Corazón es un libro que marca cuando se lee en la infancia por lo que, cuando se vuelve a leer décadas más tarde, es como una especie de viaje al pasado, al recuerdo de una serie de valores que el joven lector asumía con inocencia y sin espíritu crítico alguno. Y es que la novela de Amicis pretende ser ante todo una narración ejemplarizante, una especie de guía de virtudes cardinales dirigida a las nuevas generaciones de la joven nación italiana, apelando siempre a sus emociones. Para el escritor Luis Mateo Díez, prologuista de la edición de la editorial Gadir, fue un libro fundamental en su educación sentimental:

"Fue el primer libro del que Antón y yo nos hicimos propietarios, el que nos proporcionó la lectura más intensa, esa que te vence en la absoluta ingenuidad, que te gana el alma, que te conmueve hasta el límite, cuando todavía ningún libro te ha conmovido de ese modo, con el aliciente añadido del perturbador secreto que el propio libro acarreaba."

El libro está escrito en forma de un diario que escribe Enrico, un estudiante de tercer curso en la escuela Baretti de la ciudad de Turín. Enrico es un chico acomodado, pero en su clase hay alumnos de todas las clases sociales: el respeto absoluto a los compañeros menos afortunados, a los hijos de la clase obrera, va a ser uno de los valores prioritarios que el padre de Enrico va a tratar que aprenda su hijo, haciéndole ver que su esfuerzo para aprobar las asignaturas no es nada comparado con el de los chicos que deben ayudar trabajando en los oficios de sus padres (herreros, vendedores de leña, albañiles...) y cuyo ambiente social no es en muchas ocasiones el más propicio para los estudios. Además, no solo estudia la gente de su edad:

"Piensa en los obreros que van a la escuela por la tarde después de haber trabajado todo el día, en las mujeres, en las chicas de pueblo que van a la escuela el domingo, después de haber trabajado durante toda la semana; en los soldados que echan mano a los libros y a los cuadernos cuando vuelven agotados de las maniobras; piensa en los chicos mudos y ciegos, que a pesar de todo estudian; e incluso los prisioneros, que también ellos aprenden a leer y a escribir."

En la escuela Enrico va a conocer a compañeros inolvidables, que representan distintas cualidades: Garrone o la nobleza, Derossi o la inteligencia, Crossi o la humildad, Coretti o la amistad, Stardi o el afán de superación... También existe la oveja negra, representada por Franti, un muchacho díscolo y rebelde, que siempre opta por atormentar al más débil. Por encima de todos, su venerado maestro, que no solo educa a sus alumnos en el conocimiento, sino que pretende que sean buenos ciudadanos.

En Corazón el patriotismo, que no está reñido con las ideas socialistas del autor, es la cualidad que condensa todas las demás. Quien es patriota ama a su país, ve al resto de ciudadanos como hermanos y es capaz de derramar su sangre en defensa de estos y de su rey. Es curioso que en esta ecuación apenas se nombre a la religión, pero sus razones tendría Amicis para no hacerlo. Llama también la atención la continua presencia de la muerte y la enfermedad en la narración de Enrico: muere algún compañero del colegio, alguna madre, los niños enferman gravemente y él mismo está a punto de fallecer a causa de unas fiebres: el índice de mortandad en aquella época era todavía muy alto.

Uno de los elementos más interesantes de la novela es que intercala los llamados cuentos mensuales, narrraciónes dentro de la narración, cuyos protagonistas son niños o adolescentes que se sacrifican de alguna manera para ayudar a su familia, a la patria o simplemente a los demás. Entre ellos destaca De los Apeninos a los Andes, cuyo protagonista, Marco, fue popularizado en España a través de una serie de dibujos animados que se estrenó a finales de los setenta. Resulta curioso este pasaje, una descripción de la ciudad de Buenos Aires que parece firmada por la pluma de Jorge Luis Borges:

"Era una calle recta y sin fin, pero estrecha, flanqueada por casas bajas y blancas (...) A cada tramo del camino, girándose a derecha e izquierda, él veía otras dos calles que huían rectas hasta perderse de vista, flanqueadas también por casas bajas y blancas, y llenas de gente y de carros, y cortadas al fondo por la línea recta de la inmensa llanura americana, similar al horizonte del mar. La ciudad le parecía infinita; sentía que se podía caminar durante días y semanas viendo siempre aquí y allá otras calles como aquellas, y que toda América estuviera cubierta de ellas."

Corazón, del que se dice que era el libro favorito del general De Gaulle, resulta así un libro idóneo para ser leído varias veces en la vida, a distintas edades. La primera lectura dejará un poso imborrable. Las siguientes serán un ejercicio de nostalgia en el que se valorará el mérito literario de una novela cuyos valores pueden haber quedado algo anticuados, pero cuyo mensaje cívico sigue plenamiente vigente en estos tiempos en los que se pone en duda el valor de la escuela pública.