optado por la vía más fácil para hacer llorar al espectador: coge a una muchacha negra, pobre, fea, obesa, violada por su padre, con un hijo con síndrome de down, esperando otro, torturada moral y físicamente por su madre y objeto de las burlas de sus compañeros del colegio y cuenta su historia. ¿Qué es lo que resulta? Pues una película que es capaz de denunciar todo lo denunciable, desde la discriminación social hasta la genética. Todos sabemos que no es lo mismo nacer guapo y rico que feo y pobre, pero a la desgraciada Precious la vapulean hasta la saciedad, como si fuera objeto de un experimento acerca de la mala suerte en la vida.

Bien es cierto que el resultado final se eleva bastante por encima de lo que podía temerme antes de entrar a la sala: un estrenos-tv de lujo. Las interpretaciones son de lujo (otro cantar es el doblaje español, realmente espantoso, pero hay que abstraerse de ese inconveniente), la dirección es efectiva y la historia (y el continuo fustigamiento a la protagonista) se sigue con interés, aunque teniendo siempre presente la continua manipulación que estamos sufriendo como espectadores. Al final, el mensaje es claro: la lucha contra la discriminación solo puede ganarse a través de la educación, pero si la vida te da demasiados palos, la victoria es casi imposible.

domingo, 21 de marzo de 2010

SI ESTO ES UN HOMBRE (1947), DE PRIMO LEVI. EL INFIERNO TAN TEMIDO.


Les dejo el enlace del artículo que he publicado en Suite 101 acerca del libro de Primo Levi, un testimonio imprescindible no solo para entender el holocausto, sino al ser humano. Antes, las impresionantes palabras con las que comienza la narración:

Vosotros que vivís seguros
En vuestras casas caldeadas
Vosotros que os encontráis, al volver por la tarde,
La comida caliente y los rostros amigos:
Considerad si es un hombre
Quien trabaja en el fango
Quien no conoce la paz
Quien lucha por la mitad de un panecillo
Quien muere por un sí o por un no.
Considerad si es una mujer
Quien no tiene cabellos ni nombre
Ni fuerzas para recordar
Vacía la mirada y frío el regazo
Como una rana en invierno.
Meditad que esto ha sucedido:
Os encomiendo estas palabras.
Grabadlas en vuestros corazones
Al estar en casa, al ir por la calle,
Al acostaros, al levantaros;
Repetídselas a vuestros hijos.
O que vuestra casa se derrumbe,
La enfermedad os imposibilite,
Vuestros descendientes os vuelvan el rostro.

 
No existe un testimonio más lúcido, sereno y a la vez terrible acerca del Holocausto que el de Primo Levi. A veces se habla con suma ligereza de lecturas imprescindibles. Esta lo es a todas luces. Es un resumen de la condición humana, de lo que puede llegar a ser un hombre para otro y para sí mismo. Nuestra especie no queda en muy buen lugar en esta narración.

A finales de 1943, la situación de Italia era prácticamente de guerra civil. El sur, liberado por los aliados, luchaba contra el norte, ocupado por los alemanes con el apoyo del gobierno mussoliniano de la República del Saló. Primo Levi, formando parte de un grupo de inexpertos partisanos, fue capturado por soldados fascistas durante una redada en las montañas. Era el comienzo de su infierno personal.

Después de un breve paso por un campo de prisioneros, Levi fue trasladado al campo de trabajo y exterminio de Auschwitz, que se convertirá en tristemente famoso por alcanzar las más altas cotas de producción en la industria de la muerte. El traslado se hacía comúnmente por ferrocarril, en vagones destinados al ganado, en cuyo interior los judíos se amontonaban en un pequeño espacio. La mayoría pasaba el largo viaje de pie durante varios días, sin poder apenas moverse, sin agua ni comida y debiendo hacer sus necesidades en el sitio. Muchos sucumbían antes de alcanzar el destino.

Los momentos más terribles del relato se dan con la llegada de los prisioneros al campo de exterminio. La incertidumbre y el miedo se apoderan de ellos, aunque no saben que lo que les espera es mucho más siniestro que sus peores pesadillas. La espera en una sala vacía para conocer el propio destino se hace eterna:

"Esto es el infierno. Hoy, en nuestro tiempo, el infierno debe de ser así, una sala grande y vacía y nosotros cansados teniendo que estar de pie, y hay un grifo que gotea y el agua no se puede beber, y esperamos algo realmente terrible y no sucede nada y sigue sin suceder nada. ¿Cómo vamos a pensar? No se puede pensar ya, es como estar ya muertos. Algunos se sientan en el suelo. El tiempo transcurre gota a gota".

Primo Levi y sus compañeros no son más que insignificantes granos de arena en el inmenso sistema de trabajo y exterminio fabricado por la bestia nazi. Es bien conocido el vegetarianismo de Hitler, quizá no tanto las leyes pioneras que lanzó para proteger a los animales. Para la ideología nacionalsocialista los judíos no llegaban siquiera a la categoría de animales. Eran una especie de virus que debía ser exterminado, bien directamente en el caso de ancianos, enfermos y niños, bien por agotamiento a través del trabajo esclavo.

No todos son capaces de adaptarse a la vida en el campo de exterminio. Quien seguía las estrictas reglas y comía solo el insulso potaje insustancial servido en el campo no duraba más de tres meses. Impera el más estricto darwinismo. Las gentes nobles y altruistas son las primeras en sucumbir. Para sobrevivir se necesita una mezcla de suerte, inteligencia y pocos escrúpulos. Aunque los primeros meses a punto están de acabar con él, Primo Levi conseguirá hacerlo gracias a sus estudios de química.

Los nazis organizaban el campo de tal manera que era una casta de prisioneros, los kapos, elegidos comúnmente entre antiguos delincuentes, los que mantenían la disciplina a base de terror y maltrato. Ni siquiera querían mancharse las manos cometiendo asesinatos masivos.

La tarea de llevar a los condenados a las cámaras de gas y llevar sus cadáveres a los hornos crematorios correspondía a grupos de judíos con ciertos privilegios, que eran reemplazados cada pocos meses. Se trataba de personas cuya conciencia se encontraba en la llamada zona gris, donde la supervivencia personal dependía de aniquilar a cientos de personas diariamente.

El autor clasifica a los prisioneros en dos grupos, los hundidos, aquellos que han perdido todo rasgo de humanidad y se pasean como muertos en vida y los salvados, aquellos que sacan fuerzas para sobrevivir a este despiadado experimento de selección natural. Aún así, la experiencia del campo les va a perseguir toda la vida. Muchos no podrán soportarlo en los años posteriores a su liberación y se suicidarán.

"Imagínaos ahora a un hombre a quien, además de a sus personas amadas, se le quiten la casa, las costumbres, las ropas, todo, literalmente todo lo que posee: será un hombre vacío, reducido al sufrimiento y a la necesidad, falto de dignidad y de juicio, porque a quien lo ha perdido todo fácilmente le sucede perderse a sí mismo; hasta tal punto que se podría decidir sin remordimiento su vida o su muerte prescindiendo de cualquier sentimiento de afinidad humana (...)".

Primo Levi, como el resto de prisioneros, solía tener los mismos sueños en las atormentadoras noches del campo. Además de soñar con comida, el prisionero lo hacía con la necesidad de contar, de narrar la experiencia vivida a familiares y amigos buscando compresión a su sufrimiento. El resultado era siempre el mismo, los oyentes se hacían los sordos y se levantaban.

La realidad del superviviente fue parecida. Finalizada la inmensa tragedia mundial nadie estaba dispuesto a escuchar los relatos de Auschwitz. Todo el mundo había sufrido de un modo u otro durante los años de la guerra y la tendencia fue la de olvidar y reconstruir.

La primera edición de este libro, que Levi entregó en 1947, no gozó de éxito alguno. Tuvieron que pasar varios años antes de que su voz fuera escuchada y reconocida y sus escritos, nacidos de la necesidad compulsiva de dar a conocer su infierno y el de muchos otros, convertidos en clásicos. Si esto es un hombre sigue siendo la narración más exacta, y por ello la más espeluznante, del genocidio judío en Europa.

sábado, 20 de marzo de 2010

EN LA CUERDA FLOJA (1984), DE RICHARD TUGGLE. APROXIMACIÓN AL LADO OSCURO.


En la época en la que había conseguido sus mayores triunfos con el personaje de Harry el sucio, Clint Eastwood decidió interpretar a este personajes, uno de los más complejos y ambiguos de su carrera. Como Harry el sucio, Block es un policía entregado por entero a su trabajo y de secos modales. A diferencia de Harry, es padre de familia, aunque su mujer le abandonó, es capaz de establecer una buena relación con sus hijas (aunque su alma herida trata de apaciguar su tormento a veces a base de alcohol) y su pistola es bastante más discreta que una magnum.

Block tiene un vicio secreto, que deriva en una doble vida favorecida por su actividad policial: le encanta acostarse con prostitutas y atarlas a la cama con sus esposas. Un vicio venial, en realidad, si no fuera porque un asesino va tras sus pasos asesinando a las prostitutas que va contratando.

Con estas premisas, el desconocido Richard Tuggle, seguramente con considerable ayuda del sólido director de cine que es Clint Eastwood, construyó un apreciable thriller que consigue sus mejores momentos en el acercamiento al mundo de la noche por parte de ese policía de personalidad un tanto retorcida. Tanto, que trata de explicarse los movimientos y motivaciones del asesino comparándolos con las suyas propias, quizá comparándolos con sus propias debilidades. La interpretación de Eastwood es memorable: sabe transmitir ambiguedad en cada gesto y cuando se enfrenta directamente al asesino, el grado de salvajismo por ambas partes es similar.

Película imprescindible para los seguidores de Clint Eastwood y recomendable para cinéfilos en general, "En la cuerda floja" bebe de los clásicos del cine negro, aunque de temática bastante más adulta. También hay que comentar que algunas escenas son inevitables deudoras del efectismo y estética de videoclip del cine de los ochenta.

domingo, 14 de marzo de 2010

EN TIERRA HOSTIL (2008), DE KATHRYN BIGELOW. LA GUERRA COMO DROGA.


Como todos sabemos, "En tierra hostil", ha sido la gran triunfadora en los oscars de este año. Aunque en realidad no me importen demasiado estos premios y no afecten en gran medida a mis elecciones cinematográficas, bien es cierto que siempre es curioso enterarse de las tendencias imperantes cada año en la Academia de Hollywood. Unos premios, por cierto, donde no siempre prima la calidad a la hora de elegir candidatas, sino muchos otros factores. En cualquier caso, es difícil acordarse, por poner un ejemplo, de que película ganó hace dos años. Solo quedan en la imaginación colectiva las producciones que sumaron records de estatuillas, como "Titanic" hace más de una década.

He de decir que, en lo personal, llevaba semanas deseando ver esta película, pero diversas circunstancias me lo iban impidiendo. Curiosamente, a pesar del número de nominaciones obtenidas, no se encuentra entre los bombazos (y nunca mejor dicha esta palabra) taquilleros de la temporada. Parece ser que en Estados Unidos (y en Europa), hartos de noticas bélicas, el deseo del espectador es evadirse en fantasías de tres dimensiones al estilo de "Avatar" (que también, a su modo, puede tener una lectura política) o de próximos estrenos como "Alicia en el país de las maravillas" y "Furia de titanes". Una opción absolutamente respetable, por otra parte, pues la grandeza del cine reside en su capacidad de trasportarnos a otras realidades para que olvidemos nuestro a veces frustrante día a día o, en otras ocasiones, analizar esta misma realidad que nos rodea y ofrecernos conclusiones sangrantes o esperanzadoras, aunque el pesimismo imperante esté haciendo en la actualidad hincapié en la primera opción.

Obviamente, "En tierra hostil" pertenecería al grupo de películas que tiene los pies en la tierra. Bigelow intenta analizar de forma minimalista el día a día de un grupo de artificieros que se juegan día a día la vida en ese avispero iraquí que ha quedado, junto a la crisis económica más grave en decenios, como impresionante legado de la presidencia más burda de la historia, la de George Bush.

La película se acerca al pequeño grupo de soldados en un tono casi documental, aunque es el sargento James el protagonista absoluto de la cinta. Un hombre que no puede vivir sin su dosis diaria de adrenalina bélica, en este caso representada por su afición a desactivar las bombas-trampa que prepara la insurgencia iraquí para hacer la vida imposible a los marines. Según sabemos en un determinado momento, el sargento lleva la friolera de casi novecientas desactivaciones entre Afganistan e Irak. Desde el principio el espectador intuye que este personaje no es el típico soldado que pretende que los días pasen para volver a casa de una pieza. Como bien se decía en la también oscarizada "El secreto de sus ojos", a un hombre solo puede se le puede conocer a través de sus pasiones. La pasión de James es el riesgo. Como bien le dice a su pequeño hijo durante su breve estancia en casa: "cuando seas como yo descubrirás que sólo hay un par de cosas importantes en la vida; en realidad, sólo una".

Y es que el ser humano es complejo. Y entre sus infinitas complejidades puede estar la afición de seguir vivo día y día y guardar en una caja los objetos que podrían haber truncado la existencia. Probarse a sí mismo que la línea que separa la vida de la muerte puede ser finísima. Quizá esto haga valorar más la vida, vivir más plenamente cada segundo. En todo caso, poco más sabemos del protagonista, pues en realidad la historia de la película es circular, como el infierno del Dante, como la propia guerra de Irak, que desmoraliza a los soldados enfrentados a un enemigo invisible que se oculta entre la población civil. Cualquiera de los iraquies asomados en las terrazas de los edificios, que contemplan el espectáculo casi circense de unos hombres jugándose la vida por una causa que se les ha olvidado ya bajo el sol implacable en el que trabajan, puede ser el poseedor del teléfono móvil que active el explosivo.

Como decía, el planteamiento circular de la película, a pesar de mostrarnos la guerra como una pesadilla que se repite de la misma manera día tras día, puede ser un lastre para el espectador, al que se le muestran escenas parecidas varias veces durante el metraje. En todo caso, esta es la guerra particular de los artificieros, el pan suyo de cada día, podriamos decir. Solo que el sargento James, con su amor personal por el riesgo, pone en peligro al resto de los hombres, desatando conflictos que son olvidados al día siguiente. Estar vivos una jornada más es lo importante. Una reflexión personal: ¿tan esencial es jugarse la vida en desactivar unos explosivos encontrados en el centro de una avenida sin asfaltar jalonada por viviendas ruinosas o en medio de un camino desértico? ¿no sería más racional evacuar la zona y hacerlos estallar sin más?

La personalidad del protagonista y sus motivaciones son un misterio para el espectador. Sabemos que es un hombre egocéntrico, que encuentra placer en el reto que le supone su trabajo diario. Parece un soldado de vuelta de todo. Su visita al hogar se resuelve en un par de escenas desasosegantes: para él resulta más complejo enfrentarse a pequeños retos cotidianos como elegir unos cereales en el supermercado o llevar una convivencia razonable con su familia que desactivar un artefacto. Es su pasión, lo que mejor sabe hacer, lo que da sentido a su vida, lo único que es capaz de ponerle un esbozo de sonrisa en el rostro.

Con todo, el balance que me deja la película de Bigelow es agridulce, aunque dicha sensación se ha ido atenuando con el paso de las horas, dando más consistencia a lo dulce que a lo agrio.Aunque la historia que cuenta es demasiado pequeña, las relaciones entre los artificieros apenas están esbozadas y la visión de la guerra de Irak es demasiado parcial, es evidente que esa es la pretensión de la directora. Como bien dice en la entrevista publicada en la revista "Dirigido" del pasado mes de febrero:

"Lo que más me interesó de este proyecto fue la posibilidad de humanizar a estos soldados. No fue mi intención mirar la guerra desde una toma panorámica, no quería hacer un film ideológico ni político, sino mostrar que estos hombres que están allí son seres humanos".

sábado, 13 de marzo de 2010

CLUBES DE LECTURA EN MÁLAGA EN MARZO: REGRESO A AUSCHWITZ.


"Si esto es un hombre", de Primo Levi es uno de los libros más interesantes para comentar en un club de lectura, tanta es su profundidad y su grandeza. Una de las más lúcidas reflexiones que se han realizado acerca de la condición humana, escrito por quien ha sobrevivido al peor infierno imaginable. Será la lectura del mes en la Biblioteca Provincial. Yo lo leí hace un par de años, pero no me importa en absoluto volver a hacerlo.

En la Casa del libro, otro libro que ya leí hace tiempo, "Short Cuts", de Raymond Carver, uno de los mejores escritores contemporáneos de relato corto. El libro fue objeto de una versión cinematográfica por parte de Robert Altman.

En Cincoechegaray, en el taller de literatura se leerá "Otro mar", del muy europeista Claudio Magris. En el de ensayo "El segundo avión", una interesante colección de ensayos acerca del 11 de septiembre de Martin Amis.

Y en el club de lectura de la Sociedad de Amigos de la Cultura de Vélez-Málaga se rinde homenaje a la veleña más ilustre con "La aventura de ser mujer", de María Zambrano.

Como de costumbre, las fechas, horarios y lugares, en la columna de la derecha.

jueves, 11 de marzo de 2010

SHUTTER ISLAND (2010), DE MARTIN SCORSESE. LA ISLA DE LA LOCURA.


División de opiniones entre los amigos que estuvimos viendo hace un par de semanas esta película. Por un lado me encontraba yo, que me había encantado y por el otro todos los demás, a los que les pareció un fiasco.

Reconozco que Martin Scorsese es una de mis debilidades, todavía no he visto una obra suya que pueda ser calificada como mala. Cierto es que, desde mi punto de vista no ha superado películas de hace treinta años como "Taxi driver" o "Toro salvaje", aunque aquellos eran otros tiempos, de más libertad cinematográfica.

"Shutter Island" utiliza el discurso de la locura para encandilar al espectador (que quiera ser encandilado). Algunos la tacharán de tramposa, pero a mí no me lo pareció. Quizá me metí demasiado en los recovecos de la trama y en la excelente interpretación de Leonardo Di Caprio como investigador al límite.

La isla del título es toda una metáfora acerca de lo que significa la locura para quien la padece: un completo aislamiento social, pues la enfermedad mental suscita en los demás incomprensión, indiferencia o miedo. El loco debe vivir su propia realidad aislada de la de los llamados cuerdos. Yo soy de los que opinan que todos tenemos, de un modo u otro, distintos grados de locura, aunque sabemos disimularlo bastante bien bajo efectivas máscaras sociales.

La idea de una isla de máxima seguridad en la que se encuentran los enfermos mentales criminales más peligrosos recuerda mucho al Arkham Asylum de Batman. Quien se relaciona demasiado con locos, al final no puede sino ser contagiado, al menos en los comics, donde los villanos dementes a los que combate, consideran al hombre murciélago uno de los suyos.

Para el agente Daniels la vida no es fácil. Desde el principio sabemos que padece varios traumas, relacionados con la muerte de su mujer y con la Segunda Guerra Mundial, donde participó en la liberación del campo de Dachau. Los montones de cadáveres congelados que encuentra allí permanecen grabados a fuego en su mente (aunque quizá la imagen sea una licencia poética de Scorsese, puesto que el campo fue liberado a finales de abril, por lo que no es probable que los cadáveres se encontraran en ese estado). La misión que se le encarga de encontrar a una interna que se encuentra huida en la isla va a tener un signicado especial. No por la misión en sí misma, sino por sus sospechas de que en el pabellón más peligroso de la penitenciaría se encuentra el pirómano responsable de la muerte de su mujer...

La película de Scorsese es de las más desasosegantes que he visto en mucho tiempo. Como espectador llego a sentir las enormes jaquecas que padece el protagonista, el ambiente opresivo de la isla, la tormenta digna de fín del mundo que la azota y, sobre todo, el descenso a los infiernos que supone la visita al laberíntico pabellón C, habitado por criaturas que parecen haber perdido para siempre su humanidad.

Arriésgense a verla. Sé que es una película polémica y que produce una gran división de opiniones. Juzguen ustedes mismos.

martes, 2 de marzo de 2010

UP IN THE AIR (2009), DE JASON REITMAN. CAPITALISMO, CRISIS Y VIDA PRIVADA.


Una película sorprendente, de lo mejor que he visto últimamente. ¿Y por qué? Porque me está hablando directamente a mí como espectador. Y lo hace de una manera inteligente y respetuosa, sin dar nada por sentado. No es que crea en las películas de autoayuda, pero a mí me ha servido para afrontar algunos cambios con espíritu positivo. Y no porque se trate de una película enaltecedora de buenos sentimientos, sino porque hay mucho de verdad en su discurso. Altamente recomendable, vayan a verla y opinen ustedes mismos.

Aquí el enlace al artículo:
La última recesión económica provocada por el sistema capitalista ha tenido consecuencias devastadoras, que aún seguimos padeciendo. Las crisis no son catástrofes naturales inevitables, sino que son provocadas normalmente por el muy humano sentimiento de la codicia. En todo caso, una vez se producen, intentan ser evaluadas, explicadas y resueltas por presuntos expertos que no la vieron venir en su día.

Otra característica de las crisis es que los agentes provocadores suelen irse de rositas, es más, con ayudas del Gobierno en el bolsillo. Suelen ser los trabajadores los que deben asumir las consecuencias de las malas decisiones de otros. Cuando se produce un despido, la ingrata tarea de comunicarlo suele recaer en el empresario o en el encargado de recursos humanos. En Estados Unidos existen empresas que se encargan de sustituirlos en tan difíciles momentos.

La película se abre con unos preciosos planos aéreos mientras suena una música alegre y optimista. Mientras se está en el avión, los problemas quedan abajo y el viajero siente una rara sensación de libertad y de ver las cosas en su justa (o más bien pequeña) medida.

El protagonista de "Up in the air", Ryan Bingham, es un ejecutivo de una empresa que vive días de glorias, pues se dedica a la industria del despido. Podría decirse que Ryan es un hombre-pantalla, dedicado a sustituir a los empresarios que no son capaces de comunicar cara a cara su despido al trabajador. Sus métodos son presuntamente psicológicos y hacen hincapié en el mundo de nuevas oportunidades que se abre ante el despedido. Éste no suele tomarse muy bien las noticias y Ryan debe soportar una buena ración de insultos diarios. Es su trabajo, para eso le pagan. Y bastante bien, por cierto.

Se trata sin duda de un trabajo desagradable, pero para el protagonista supone la oportunidad de llevar a cabo el estilo de vida que más le gusta: la ausencia de responsabilidades más allá de las meramente laborales. Ryan se pasa la vida entera de avión en avión. Conoce aeropuertos de medio mundo (esos terribles no-lugares, de los que hablaba Marc Augé), los trucos para llevar sólo equipaje de mano (seguramente habrá leído las guías que escribía el protagonista de "El turista accidental") y para no demorarse en las colas. Todo un profesional del viaje.

Ryan pasa más de trescientos días al año de viaje, ha realizado una cantidad increíble de millas aéreas. Posee todo tipo de tarjetas exclusivas que le dan privilegios para el uso de hoteles, restaurantes o coches de alquiler, aunque realidad todo eso no sean más que maneras de ocultar su vacío existencial, pues es un hombre sin hogar, desarraigado en una vida de lujo medido y convencional, que experimenta todas las noches la terrible soledad de una habitación individual de hotel.

Cuando conoce a una atractiva ejecutiva de vida similar, algo hace saltar un resorte en su mente y plantearse el absurdo de su existencia, su eterna huida a ninguna parte, lo cual le hace incluso volver momentáneamente a sus orígenes, visitar su antiguo instituto y pensar en un cambio de vida. A partir de ese momento la película adquiere un tono de comedia romántica, aunque esto sólo es un espejismo.

Dotada con un guión ágil e inteligente, las conclusiones que deja "Up in the air" al espectador no son nada complacientes: en el mundo hiperdarwinista actual hay empresas que prosperan gracias a la desgracia ajena y hombres que no tienen vida más allá del trabajo, que basan su felicidad en la ausencia de imprevistos emocionales.

Porque ¿es recomendable una vida como la de Ryan? En realidad, el hecho de no tomar decisiones de índole privado le hace ser más libre, aunque él ha vendido esa libertad a la compañía que le tiene dando vueltas de aeropuerto en aeropuerto a cambio de dinero.

El protagonista también imparte conferencias acerca de las responsabilidades vitales básicas, usando una mochila como metáfora. Cuanto más llena está la mochila de objetos y de personas, más agobiante va a ser nuestro caminar. Él es partidario de vivir cómodamente sólo con lo básico. George Clooney realiza con este papel la interpretación por la que quizá será más recordado.

La película plantea estos y otros muchos interrogantes. Se trata de una historia propia de nuestro tiempo. El espectador sale del cine dándole vueltas a interrogantes acerca de su propia vida, a su propia conciliación entre vida laboral, familiar y social. Y, lo que es más curioso, es capaz de notar el peso agobiante de su propia mochila vital. Una pequeña joya cinematográfica.

lunes, 1 de marzo de 2010

EL COLOSO DE NUEVA YORK (2003), DE COLSON WHITEHEAD. SINFONÍA DE UNA CIUDAD.


Siempre he querido visitar Nueva York. Me parece la ciudad de las ciudades, un laberinto de calles interminable e inabarcable, un abigarrado mosaico de lugares en los que ya estuve a través de películas y series, pero cuya realidad quisiera comprobar con mis propios ojos .

El libro de Whitehead no puede englobarse en ningún género literario, ni siquiera en el de viajes. Se trata de una súbita inmersión en el corazón de la gran ciudad. Ni siquiera hace falta que pensemos en Nueva York, porque la ciudad que se describe puede ser cualquier gran urbe, donde el ser humano no es más que una hormiguita, perdida su identidad entre los inmensos edificios que componen un laberinto en el que cada día debe superar distintas pruebas para llegar indemne a su refugio al final de la jornada. Sus voces son meros murmullos que juntas componen el eterno ruido de la ciudad que nunca duerme. La urbe retratada como un ente despiadado, capaz de devorar a sus propios hijos.

Pero, a pesar de todo, las personas son atraídas por las luces de la ciudad. El primer capítulo del libro, el mejor a mi entender, retrata magistralmente las esperanzas, dudas y temores de los viajeros de un autobús que van a tener su primer contacto con Nueva York. La metrópolis tantas veces soñada se alza ante ellos seductora y amenazante a la vez. Formar parte del engranaje que la hace funcionar les va a costar sudores y lágrimas, pero en el momento de bajar los escalones del autobús todo parece posible. Otros autobuses salen a esa misma hora llenos de gentes que vuelven con los sueños rotos. A veces los sueños se cumplen, otras se transforman en pesadillas.

Pero el ritmo de la ciudad no admite pausas ni reflexiones. Todo debe seguir funcionando, los viajeros deben atestar diariamente el metro cargados de ilusiones o desesperanzas. Y el lector va a asistir entre fascinado y perplejo al exigente ritmo de vida neoyorkino, que exprime a sus trabajadores y los devuelve cada noche exhaustos a sus habitáculos, para repetir al día siguiente los mismos movimientos como Sísifos encadenados. Pero no nos quedemos en esto. Si cada día parece igual, las infinitas posibilidades que ofrece la ciudad acaban transformando cada jornada en una aventura. Whitehead nos habla de pequeños infiernos, sí, pero también de paraisos como Central Park o purgatorios como Times Square.

La escritura de Whitehead es nerviosa, describe la realidad por fragmentos, como el paseante que va fijándose en lo que tiene delante de sus ojos para olvidarlo de inmediato cuando una novedad llama su atención. Por mi parte, a diferencia de otros compañeros del club de lectura, he leído el libro con apresuramiento, como queriendo imbuirme en el ritmo de la ciudad, que parece no exigir serenidad, sino rápidas y eficaces decisiones. Su lectura me dejó sin energías. Quizá, sin saberlo, la ciudad me exigía también a mí su tributo.

BLOW UP (1966), DE MICHELANGELO ANTONIONI. PASEO POR EL LONDRES POP.


Durante muchos años, Michelangelo Antonioni fue el niño mimado de la crítica, por lo que podía filmar la película que quisiera, presentar cualquier experimento en los festivales más prestigiosos con el aplauso asegurado.

A mí entender, "Blow up" es una película sobrevalorada, que ha quedado tremendamente desfasada. Además resulta muy aburrida en muchos tramos, porque realmente no sucede nada, salvo un retrato de la "locura" del Londres pop de los sesenta, donde la rebeldía consiste en ataviarse con un traje de mimo y recorrer las calles en un vehículo estrambótico pidiendo dinero a la gente.

El protagonista es un tipo realmente antipático, un fotografo de moda cuya vida oscila entre lo envidiable (suele encontrarse rodeado de modelos que reclaman su atención de todas las maneras posibles) y lo anodino (su evidente aburrimiento existencial, que transmite con acierto al espectador). El fotógrafo pasea por el Londres más pijo con disfraz de bohemio, hace algunas llamadas telefónicas donde certifica su hastío y es testigo indirecto, a través de su cámara, de lo que parece ser un asesinato.

Las imágenes que revela después de su paseo por parque son realmente turbadoras: una joven y un hombre. El hombre parece caer asesinado. La joven parece cómplice. La joven se presenta en casa del fotógrafo para pedirle las fotos y parece querer "seducirle" con un top less desganado, a lo que el fotógrafo responde con un intento de encuentro sexual, pero mostrando a la vez indiferencia. Claro que la escena va a ser interrumpida por un timbrazo en la puerta: el fotógrafo va a recibir una hélice que compró en una tienda de antiguedades. Un elemento importantísimo en la película, porque va a servir al protagonista para decorar su amplio garaje.

Así transcurre la dirección de Antonioni, algo errática, como la existencia del protagonista. Parece que la misión principal del realizador es retratar una ciudad en una época determinada: lo consigue en parte. Pero el cine consiste también en proponer una trama al espectador que despierte su curiosidad, no en aburrirlo con presuntas modernidades. Y es ahí donde Antonioni se estrella. El presunto atractivo de las imágenes de un asesinato captadas por casualidad queda en una mera anécdota, lo importante es la interesante vida del fotógrafo interpretado por David Hemmings, que debe estar quitándose de encima constantemente a las jovencitas que le salen al paso.

EL HALCÓN Y LA FLECHA (1950), DE JACQUES TOURNEUR. DARDO DE LOS BOSQUES.


Jacques Tourneur es el autor de obras maestras como "La mujer pantera" o "Retorno al pasado". Esta obra, siguiendo los postulados del cine clásico de aventuras nos presenta a Burt Lancaster como un sencillo lugareño de las montañas del norte de Italia, opuesto al poder del emperador alemán.

Los héroes de este tipo de películas no son personajes complejos, sino de una sola pieza, dotados solo de sentimientos puros y de grandes habilidades físicas, casi sobrenaturales. Bien es cierto que Dardo tiene un tempestuoso pasado con una mujer que le traicionó, fruto del cual nació su hijo. En cualquieer caso la trama sirve para mostrarnos toda una gama de ejercicios circenses por parte de Burt Lancaster y su compañero mudo, Nick Cravat, una pareja digna de las mejores comedias, cuyos gráciles movimientos desafían a veces las leyes de la física.

Como en "Robín de los bosques", el personaje de Dardo utiliza la espesura de la naturaleza para ocultarse de sus enemigos y fundar una sociedad casi utópica de proscritos en la que gobiernan la hermandad y el buen humor. Aún con su hijo en manos de sus enemigos, Dardo tiene plena confianza en que será capaz de asaltar el castillo donde su ex mujer y su marido lo tienen prisionero y rescatarlo de una vida de lujo y ociosidad para devolverlo a la pureza del bosque, para que siga criándose como un buen salvaje.

Realmente, una gozada de película en todos los aspectos. Una vez aceptados los códigos de este tipo de producciones, que distan mucho del realismo y se acercan a la diversión despreocupada, el espectador solo puede disfrutar de las piruetas de Dardo, mostradas en magnífico technicolor.