sábado, 29 de octubre de 2011

CAVALLERIA RUSTICANA (1883), DE GIOVANNI VERGA. COSTUMBRES SICILIANAS.


Cuando me mandaron este libro de cuentos me llamó la atención desde el principio. Sabía que me iba a gustar, pero la sorpresa ha sido mayúscula cuando me he visto a mí mismo degustando cada cuento con un placer que no recordaba desde hacía tiempo. Y es que Giovanni Verga, con esa sencillez tan elaborada, nos introduce en las costumbres de la vida siciliana sin ahorrarnos estremecimientos. Y es que en aquella región dominada por los terratenientes, la vida de las bestias y la de los campesinos valían lo mismo. Dejo aquí un ejemplo de como se las gastaban algunos curas, que aprovechaban para ser también terratenientes (la escena es de una confesión):

"- Padre, me acuso de haber hablado mal de usted, que es un siervo de Dios, porque este invierno nos hemos quedado sin habas ni trigo por culpa suya.

- ¡Por culpa mía! ¿Es que yo decido sobre el buen o el mal tiempo? ¿O debo tener las tierras sólo para que vosotros sembréis y hagáis vuestro contento? ¿Acaso no tenéis conciencia o temor de Dios? ¿Por qué venís entonces a confesaros? El diablo os tienta para haceros perder el sacramento de la penitencia. Cuando decidís tener todos esos hijos, ¿no pensáis que son bocas que comen? ¿Y qué culpa tengo yo si luego no tenéis suficiente pan? ¿Os he dicho yo que tengáis tantos hijos? Yo me hice sacerdote para no tenerlos."


Aquí el artículo:


Giovanni Verga (1840-1922) tuvo la suerte de nacer en el seno de una familia adinerada en una tierra, Sicilia, donde el retraso social y económico ha sido secular. De hecho, se pudo permitir el capricho de abandonar sus estudios de Derecho para dedicarse a su auténtica ambición, que era la de ser escritor. Las posibilidades de darse a conocer como narrador en Catania eran escasas, por lo que acabó viviendo en Florencia y en Milán, ciudades con una vida cultural mucho más intensa.

Verga fue un autor exitoso desde sus comienzos, pero este éxito no se fundó al principio en la calidad de su prosa, sino en la producción de auténticos folletines románticos, tan de moda en aquella época. Pero el autor siciliano buscaba algo más y la lectura de los escritores naturalistas le proporcionó la base para adaptar sus historias a un estilo más siciliano, que llamó verismo.

Y este verismo le sirve a Giovanni Verga para trazar un retrato nada complaciente de las gentes de Sicilia y su forma de vida. El sur de Italia aparece ante el lector como una de injusticias seculares, poblada por campesinos ignorantes cuyo único anhelo es sobrevivir, sin demasiadas perspectivas de futuro. Una tierra donde las desigualdades más brutales son la norma, donde el cacique impone su ley, con el apoyo de la Iglesia.

Esta imagen de Sicilia es evocado magistralmente por Francis Ford Coppola en la primera parte de El padrino cuando Michael, huyendo temporalmente de los Estados Unidos, recala en el pueblecito de Corleone. De hecho, Verga nombra en alguno de sus cuentos a las llamadas Compagni d´Armi. Creadas en el siglo XVI, en principio se trataba de grupos de voluntarios destinados a guardar los campos de labor pero finalmente los caciques y terratenientes los usaron como una especie de ejército privado para mantener a raya a los campesinos. Muchos historiadores coinciden en que son el precedente de la famosa Mafia siciliana.

El ideal de Verga como narrador es la escritura desnuda de subjetividad, donde el lector no pueda identificar al narrador y quede imbuido por la desnudez del relato. Así lo expresa, de manera tan insólita como genial, al comienzo de su relato La amante del Grama:

"Entre tanto, creo que la victoria de la novela, la más completa y la más humana de las obras artísticas, se conseguirá cuando la afinidad y la cohesión de cada una de sus partes estén tan acabadas que el proceso creativo continúe siendo un misterio, como el sucederse de las pasiones humanas; y cuando la armonía del estilo sea tan perfecta, la sinceridad de sus contenidos tan evidente, su modo y razón de ser tan urgentes, la mano del artista será del todo invisible que la novela alcanzará la traza de lo realmente sucedido; la obra de arte parecerá haberse hecho por sí misma, haber madurado y surgido como un hecho natural, sin mantener ningún contacto con su autor; cuando ésta no mantenga en su estilo ninguna traza de la mente de donde brotó, ninguna sombra de la mirada que la entrevió, ningún rastro de los labios que susurraron las primeras palabras, tal y como si fueran el fiat del creador; cuando exista por sí misma, por el simple hecho de que es como debe ser, y es necesario que sea, llena de vida e inmutable a un tiempo, como una estatua de bronce en la que el artista ha tenido el coraje supremo de eclipsarse y desaparecer dentro de su obra inmortal."

Cavalleria rusticana es quizá el cuento más famoso de Verga, sobre todo por la ópera de Pietro Mascagni que se basó en el mismo y su aparición en la tercera parte de El padrino, donde también las tierras sicilianas cobran protagonismo. Se trata de un relato de estructura sencilla, dedicado a uno de esos temas que tanto excitan la imaginación de los viajeros a tierras sureñas: los duelos y ajustes de cuentas por el amor de una mujer, esos arrebatos terribles que sólo pueden terminar con la muerte sangrienta de uno de los contendientes.

Una de las mejores narraciones del autor siciliano es Malpelo el pelirrojo, que resume muy bien la fatalidad a la que el destino condena a ciertos hombres por el mero hecho de su nacimiento. En el caso del joven protagonista, el desprecio al que es sometido le viene por ser pelirrojo "y si era pelirrojo es porque se trataba de un chico malintencionado y ruin que prometía convertirse en un buen bribón". Los días de Malpelo transcurren en la cantera, donde ve morir a su padre de un terrible accidente. La cotidianidad del trabajo en la cantera, la crueldad de los obreros, que tratan a Malpelo peor que a una bestia y la brutalidad de las condiciones laborales son retratadas con trazos tan precisos como terribles. Pero aún dentro del infierno hay círculos. Malpelo encontrará dentro de la cantera a un ser aún más desgraciado que él, al que protegerá y le enseñará la escuela de la vida a base de golpes:

"- ¡Eh bestia! ¡Eres una bestia! Si no eres capaz de defenderte de mí, que no te deseo mal alguno, eso quiere decir que ¡te dejarás pisotear por cualquiera!"

Un relato que recuerda poderosamente al de Malpelo es Historia del asno de San José, donde Verga es capaz de asomarse a la triste historia de una bestia de carga, cuyo precio se va devaluando cuanto más vieja se va haciendo y hacer sentir al lector las crueldades a la que es sometida con tal de hacer rentables las liras invertidas en ella. Aquí poco se diferencian las personas de los animales, sometidos implacablemente a la lógica del trabajo extenuante, única finalidad de su existencia.

En otros cuentos como El Reverendo, Verga denuncia el poder de la Iglesia personalizada en un hombre de sotana que prefiere lo temporal a lo espiritual ya que, partiendo de la miseria, se convierte en el terrateniente más poderoso de su pueblo. Algo similar a lo que sucede en La hacienda, donde un hombre pobre, a base de tesón y austeridad, consigue acumular una desmesurada cantidad de tierra, para darse cuenta al final de que no se las va a poder llevar consigo tras su muerte.

La escritua de Giovanni Verga está firmemente comprometida con el retrato de su tierra y posa su mirada en los más desfavorecidos, en su vida desgraciada y sin esperanzas, en la crueldad que producen la ignorancia y la pobreza, en las supersticiones, tanto religiosas como paganas, que sustituyen a la cultura. Una sociedad casi feudal, dominada por unos terratenientes a los que sólo le importa la rentabilidad de sus tierras, trabajadas por hombres y bestias a los que se trata con el mismo desprecio. Una región, hermosa como pocas, cuyo atraso viene provocado por sus proverbiales desigualdades.

NOVIO A LA VISTA (1954), DE LUIS GARCÍA BERLANGA. LOS FELICES AÑOS DIEZ.


Muy curiosa esta película de un primerizo Berlanga. Aunque es del año cincuenta y cuatro parece ser mucho más primitiva, aunque este hecho no le resta ni un ápice de encanto. En cierto modo esta película es un precedente de la serie "Verano azul". Familias de vacaciones y enfrentamiento generacional entre padres e hijos, pero sin la acidez y humor negro al que Berlanga acostumbraría posteriormente. Aquí se nota, y mucho, la mano de Edgar Neville.

Lo más curioso es que la trama no transcurra en los años cincuenta, quizá una época demasiado oscura y todavía hambrienta como para presentar familias felices. La historia nos lleva a principios del siglo XX cuando, en plena Primera Guerra Mundial, España disfruta de su condición de neutral haciendo un buen negocio. Fue una de las pocas decisiones inteligentes que se tomaron en el siglo pasado como país (habría que esperar a la transición para ver otra y ojalá pudiera decir lo mismo de la República, pero se cometieron demasiados errores). Si no entramos en la Segunda Guerra Mundial fue porque ya habiamos protagonizado el prólogo y estábamos demasiado exhaustos.

Llama la atención que una época en la que los personajes de las películas españolas era ingenuos y maniqueos, los adolescentes protagonistas de "Novio a la vista" parezcan más inteligentes y de espíritu más libre de lo que se estilaba en aquellos años. Muchos de los gags de la película son muy primitivos, casi de cine mudo, pero la historia es muy simpática, incluso algo anárquica y se deja ver. Lo mejor de todo: las discusiones entre los viejos militares, anquilosados en las doctrinas bélicas del siglo XIX, acerca de la Primera Guerra Mundial, cuya carnicería no podían ni siquiera intuir desde las cálidas costas de España.

DE NUESTROS PÁJAROS (1929), DE TRISTAN TZARA. DEL DADAÍSMO.


Nunca me han interesado demasiado ni el dadaísmo ni el surrealismo en su vertiente literaria. En la pintura sí que existen logros notables en esta tendencia. Recuerdo que una vez en el instituto el profesor de literatura nos habló de la escritura automática, es decir, coger un papel y escribir lo primero que te salga de la cabeza. Tristan Tzara en sus "Siete manifiestos dadá", animaba al lector a coger un periódico, recortar palabras al azar y construir así un poema. Lo contrario al arte, realmente. Seguramente mi rechazo personal por este movimiento tiene bastante que ver con mi devoción por el realismo y naturalismo del siglo XIX, con lo que quisieron romper estos artistas. Hay parte de la literatura del siglo XX que se compone de experimentos fallidos.

Dicho esto, y sumando mi poca costumbre de leer poesía (algo que tendré que ir rectificando poco a poco), no puedo decir mucho sobre los poemas de Tzara, sólo que son incomprensibles, porque así quería el autor que fueran. Aún así, a todos les recorre una vena artística que yo no soy capaz de disfrutar. Llaman poderosamente la atención los poemas cuyas líneas se deslizan hacia arriba o hacia abajo y aquellos que parecen carteles publicitarios. Hay que leer de todo y si es por obligación, con más razón. Quizá algún día mi pobre intelecto pueda acercarse con más garantías a esta clase de literatura.

jueves, 27 de octubre de 2011

DERRUMBE (2008), DE RICARDO MENÉNDEZ SALMÓN. LA CIUDAD DEL MAL.


Este mes voy a padecer una indigestión por tantos platos de Salmón que estoy tomando y, de propina, una sobredosis de discursos sobre el mal. Porque en "Derrumbe", el autor asturiano sigue hablando de lo mismo, aunque desde una perspectiva más cercana y que atemoriza más al ciudadano de a pie de nuestros tiempos que la mención de los nazis.

Porque el argumento de esta novela es absolutamente tremendo: una ciudad, Promenadia, donde comienza a actuar un asesino en serie que va dejando como recuerdo en sus cadáveres un zapato de su víctima anterior, aunque su actuación no parece seguir ninguna pauta. El policía encargado del caso, Manila, ve como su mundo de falsa seguridad se va desmoronando cuando paralelamente otro grupo de locos nihilistas que se hace llamar Los Arracandores se propone sembrar el miedo en la ciudad de manera indiscriminada y sin ni siquiera reivindicar nada a cambio. Manila descubrirá que sus seres queridos están más relacionados de lo que podría sospechar con ambos asuntos.

Promenadia, una ciudad occidental en la que sus habitantes han gozado hasta el momento de bienestar y seguridad, se transforma de la noche a la mañana en una especie de urbe apocalíptica, desembocando en el estallido del miedo más primario:

"Unos días antes en la cola de un supermercado o en la ventanilla de un banco, se mostraban altivos, cómplices, dueños de su orgullo. Hoy sólo tenían miedo. Pero era difícil saber cuál de ellos era el simulacro y cuál era el real."

Interesante pregunta, saber si el estado del hombre civilizado con sus falsas seguridades es artificial y el auténtico es una existencia basada en el miedo y en el continuo estado de alerta ante peligros desconocidos, terribles y acechantes. Como dice el mensaje de Los Arracandores:

"El mal encuentra justificación en su existencia. El mal no necesita prueba ontológica, ni reducción al absurdo, ni fe o profestas. El mal es su propia expectativa.

Mi vida me ha enseñado que es el bien lo que precisa de justificación. Es el bien lo que necesita un por qué, una causa, un motivo. Es el bien lo que, en realidad, constituye el más profundo de los enigmas."

"Derrumbe" me produce cierta sublevación como lector. Me da la impresión de que no es más que una sucesión de hechos a cual más terrible, que ocurren simplemente porque al mal no hay que justificarlo. Como en esas películas en las que el argumento se basa en dar continuos sustos al espectador y en mostrar imágenes cada vez más truculentas, la narración de Menéndez Salmón es un tour de force que quiere justificarse con las palabras antes reproducidas.

La novela está bien escrita, sí (aunque de los tres que he leído suyos, me sigo decantando por "La luz es más antigua que el amor"), la estructura se hace más compleja respecto a "La ofensa", pero la historia difícilmente se sostiene, si no es basándose en el terror por el terror. Además, al pobre Manila se le acumulan tal cantidad de desgracias que acaban restándole credibilidad como personaje. Tampoco me gustan ciertas expresiones excesivamente rebuscadas que utiliza el novelista, que denotan cierta pedantería, y en esto estaban de acuerdo algunos de los compañeros del club de lectura. A veces es mejor escribir con un lenguaje más diáfano y no tan pretencioso, sin restar méritos en ningún momento a la prosa solvente que siempre muestra Menéndez Salmón. Esperaremos un poco antes de emprender la lectura de la tercera parte de la trilogía del mal.

miércoles, 26 de octubre de 2011

23 PUÑALADAS (2008), DE LUCA CANALI. HACIA LOS IDUS DE MARZO.


Estoy viendo en la actualidad la magnífica serie de la HBO "Roma" y esto me motiva a leer acerca de esa época. La HBO es una de las mejores cosas que le ha pasado a la historia de la televisión. Sólo puede estar agradecido de su existencia quien ha pasado horas disfrutando de "A dos metros bajo tierra", "Los Soprano" y ahora "Roma". En esta serie se narra una de las épocas más turbulentas de la historia del Imperio Romano, o más bien el proceso que transformó una República en Imperio y como Octavio Augusto salió triunfante del nido de víboras que era la política romana.

En la primera temporada la trama se centra en Julio César, en como provoca una Guerra Civil para satisfacer su inmensa ambición de poder. César es mostrado como un personaje hábil, inteligente y clemente con sus enemigos, pero que también sabe como usar las alcantarillas del Estado en su beneficio. El César que nos muestra Luca Canali en este libro que leí este verano es un hombre cansado, que está viviendo los últimos días de su vida sin saberlo y que escribe un diario por el placer de hablar consigo mismo en una existencia en la que hay pocas oportunidades para la intimidad:

"En mi vida, de todos modos, no me he dejado nunca condicionar por la amargura. A veces reflexiono sobre los problemas, los discierno, encuentro posibles caminos que parecen cerrados, mi pensamiento se desata, la fantasía - su sierva necesaria - se libera de la árida realidad que amenaza con aplastarlo. Todo esto es para mí la soledad física, es decir, la ausencia de compañía molesta. Lo que ahora me irrita en cambio es la soledad moral, mi sospecha, o la constatación, de tener pocos amigos condicionados por las relaciones de poder y por un interés personal"

El estilo del libro parece que toma de modelo el del propio César en sus conocidas "Guerra de las Galias" y "Guerra Civil": austero y directo. En su diario repasa distintos episodios de su vida e intenta justificarse a sí mismo, como cuando expone la invasión de la Galia como una especie de "guerra preventiva" destinada a impedir futuras emigraciones hacia el sur de los pueblos que habitaban esas tierras:

"Solo los ilusos pueden pensar en un proceder histórico fundado sobre la paz y la solidaridad entre los pueblos y los individuos. Se puede estar seguro de que los historiadores de estirpe gala o germánica verán el desarrollo de los hechos en un modo opuesto al mío. Pero esa es una de las mil paradojas que iluminan la historia y la vida."

Hay cierta melancolía en la voz de César, que es la voz de la soledad del poder. A veces parece anhelar, ahora que parece haber vencido a todos sus enemigos, los tiempos en que cada día era un reto nuevo que superar. El dirigente vencedor sabe que la victoria tiene muchos amigos pero ¿cuantos no son hipócritas que conspiran en las sombras?

Canali ha escrito un libro interesante, haciendo hablar a un César con la sabiduría que da la experiencia, pero no se trata de una novela en absoluto original, puesto que la vida de Julio César ha sido contada ya mil veces. Si se quiere leer una narración realmente soberbia acerca de aquellos días recomiendo (obviando a Shakespeare) "Los idus de marzo", de Thornton Wilder

NUEVO BLOG DE LA ASOCIACIÓN CULTURAL CRISTOBAL CUEVAS.


Hace un par de semanas pusimos en marcha un blog para recoger las actividades y las inquietudes de los miembros de la Asociación Cultural Amigos de la Biblioteca Cristóbal Cuevas, así como para publicitar la existencia de la misma. Pues eso, que yo también lo publicito y les dejo aquí el enlace por si quieren ustedes pasarse a echar un vistazo:

http://asociacioncristobalcuevas.blogspot.com/

martes, 25 de octubre de 2011

LA OFENSA (2007), DE RICARDO MENÉNDEZ SALMÓN. EL BUEN ALEMÁN.


Me parece que este fue el libro que dio a conocer a Menéndez Salmón a un público amplio. Publicado por Seix Barral, cuenta la historia de un joven que vive apaciblemente en una ciudad alemana cuando estalla la Segunda Guerra Mundial y es reclutado por el ejército alemán para participar en la invasión de Francia.

Hay que decir que, contra lo que muchos creen, muchos soldados alemanes no comulgaban con la ideología nazi, incluyéndose entre estos a muchos mandos. Un muchacho como Kurt (muy evocador, el nombre del protagonista), que recibía una notificación para incorporarse a las fuerzas armadas no tenía más remedio que obedecer si no quería enfrentarse a graves consecuencias. Todo adquiere mayor dramatismo si el nuevo recluta tiene una novia judía a la que el Estado por el que está luchando asesinará tarde o temprano.

Kurt es un ser especialmente sensible pero, paradojicamente, ante la contemplación de una masacre perpetrada por sus propios compañeros perderá toda sensibilidad, como si se hubiera convertido en un muerto en vida:

"Pero ¿y el horror? ¿Cómo reacciona el cuerpo de un hombre ante la presencia del horror? Grita, sí. Y hace que el corazón bombee más sangre, sí. O, por el contrario, paraliza sus músculos para no ser agredido. El espectro de respuestas que el horror genera en el cuerpo es amplísimo. El cuerpo sorprende entonces por su plasticidad. Hay cuerpos que se atenazan y cuerpos que se liberan; hay cuerpos que se arrastran y cuerpos que se elevan. Pero ¿puede un cuerpo dimitir de la realidad? ¿Puede un cuerpo ante la agresión del mundo, ante la fealdad del mundo, sustraerse a sus funciones, negarse a seguir siendo cuerpo, suspender sus razones, abdicar de ser lo que es; esto es, abdicar de ser una máquina sensible? ¿Puede un cuerpo decir: "Basta, no quiero ir más allá, esto es demasiado para mí"? ¿Puede un cuerpo olvidarse de sí mismo?"

Ante tan extraña enfermedad, será ingresado en un hospital. Allí es testigo de que las fuerzas del bien también deben coquetear con el mal para lograr sus propósitos. Algo demasiado obvio para cualquier estudioso de la historia. Menéndez Salmón dio comienzo con esta novela a la llamada "Trilogía del mal", que se completa con "Derrumbe" (que estoy acabando de leer) y "El corrector". Sucede que su siguiente novela "La luz es más antigua que el amor" vuelve a incidir en los mismos temas, que parecen obsesionar al autor. Su estilo de escritura y la estructura narrativa son mucho más sencillos que en "La luz es más antigua que el amor", pero no así su mensaje, de un pesimismo (muchos dirían que realismo) extremo. Lo cierto es que yo esperaba bastante más de esta novela, excelente en muchos pasajes, pero que peca de simplicidad, a pesar de la aparente complejidad de su pensamiento:

"(...)comprendió que el asombro, al fín y al cabo, es una categoría de lo cotidiano y que sólo hay un dios, el azar, y que sólo existe una religión, la casualidad, y que cualquier otra interpretación de la vida y de sus accidentes no sólo está abocada al fracaso, sino que condena a la más absoluta ceguera."

sábado, 22 de octubre de 2011

MAUS (1991), DE ART SPIEGELMAN. EL GATO Y EL RATÓN.


Mi debilidad por la narrativa gráfica y por la Segunda Guerra Mundial confluyen en este cómic. Pero este no es un cómic cualquiera. "Maus" es una de las obras que más han contribuido a dignificar el séptimo arte y popularizarlo entre los consumidores de productos culturales de calidad. Fue el primer y único cómic (hasta el momento) ganador de premio Pulitzer. Aquí el artículo:

Art Spiegelman es uno de esos autores del noveno arte, junto a otros como Will Eisner o Hugo Pratt, capaces de conseguir que su obra trascienda el ámbito marginal en el que tradicionalmente se ha movido el cómic y llegue al público consumidor de productos culturales de prestigio. Que una historia concebida en el soporte de la narración gráfica ganara el Premio Pulitzer en el año 1992 fue un acontecimiento tan sorprendente como esperanzador para quienes piensan que el cómic no es un medio de expresión menor, sino que puede ser la plataforma para contar historias memorables de una forma original y artística. "Maus hizo que los dibujantes dejáramos de ser unos apestados y subiéramos de categoría. Nos permitió dejar de ser contracultura para convertirnos en cultura", declaró Spiegelman en una ocasión.

Antes del éxito de Maus, Art Spiegelman era conocido sobre todo como autor underground y responsable de la revista Raw. Aunque es demasiado joven como para haber vivido el Holocausto, su existencia ha estado siempre condicionada por estos hechos históricos, ya que sus padres estuvieron en Auswichtz y un hermano mayor murió a manos de los nazis. El Holocausto era una herida que aún supuraba en su familia y quizá para conjurar esos fantasmas se le ocurrió que el mejor material para contar una historia estaba en la terrible experiencia de sus padres. Maus fue publicado por entregas en la revista Raw en los años ochenta. Posteriormente sus dos partes se publicaron en un volumen unitario.

La Solución Final de los nazis a lo que ellos denominaban problema judío ha dado pie a mucha literatura, a estudios históricos, a obras cinematográficas e incluso series de televisión. Adoptar un punto de vista original para contar una historia sobre el Holocausto no era tarea fácil, pero Spiegelman lo resolvió animalizando a sus personajes, como si de dibujos animados se tratara, pero dando a sus imágenes toda la crudeza que demanda un asunto tan sórdido como el exterminio de seres humanos en masa.

Aquí los judíos son presentados como ratas que son cazadas con suma facilidad por los felinos nazis. Los polacos son cerdos, quizá como referencia a su papel pasivo, cuando no entusiasta, frente a la aniquilación de sus propios vecinos. En la estremecedora película documental Shoah, dirigida por Claude Lanzmann, algunos polacos no pueden evitar sonreír y se regocijan recordando aquellos momentos, cuando los nazis dieron escape a su antisemitismo latente.

Spiegelman no se limita a narrar el itinerario de sus padres hasta los campos del horror, sino que su relato sirve de excusa para hablar sobre las difíciles relaciones con su progenitor, un hombre de trato difícil, muy afectado por las experiencias del pasado y con el que es muy difícil convivir, pues, entre otras cosas, se le quedó grabada a fuego la idea de que, aún contando con considerables ahorros en el banco, la mejor forma de vida es la austeridad más absoluta, que en su caso linda con la avaricia. Cualquier pequeño dispendio que no sea totalmente necesario le parece un crimen y así se lo hace saber continuamente a quienes le rodean.

El propio autor tampoco se muestra a sí mismo como un ser perfecto, sino más bien como un hijo amante de su padre, pero también sumamente interesado, por encima de todas las cosas, en conocer el relato de su vida para culminar su proyecto historietístico, aún cuando se da cuenta de que sacar sus recuerdos a la luz hace sufrir a su progenitor. Y es que el interés de Spiegelman no es tan sólo artístico. Él necesita explicaciones. Explicaciones por una infancia tan dura, por haber sido siempre comparado a su hermano fantasma, conocer, en suma, qué fue el Holocausto y por qué sigue teniendo consecuencias en su propia vida tantas décadas después.

El calvario de los judíos polacos durante la Segunda Guerra Mundial es bien conocido. Vladek, el padre de Spiegelman, tuvo que alistarse en el ejército en la breve resistencia de Polonia contra el poder alemán. Una vez ocupado el país, la vida de los judíos va haciéndose progresivamente más difícil. Si al principio son confinados en guetos, posteriormente serán llevados a campos de trabajo o de exterminio, donde se materializan las tristemente célebres selecciones. Vladek va a lograr sobrevivir con una mezcla de tesón, experiencia en los negocios, habilidad para cualquier tipo de trabajo y suerte. Además, el amor por su mujer y las ganas de estar junto a ella (llegará a poder ayudarla en la distancia) mantienen viva la llama de su esperanza de superviviente.

El dibujo de Spiegelman puede resultar un poco chocante al principio para quienes no suelen moverse en este medio, pero pronto el lector se familiariza con la lógica del relato. Después de decenas de páginas contemplando los avatares de los personajes convertidos en ratas, impresiona la foto auténtica de su padre vestido de prisionero que Spiegelman coloca casi al final de la narración, como homenaje a quien supo sobrevivir al infierno.

Como es sabido, muchos supervivientes judíos se establecieron en Palestina y lograron que la ONU reconociera el Estado de Israel. No es algo comparable al Holocausto, ni mucho menos, pero los israelitas de hoy día tienen confinado al pueblo palestino en un auténtico gueto. Esta historia se narra magistralmente en otro cómic imprescindible: Palestine, de Joe Sacco.

EL LOCO DEL PELO ROJO (1956), DE VINCENTE MINNELLI. EL ARTISTA ATORMENTADO.


Vuelvo a ver este clásico de Vincente Minnelli al hilo de la reciente lectura de "El paraíso en la otra esquina", de Mario Vargas Llosa y resulta ser aún mejor de como lo recordaba. Van Gogh aparece en un principio como un hombre místico y desprendido, que quiere dedicar su vida al servicio de los demás, pero no sabe como hacerlo. La sombra de su familia es demasiado alargada y sus desórdenes mentales se agudizan ante la presión de sentirse útil, de formar una familia, de agradar a los progenitores.

El encuentro entre Van Gogh (un perfecto y pasional Kirk Douglas) y Gauguin (un Anthony Quinn que se llevó un merecido Oscar por su interpretación) es el punto culminante de la película y se narra también en la novela de Vargas Llosa. Del encuentro entre dos personalidades tan antagónicas sólo podía estallar la tormenta, como así sucedió. Ahora he leído que han publicado una biografía que asegura que Van Gogh ni se cortó la oreja ni se suicidó, sino que murió por un disparo accidental. Si es así, el mito perdería parte de su encanto, pero su arte permanecería igual de perturbador.

El observador que está ante un cuadro de Van Gogh no puede sino sentir parte de la angustia y fiereza que el artista dejaba en el trazo de sus pinturas, esos colores fuertes y arrebatadores, que están presentes en la fotografía de la película de Minnelli, que parece un cuadro impresionista. Van Gogh no fue un intelectual ni nada por el estilo. Fue un hombre incapaz de integrarse en la sociedad en la le tocó vivir y que tuvo la desgracia de no ser reconocido como un artista grandioso hasta después de su muerte. Esta película es capaz, gracias a la interpretación maravillosa de Douglas, de acercar al gran público la personalidad de este pintor irrepetible.

miércoles, 19 de octubre de 2011

EL FUTURO DEL LIBRO.


A mí me parece un aparatito fascinante. No hace un año que lo tengo y se ha vuelto imprescindible en mi vida como lector. Tiene muchos detractores, que se oponen a leer de una manera distinta a como se ha hecho toda la vida. El otro día le pregunté a Antonio Soler y dijo que él nunca iba a renunciar a la individualidad de un libro de papel. Yo creo que el debate no va acerca de si el libro electrónico terminará imponiéndose o no, sino sobre sus ventajas e inconvenientes, porque está claro que dentro de unas décadas el libro tradicional tendrá el mismo papel que tienen actualmente los discos de vinilo: un objeto de coleccionista. Y no seré yo el que le de la espalda al formato con el que aprendí a leer, pero nuestros herederos no tendrán este sentimentalismo.

Indudablemente, para mí, que soy un lector empedernido con un espacio limitado para guardar mis libros el libro electrónico es como una utopía hecha realidad. Lo que se impone ahora es que la industria se ponga las pilas y comience a trabajar con este formato ofreciendo productos de calidad a precios muy muy razonables. Yo estoy dispuesto a pagar (siempre me he dejado ingentes cantidades de dinero en libros), siempre que el precio actual se rebaje sustancialmente. Les dejo un interesantísimo artículo del escritor Jorge Volpi aparecido el pasado sábado en El País. Él sí lo tiene muy claro:

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Requiem/papel/elpepiopi/20111015elpepiopi_12/Tes

EL CAMINO DE LOS INGLESES (2004), DE ANTONIO SOLER. LLUVIA DE VERANO.


El jueves pasado el club de lectura de la Biblioteca Provincial, al que pertenezco, celebró su ya tradicional encuentro con el club de lectura de la Biblioteca de Archidona, en el marco del festival de cine "Archidona Cinema", en su sección dedicada a Cine y Literatura. Este año la programación incluía el visionado de "El camino de los ingleses", de Antonio Banderas y el encuentro con Antonio Soler, autor de la novela, que previamente habiamos leído todos.

Yo tenía muchas ganas de tener la oportunidad de acercarme a la novela de Soler, sobre todo porque transcurre en mi barrio, por lo que conozco perfectamente todos los escenarios por los que se mueven los personajes. Además, el hecho de haber sido premiada con un galardón tan prestigioso como el Nadal es una garantía de calidad.

Pues bien, a pesar de contar con una prosa excelente, "El camino de los ingleses" no me ha gustado. Presenta una trama bastante endeble y Soler se recrea en las acciones de sus personajes de forma excesiva, queriendo imbuir su relato de poesía, dando una trascendentalidad exagerada al gesto más cotidiano. Mientras transcurren los meses estivales, el escritor está constantemente haciendo referencia al hecho de que los personajes están viviendo su último verano juntos, es decir a la idea de un tiempo que se esfuma y un futuro que está lleno de posibilidades:

"Tendrás suerte o no, pisarás ciudades que esta gente que nos rodea ni siquiera sabe que existen o te quedarás aquí sin salir de la tienda en la que trabajas hasta que muera el dueño y luego sigas trabajando para tus hijos, pero tienes que saber, estar seguro, que eres distinto y que el mundo te pertenece. El mundo siempre le pertenece a quienes son capaces de romper el círculo que el destino o los demás les tienen preparado. No debe importarte que no te reconozcan, que se aprienten unos contra otros para que no salgas de tu frontera pequeña y estrecha. Sienten que cada vez que alguien sale de ese círculo es un pájaro que se les ha escapado de entre las manos. Alguien capaz de volar."

Como ya he dicho, no sucede gran cosa (si obviamos lo espiritual) en la trama de la novela. Los personajes son chicos de barrio que anhelan algo más en sus vidas, aunque no sepan qué. Miguelito Dávila, el protagonista, ha leído "La Divina Comedia" y decide que va a ser poeta, aunque la señorita del casco cartaginés tenga que decirle que existen otros poetas que le precedieron, como si no fuera obvio. En realidad Miguelito nunca llegará a cumplir ninguno de sus sueños, puesto que no tiene los pies en el suelo. Hay que hablar de otros personajes, cuya sordidez moral, caso del Babirusa o de Rubirosa, el representante de lencería, tiene poco que ver con la poética del relato. Babirusa, el personaje más conseguido, es un ser deleznable: atormenta a su abuelo, ejerce violencia gratuita cuando le place y se pelea por echar un sórdido polvo con la gorda de la Cala. Aún así mantiene una fidelidad a prueba de bombas con sus amigos, aunque su actuación en los últimos capítulos desencadene un final de acciones paralelas que es lo más destacable, tanto en la novela como en la película.

Antonio Soler lo dijo en el coloquio: "Se trata de una novela acerca de la destrucción de las ilusiones. Soy un pesimista." Y realmente se trata de una narración con poca piedad por los anhelos de la mayoría de sus criaturas. Pero eso es lógico: la vida no se lo pone fácil a los hijos de los barrios obreros.

Respecto a su versión cinematográfica, dirigida por Antonio Banderas, poco hay que decir, sino que el director malagueño se estrelló con una propuesta arriesgadísima, donde la poesía y la música ahogaban (literalmente) el discurso de los personajes. Es queja generalizada de quien ve esta película que a los intérpretes no se les entiende lo que dicen. ¿Problema de dicción de los actores, del sonido? No lo sabemos, pero en el cine es fundamental que nos enteremos de los diálogos y que no todo se base en unas imágenes presuntamente simbólicas, que ni siquera se han rodado en su mayoría en los escenarios donde sucede la novela. El Pimpi queda más bonito que el Rey Pelé, pero uno de los fundamentos de la narración es precisamente que las vidas de los personajes transcurren en un barrio humilde. De la interpretación de la mayoría de los actores, mejor no hablar, aunque se salva, como en la novela, el personaje de Babirusa, muy bien interpretado por Raúl Arévalo.

Me quedo con una frase genial que pronunció esa noche Antonio Soler en el coloquio: "Los clubes de lectura son como las catacumbas de los antiguos cristianos". Ocultos, ignorados por una sociedad que sólo se ocupa del fútbol y de los personajes del corazón, aunque no depositarios de la verdad absoluta. Sólo de las múltiples visiones del mundo que están en los libros.

ROSETTA (2005), DE BARBARA EWING. EL EMBRIÓN DE LA EGIPTOLOGÍA.


La literatura y la historia son dos de mis grandes pasiones, por eso me resulta extraño hasta a mí que no sea demasiado aficionado a la novela histórica. Quizá porque entre la inmensa oferta literaria existente hay otras opciones que me llaman más la atención. Lo cierto es que cuando quiero leer historia suelo acudir al género ensayístico, teniendo especial debilidad por los historiadores británicos.

Digo esto, porque cuando me llegó por correo este novelón de seiscientas páginas de la desconocida Barbara Ewing me eché a temblar, ya que tenía la obligación de leerlo. La portada no presagiaba nada bueno, pues tenía toda la pinta de ser una novela histórica de vertiente romántica. La leí este verano, pues los calores estivales son muy apropiados para leer acerca de Egipto. Y lo cierto es que me llevé una sorpresa.

"Rosetta" no es una obra maestra literaria, ni pretende serlo. Sus pretensiones son mucho más modestas, pero las cumple sobradamente. En primer lugar Ewing realiza un retrato de época muy acertado y documentado. Nos encontramos a principios del siglo XIX, en los albores del enfrentamiento entre Francia e Inglaterra. Rosetta, la inglesa protagonista, fue bautizada con ese nombre porque su padre pasó una vez por esa ciudad egipcia. Estas circunstancias producen fascinación en Rosetta y durante toda la novela se mostrará como una mujer de infatigable curiosidad respecto a la egiptología, ciencia de la que en aquellos momentos se disponía de escasos conocimientos.

El descubrimiento casual de la piedra de Rosetta, realizado por el ejército de Napoleón va a cambiar todo esto. La piedra de Rosetta, que al parecer formaba parte de un muro de una casa de lugareños va a ser la clave para descifrar los jeroglíficos que se encuentran diseminados por todo el país. Tiene gracia el extraordinario entusiasmo con el que fue recibida esa posibilidad, tanto que se pensaba que los escritos del tiempo de los faraones iban a responder a las preguntas fundamentales de la vida. En realidad más bien ofrecían otro tipo de información que permitía reconstruir la historia de una civilización que duró milenios y de la que todavía desconocemos muchos detalles. Cuando Napoleón estuvo por allí con su ejército, las antigüedades arqueológicas estaban en todas partes y un occidental avispado podía recorrer el país prácticamente recolectando lo que iba encontrando por el camino. Claro que viajar por el Egipto de aquella época era una misión arriesgada...

A principios del siglo XIX la sociedad inglesa era tan machista como todos nos podemos imaginar. Durante toda la novela veremos actuar a hombres que utilizan a la mujer a su entera conveniencia. Ejemplo de ello es la amiga de Rosetta, que se casa con un encantador clérigo que resulta ser un hombre tiránico y brutal en la cama. Como casi todos. Las clases dominantes británicas son presentadas como un conjunto de hipócritas y chupasangres. corrompidos hasta la médula, sin excluir a la realeza. No es complaciente la novela en asuntos amorosos con sus protagonistas, en una época en que el romanticismo podía aparecer en las novelas, pero raramente en la vida real.

Las mejores páginas de "Rosetta" se encuentran casi al final del libro, cuando la protagonista emprende su soñado viaje a Egipto, aunque lo realiza en unas circunstancias muy difíciles, que le hacen ver que su paraíso soñado de los faraones es en realidad un país sucio, ignorante, violento y peligroso, aunque fascinante, pues las huellas de la antigua civilización siguen allí. Una novela bien escrita, que se digiere bien, a pesar de su extensión y que deja al lector con ganas de ampliar sus conocimientos sobre Egipto.

domingo, 16 de octubre de 2011

UNA HABITACIÓN PROPIA (1929), DE VIRGINIA WOOLF. UNA VENTANA AL FUTURO DE LA MUJER.


Es este un libro tan citado como poco leído. No constituye solamente una reivindicación de los derechos de la mujer, sino también de los de las clases menos pudientes, que se unen al género femenino en el grupo de los desheredados de la historia, aquellos a los que nadie ha prestado voz y que han tenido que sufrir su triste papel en silencio.

Virginia Woolf quiere conseguir lo que hasta ese momento había estado vedado: dar voz a las mujeres, que sean novelistas, poetas, ensayistas, que aporten a la humanidad la visión femenina de la realidad, algo que asombrosamente hasta el momento no había interesado a casi nadie. La mujer siempre había sido retratada en la literatura (salvo notables excepciones en las escritoras pioneras como Jane Austen) desde el punto de vista masculino. Todavía no se ha llegado a la plena igualdad, pero nuestra época debe mucho a mujeres como Virginia Woolf, que trabajaron para llenar un vacío tan inmenso como ignorado. El interés actual de la mujer por la literatura es altísimo. Sólo hay que asomarse a cualquier club de lectura. Aquí el artículo:


Cuando pensamos en novelistas pioneras, aquellas que abrieron nuevos espacios para la creación literaria femenina, es inevitable referirse a Virginia Woolf, cuya escritura innovadora la convierte en una de las más importantes creadoras del siglo XX.

La biografía de la autora de La señora Dalloway (1925) está marcada por la enfermedad. Tras una infancia relativamente feliz en el seno de una familia que se relacionaba con eminencias literarias como Henry James o William Thackeray, su mundo se puso del revés con ls muertes sucesivas de su madre y su hermanastra. Estos hechos desencadenaron los primeros episodios de depresiones que le acompañarían durante el resto de su existencia, que se acentuaron con el posterior fallecimiento de su padre y los abusos sexuales que sufrió por parte de sus hermanastros, hasta el punto de que se le diagnosticó un transtorno bipolar.

Virginia Woolf formó parte del conocido como Grupo de Bloomsbury al que pertenecieron personalidades de la cultura tan influyentes como Bertrand Russell, Gerald Brenan o Ludwing Wittgenstein, lo que estimuló su ambición literaria creando obras tan perdurables como Al faro (1927) u Orlando (1928), que está considerada como una larga declaración de amor a Vita Sackville-West, su famosa amante. Su suicidio, en 1941, debido a un empeoramiento de su enfermedad, es uno de los más citados de la historia de la literatura.

Una habitación propia (1929), constituye toda una declaración de principios por parte de su autora y es uno de los textos reivindicativos más famosos de la literatura feminista. Lo primero que sorprende al lector, que cree conocer más o menos el contenido del texto por referencias externas, es el estilo tan directo que utiliza la escritora, como si estuviera describiendo en directo el flujo incesante de sus pensamientos. A la vez que escribe el ensayo, Woolf narra sus procesos mentales creativos, los caminos errados que ha seguido antes de llegar a las conclusiones definitivas y las dificultades superadas a la hora de abordar una temática que en aquellos años todavía estaba casi inédita.

La escritora comienza indagando el papel de la mujer en la historia, marcado por el continuo patriarcado en el que ha vivido la humanidad y se lamenta de la esclavitud que ha soportado el sexo femenino, al que nunca se ha dado la más mínima oportunidad de consagrarse al arte, provocando seguramente miles de frustraciones a lo largo de los siglos. Ni siquiera la historia oficial nombra a las mujeres, cuyas vidas son silenciadas con la más absoluta indiferencia. A Virginia Woolf le hubiera gustado tener a mano la monumental Historia de las mujeres ,que dirigió Georges Duby en la década de los noventa del pasado siglo, a la hora de abordar su trabajo.

Una de las teorías más interesantes de las que propone la escritora tiene que ver con la confianza en sí mismos que muestran los hombres en su vida cotidiana, propia de quienes tienen claro su lugar en el mundo. Para Woolf tiene mucho que ver con el sentimiento de superioridad que se consigue al creer que existen seres que están por debajo de ellos, las mujeres en este caso:

"Más que nada, viviendo como vivimos de la ilusión, quizá lo más importante para nosotros sea la confianza en nosotros mismos. Sin esta confianza somos como bebés en la cuna. Y ¿cómo engendrar lo más deprisa posible esa cualidad imponderable y no obstante tan valiosa? Pensando que los demás son inferiores a nosotros. Creyendo que tenemos sobre la demás gente una superioridad innata (...) De ahí la enorme importancia que tiene para un patriarca, que debe conquistar, que debe gobernar, el creer que un gran número de personas, la mitad de la especie humana, son por naturaleza inferiores a él. Debe ser, en realidad, una de las fuentes más importantes de su poder."

La lucha de la mujer por encontrar su lugar en el mundo ha sido lenta y silenciosa. Sólo a finales del siglo XVIII se empieza a generalizar la literatura escrita por mujeres y surgen figuras como las hermanas Brönte, George Eliot o Jane Austen, que ofrecen un punto de vista prácticamente inédito de la novela, en el que la mujer se retrataba por primera vez a sí misma y no mediante la visión que tenían los hombres de ellas. Pero a ellas les precedieron otras, mucho menos conocidas, como Frances Burney, Eliza Carter o Aphra Behn, que vivió en la segunda mitad del siglo XVII fue la primera escritora profesional de la literatura inglesa.

En cualquier caso las reivindicaciones de Virginia Woolf nunca son agresivas. Ella sabe perfectamente que el deseo de ver más libros escritos por mujeres no es un debate que esté en la calle y que a la gran mayoría de las personas que observa paseando desde su ventana es algo que les trae sin cuidado. Más bien intenta ser conciliadora y en ningún momento habla de superioridad de la mujer sobre el hombre, sino de naturalezas distintas. Es más, para ella la escritura más interesante surge siempre de una colaboración entre las partes masculina y femenina del cerebro humano.
Además, en su denuncia de la discriminación del grupo humano al que pertenece, la escritora tiene el acierto de incluir a una clase social: la de los pobres. Y citando al poeta Sir Arthur Quiller-Couch, escribe:

"(...) en Inglaterra un niño pobre no tiene muchas más esperanzas que un esclavo ateniense de lograr esta libertad intelectual de la que nacen las grandes obras literarias."

Desde la publicación de esta obra, ya sabemos, gracias Virginia Woolf, cuales son los elementos necesarios para consagrar una vida a la escritura: una renta de quinientas libras al año y una habitación propia, con pestillo en la puerta, para poder escribir novelas o poemas. Una reivindicación sencilla y nada utópica en nuestros días, pero de gran importancia para las mujeres en la historia de la literatura.

EL PASEO (1917), DE ROBERT WALSER. UN LUGAR EN EL MUNDO.


La escritura siempre tiene algo de locura, pues explicar el mundo a través de algo tan limitado como las palabras se antoja algo imposible. Robert Walser fue un hombre extraño y solitario que llevó una vida errante entre Suiza y Alemania sin encontrar su lugar en el mundo, aunque alcanzó cierta relevancia literaria, hasta que recaló en el sanatorio mental de Herisau, donde quizá encontró algo parecido a la felicidad dando largos paseos, como el que da el protagonista de esta novela, cuya lectura me ha proporcionado una rara serenidad, como si la vida se redujera a eso, a disfrutar de los placeres sencillos, a mirar con asombro todo lo que nos vamos encontrando en nuestro caminar. Lo cotidiano, lo que ni siquera vemos ya porque consideramos vulgar, es narrado por Walser con gran sensibilidad, la del hombre humilde que no tiene más ambición que posar su atenta mirada sobre el mundo. Walser murió mientras paseaba sobre la nieve. Que mejor manera de dejar este mundo y alcanzar la mitología literaria que con esa muerte tan sencilla.

Pero lo expresa mucho mejor que yo el poeta mexicano Luigi Amara, en un artículo publicado en la revista Letras Libres:

"Walser se interesa por las cosas sencillas, ordinarias, fugaces; por esa concatenación imprevista de minucias que a causa de su fluir y evanescencia invocan una mirada igualmente inestable y contraria a toda pedantería; una mirada que las haga brillar por unos segundos para dejarlas después perderse, irremediablemente, abismadas en su futilidad, hundiéndose en la corriente del hábito que todo lo enmohece y degrada."

Y yo me retiro discretamente y dejo que hable el propio Walser:

"Pero basta por completo con que yo mismo sepa lo que soy, y con que sea yo mismo el que mejor informado esté sobre mi persona. A menudo las apariencias engañan, señor mío y lo mejor es dejar el juicio sobre una persona a esa misma persona. Nadie puede conocer tan bien como él mismo a un hombre que ha visto y vivido tanto."

"Amaba en realidad la mayoría de lo que iba viendo de manera fogosa e instantánea."

"Yo me detenía y escuchaba, de repente se apoderó de mí un inefable sentimiento del mundo y una sensación de gratitud, unida a él, que brotaba del alma con violencia."

"Pasear (...) me es imprescindible, para animarme y para mantener el contacto con el mundo vivo, sin cuyas sensaciones no podría escribir media letra más ni producir el más leve poema en verso o prosa. Sin pasear estaría muerto, y mi profesión, a la que amo apasionadamente, estaría aniquilada. Sin pasear y recibir informes no podría tampoco rendir informe alguno ni redactar el más mínimo artículo, y no digamos toda una novela corta. Sin pasear no podría hacer observaciones ni estudios."

REGRESO AL FUTURO (1985), DE ROBERT ZEMECKIS. EL PORVENIR DE MI PASADO.


En el último episodio de esa serie magnífica llamada "A dos metros bajo tierra", la menor de los hermanos Fisher se despedía del resto de su familia para emprender su vida en solitario. Mientras recorría en automóvil la distancia entre Los Ángeles y Nueva York iban surgiendo imágenes del futuro del resto de los protagonistas de la serie y sobre la forma en la que cada uno de ellos iba a morir. Un final sobrecogedor para una serie memorable.

De algún modo la trama de las tres partes de "Regreso al futuro", que he revisado en estos días me ha recordado a este pasaje de la serie de Alan Ball. Dos de las reglas esenciales de la vida humana son que no podemos conocer el futuro ni cambiar el pasado. Al protagonista de las películas se le da la oportunidad de viajar en el tiempo, de conocer a sus padres cuando tenían su misma edad (unos 16 o 17 años, se supone) y de verse a sí mismo de cuarentón. Cualquier decisión, por nimia que sea puede hacer derivar la propia vida en un sentido o en otro y conocer nuestro futuro sería condenarnos a una angustia intolerable.

La película de Zemeckis es una de las que marcó estilo en los ochenta. Es bien conocido y estudiado el fenómeno que supuso la serie "Star Wars" para el negocio cinematográfico. El bombazo fue de tal calibre que todos los estudios quisieron revivir ese éxito y el cine se infantilizó en exceso. El camino de madurez que estaban experimentando creadores como Coppola, Scorsese o Polanski se atenuó y el protagonismo recayó en historias, mejor o peor contadas, con elementos fantasiosos dirigidas a un público familiar.

Desde luego esta nueva tendencia dio también obras memorables, como la serie de Indiana Jones o esta que comentamos, una historia muy dinámica con un guión inteligente, sobre todo en la primera parte. Ví la segunda sin muchas esperanzas, creyendo que me iba a encontrar ante una película realmente mala. A pesar de que el futuro que muestra en su primera mitad es bastante cutre, como si la estética de los ochenta se trasladara a nuestros años, hay que aplaudir el ritmo endiablado que sujeta al espectador al asiento y no lo suelta hasta el final. La tercera parte es un poco distinta a las otras dos, un homenaje al western y a la propia saga de "Regreso al futuro", también muy entretenida, pero de planteamiento algo más flojo. En cualquier caso, una saga que cumple su función de hacer pasar un buen rato al espectador, que incluso puede darle pie a reflexionar sobre su pasado, presente y futuro.

lunes, 10 de octubre de 2011

LAS RAZONES DEL CORAZÓN (2011), DE ARTURO RIPSTEIN. MADAME BOVARY EN MÉXICO.


La grandeza de los clásicos nunca dejará de asombrarme. El otro día hablábamos sobre ello en la biblioteca del Arroyo de la Miel. Son libros siempre de plena actualidad, como "Madame Bovary", ya que se ocupan de asuntos que están siempre presentes y seguirán estándolo en las siguentes generaciones. Por eso, llevar la novela de Flaubert al México de nuestros días no produce ninguna sensación de extrañeza y menos si la mano maestra de Arturo Ripstein es la responsable de la adaptación.

El rodaje de "Las razones del corazón" se ha realizado con una economía de medios y de escenarios muy adecuada para centrar todo el potencial de la historia en su protagonista, una apasionada Emilia a la que da vida Arcelia Ramírez interpretando un papel difícil, con el podría haberse estrellado. Pero ella ha sabido hacerlo suyo y dotarlo de las dosis justas de pasión, tristeza, rabia, desidia y vergüenza, sentimientos que brotan de esta mujer en los dos últimos días de su vida.

Emilia vive en una vecindad bastante pobre en una ciudad mexicana y su vida es tan en blanco y negro como la fotografía de la película. Su única ilusión es visitar a su amante, un cubano bohemio que vive en una mísera habitación en la azotea de su edificio, pero éste lo único que desea es huir hacia nuevos horizontes y quitarse de encima a Emilia, que se ha sacrificado ciegamente por él y le ha prestado dinero a espaldas de su marido. Las humillantes consecuencias de este desenvolso económico están al acecho: un embargo por impago que Emilia no sabe como parar si no es degradándose un poco más, entregándose a otro vecino, viejo, petulante y baboso.

Tal y como se nos muestra, la vida de Emilia es un auténtico desastre respecto a todo lo que no tenga que ver con su amante: tiene la casa asquerosamente sucia, en perpetuo desorden y su hija está tan desatendida que ni siquiera es capaz de hacerle de comer. Su vida como ama de casa es algo que le desagrada profundamente y no puede asumir su papel como tal. Pero tampoco puede plantearse alternativas a sí misma más allá de entregarse a su amante. Detrás de su máscara de mujer todavía hermosa se encuentra el vacío más absoluto que provocan los sueños absurdos rotos. Realmente esta mujer no merece el marido que tiene, que también se degrada a sí mismo, pero no en búsqueda de su felicidad, sino para perdonar a su esposa, en un inútil intento de empezar desde cero lo que ya lleva tiempo liquidado. Resulta triste y paradójico que la más digna acción de Emma/Emilia sea su suicidio, la única salida capaz de enfrentar su miseria material y moral.

Me ha interesado mucho leer acerca de las motivaciones de Ripstein para realizar una nueva adaptación de un clásico que, a pesar de haberlo hecho ya en tres ocasiones, estoy deseando volver a leer. Aquí les dejo unas declaraciones suyas acerca de Emma Bovary, un personaje al que somete a una profunda revisión, mientras les recomiendo encarecidamente que acudan a ver una película que sin duda pronto no estará ya en la cartelera:

"Una lectura desapasionada el día de hoy nos revela a un personaje poco a nada admirable: egoísta, trepadora, infantil, ilusa. Pocos, sin embargo, se atreven a externarlo en voz alta. Nadie puede rebelarse contra Emma Bovary. Mal pensar de Emma es mal pensar de Flaubert. Punto y basta. Tal confusión nos ha llevado a una ecuación curiosa. Reverenciar, justificadamente, una novela cruel e implacable, como injustificadamente a su personaje central, la adúltera fatua e ilusa."

EMPOTRADOS (1973), DE IAN WATSON. LENGUAJE Y CONOCIMIENTO.

Lo primero que llama la atención de esta veneradísima novela para los aficionados a la ciencia ficción es el espantoso título que se le puso en castellano. Hubiera quedado mejor algo así como "La incrustación", aunque tampoco demasiado. La idea que se quiere transmitir es la de que el ser humano, al recibir el idioma que va a utilizar el resto de sus días, está con ello recibiendo el instrumento con el que se va a enfrentar a la realidad, con el que va a definirla y con el que va a conquistar el conocimiento.

La narración de Watson presenta a varios personajes cuyas actividades van a confluir, quizá de un modo algo atropellado, en las conclusiones finales. Un lingüista que utiliza a un grupo de niños como ratas de laboratorio en la búsqueda de la lengua perfecta, un antropólogo que convive con una tribu en el Amazonas y el grupo de científicos encargados de contactar con los extraterrestres que visitan la Tierra con un fín muy especial.

Y es precisamente el personaje del extraterrestre el que más interés suscita en el lector. Es el representante de una raza que conoce el secreto de los viajes espaciales y que negocia con dicho conocimiento. Necesitan aprender los secretos de nuestro lenguaje (el de todos los seres humanos, que tiene raices comunes) como método para acercarse a la sabiduría absoluta:

"No puedes pretender explorar todas las fronteras de la realidad en un solo mundo contando únicamente con una especie inteligente que trabaje en el asunto. Eso no es ciencia. Es... solipismo. Pienso que es la palabra adecuada.

- Sí, ésa es la palabra para definir la realidad del pensante como única realidad."

Si uno piensa en profundidad en los planteamientos que propone "Empotrados", es inevitable sentir desasosiego y advertir lo lejos que estamos, no solo como individuos, sino también como especie, de las claves del conocimento. Muy inteligentes las ideas de Watson para su novela, lástima que su estilo no esté a la altura, ya que resulta muy incómodo, salta permanentemente de unas tramas a otras sin profundizar en ninguna. Como lector me gustaría haber leído más detalles acerca del experimento con los niños, de ese lenguaje superior que se les intenta inculcar y sobre los efectos de esa droga tan especial en el lenguaje de la tribu que investiga el antropólogo Darriand... En cualquier caso el final si me ha parecido digno de la fama de la novela. En él se sintetiza lo mejor y lo peor de la raza humana. Y queda en el aire una pregunta. ¿Cuál es el precio del conocimiento?

TODOS LOS HOMBRES DEL PRESIDENTE (1976), DE ALAN J. PAKULA. EL CUARTO PODER.


En España tenemos amplia experiencia de lo difícil que resulta hacer dimitir a un político. Los periodistas pueden publicar extractos de conversaciones de contenido más que sospechoso, los jueces pueden realizar acusaciones bien sostenidas, pero los políticos seguirán proclamando su inocencia, apelarán al veredicto de las urnas y solamente dimitirán cuando les regañe su jefe de filas, aunque, eso sí, lo harán como un sacrificio personal por el bien de su partido.

Quizá la dimisión más famosa de la historia fue la de Richard Nixon, que se pasó meses tratando de ocultar su implicación (que al final fue ampliamente acreditada), en aquella chapuza de espionaje político que se llamó Waterwate. Esta solvente película de Pakula sigue la trayectoria de los primeros meses de investigación, cuando los periodistas Carl Bernstein y Bob Woodward fueron desentrañando el complejo hilo que llevaba hasta el mismísimo despacho oval. El film no toma partido ni realiza consideraciones subjetivas en ningún momento: simplemente muestra el duro trabajo de los investigadores, que se pasan el día colgados del teléfono, realizando preguntas incómodas y buscando desesperadamente a un testigo que confirme sus sospechas. Al final encontrarían al famoso "Garganta Profunda"
como confidente.

Que nadie espere ver acción trepidante en esta cinta. La consigna de Pakula es ofrecer un realismo casi documental que a veces incluso puede llegar a despistar al espectador, dado el volumen de nombres y datos que se ofrecen en sus dos horas de duración. La trama al cien por cien solamente puede ser comprendida por quienes hayan leído algo acerca del Waterwate, un caso que aún estaba fresco en 1976. Es ideal completar el visionado de esta película con "Nixon", de Oliver Stone y la más reciente "El desafío. Frost/Nixon", de Ron Howard .

Nixon fue el único presidente estadounidense que hubo de pasar por la humillación de dimitir. Por mentiroso. ¿Cómo es que no le sucedió lo mismo a George Bush? Sus mentiras fueron mucho más graves, pues sirvieron para justificar una guerra ilegal. Es el signo de los tiempos.

jueves, 6 de octubre de 2011

LA LUZ ES MÁS ANTIGUA QUE EL AMOR (2010), DE RICARDO MENÉNDEZ SALMÓN. LA RAZÓN DEL MAL.


Tenía muy buenas referencias de este escritor y me gustaría haber comenzado por leer su trilogía del mal, previa a esta obra, quizá para tomarle el pulso a su evolución. Menéndez Salmón parece un escritor obsesionado por el mal y su presencia continua en la historia humana. Contra lo que puedan pensar algunos lectores, "La luz es más antigua que el amor" no es un ensayo, sino una novela dotada de técnicas narrativas complejas en el que se mezclan personajes reales con otros inventados (aunque éstos cuentan con base real) y el ámbito temporal, e incluso temático, cambia de capítulo en capítulo, aunque la idea del mal, del abismo que supone la condición humana, está presente en todo momento.

El primer capítulo nos presenta a un pintor medieval: De Robertis, que ha visto morir a su hijo de la más terrible enfermedad: la peste. Eso le hace actuar contra el orden establecido y retar a la Iglesia (y con ello a Dios) de la manera que mejor puede hacerlo un pintor: a través de la herejía, concibiendo una virgen barbuda que decora un torreón, un lugar que va a ser muy importante durante toda la novela. En la pintura, una leyenda: "La luz es más antigua que el amor":

"- Mi hijo murió de una forma miserable, cardenal. Me pregunto como pudo Dios permitir semejante horror. Su sufrimiento, ¿de qué sirvió? ¿Qué causa puede justicar la muerte de Gianni?

- La de Cristo, De Robertis. Su hijo está ahora con Él.


- No ví eso en sus ojos mientras intentaba morir. - Eso es una blasfemia, De Robertis. - Permitir la peste es una blasfemia, cardenal. Dios debería avergonzarse del sufrimiento que soportan los hombres."

Tradicionalmente, la explicación que da la doctrina católica del mal como resultado de la libertad humana de actuar hace aguas por demasiados sitios. El hombre virtuoso, como Job, puede ser atacado despiadamente por el mal ante el silencio de Dios. Resignación y espera de la recompensa final, predica la Iglesia.

Pero la novela de Menéndez Salmón no pretende ofrecer explicaciones, solo que el lector juzgue por los hechos. A la narración son convocados otros dos pintores, uno real y otro simulado. El real es un Rothko, presentado como un hombre genial marcado por su infancia. El simulado es el ruso Semiasin, que acaba devorando su propia obra como el Saturno goyesco que devora a sus hijos. Por lo que cuenta el autor Semiasin está basado en Anselm Kiefer, un pintor alemán de postguerra que trató el tema del nazismo en sus pinturas, muy interesado en la mitología y la cosmología. (Una muestra de su pintura en la foto).

Pero Semiasin tiene su propia biografía. Creció en medio de la batalla de Stalingrado y en 1947, ya famoso en la Unión Soviética es invitado a una reunión con Stalin. Dicho encuentro se trata en uno de los mejores capítulos de la novela, el llamado "Entrevista con el vampiro", donde el pintor atraviesa volando la tierra herida de su país para acudir a la mismísima guarida del monstruo, que resulta ser, curiosamente, uno de los enormes torreones del Kremlin, la Torre de Iván el Grande.

El otro personaje, también del ámbito artístico, aunque en este caso escritor, es Bocanegra, un autor que llegará a ganar el premio Nobel, del que se intercalan diversos episodios de su vida en especial la muerte de su mujer después de padecer una terrible enfermedad, otro hecho capaz de marcar una existencia:

"Aunque a Bocanegra lo asalta la tentación de pensar que, quizá, en realidad la muerte sea apenas eso: la prueba que derriba todos los convencionalismos, el regreso a un estado natural o preternatural, donde las arbitrariedades del lenguaje, la decencia y la urbanidad quedan abolidas, donde ya sólo existe el grito, el insulto, la onamatopeya, donde la blasfemia se eleva como el mensaje de la criatura hacia el resto de las criaturas y hacia lo creado, hacia la plétora de organismos que la sobrevivirán y hacia la comunión absurda de objetos que la derrotarán: el lamento, el agon, el fantástico insulto al mundo por permanecer indemne y en pie, por proseguir en su rotación sin objeto cuando nosotros ya nos hayamos ido o hayamos perdido toda esperanza de permanencia."

¿Puede el arte lograr el sueño de la inmortalidad? Un arte que siempre será imperfecto, que frustrará las expectativas de un autor que invariablemente se sentirá fracasado. Tal y como expresa Bocanegra en su discurso de aceptación del Nobel, al final de la novela, "esa suprema ambición que consiste en pretender expresarlo todo, aunque se sepa que el fracaso es la última aduana."

Pero Bocanegra sabe reconciliar vida, arte y mal en este fragmento del discurso:

"La existencia de la belleza se me mostró entonces tan objetiva como la del mal que nos rodea. Y constaté una vez más que ambas eran obras de la misma mano: porque los poemas de Jorge Manrique y los tribunales del Santo Oficio, el David de Miguel Ángel y las soflamas de Savonarola, el mencionado genio de Celan y el oscuro empeño de los Lager florecieron bajo idéntico astro."

Una obra compleja, que imagino que comparte muchos elementos y temáticas con las anteriores del mismo autor, lo que convierte a Menéndez Salmón en uno de los autores más interesantes del panorama nacional en la actualidad. Habrá que asomarse a sus libros anteriores y seguir atentamente su evolución. Además, ya me he hecho amigo de él por Facebook.

miércoles, 5 de octubre de 2011

MADAME DE TREYNES Y OTROS RELATOS (1907), DE EDITH WHARTON. DE LAS COSTUMBRES DE LA CLASE OCIOSA.



Cuando comenté este mismo año la novela "La casa de la alegría", de esta misma autora, sin dejar de señalar sus evidentes virtudes, le reprochaba el excesivo alargamiento de la trama, que bien podría haberse resuelto con más fortuna escribiendo un cuento.

Pues bien, las circunstancias me han llevado a tener que leer una buena representación de los cuentos de Wharton, y he de decir que, sin que sirva de precedente, mi afirmación tenía fundamento, puesto que es en estos relatos donde he podido apreciar las inmensas posibilidades de esta autora.

La temática de la mayoría de las piezas reunidas en este volumen sigue siendo la misma: la vida, frívola en muchas ocasiones, de un clase adinerada ávida de novedades que ante todo busca el reconocimiento social, ya sea a través de matrimonios ventajosos o, una vez asentados, siendo protagonistas y anfitriones en las mejores fiestas de la temporada.

El relato que da título al volumen es una pieza típica de Wharton: un enlace matrimonial que pende de un hilo, ya que depende de la voluntad de una adinerada familia francesa conceder un divorcio. Destaca aquí la ambigüedad en los encuentros de su protagonista masculino con Madame de Treymes, una mujer que parece fascinarle y repelerle a la vez, puesto que juega con una moral que le es totalmente ajena.

"Los otros dos" constituye un retrato psicológico de un hombre casado que ha de enfrentarse a la presencia circunstancial en su vida de los dos antiguos maridos de su mujer, haciendo equilibrismo para no caer en inconveniencias sociales.

"El mejor hombre", también incide en las relaciones de pareja, pero en este caso relacionándolas con el poder y como éste, sin llegar a corromper a quien lo detenta, sí que llega a hacerlo a veces con su entorno más íntimo. También contiene una interesante reflexión acerca del poder de la prensa sensacionalista, supongo que todavía en pañales en esa época.

"El legado" me pareció un acertado homenaje al magistral cuento de Herman Melville "Bartleby el escribiente", de Herman Melville, aunque en este caso, en vez de por un miembro de la clase trabajadora, está protagonizado por un miembro de la clase ociosa, por lo que su deber es más social que laboral.

Sorprende encontrar en un relato como "Después", una faceta de Wharton que desconocía, la de escritora de relatos de fantasmas. Aquí sabe crear perfectamente la atmósfera de misterio y resolver la trama dando al lector, de la manera más sorprendente (y quien lo lea me entenderá), lo que le había prometido al principio.

"Expiación" es quizá el relato más divertido del volumen. Wharton realiza un homenaje irónico a su profesión y reflexiona acerca de uno de los elementos que consiguen, de manera casi infalible, que un libro consiga un éxito fulminante: que consiga escandalizar, estimulando la doble moral, la morbosidad que aflora fácilmente también en la buena sociedad.

En conjunto, una antología muy estimable de relatos. Me ha sorprendido ante todo que Wharton, aunque a veces repite temáticas, es capaz de narrarlas desde ópticas muy diversas.

UN AMERICANO EN PARÍS (1951), DE VINCENTE MINNELLI. BAILANDO EN LA CIUDAD DE LA LUZ.


Concebida como un homenaje de su director a la ciudad de la Luz, que también es una de las capitales mundiales del arte.

"Tomé la película como la culminación de las influencias con que se había experimentado durante los años cuarenta. Todo lo que sabía o me habían contado sobre París se incorporaría donde encajara", escribió Minnelli en sus memorias.

Comúnmente se compara este película con otra de las joyas del cine musical, que comparte protagonista: "Cantando bajo la lluvia". Desde mi punto de vista la de Stanley Donen es superior, aunque sea porque su argumento es más elaborado y utiliza más sabiamente el sentido del humor. "Un americano en París" depende absolutamente de la música de George Gershwin y se centra en la historia de amor de los dos protagonistas, una excusa para rodar coreografías donde se aprecie la belleza de la ciudad.

No puede concebirse este tipo de películas sin otro protagonista que Gene Kelly. Nadie podría mostrar mejor el optimismo, la alegría de vivir de sus personajes, aún cuando Jerry es un pintor fracasado que malvive en París, el solo hecho de despertar todos los días en esa ciudad ya le da suficiente energía como para afrontar la jornada. Luego el amor será el catalizador de todas sus acciones y el remedio de todos sus males, rechazando las más prometedoras posibilidades que le ofrece una americana rica, él quedará prendado de una joven francesa, aunque sin sospechar que la chica está ya relacionada indirectamente con él...

Recuerdo que cuando la ví hace años, en un pase televisivo, me fascinó. Ahora también me ha gustado, pero he sentido como si hubiera perdido algo de magia, como si hubiera descompensación entre la duración de los números musicales y el desarrollo de la trama. En cualquier caso, un clásico imprescincible.

lunes, 3 de octubre de 2011

CLUBES DE LECTURA EN MÁLAGA EN OCTUBRE. NO HABRÁ PAZ PARA LOS LECTORES.


... Aunque yo como lector no busco paz en mis lecturas, al menos no en todas, sino estímulo, conocimiento y revelaciones que revolucionen mi visión del mundo. Este mes viene muy agitado. Esperemos poder cumplir todos los compromisos, reunión del jurado del premio Cansinos Anssens incluida:

En el club de lectura de la Biblioteca Provincial, comenzamos el mes terminando "La luz es más antigua del amor", una novela de Ricardo Menéndez Salmón que está gustando mucho. A mediados de mes realizaremos nuestra ya tradicional visita a Archidona para tener un encuentro con el magnífico club de lectura de este pueblo en torno a un libro y su versión cinematográfica: "El camino de los ingleses". Será en el marco del festival Archidona Cinema que organiza todos los años Francisco Javier Toto Martín, más conocido como Blas.

En el club de lectura de la Biblioteca Cristóbal Cuevas, cuyo horario adelantamos el viernes pasado para poder asistir a la magnífica presentación del libro "Cuando viviamos aquí", en el que participa nuestra amiga Loli Pérez, se leerá "Mil soles espléndidos", de Khaled Hosseini, el autor de "Cometas en el cielo", también ambientada en Afganistán.

En el club de lectura de la librería Cincoechegaray, un libro que ya es un clásico en este tipo de reuniones (y con sobrados motivos para ello), "Un mundo feliz", de Aldous Huxley.

En el club de lectura de Casa del libro, vuelta a la literatura japonesa contemporánea: "El cielo es azul, la tierra blanca", de Hiromi Kawakami.

En el club de lectura de Fnac Málaga, un libro que no conozco, pero que sin duda será interesante: "Belfondo", de Jenn Díaz.

Y el club de lectura del Centro Andaluz de las Letras, al que quiero acercarme este mes, se acerca a una historia muy especial en forma de cómic: "Maus", de Art Spiegelman, una historia sobre el holocausto premiada con el Pulitzer.

Todos los meses me escribe gente solicitando información acerca de los clubes de lectura de los que aquí hablo. Yo les invito a que se acerquen sin miedo a los mismos y participen. Cada vez somos más y fomentar la cultura en grupo es una labor grata y muy necesaria en nuestra ciudad.

NO HABRÁ PAZ PARA LOS MALVADOS (2011), DE ENRIQUE URBIZU. SANTOS EL SUCIO.


El oficio cinematográfico de policía suele venir representado por personajes amargados, con vidas al límite. Si un policía es feliz, si tiene una familia, ya vendrán las circunstancias del trabajo a destrozarla, a hacer de él un ser solitario e irredento. Es decir, que para el cine, la tarea policial se cobra un alto precio en quienes la desarrollan. Pero es el espectador el que sale ganando.

Santos Trinidad se gana por derecho propio con esta película un puesto entre servidores de la ley que serán más recordados. Quizá Harry el sucio sea el más icónico de todos ellos, ese policía de San Francisco que odiaba el crimen y detestaba al delincuente, pero sobre todo echaba pestes del sistema judicial.

De Enrique Urbizu me gustó mucho en su día "La caja 507", una película insólita y valiente en un panorama cinematográfico español que apenas deja hueco para las producciones de género. Ahora estrena otra película de género negro, de título tan llamativo como acertado, en la que José Coronado compone un personaje inolvidable. Se trata de un inspector de policía sin mucho apego a la vida, ya que los errores del pasado le han pasado factura y ahora es una especie de espectro, que sigue en activo en el cuerpo, pero que apenas sigue su disciplina. Es un hombre de aspecto desaliñado, bebedor compulsivo y obsesionado con autodestruirse llevándose a unos cuantos criminales por delante.

Sin desvelar mucho de la trama, hay que decir que Urbizu ha sido muy valiente al remover los fantasmas de 11-M, presentando a una célula terrorista que pretende atentar contra un centro comercial. La escena que transcurre en uno de los andenes de cercanías de Atocha estremece por su simbolismo, pero en realidad todo Madrid es mostrado como una nueva Babilonia donde el mal anida en cada esquina. Y a Santos Trinidad le atrae lo sórdido, ya sea por su impulso autodestructivo, ya sea porque esos son los ambientes en los que se mueven los criminales.

Urbizu ha construido una sólida y compleja trama, dosificando sus realistas y duras escenas de acción. Y ha contado con un arma infalible: un José Coronado que realiza el papel de su vida, capaz de expresar las emociones de Santos Trinidad simplemente con la mirada. Los secundarios, muchos de ellos habituales del mundo de la televisión, le acompañan con suma corrección. Merece la pena acercarse a verla.