miércoles, 18 de mayo de 2011

EL INOCENTE (2011), DE BRAD FURMAN. LA LEY DE LOS ANGELES.


El título en inglés de esta película hace referencia al lugar de trabajo preferente de su protagonista, un Lincoln en que se desplaza continuamente de un lugar a otro de la inmensa Los Angeles. Eso nos recuerda lo que nos ha contado tantas veces el cine de esta gran ciudad: que es un lugar para ser visto solamente desde el otro lado de las ventanillas de un vehículo. Los Angeles no es una ciudad hecha a escala humana, sino para facilitar el tránsito de millones de vehículos. Lo vimos claramente en "Un día de furia": el americano medio que de pronto se hartaba de ese mundo, de ese encierro continuo de la oficina al coche y del coche a la oficina para emprenderla a tiros con todo lo que se moviese.

"El inocente" no es una película original: sigue todos los esquemas y los tópicos del thriller judicial al uso. No es el tipo de cine que más me gusta ver (acabamos en esta sala porque en el multicines al que acudimos no estaban poniendo la última de Woody Allen), pero las críticas no eran negativas, así que no estaba mal darle una oportunidad. La película se salva por dos factores: el buen ritmo que le proporciona su director, que consigue interesar al espectador en todo momento en la trama y, sobre todo, la interpretación de Matthew McConaughey, que insufla vida y autenticidad a su personaje, un abogado penalista que nunca abandona el contacto con el mundo real, el de la calle.

Una frase para el recuerdo: lo peor para un abogado es tener que defender a un inocente, porque si es condenado, el daño es irreparable. Con un inocente no caben acuerdos de rebaja de pena. Hay que ir directamente a por la absolución, y esto a veces resulta muy complicado.

En lo que si coincido, y lo he leído en alguna crítica, es en que el film posee la estructura de un episodio piloto de una serie de televisión, con esa presentación de personajes que el espectador quisiera ver más desarrollados en próximos episodios. Es posible que los tenga, y que se funde una franquicia con este personaje, creado por el prestigioso escritor de novela negra Michael Connolly. Por lo pronto, en "El inocente" se tratan, aunque sea de forma indirecta, problemas sociales de primera importancia: la fragilidad del sistema de justicia, la corrupción, el racismo y, por qué no decirlo, la esclavitud de un trabajo para el que se necesita estar despierto y alerta las veinticuatro horas del día.

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