Bond debe muchos de sus rasgos al carácter y a las experiencias personales de su creador, Ian Fleming, sobre todo las relacionadas con sus tareas como asistente de los Servicios Secretos de la Marina Británica durante la Segunda Guerra Mundial, lo que le permitió conocer de primera mano los entresijos del mundo del espionaje. Algunos historiadores señalan que la famosa operación Carne Picada, en la que se abandonó un cadáver con documentación en las costas españolas para hacer creer a los alemanes que los Aliados no desembarcarían en Sicilia, estuvo inspirada por una idea suya.

La misión que se le encarga en esta primera novela es bastante rutinaria y poco espectacular y, si no estuviera condimentada con algunos intentos de matar al personaje, se podría decir que resulta hasta anodina. En plena Guerra Fría, 007 debe viajar al Casino Royale de Francia para enfrentarse en una partida de cartas al agente comunista Le Chiffre, que intenta recuperar una importante cantidad de dinero que le confió la organización SMERSH.

Aunque ya cuenta con algunas de las características que definen al personaje, lo cierto es que el James Bond de Casino Royale todavía no puede ser identificado con el Bond cinematográfico. Se le presenta como a un jugador nato, idóneo para la misión, pero el lector aprecia como Bond no se encuentra muy convencido del oficio que ha elegido y vive en un estado de alerta casi paranoico, algo que poco tiene que ver con la actitud más relajada de su versión cinematográfica. Además, cuando se le informa de que va a ser acompañado en su misión por una mujer, contra todo pronóstico, se molesta. Precisamente su exceso de confianza con este personaje va a estar a punto de perderle. Además, Fleming nos ofrece algunas claves de las relaciones de 007 con el sexo femenino:

"Con la mayoría de las mujeres su actitud era una mezcla de reserva y apasionamiento. Los largos prolegómenos de cada seducción lo aburrían casi tanto como la posterior complicación del desenredo. Veía algo odioso en el patrón ineludible de cada aventura amorosa. La parábola convencional - el cariño, el roce de las manos, el beso, el beso apasionado, el contacto de los cuerpos, el clímax en la cama, después más cama, después lágrimas y al final la amargura - le resultaba vergonzosa e hipócrita. Y rehuía aún más la puesta en escena de cada uno de los actos de la obra: la fiesta en que se conocían, el restaurante, el taxi, el piso de él, el piso de ella, después el fín de semana junto al mar, otra vez los pisos, luego las coartadas furtivas y, al final, la desagradable despedida en algún umbral bajo la lluvia."

Es este uno de los párrafos más interesantes de la novela, en cuanto que define muy bien a Bond como a un hombre hastiado que quizá ha entrado en el servicio secreto en busca de emociones que no encuentra en la vida convencional. Por ello resulta insólito y emocionante que cometa el pecado de enamorarse precisamente de la mujer menos indicada, Vesper Lynd, un enamoramiento que más que nunca puede definirse como un atontamiento temporal del alma, en palabras de Ortega y Gasset, ya que un hombre perspicaz como Bond no es capaz de ver el engaño que se presenta ante sus propios ojos de manera cada vez más evidente.

Uno de los momentos más interesantes de la novela es la escena de la tortura a la que Bond es sometido por caer en una trampa de Le Chiffre de la manera más ingenua, momento que es recreado magistralmente por Daniel Craig en la reciente versión (alargada y mejorada, pero manteniendo la esencia del original) dirigida por Martin Campbell. Parece ser que en su experiencia profesional, Fleming había escuchado algunos testimonios de torturas de primera mano:

"Algunos colegas que habían sobrevivido a las torturas de alemanes y de japoneses le habían contado que, hacia el final, llegaba un maravilloso momento de calor y languidez que conducía a una especie de semiexcitación sexual en la que el dolor se convertía en placer y el odio hacia los torturadores en adicción masoquista. La prueba de voluntad más difícil, le dijeron, era saber ocultar aquella fase de embriaguez, porque, en cuanto lo sospechaban, te mataban al momento para ahorrarse más esfuerzos inútiles, o dejaban que te recuperaras lo suficiente para que los nervios se contrajeran y regresaran al otro lado de la parábola. Entonces volvían a empezar."

Al final el joven Bond aprenderá la lección de no confiar en nadie, se convertirá en mejor agente secreto pero también perderá algo de su humanidad en el camino. La novela de Fleming expresa todo esto de manera algo tosca. La versión cinematográfica narra este proceso de manera mucho más verosímil. Como curiosidad cabe añadir que existen otras versiones de la novela, la primera de ellas realizada para la pequeña pantalla, es de 1954, James Bond es interpretado por Barry Nelson y Le Chiffre por el gran Peter Lorre. La segunda es de 1967 y se trata de una comedia surrealista protagonizada por Peter Sellers y David Niven. Lo que no saben muchos amantes del cine es que Howard Hawks estuvo flirteando con la idea de adaptar Casino Royale. Su James Bond habría sido Cary Grant.