viernes, 31 de diciembre de 2010

LOS CINCUENTA MEJORES LIBROS QUE LEÍ EN 2010.


En primer lugar, felicitar el año a todos los lectores, a los veteranos y a los que poco a poco se van sumando a este proyecto. Como es tradición, les ofrezco la lista de los mejores libros que leí a lo largo del año que se acaba, con sus correspondientes enlaces, con alguna excepción como "La fiesta del chivo", del que me encuentro en plena realización de artículo, que será el primero que salga en enero, seguramente. Por último, agradecer a todos mis amigos la compañía y los estupendos momentos que me han brindado este año, tanto en los distintos clubes de lectura y el taller de escritura como en nuestras particulares reuniones diurnas o nocturnas. Un abrazo a todos.

1. Misericordia, de Benito Pérez Galdós.
2. Si esto es un hombre, de Primo Levi.
3. La montaña mágica, de Thomas Mann.
4. El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad.
5. La fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa.
6. La impaciencia del corazón, de Stefan Zweig.
7. La fortuna de los Rougon, de Emilio Zola.
8. El vizconde demediado, de Italo Calvino.
9. La historia interminable, de Michael Ende.
10. Elogio de la ociosidad, de Bertrand Russell.
11. Nada, de Carmen Laforet.
12. Los justos, de Albert Camus.
13. Relatos de Sherlock Holmes, de Arthur Conan Doyle.
14. El castillo, de Franz Kafka.
15. El adversario, de Emmanuel Carrère.
16. Tartufo, de Molière.
17. Las partículas elementales, de Michel Houellebecq.
18. Nunca me abandones, de Kazuo Ishiguro.
19. El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde.
20. Sin destino, de Imre Kertesz.
21. Los demasiados libros, de Gabriel Zaid.
22. El banquero anarquista, de Fernando Pessoa.
23. A través del espejo, de Lewis Carroll.
24. Los días felices, de Samuel Beckett.
25. Estudio en escarlata, de Arthur Conan Doyle.
26. Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes.
27. Sed de sangre, de Joanna Bourke.
28. Leer Lolita en Teherán, de Azar Nafisi.
29. La Tierra permanece, de George R. Stewart.
30. Akhenaton, de Naguib Mahfuz.
31. El factor humano, de John Carlin.
32. Nuestro corazón, de Guy de Maupassant.
33. Luna de lobos, de Julio Llamazares.
34. El doble, de Fiodor Dostoievski.
35. Chesil beach, de Ian McEwan.
36. Tres novelas ejemplares, de Miguel de Unamuno.
37. Dersu Uzala, de Vladimir Arseniev.
38. Las conversaciones privadas de Hitler, de Hugh Trevor Roper.
39. El árbol, de Slawomir Mrozec.
40. Bestias sin patria, de Uzodinma Iweala.
41. La quema de conventos en Málaga, de José Jiménez Guerrero.
42. El coloso de Nueva York, de Colson Whitehead
43. Caperucita en Manhattan, de Carmen Martín Gaite.
44. Primera nieve en el monte Fuji, de Yasunari Kawabata.
45. La vida nueva, de Orhan Pamuk.
46. Los hermosos años del castigo, de Fleur Jaeggy.
47. Tanta gente sola, de Juan Bonilla.
48. El afinador de pianos, de Daniel Mason
49. Celda 211, de Francisco Pérez Gandul.
50. El corazón de la tierra, de Juan Cobos Wilkins.

lunes, 27 de diciembre de 2010

BIUTIFUL (2010), DE ALEJANDRO GONZÁLEZ IÑÁRRITU. LOS OLVIDADOS DEL SIGLO XXI.


Iñárritu cambia en esta película su manera de narrar, pero redobla la dureza de los temas que toca, convirtiendo a Barcelona en una ciudad del tercer mundo, al menos la Barcelona que él retrata, la de los desheredados que viven en callejones sin salida. A los que critican que el retrato es demasiado despiadado, el cineasta responde que la realidad es aún más dura.

En el sombrío panorama del cine actual, al menos en su vertiente más comercial, la que llega a los cines, la figura de Alejandro González Iñárritu se alza como un valor seguro entre la mediocridad imperante. La originalidad de su trilogía de la muerte, compuesta por "Amores perros" (2000), "21 gramos" (2003) y "Babel" (2006), radica en sus forma de contar una historia, que presenta varias líneas narrativas muy distintas a las que une un hecho concreto, casi siempre catalizador de tragedias para los personajes.

La historia de "Biutiful" no transcurre, pese a lo que pudiera parecer, en la Inglaterra victoriana descrita por Dickens, donde los patronos explotaban a los obreros casi como esclavos, sino en la vanguardista Barcelona de principios del siglo XXI, la ciudad emblema de la modernidad, que oculta terribles historias de miseria en sus sumideros.

Uxbal es un antihéroe muy poco común. Se gana la vida trapicheando con el trabajo ilegal de los inmigrantes que llegan a su ciudad esperanzados en una vida mejor y se encuentran en el callejón sin salida de la ilegalidad, la marginación y, finalmente, la esclavitud para sobrevivir. El espectador asiste al momento en que su vida se está convirtiendo en un auténtico infierno. Al hecho de serle diagnosticado un cáncer de próstata en fase avanzada se le suman el cuidado de sus dos hijos, una ex esposa con transtorno bipolar y dificultades en los negocios.

Ante esta tesitura, Uxbal decide, en la medida de sus escasas posibilidades, atenuar la situación de sus explotados, ante la extrañeza y el reproche de algunos de sus socios: un policía corrupto y el director chino de una fábrica textil clandestina. Con esta excusa, Iñárritu desciende a los más profundos infiernos de una Barcelona totalmente desconocida: la Barcelona de los desheredados, de los que no tienen esperanza, de los que ven desde lejos las emblemáticas construcciones arquitectónicas de la opulencia capitalista, aquellas personas que no tienen derechos humanos, sino que son consideradas mercancía desechable por sus amos.

El director explica perfectamente sus intenciones en la entrevista publicada en la revista "Dirigido" de diciembre de 2010:

"Creo que el fenómeno de la inmigración que está ocurriendo en el mundo en que vivimos es complejo y doloroso. Todos estos emigrantes se van de sus países no porque lo deseen, sino porque tienen que afrontar situaciones difíciles (...) Pero, obviamente, hay gente que saca ventaja de la vulnerabilidad y fragilidad de estas personas. Y eso a veces se traduce en condiciones paupérrimas de vida, algo que es invisible para las sociedades occidentales, donde muchas veces a estos inmigrantes se les toma como una carga o una molestia para la sociedad. Así es que toda esta gente termina atrapada en una situación muy complicada, porque no pueden regresar a sus países y en los lugares a los que han emigrado se les somete a una constante explotación. (...) Lo que me sorprendió fue descubrir que medio millón de personas viven en condiciones infrahumanas a apenas cinco minutos de esta otra realidad, esta ciudad de clase alta de una belleza incomparable (...) que es Barcelona."

"Biutiful" no ahorra escenas desagradables al espectador, como la de la carga policial contra los manteros en pleno centro de la ciudad ante la mirada estupefacta de los paseantes, muchos de ellos consumidores de esa mercancía de dudosa procedencia, presente en todas las zonas comerciales de occidente. Mercancía atractiva y barata, imitadora de las grandes marcas, cuyo secreto estriba en la mano de obra esclava que la elabora. Uxbal intenta aplacar su conciencia al respecto convenciéndose de que él ofrece la única alternativa de supervivencia a seres humanos desesperados, pero este pensamiento no logra aplacar su tormento interior.

La película de Iñárritu se sostiene en dos puntos fuertes, si obviamos la exploración de los elementos ocultos a nuestros ojos de la inmigración ilegal: la gran actuación de Javier Bardem, que consigue transmitir perfectamente las contradicciones de su personaje y el magistral uso del sonido, que se erige como un auténtico protagonista en muchas escenas.

Lo mejor para el espectador, a la hora de afrontar esta película, es que vaya prevenido, pues no se le van a ahorrar detalles a la hora de mostrarle la cara menos amable de la vida en Barcelona y en todas nuestras grandes ciudades, una realidad que, según confiesa el propio Iñárritu es mucho más dura de como él la presenta, una realidad tan podrida como el cuerpo de Uxbal, internamente devorado por un cáncer invisible y devastador.

martes, 21 de diciembre de 2010

LO QUE ME QUEDA POR VIVIR (2010), DE ELVIRA LINDO. PRESENTACIÓN EN MÁLAGA.


Tenía ganas de leer algo de Elvira Lindo que no fuera "Manolito Gafotas", porque me habían hablado maravillas de su escritura. Lo cierto es que he salido altamente decepcionado con mi primera experiencia con un libro suyo. En todo caso, la asistencia a la presentación de ayer mereció mucho la pena y he elaborado un pequeño reportaje:

Elvira Lindo es una escritora que apenas necesita presentación. Mujer polifacética, comenzó su carrera como locutora radiofónica, creando para este medio a Manolito Gafotas. Su adaptación a la literatura infantil de este singular personaje le hizo cosechar éxito y popularidad, llegándose incluso a la traslación de estas novelas al cine.

Pero la escritora gaditana ambicionaba llegar a un público aún más amplio, por lo que en los últimos años se ha dedicado a la creación de una literatura más adulta, lo que compagina con su trabajo de columnista para "El País". Su matrimonio con uno de los mejores escritores españoles, Antonio Muñoz Molina, ha elevado aún más, si cabe, su popularidad entre los lectores de nuestro país.

Enmarcado en los actos organizados por el Centro Andaluz de las Letras para celebrar el Día Internacional del Libro, la presencia de Elvira Lindo en Málaga congregó a un numeroso público, incluyendo a miembros de clubes de lectura de toda la provincia, dejando pequeña la sala de conferencias del Museo Picasso. La autora venía a encontrarse con sus lectores y a hablar de su último libro, "Lo que me queda por vivir".

"Lo que me queda por vivir" es una novela que tiene mucho de autobiográfico, y así lo confesó la propia autora, que prefiere indagar en su propio interior, en sus propias vivencias a la hora de escribir. Tal y como declaró, en diferentes ocasiones, al ser preguntada por el público:

"Escribir sobre sexo es más fácil que escribir sobre otro tipo de intimidad."

"Muchos lectores me escriben hablándome del libro y acaban hablándome de su propia vida."

"Escribir es un oficio tan raro que se acaba mezclando con la vida."

"Cada escritor tiene su mundo. Yo quiero moverme por terreno conocido. Si puedo pasarme la vida escribiendo, tratando de acercarme al alma de las personas, ¿por qué no? Ojalá yo pueda descubrir muchas vidas interesantes que están detrás de las vidas comunes"

Las preguntas fueron protagonizadas en su mayoría por lectoras de la misma generación que Elvira Lindo, que se sintieron plenamente identificadas con algunos de los pasajes de la novela y agradecieron a la autora haber sido tan sincera al plasmar sus experiencias. Una de las intervinentes, perteneciente a un club de lectura malagueño, confesó que su libro era el que más debate había dado de cuantos habían leído hasta el momento.

En todo caso, en opinión del autor de este artículo, a pesar de sus muchas virtudes, "Lo que me queda por vivir" es una novela fallida. Si bien es capaz de cierta penetración psicológica en ciertos momentos y de plasmar escenas de gran ternura, en conjunto, además de tratarse de una novela muy valiente, donde la autora prácticamente desnuda su alma, el resultado final no es del todo redondo.
Elvira Lindo intenta en todo momento que el lector se sienta identificado con la situación vital de la protagonista (ella misma dice que no hace falta haber tenido hijos para hacerlo), pero no siempre lo consigue, ya que entre sus páginas encontramos demasiados episodios de poca hondura, que apenas sirven para hacer evolucionar o describir a los personajes, sino que más bien resultan repetitivos e incluso pesados, por lo que concitan escaso interés. En todo caso, entre sus páginas asoma una escritora a la que se le intuye mucho oficio, capaz de ofrecer mucho más de lo logrado en esta novela.

Uno de los puntos más interesantes tratados en la charla de Málaga, y evidentemente muy presente en la novela, por ser de carácter autobiográfico, es la reacción de las personas que se ven retratadas en este tipo de narraciones. Elvira Lindo contó la airada reacción de algunos de sus familiares a un relato de Muñoz Molina, perteneciente al libro "Sefarad", ambientado en su pueblo, por lo que desde entonces aprendió que nunca hay que identificar a los personajes con el mismo nombre de la persona real en la que se inspiran, ni siquiera nombrar su ámbito geográfico, sobre todo cuando se trata de un pueblo de pocos habitantes, donde todos se conocen.

En conjunto, la charla ofrecida en Málaga, fue agradable en todos los aspectos. Elvira Lindo derrochó simpatía, amabilidad y cercanía con sus lectores e incluso se atrevió a contar divertidas anécdotas de su paso por Málaga, al principio de su carrera como locutora. Su intervención terminó con un merecido aplauso de todo el auditorio.

CAPERUCITA EN MANHATTAN (1990), DE CARMEN MARTÍN GAITE. LA CIUDAD DE MISS LUNATIC.


Me gustó más de lo que pensaba este sencillo libro de Martín Gaite. Como ella misma dice, la sencillez en la literatura no está reñida con la calidad, más bien al contrario. La historia de Sara Allen me recuerda a un sueño que se me repite a menudo. Estoy en Nueva York. En las afueras. Quiero llegar a Manhattan y ver la gran ciudad, pero nunca llego. Quizá algún día.

Un hermoso cuento de hadas. Una buena lectura para la Navidad:


Carmen Martín Gaite estaba destinada desde niña a ser lo que fue: una de las grandes escritoras españolas del siglo XX. Proveniente de una familia de intelectuales, llama poderosamente la atención la decisión de su padre de asumir personalmente su educación, dado que no quería ingresar a su hija en un colegio religioso. Sus propias lecciones y las de profesores particulares elegidos por él mismo, suplieron y mejoraron las posibilidades de educación estatal de aquellos años y pusieron las bases de la educación humanista que posteriormente Martín Gaite iba a plasmar en sus escritos.

Después de la Guerra Civil, y en el ambiente opresivo del primer franquismo, tuvo la valentía de estudiar Filología en unos años en los que no eran frecuentes las mujeres intelectuales. Su vocación literaria se redondeó aún más, si cabe, al contraer matrimonio con el gran Rafael Sánchez Ferlosio, una de las mentes más lúcidas de la cultura española. Aunque se divorciaron en 1970, no perdieron el contacto.

En julio de 2010 se cumplieron diez años del fallecimiento de una de las grandes damas de las letras españolas. Su carta de presentación literaria es la sencillez en la escritura, lo cual no está reñido con la profundidad de ideas, tal y como declara en una entrevista concedida a Blanca Berasátegui y publicada en el suplemento cultural del diario "El Mundo":

"A mí me da miedo caer en la pesadez y la incoherencia. Me da miedo convertirme en alguien que no controle su inteligencia. Me gusta la gente inteligente y divertida y me horrorizan los pesados. (...) Huyo también de la oscuridad en la literatura, de esa tendencia a escribir complicado y difícil, tal vez por ser tan fácil. Persigo la frescura, la credibilidad y la coherencia, sobre todo la coherencia. Y no te quepa duda de una cosa: es más fácil imitar a Faulkner que a Arniches, por ejemplo."

"Caperucita roja" es uno de los cuentos más conocidos, transmitido oralmente de generación en generación. Como ya estableció Vladimir Propp en su "Morfología del cuento", las narraciones populares solían tener una estructura similar, donde el héroe o heroína transgrede las reglas establecidas para enfrentarse a una prueba, de la que se derivarán ciertas enseñanzas destinadas al oyente.

En el caso de Caperucita, está claro que se advierte a los niños (y también en cierto modo a los adultos) acerca de los peligros de alejarse del entorno habitual y confiar en extraños, llegándose al extremo de ciertas interpretaciones que aseguran que el cuento enmascara en realidad la historia de una violación, tal y como escribe Bruno Bettelheim en "Psicoanálisis de los cuentos de hadas", donde dedica un capítulo a "Caperucita roja":

"Caperucita roja gusta en todo el mundo porque, a pesar de ser una persona virtuosa, cede también a las tentaciones. y porque su destino nos indica que, el confiar en las buenas intenciones de las personas, que parece lo ideal , es arriesgarnos a caer en multitud de trampas. Si no hubiera nada que nos hiciera agradable la figura del lobo feroz, este no tendría poder alguno sobre nosotros. Por lo tanto es importante que comprendamos su naturaleza, pero lo es incluso más que sepamos qué es lo que le hace tan atractivo a nuestros ojos. Por muy atrayente que nos parezca la ingenuidad, es peligroso seguir siendo ingenuo durante toda la vida.

(...) Tanto el título como el nombre de la niña "Caperucita roja" ponen énfasis en el color rojo que exhibe abiertamente. Rojo es el color que simboliza las emociones violentas, sobre todo las de tipo sexual. (...) El peligro para Caperucita es su sexualidad incipiente, para la que no está todavía emocionalmente madura."

"Caperucita en Manhattan" presenta una traslación al Nueva York del siglo XX del clásico cuento de Charles Perrault, presentándonos a la inquieta niña Sara Allen como protagonista. Sara vive en Brooklyn, pero está obsesionada con conocer Manhattan, un territorio que para ella posee tintes casi mágicos, donde puede pasar cualquier cosa. La niña solo conoce los subterráneos de su tierra prometida, pues cada semana atraviesa en metro junto a su madre la isla con forma de jamón para visitar a su abuela y llevarle una deliciosa tarta de fresa. Como la protagonista del cuento, en un determinado momento, la niña va a conseguir pasear sola por la ciudad de sus sueños, encontrándose con un lobo muy particular...

Está claro que Carmen Martín Gaite, a la hora de ofrecer su versión del cuento, ha querido pasar por alto las interpretaciones más escabrosas del mismo y centrarse en su visión más amable (no en vano ha eliminado el color rojo de su personaje). Aunque Manhattan exhibe todos sus atractivos y peligros a los ojos de la niña, el señor Woolf no es presentado como alguien con malas intenciones y mucho menos de tipo sexual, sino como un señor maduro que, aún gozando de grandes riquezas materiales, necesita ayuda de la persona más insospechada.

El personaje que propicia el encuentro entre los dos anteriores es el más peculiar de toda la novela. Miss Lunatic es una vieja vestida con harapos que representa la esperanza de muchos seres que se ven desvalidos en las calles de Manhattan y que ofrece consejos muy apreciados a toda clase de personas. Para Sara, el encuentro con ella va a significar la consolidación de sus deseos de libertad y conocimiento. Está claro que Miss Lunatic tiene algo de mágico y solo Sara Allen, con toda su ingenuidad infantil, va a ser capaz de descubrir su sorprendente secreto.

La autora ofrece una escritura sencilla, propia de los cuentos infantiles, lo cual no está reñido con una sólida descripción de personajes, incluso de penetración psicológica en los mismos. Sara Allen, la Caperucita de Martín Gaite, tiene más de la Alicia de Lewis Carroll, en su búsqueda de las fronteras entre realidad y fantasía, que del personaje original. En cualquier caso, una lectura recomendable, uno de esos libros que puede ser leído y disfrutado a distintas edades, pues posee distintos niveles de interpretación.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

EL BANQUERO ANARQUISTA (1922), DE FERNANDO PESSOA. SOBRE LA LIBERTAD DEL INDIVIDUO.


Una lectura más que interesante este libro, el primero que leo de Pessoa después de haberle visitado este verano. El título es tan paradójico como las explicaciones del protagonista a su condición. No convencen, pero sí que dan idea sobre las falacias que ocultan las ideologías cuando se analizan en profundidad:

Fernando Pessoa es uno de los casos más insólitos de la historia de la literatura, hasta el punto de que los expertos no se ponen de acuerdo acerca de la auténtica significación de su obra, que en gran parte había quedado inédita en el momento de su temprana muerte.

El autor lisboeta adoptó, aparte de su propio nombre, otras personalidades para firmar sus escritos. Las más conocidas son Ricardo Reis, Alberto Caeiro, Álvaro de Campos y Bernardo Soares, cada una de ellas con su propia idiosincrasia literaria. Todas se adaptan al espíritu de Lisboa, una ciudad melancólica y misteriosa, como el propio poeta, que recibe al visitante eternamente sentado a la puerta del café que frecuentaba, el Brasileira, tocado con su eterno sombrero y con su característico rostro entre afable e inexpresivo.

Aunque sus principales intereses literarios se encontraban en la poesía y el aforismo de corte filosófico (veáse su "Libro del desasosiego"), Pessoa también dejó obra en prosa. Quizá la más conocida se "El banquero anarquista", un libro de título provocador, que es el relato de una discusión ideológica entre un joven y un banquero que asegura ser anarquista.

El joven al principio se toma a broma las afirmaciones del banquero, pero deja explicarse a este, que le asegura que comenzó como obrero pobre de solemnidad y anarquista convencido, pero errado en sus acciones. Su anarquismo juvenil es presentado casi como una religión, pero una religión que aspira a la auténtica libertad, al pleno desarrollo de los instintos humanos, que en teoría nace bondadoso, pero que es corrompido por la vida en sociedad:

"Por anarquismo entiendo aquella doctrina social extrema que proclama que no ha de haber entre los hombres más diferencias o desigualdades que las puramente naturales, y que no han de pesar sobre los hombres penas o males distintos a aquellos que la Naturaleza reparte... La abolición, pues, de todas las castas, de la aristocracia, del dinero, de todas las convenciones sociales que promueven la desigualdad. La abolición, también, de todas las desigualdades sociales que se oponen a la naturaleza: las patrias, las religiones, el matrimonio..."

¿Es posible compatibilizar el ejercicio de la profesión bancaria, e incluso el estraperlismo con la creencia en la ideología anarquista? Según el protagonista del relato, es perfectamente posible. Su punto de vista surge de un análisis pormenorizado de la doctrina anarquista y sus posibilidades de imposición social. Comienza por criticar al propio grupo en el que militaba en su juventud, que si bien propugnaba la igualdad entre todos los hombres, ni siquiera era capaz de establecerla en su propio seno, debido a la existencia de líderes y cabecillas.

La clave de su razonamiento puede encontrarse en su idea de lo que es natural en el ser humano, que es a lo que aspira su ideología. Y él estima que no es natural su propio sacrificio en favor de otros que nacerán en el futuro:

"Quien solo tiene esta vida, quien no cree en la vida eterna, (...) ¿por qué diablos habría de entregarse al altruismo y al sacrificio por los demás o por la humanidad si a la postre el altruismo y el sacrificio tampoco son naturales? (...) Si la idea de deber me obliga a sacrificar mi bienestar, mi comodidad, mi instinto de conservación y otros instintos míos naturales, ¿en qué difiere la acción de esa idea de la de cualquier ficción social que produce en nosotros exactamente el mismo efecto?"

Así pues, este "banquero anarquista" ha encontrado su auténtica libertad en la acumulación de dinero, convencido, de que cada persona debe actuar como él lo ha hecho y liberarse a sí misma. En realidad estamos aquí casi ante una identificación entre anarquismo y liberalismo económico: ambas doctrinas propugnan la reducción del Estado a su mínima expresión y hablan acerca de las bondades de una mano invisible, en un caso respecto a la redistribución de las riquezas a través del mecanismo del mercado, en el otro a través de la implantación de una sociedad nueva basada en la auténtica naturaleza humana.

En realidad, el discurso del banquero es una auténtica falacia, que cada lector interpretará como mejor guste, pero no puede negarse el hecho de que se trata de una obra maestra de la retórica. En la mejor tradición de la mayeútica socrática, el banquero-filósofo va desgranando sus verdades al atónico joven, que no sabe como tomarse el discurso de su maestro. En todo caso, es probable que al final no quede convencido y que sospeche que ha sido víctima de una gran broma plena de ironía, que en todo caso contiene una gran verdad: no hay ideología que resista un análisis serio y en profundidad.

domingo, 12 de diciembre de 2010

EL DESPRESTIGIO DE LA DEMOCRACIA.


Este es el siglo de China, oimos decir insistentemente. El gigante asiático ha despertado y su voracidad parece no tener límites. Sin una opinión pública libre, sin oposición política y con un apetito capitalista desaforado, los tentáculos económicos chinos se mueven por todo el mundo firmando negocios sin tener en cuenta principio ético alguno. Es el sueño hecho realidad para muchas empresas: un mercado de mil millones de personas ansiosas de consumir y mejorar su nivel de vida, que trabajan por sueldos irrisorios.

El mejor ejemplo de todo esto es Foxconn, una empresa que pronto va a sobrepasar la barrera del millón de trabajadores en nómina, famosa por el alto número de suicidios entre sus empleados, que trabajan a destajo para que en occidente podamos disfrutar de las ventajas de la novedosa tableta de Apple, cobrando algo más de cien euros al mes. Es lógico que los chinos aspiren a mejorar, que sean ambiciosos. La pena es que tengan que hacerlo en condiciones laborales propias de las novelas de Charles Dickens. Lo malo es que esta imbatible competencia nos acaba afectando. Algún día, los trabajadores chinos organizarán sindicatos independientes y reclamarán mejoras laborales. Mientras tanto, es a los trabajadores occidentales a los que se obliga a flexibilizar sus condiciones de trabajo en nombre de la competitividad.

¿Es el sistema político chino el sistema del futuro? Las democracias caen cada vez en un mayor desprestigio, roidas por las luchas internas entre partidos políticos, que deben planificar sus políticas, no pensando en una estrategia como país a largo plazo, sino intentando contentar lo más inmediatamente posible a los votantes, a través de la promoción de líderes populistas. Esto da pie a políticas erradas que dan lugar a enormes déficits, que al final deben pagar los trabajadores. En estas estamos, mientras las llamadas "economías emergentes" (muchas de ellas de países democráticos) se llevan el gato al agua.

Las mismos gobiernos democratas son aplaudidos cuando imponen (cada vez con más frecuencia) soluciones duras a los conflictos. En España lo hemos visto con el tema de los controladores aéreos. Aunque en esta ocasión la solución haya sido acertada, por ser prácticamente la única posible, el gobierno debería evitar la tentación de gobernar a partir de ahora a golpe de decreto. En la última reunión del Ecofín, la ministra Salgado ha sido felicitada por sus colegas, que se han mostrado impresionados por las medidas económicas impuestas en España para superar la crisis. Todas son medidas impuestas desde el ejecutivo con escaso consenso social.

¿Son más efectivas las dictaduras que las democracias? A principios de los años noventa la respuesta a esta cuestión no admitía dudas. La caída del muro de Berlín hizo que la democracia se prestigiara de una manera inédita hasta entonces. Hoy día ese entusiasmo está en franco decrecimiento. El prestigio de la política se encuentra en sus niveles más bajos y los ciudadanos los aprecian más como causantes que como solución a sus problemas cotidianos. La continua campaña electoral transmite mensajes vacíos y reiterativos que solo calan en los ya convencidos. La abstención en las próximas elecciones será un buen barómetro para medir el auténtico descontento social. Además, en las revelaciones de Wikileaks se prueba el doble rasero que siempre habiamos sospechado que existe en las relaciones internacionales de Estados Unidos.

En el caso español, el principal problema está en la educación, un factor imprescindible para el progreso que se ha ido deteriorando con el paso de los años, por lo que una buena parte de las ciudadanos son altamente manipulables y no les interesa demasiado informarse de lo que sucede a su alrededor, algo que siempre han buscado las dictaduras para perpetuarse en el poder. ¿Quiere esto decir que exista el peligro de volver a la dictadura? Ni mucho menos, pero sí que la democracia vaya perdiendo sentido paulatinamente, al ir restando cada vez más derechos al ciudadano de a pie y que este cada día se muestre más distante con la política, como si de una fatalidad inevitable se tratara.

En cualquier caso, nunca se sabe como evolucionarán los acontecimientos. Aunque no es probable, no sería inverosímil que en los próximos años se fraguara una revolución democrática en una China que hoy por hoy se dedica a vetar a su Premio Nobel de la Paz. La prosperidad económica acaba siempre llevando aparejada ansias de libertad a sus beneficiarios. Además, la economía es una ciencia tan impredecible que es capaz de hacer ganadores a los perdedores de hoy y viceversa. Lo importante es que, ya que estamos perdiendo nuestro bienestar económico, no acabemos perdiendo también nuestras libertades. Ese sí que sería un camino sin vuelta atrás.

EDUARDO MANOSTIJERAS (1990), DE TIM BURTON. EL CORTADOR DE CÉSPED.

Vaya por delante que el cine de Tim Burton me gusta, sobre todo por el hecho de que ha sido uno de los pocos directores que ha logrado imprimir su propio estilo dentro de la conservadora industria de Hollywood. Pero, en todo caso, gran parte de su cine está sobrevalorado, porque impera más la estética que el contenido.

Claro está que Burton consiguió tal hazaña porque supo conectar con el público. Para poner "Eduardo Manostijeras" en su contexto, no hay que olvidar que el director venía de filmar "Batman", un proyecto arriesgado que se saldó con gran éxito (en parte gracias a una campaña de marketing especialmente machacona), donde se daba su peculiar visión del hombre murciélago como un tipo extraño y psicótico que podía compararse al Joker, retrato que ofreció, por cierto, sin poner enfásis en una perspectiva realista que acabaría ofreciendo Christopher Nolan.

"Eduardo Manostijeras" nos presenta un personaje ciertamente insólito, una especie de Pinocho siniestro cuyo creador (Vincent Price) fallece antes de poder acabar de construirlo, por lo que sus manos, que provisionalmente eran unas enormes tijeras de podar, quedan definitivamente constituidas así. Lo más destacable de la película es el contraste que ofrece entre la vida cotidiana y normal en un pacífico pueblecito que parece sacado de la mente de David Lynch y el gótico mundo del que proviene Eduardo, lo cual terminará desatando el conflicto, una metáfora del cotidiano miedo al diferente.

Entre medias, una historia un poco errática, donde asistimos al imposible intento de transformación del freak en una persona normal, que sea útil a la comunidad. Claro que el concepto de utilidad varía de unas personas a otras... El tono poético de la historia queda acentuado por la historia de amor entre Eduardo y Kim, que acaba sintiéndose atraída por esa mezcla de inocencia y patetismo que imprime Johnny Deep a su personaje (un papel que antes rechazaron, entre otros, Tom Cruise, Tom Hawks y alguien muy apropiado para su interpretación, Michael Jackson).

sábado, 11 de diciembre de 2010

SEGUNDO ANIVERSARIO DE "EL HOGAR DE LAS PALABRAS".

No quisiera dejar pasar esta fecha sin recordar que hoy hace dos años comencé esta aventura personal. Es muy satisfactorio tener una plataforma para escribir y llegar a los lectores, que son los que me motivan a seguir.

Un abrazo a todos.

martes, 7 de diciembre de 2010

ELOGIO DE LA OCIOSIDAD (1935), DE BERTRAND RUSSELL. LA UTOPÍA DE LAS CUATRO HORAS.


Bertrand Russell es uno de mis escritores de cabecera, a pesar de que, por desgracia, tengo que evitar sus escritos consagrados a las matemáticas. Desciende de una línea de filósofos libres, como Voltaire, que afortunadamente van apareciendo aquí y allá en distintos momentos de la historia. Quien me conoce sabe que "¿Por qué no soy cristiano?" es uno de los libros que más me ha influido.Lo que más me gusta de Russell son sus ensayos divulgativos, esas pequeñas perlas de sentido común en los que el pensador se expresa con plena libertad, aún sabiendo que sus opiniones pueden ser escandalosas o incluso le pueden valer encontronazos con la justicia, como le sucedió más de una vez.

En el provocativo "Elogio de la ociosidad", Russell se atreve a arremeter contra la economía capitalista para abogar por su transformación en un sistema mucho más humano, donde se establezca un reparto equitativo del trabajo y la gente disfrute de tiempo libre para su desarrollo personal. ¿Una irrealizable utopía? Por supuesto que sí, por desgracia, pero una hermosa utopía, me atrevo a añadir:


El pensamiento de Bertrand Russell abarca casi enteramente el siglo XX y se nutrió en gran parte de los acontecimientos de los que fue testigo. El filósofo inglés gozó de tiempo en su larga vida (98 años) para estudiar y escribir acerca de una gran variedad de temas: matemáticas, lógica, ética, religión, historia... En su producción destacan sus escritos divulgativos, dirigidos al gran público. Los artículos suelen versar sobre asuntos de actualidad, escritos con sencillez, rigor y valentía, siempre bajo el prisma de su gran sabiduría y sentido común. Ganador del Premio Nobel de Literatura de 1950, fue definido como "un campeón de la humanidad y de la libertad de pensamiento".

El título de este conjunto de ensayos, "Elogio de la ociosidad" puede parecer un contrasentido viniendo de un autor tan prolífico. Partiendo del manido refrán que asegura que "la ociosidad es la madre de todos los vicios", Russell realiza un análisis crítico de la carga de trabajo que soportan sus contemporáneos. Distingue entre ociosidad negativa, la de los terratenientes que viven del trabajo de los demás y la positiva, la del trabajador que, una vez cumplida su obligación, puede dedicarse a cultivar sus aficiones o a atender a su familia:

"El tiempo libre es esencial para la civilización, y, en épocas pasadas, sólo el trabajo de los más hacía posible el tiempo libre de los menos. Pero el trabajo era valioso, no porque el trabajo en sí fuera bueno, sino porque el ocio es bueno. Y con la técnica moderna sería posible distribuir justamente el ocio, sin menoscabo para la civilización."

En estos tiempos de altas tasas de paro, donde la carga de trabajo de los que conservan su empleo es cada vez mayor, sería bueno asomarse a las palabras de Russell, que postula las cuatro horas diarias como la jornada ideal que debe encomendarse a cada trabajador. Esto solo es posible a través de un sistema socialista de corte democrático, en el que el Estado tenga poder planificador sobre la economía y establezca las prioridades de bienestar de sus ciudadanos, algo parecido a lo conseguido por la socialdemocracia en los países del norte de Europa.

"Elogio de la ociosidad" parece haberse escrito ayer mismo, pero es un artículo de 1932. Desde hace años, muchos pensadores políticos vienen abogando por el reparto de un bien escaso como es el trabajo. Se conseguiría abolir el paro y dotar de mayor libertad a los trabajadores, cambiando la competencia feroz de las empresas por una cierta planificación dirigida por el Estado, lo cual evitaría escándalos económicos como los que el mundo padece desde hace unos años.

El Estado sería el garante del bienestar de sus ciudadanos, a los que se les asignaría de un equilibrio entre sus ganancias dinerarias y su disfrute del tiempo libre e incluso se incrementarían de manera notable sus posibilidades de formación y de participación democrática (aunque es razonable pensar que habría quien usaría su ocio para su embrutecimiento personal). Russell se atreve a hablar incluso de felicidad:

"Para que una población ociosa sea feliz, tiene que ser población educada y educada con miras al placer intelectual, así como a la utilidad directa del conocimiento técnico".

Resulta curioso constatar que para la consecución de esta razonable utopía Russell estudia incluso cual sería la arquitectura ideal de las viviendas de trabajadores: se trataría de grandes edificios dotados de un gran patio central donde se establecerían servicios comunitarios, como cocina o guardería para los niños, con lo cual las parejas ahorrarían mucho trabajo al volver a casa diariamente, y se fomentaría la vida vecinal.

Una de las obsesiones de Russell, de gran actualidad en los años treinta, cuando estos escritos fueron publicados, es la confrontación entre fascismo y comunismo. El filósofo es impecablemente crítico por los dos. Respecto al fascismo, se trata de un régimen racista, violento e irracional, fundamentado en la supremacía de unos hombres sobre otros. Tampoco se deja seducir por los cantos de sirena en los cayeron otros intelectuales de su tiempo respecto a la Unión Soviética. Russell entiende que el comunismo soviético se trata de una forma más de autoritarismo, en la que la explotación de los trabajadores se desplaza del patrón al Estado, que promete en todo momento una felicidad utópica en un futuro que no acaba de llegar nunca:

"Por mi parte, aun cuando soy un socialista tan convencido como el más ardoroso marxista, no considero el socialismo como un evangelio de la venganza proletaria, ni aun, primordialmente, como un medio para asegurar la justicia económica. Lo considero, en principio, como un ajuste a la producción mecanizada exigido por consideraciones de sentido común y calculado para incrementar la felicidad no sólo de los proletarios, sino de todos, excepto una exigua minoría de la raza humana."

La realidad económica de este momento tiene más que ver con la ficción que con los bienes materiales. Como si de un vidente se tratara, Russell dejó escrita estas reveladoras palabras, que engloban el gran problema de nuestro tiempo:

"No se consiente a un hombre que practique la medicina a menos que sepa algo del cuerpo humano, pero se consiente a un financiero que opere libremente sin el menor conocimiento de los múltiples efectos de sus actividades, con la única excepción del efecto que tengan sobre su cuenta bancaria."

Quizá vaya siendo hora de dejar atrás una economía basada en la especulación y en burbujas de deuda que acaban reventando y mirar hacia una economía mucho más sostenible, la economía basada en los bienes materiales, una economía verdaderamente democratizada, en la que sean partícipes todos los ciudadanos y no sólo unos pocos iluminados capaces de crear desastres globales con tal de obtener lucro personal. ¿Es esto compatible con el capitalismo? Quizá esta era la refundación de la que hablaba Sarkozy en los primeros momentos del desastre.

lunes, 6 de diciembre de 2010

LA VIDA NUEVA (1994), DE ORHAN PAMUK. EL LIBRO MALDITO.


Muy desconcertante esta novela de Pamuk, pues el lector, por muy atento que esté a la narración, puede perderse fácilmente. Lo mejor es atenerse a las anárquicas reglas que Pamuk imprime al relato y tratar de disfrutar de su estilo. En todo caso, me ha parecido una novela fallida, pues el mensaje del autor no queda nada claro y me ha producido momentos de irritación ante la abundancia de pasajes demasiado oscuros. Aquí el enlace:

Una de las grandes ventajas de la literatura es que permite asomarse a las realidades cotidianas de otros países de manera mucho más profunda respecto al conocimiento meramente superficial que obtiene un turista circunstancial o el lector de un periódico donde aparezca de vez en cuando mencionado este país, casi siempre en relación con la política.

El caso del escritor turco Orhan Pamuk resulta paradigmático en este sentido, pues en sus ficciones se desprende un intenso amor a su país, aunque desgraciadamente no puede afirmarse así a la inversa, pues Pamuk es un personaje muy polémico en Turquía. Sus problemas con la justicia tienen su origen en sus opiniones sobre el genocidio armenio cometido a principios del siglo XX, un tema tabú por el que Pamuk debió exiliarse durante un tiempo debido a las amenazas de muerte que recibió.
Y es que Turquía es un país que padece graves problemas de identidad: enclavado entre oriente y occidente, oficialmente laico, pero propenso al islamismo en amplias capas de su población (algo que preocupa mucho a los estadounidenses, según informaciones confidenciales recogidas en Wikileaks), nacionalista y a la vez deseoso de ingresar en la Unión Europea... Pamuk ha sido capaz de reflejar todas esas contradicciones en su extensa obra, lo que le valió hacerse acreedor del Premio Nobel en el año 2006.

En su celebrado discurso de recepción titulado "La maleta de mi padre", Orhan Pamuk realizaba un elogio de la literatura partiendo de un episodio de su juventud, la maleta repleta de sus propios escritos que su padre le encomendó poco antes de morir, lo que a la postre despertaría su pasión por contar historias. A partir de ahí el escritor define a la literatura como la capacidad de extraer material del propio interior para plasmarlo en unas páginas que sean capaces de reflejar la entera realidad, recurriendo al método de "contar las historias propias como si fueran de los otros y contar las historias de los otros como si fueran las propias."

"La vida nueva", es una novela que tiene muchos puntos en común con otras del autor, en su exploración del alma turca, pero se diferencia de éstas por la opacidad de su auténtico mensaje y su intrincado argumento, marcado por incoherencias que desconciertan al lector más atento y pueden llegar a desesperarle, por lo que solo puede penetrarse en el relato olvidando las formas narrativas más convencionales y dejándose llevar por las nuevas reglas impuestas por Pamuk, unas reglas bastantes anárquicas en cualquier caso.

La novela comienza con el hallazgo, por parte de su joven protagonista, de un atrayente libro que le perturba hasta tal punto que acaba obsesionándole, transcurriendo sus días y sus noches enfrascado en su lectura. Su realidad de apacible estudiante va ser trocada por una sed de búsqueda de esta vida nueva, a la que alude el título, en compañía de la muchacha de la que se ha enamorado y que indirectamente le ofreció el libro. Ciertamente, el objetivo de la muchacha es el reencuentro con otro amor, Mehmet, que fue quien le ofreció el libro a ella.

Los siguientes meses para Osman y Canan van a estar marcados por un eterno viaje en autocar y sus únicas ventanas al mundo serán las estaciones de autobús en las más remotas ciudades y las películas de vídeo que verán en ruta. Las colisiones con otros vehículos que derivan en aparatosos y sangrientos accidentes serán apreciados por Osman como oportunidades de cambio, como una especie de revelación espiritual. En realidad son los accidentes los que marcan los puntos de inflexión del relato:

"¿Qué es la vida? ¡Un periodo de tiempo! ¿Qué es el tiempo? Un accidente. ¿Qué es un accidente? Una vida, una vida nueva..."

Al final el mensaje de Pamuk es muy difuso: ¿una defensa de la tradición turca frente a la invasión comercial de occidente?, ¿una advertencia contra el fanatismo que emanan algunos libros? Bien es cierto que en la historia de la humanidad existen un puñado de libros que han cambiado radicalmente el rumbo de la historia: a los libros religiosos podemos sumar algunos científicos de autores como Darwin, Freud o Einstein o políticos (con algún punto en común con los religiosos) como "El manifiesto comunista" de Marx y Engels o "Mi lucha", de Adolf Hitler. El libro del relato de Pamuk cambia radicalmente las vidas de los protagonistas. Que esa cambio derive en fanatismo o se trate de una búsqueda positiva, queda a elección del lector.

MEGAMIND (2010), DE TOM McGRATH. LAS MOTIVACIONES DEL SUPERVILLANO.

He dicho alguna vez que el cine de animación está superando a muchas películas de imagen real en cuanto a originalidad en los guiones e incluso, aunque parezca insólito, en cuanto a la calidad de sus interpretaciones.

No es exactamente el caso de "Megamind" cuyo argumento no brilla precisamente por su originalidad, pero que en conjunto constituye un buen espectáculo, por encima de la media del cine que se estrena hoy en día. El cine de superhéroes está de moda desde hace algunos años. La mirada que adopta este film resulta sorprendemente íntima para tratarse de animación. Su idea central me recuerda poderosamente a la genial mirada de Peter Bagge en la parodia que dibujó de Spiderman. En un determinado momento, en lo más crudo de una pelea, Peter Parker se da cuenta de que la vida que lleva es en realidad infantil y decide dejar de ser superhéroe y madurar, ante la desesperación del doctor Octopus, que le necesita como enemigo para continuar con la diversión. Esto es precisamente lo que le sucede a Megamind: una vez que derrota definitivamente a su némesis (un trasunto de Superman, pero sin la humildad del original) se da cuenta de que su existencia entra en el vacío, sin más perspectiva que el gobernar la ciudad conquistada según sus caprichosos deseos.

Esto es lo que ha manifestado más de una vez el Joker en algunos de los más celebrados comics de Batman: que sin el murciélago no es nadie, casi como si estuviera enamorado de él. En realidad una de las tesis más interesantes del origen de Batman es que está vinculado al surgimiento de todos esos psicópatas que pueblan Gothan City, que no hubieran sido posibles sin su existencia previa.

Para mí lo mejor de la película es la presentación de los personajes: como la fortuna sonrie a Metro Man desde la más tierna infancia y castiga a Megamind, que se da cuenta (aunque después descubrirá lo contrario) de que no se puede luchar contra el destino y como los enfrentamientos entre los dos son una película que se repite semana tras semana, como sucede en los viejos comics de superhéroes, donde siempre el supervillano termina encerrado para volver a escaparse de prisión.

"Megamind" es una buena diversión para estas fechas. Aunque de manera un tanto ligera, habla de temas universales, como la redención o la responsabilidad, trasladados, eso sí, a las reglas del mundo de los superhéroes, un mundo tan absurdo como seductor.

sábado, 4 de diciembre de 2010

LOS CONTROLADORES CONTROLADOS.

Al final va a ser culpa de los pasajeros, que se empeñan en volar en fechas clave, como el puente de la Constitución, Navidad o el mes de Agosto. ¿No han aprendido ya que las huelgas de los servicios aeroportuarios son una de nuestras más arraigadas tradiciones? Últimamente son los controladores los que se llevan el gato al agua, pero recordemos como los pilotos han protagonizado (y protagonizarán, sin duda) episodios similares en fechas no muy lejanas. Es una máxima perversa: los colectivos de trabajadores con mejores condiciones laborales son los que mayor capacidad tienen para protestar.

Y en este caso, las circunstancias de la huelga han sido especialmente sangrantes: sin previo aviso los controladores no han acudido a su puesto de trabajo y algunos de ellos se atrincheran en un hotel próximo al aeropuerto de Barajas. El gobierno reacciona militarizando el servicio y generando noticias en los periódicos que parecen sacadas de la Guerra Civil: "El ejército ya controla Madrid, Barcelona, Ceuta y Canarias..." Y esta mañana se amaga con la declaración del estado de alarma, algo inédito en nuestra democracia. Si después de esto, los controladores quieren continuar el pulso, la situación puede ser desastrosa.

Aquí tenemos el resultado de la acción de un colectivo que cree estar por encima del bien y del mal, que puede jugar con el destino de cientos de miles de personas simplemente por ejercer su derecho al pataleo. Un médico lo ha explicado gráficamente, en uno de los miles de testimonios que van llegando de la gente atrapada en los aeropuertos: "es como si un cirujano abandonara de pronto al paciente al que está operando a corazón abierto."

No entraremos aquí en la discusión de si son lícitas las razones de los controladores para ir a la huelga, aunque se ha publicado ampliamente en la prensa cual es su sueldo y cuales sus privelegios. Si se recompensa de esta manera a este colectivo, es porque su trabajo requiere una alta responsabilidad, de él dependen millones de personas que confían en que comprar un billete de avión no puede ser nunca equivalente a quedar atrapado en un aeropuerto. La acción de anoche es altamente irresponsable y posiblemente delictiva. Y llega en el peor momento posible, cuando la imagen de España ante el resto del mundo se encuentra en sus horas más bajas. Este caos no ayudará nada a recompenerla.

No soy partidario de usar a los militares para arreglar problemas políticos o laborales, pero lo cierto es que el gobierno tenía poco margen de maniobra en este caso, porque estos trabajadores han hecho un uso abusivo de su poder para convertirse en chantajistas. Cualquier grupo de trabajadores que hiciera algo parecido en cualquier otro sector, estaría fulminantemente despedido. Mientras miles y miles de familias sobreviven precariamente a la crisis, contemplamos estupefactos la acción salvaje de personas que ganan más de 300.000 euros al año. Ya veremos como acaba este intento de controlar a los controladores.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

"PALABRAS LITERARIAS", DE RICARDO GUADALUPE. BRILLANTE PRESENTACIÓN EN EL ATENEO DE MÁLAGA.

Ayer tuve la suerte de ser invitado al acto de presentación del primer libro de mi amigo Ricardo. Y el escenario de su puesta de largo en Málaga no podía haber estado mejor escogido: el Ateneo.

Ricardo es un enfermo de la literatura. Durante un año fue colaborador del programa "El planeta de los libros", de Radio Círculo, cuyo concurso literario había ganado poco antes. Hasta hace pocos meses ha dirigido un taller literario en Benalmádena. Ahora, nuevas inquietudes le han llevado a establecerse en Valencia.

Las presentaciones literarias suelen tener un guión establecido, que más o menos conocemos los que asistimos de vez en cuando a ellas. Después de una presentación elogiosa por parte de otro escritor, el autor hilvana un discurso más o menos brillante acerca de su obra. En esta ocasión el guión se siguió al dedillo y, tras la introducción de dos de sus colegas, Ricardo comenzó a hablar con rigor y amenidad del contenido de su ensayo: nos recordó lo maravilloso que resulta el lenguaje, tanto el oral como el escrito y todas las herramientas que posee, para hermosearlo o darle más significado. Acrósticos, epigramas o prosopopeyas eran presentadas al público como auténticas realizaciones del ingenio humano. Pero no era Ricardo quien recitaba los ejemplos. Allí estaban las personas-libro del Proyecto Fahrenheit 451 que se levantaban de su asiento para recitar los poemas o fragmentos de Neruda, Borges, Lorca o García Márquez que ilustraban las palabras teóricas de Ricardo. Una presentación hermosa, didáctica y muy amena.

Comparto con ustedes algunas frases de la introducción de "Palabras literarias":

"Y es que para escribir hay que aceptar una soledad enorme. Las grandes obras surgen de ahí, son el resultado de un proceso de crecimiento largo y hondo y terminan brotando cuando el escritor es capaz de expresar su propia complejidad interior, cuando encuentra su propio camino en ese laberinto lleno de brumas misteriosas y belleza terrible , cuando entra en esa soledad única, de la que surgirá el milagro en el instante en que llegue el momento y para la que debe preparse." (Ángeles Lorenzo Vilme).

"Con las palabras damos forma a nuestros pensamientos, por lo que la claridad de la expresión debería ser el precepto dominante del lenguaje, cuyo cuidado es responsabilidad de quienes lo usamos y, de manera especial, de aquellos que lo emplean como herramienta de trabajo, tal vez porque son los que descubren y se deleitan con sus frutos secretos." (Francisco Muñoz Guerrero).

"A ese fin se han dedicado los escritores a lo largo de toda la historia de la literatura, a traducir el pensamiento en expresiones que fueran capaces de tocarnos, incluso de cambiar la química de nuestros cuerpos. Para ello crearon cada vez más recursos y técnicas del lenguaje con que construir estas frases, muchas de las cuales están en la memoria colectiva de todos nosotros y para siempre." (Ricardo Guadalupe).

Dejo aquí el enlace a su blog, un lugar donde constantemente se experimenta con las palabras:

http://tienesmipalabra.blogspot.com/

CLUBES DE LECTURA EN MÁLAGA EN DICIEMBRE: DESPEDIR OCIOSAMENTE EL AÑO.

El año se acaba, y como es tradicional en diciembre, la actividad cultural se ralentiza para dar paso a las fiestas. Hago el habitual repaso a los clubes de este mes, teniendo en cuenta que ni en la Fnac ni en la Casa del Libro van a celebrarse hasta enero.

En la Biblioteca Provincial estamos leyendo "Elogio de la ociosidad", de Bertrand Russell, una serie de interesantísimos ensayos del escritor británico que, a pesar de estar escritos hace ochenta años, están de plena actualidad.

En Cincoechegaray se va a leer un libro muy corto, pero de gran calidad, de un escritor portugués al que estuve visitando este verano: "El banquero anarquista", de Fernando Pessoa.

En Club de Lectura de la Biblioteca Cristóbal Cuevas, toda una dama de nuestras letras: "Caperucita en Manhattan", de Carmen Martín Gaite.

En el Centro Andaluz de las Letras, "Lo que me queda por vivir", de Elvira Lindo, con presencia de la autora, acto que se realizará en el Museo Picasso.

Respecto al cine forum, sigue adelante, pero todavía no he podido ajustar la fecha. Veremos y debatiremos acerca de "Lo que queda del día", de James Ivory.

Si van surgiendo novedades, como es costumbre, se irán colocando en la columna de la derecha. Felices lecturas navideñas a todos.