sábado, 26 de noviembre de 2011

CIUDADES JUNTO AL MAR (2011), DE RENÉ VÁZQUEZ DÍAZ. LLEVAR CUBA EN LA SANGRE.


Hace un par de semanas recibí una carta del escritor cubano René Vázquez Díaz, que iba a presentar su novela autobiográfica "Ciudades junto al mar", publicada por Alianza Editorial, en el Centro Andaluz de las Letras y me pedía un encuentro más informal y cercano con algunos miembros de clubes de lectura malagueños. El encuentro tuvo lugar el miércoles pasado en una cafetería céntrica.

Los nervios que llevaba conmigo cuando llegué a la cita se disiparon enseguida cuando conocí al escritor. René es un hombre muy expresivo. Mueve continuamente las manos para apoyar sus argumentos, siempre con una sonrisa en su rostro. Se ve que es una persona experta en el arte de vivir y un apasionado de su trabajo. Aún en los pasajes más crudos de su autobiografía siempre hay espacio para lo positivo, que es el continuo aprendizaje que otorga la experiencia, sobre todo para un aspirante a escritor que debe observar la vida con cierto distanciamiento para posteriormente plasmarla en su obra.

Le preguntamos a René como se veía la terrible crisis económica española desde Suecia. Nos contestó que con mucha perplejidad, puesto que nuestro país es visto allá como una gran potencia cultural y económica y están seguros de que saldremos adelante. Se habló también de Cuba, por supuesto y de las dificultades de escribir una autobiografía, que es como una especie de confesión que el escritor practica consigo mismo y, después, con los demás. Es curioso que el autor haya escrito esta obra dos veces, primero en sueco y luego, sin traducirla, en español. También él me hizo algunas preguntas acerca de mis impresiones como lector. Ha prometido seguir manteniendo el contacto con el club y avisar con tiempo de su próxima visita para organizar una sesión en torno a alguna de sus obras.

Les dejo aquí este párrafo, una interesante reflexión sobre la vida en las ciudades:

"Todas las ciudades existen para que uno las visite, le escribí. O para quedarse en ellas. Tú recorres sus calles y sus plazas y vives en sus casas. Pero a la ciudad no le importas nada. Ella, simplemente, está ahí para que realices tus sueños o te entierren con ellos. Moradas. Fachadas. Alamedas. Coches. Seres como sombras y sombras de seres, que se alejan cada vez más de sí mismos. Silencios y ruidos. Parques y comercios. Días laboriosos y largas noches. Semáforos, cementerios, basureros. Niños que repentinamente envejecen y mueren, sin dejar huellas en las esquinas. La muerte está siempre presente. Pero las ciudades están hechas para que uno no piense en ella. La gente nace en las ciudades, otras pasa de largo. Cuando alguien desaparece, la ciudad ni se entera y otros ocupan su puesto en casas, calles y oficinas. Párate en cualquier esquina: ¿cuántas sombras no han pasado por allí mismo, a lo largo de los años? Las ciudades que no están junto al mar son vanidosas. De verdad se creen que todos los caminos conducen a ellas. Sin embargo, en las ciudades junto al mar los muelles, las playas y los puertos nos recuerdan que hay horizontes y mundos a los que se llega sin caminos. Stina, escribí, toda ciudad existe para que uno la abandone."

Aquí el enlace al artículo:

viernes, 25 de noviembre de 2011

LA OTRA CIUDAD (2003), DE PABLO ARANDA. SOBREVIVIR EN LA CIUDAD AGRESIVA.


Pablo Aranda visitó ayer por segunda vez el club de lectura de la biblioteca Cristóbal Cuevas para hablar con nosotros acerca de su primera novela, que quedó finalista del premio Primavera. Agradecerle desde aquí su gesto, aunque él repita que el gusto es suyo, pues tanto la tertulia en torno a su libro, como la charla-cena posterior, más distendida, sirvieron para conocer un poco mejor la técnica y las influencias de uno de los escritores más prestigiosos de Málaga, que promete volver siempre que se lo pidamos.

La primera impresión que tuve como lector de "La otra ciudad" es la de encontrarme con una novela de estructura y temática parecidas a "Ucrania", aunque en esta última la técnica narrativa está mucho más depurada. En "La otra ciudad" la escritura es mucho más densa, lo cual no quiere decir que su lectura sea difícil. Es prodigioso que en una primera novela, que Pablo, según nos comentó, escribió prácticamente en secreto, los rasgos de madurez sean tan acentuados. A mí el estilo de Pablo me transmite seguridad y, lo que es más importante, la certeza de que ha sabido crear un mundo propio, que se parece mucho a la Málaga real, la que habitamos y padecemos todos los días. Los personajes son tan imperfectamente humanos que alguien comentó que mientras leía, prácticamente podía verlos actuar.

Según nos comentó el autor el primer esbozo de la novela surgió de un hecho nimio. Pablo trabajaba como educador en un piso habitado por enfermos mentales a los que se ayuda a ser independientes en la medida de lo posible. Un día de junio muy caluroso caminaba con tres de ellos por la zona del colegio La Goleta, zona en aquella época de derribo de edificios antiguos para sustituirlos por construcciones feas y sin personalidad. Mientras pasaban por un solar todavía sin construir, un drogadicto ya casi en las últimas les pidió un cigarro. Ellos pasaron de largo, pero a Pablo se le activó un resorte mental que acabaría convirtiéndose en una novela. ¿Quién era antes aquel ser que se confundía con las propias ruinas de la ciudad? ¿Fue durante un tiempo el rey del barrio, el chulo al que todos los muchachos miraban con respeto y admiración?

La novela se construye a partir de la imagen de cuatro hombres caminando a pleno Sol por el mar de derribos que era la zona de calle Ollerías y alrededores hace diez años. A través de la vida de Paco, el protagonista, conocemos los avatares de las vidas de los seres que le rodean en el medio hostil que es el centro de Málaga, donde tan fácil es para un muchacho caer en un círculo vicioso de drogas y delincuencia, especialmente para Paco, con un hermano traficante y drogadicto, un padre alcohólico y una madre depresiva. Paco sobrevivirá a todo esto y logrará construirse una vida humilde, pero vida al fín y al cabo.

La otra gran protagonista del relato es la ciudad, de la que se nos ofrecen continuamente imágenes muy vivas que dan aún más verosimilitud a las acciones de los personajes. Le pedimos a Pablo que nos leyera el siguiente fragmento:

"El centro de la ciudad ahora desplazado hacia el oeste. Lo que fue el interior de la ciudad musulmana hoy crece por los arrabales, dejando al centro convertido en un arrabal demolido. Agotado el arrabal que fue el interior de la ciudad amurallada de la que por la noche tenían que salir todos los no cristianos hacia los arrabales que hoy son el centro, la ciudad privilegiada que nadie osa aún hoy – aunque por razones bien distintas – salir para adentrarse de noche en los callejones que desembocan en mares de escombros de lo que fuera el centro memorable. Centro donde muchos sueñan con la posibilidad de construir, en una de esas parcelas obtenidas del arranque, o en hacer tratados costumbristas más cercanos a la sociología que al urbanismo sobre cómo fuera – como si ya no quedara nadie, Dios mío – la vida en esa parte de la ciudad en la que aún cruzan seres que son fósiles las callejas y miran los cortes transversales de lo que fueran casas habitadas por gentes como esos mismos fósiles. La ciudad que va dejando de ser ciudad para convertirse, dicen, otra vez en ciudad, en pocos años, en cuanto consigan ordenar todo: ideas, proyectos, dinero fósiles. En pocos años otra ciudad, pero mientras qué."

Personalmente me llamaron la atención dos cuestiones. Que el autor esté presente en el taller me permitió aclararlas sin problemas. Por un lado, la construcción no lineal del relato. Pablo no había realizado un esquema previo de la estructura de la narración. Mientras avanzaba en la escritura, iba realizando las correcciones precisas y apuntando las notas imprescindibles para que después el lector nunca se encontrara perdido en los saltos temporales de pasado a presente en que abunda la novela. Personalmente le felicité también por un personaje secundario, el padre de Paco, el Mamao, un alcohólico muy bien construido, que podría dar lugar a una novela dedicada sólo a él.

Significativamente uno de los personajes de la novela escribe un ensayo titulado "La ciudad agresiva". La ciudad inclemente, que devora a sus propios hijos, que establece unas reglas de supervivencia muy estrictas y que raramente ofrece segundas oportunidades. La aguda mirada de Pablo Aranda ha construido una obra, un universo propio, donde el lector puede reconocer su propia realidad, pero con mucha más riqueza de matices, desde puntos de vista inéditos.

lunes, 21 de noviembre de 2011

LA FIESTA DE LA TECNOCRACIA.


Tuve que ir a votar a un colegio de monjas y cuando llegué estaban celebrando una misa multitudinaria. Quizá se rezaba para evitar sorpresas de última hora, los cristianos son gente precavida. Cuando intenté señalar a mis candidatos para el Senado me dí cuenta de que no había bolígrafos. Una señora, interventora del PP, muy arreglada para celebrar tan alta ocasión, me prestó uno. Me incliné para hacer mis cruces y advertí que la señora me miraba indisimuladamente por encima del hombro. Supongo que se lamentaba de que su bolígrafo no le estaba prestando el servicio que esperaba. Una vez que introduje los sobres en la urna recordé que yo estoy en contra del Senado. Demasiado tarde, me dije. Quizá dentro de cuatro años recuerdes a tiempo tus ideas radicales. También estoy en contra de las Diputaciones, pero como éstas no se votan, es más fácil ser coherente con mis ideas.

Una vez abandonado el santuario de la democracia, empezó a llover. Hubo tormenta toda la tarde, como metáfora de lo que nos espera. Ya a la hora de irse a la cama apareció Rajoy en televisión para felicitar a los españoles y a sí mismo. Por lo visto, esta mañana ya le llamó Merkel para darle las primeras instrucciones.

CRIADAS Y SEÑORAS (2011), DE TATE TAYLOR. LEJOS DEL CIELO.


Hay algo que nunca he entendido de los Estados Unidos de América, país por tantas cosas envidiable. Y es que, siendo una de las más antiguas democracias del mundo, también ha sido un país condenadamente racista. Hay que pensar que "Criadas y señoras" transcurre hace sólo cincuenta años, en la misma época en la que los elegantes ejecutivos neoyorkinos de "Mad Men" se movían por Park Avenue y mantenían insustanciales charlas mientras un ascensorista negro les subía a sus lujosos despachos. Mientras, en el estado de Mississippi imperaba un racismo decimonónico, que hacía que los negros fueran los criados de las familias blancas, sin apenas derechos, de generación en generación.

Y esta esclavitud encubierta disimulaba su mala conciencia con grandes dosis de paternalismo y ceguera interesada. Las familias bien necesitan tener un servicio discreto que gane poco, carezca de derechos y carezca de capacidad de protesta. También lo hemos visto en España, en los años del boom inmobiliario. Los españoles, cegados por el maná del río de dinero que parecía no tener fín necesitaban de la inmigración para limpiar la porquería de sus flamantes casas. Pero de qué estoy hablando, España nunca ha sido un país racista.

"Criadas y señoras" tarda en arrancar, pero cuando lo hace toma de la mano al espectador y le hace su cómplice hasta el final. Hay que reconocer que la película ha sabido mezclar sabiamente dosis de comedia y tragedia sin que el conjunto quede descompensado. No sé si me equivocaré, pero este tipo de producciones suelen ser del tipo que le gustan a los que deciden los Oscars.

No he leído la novela de Kathryn Stockett en la que se basa, pero al menos el argumento me parece original, puesto que si de lo que se trata es de ofrecernos los puntos de vista divergentes de una tragedia invisible y cotidiana, lo mejor es hacer hablar a sus protagonistas. Me gusta mucho que la verdad aparezca al final a través de la palabra impresa, ese medio tan poderoso para cambiar la realidad cuando refleja la voz de los oprimidos.

La película, a pesar de ser altamente recomendable, tampoco es redonda. Hay un par de elementos que su director debería haber pulido un poco mejor: el comienzo y el final, muy descompensados respecto al resto de la trama (sobre todo el final, con demasiadas escenas que parecen la conclusión definitiva y no lo son) y los personajes blancos femeninos, a excepción del que compone Emma Stone, demasiado esquemáticos y maniqueos, sobre todo uno que debe probar un alimento digno de película de Pasolini. No digo más.

Como amante del cine me quedo con una escena muy breve y reveladora. Por televisión salen noticias alarmantes de disturbios debido a la muerte de una persona de raza negra. Los criados de una de las señoras miran con atención sin entender muy bien si las imágenes tienen que ver con ellos o no. De pronto aparece la señora y literalmente se esfuman. Estaban abusando de su (inexistente) derecho a la información.


jueves, 17 de noviembre de 2011

ENSAYO SOBRE LA LUCIDEZ (2004), DE JOSÉ SARAMAGO. LA PAVOROSA REVOLUCIÓN.


Si hace unos años nos hubieran avisado sobre la situación que estamos viviendo en estos momentos, no nos lo hubiéramos creído. Saramago, con la sabiduría que da la edad, lo veía venir y por eso nos dejó esta fábula, que nos hace reflexionar acerca del verdadero significado de la palabra democracia. Unos ciudadanos descarriados deciden votar masivamente en blanco en unas elecciones. Las consecuencias serán terribles, puesto que el Estado se verá acorralado por un poder insospechado de la ciudadanía. ¿Tenemos una verdadera democracia o un obsoleto sistema de partidos que nos piden que les votemos cada cuatro años? ¿Hemos cedido el poder originario de nuestro Estado a instituciones y organismos cuyos fines nada tienen que ver con el bienestar de los ciudadanos? Es una pena lo de estas elecciones. Los partidos no ofrecen ilusión ni esperanza, sólo miedo y aceite de ricino. Aquí el artículo sobre este libro, cuya lectura considero imprescindible en estos días:

La figura de José Saramago no hace sino agrandarse con el paso del tiempo. Hace unos días, en la presentación del libro José Saramago, un retrato apasionado, del periodista y escritor Armando Baptista-Bastos, su viuda, Pilar del Río recordaba que en una conversación poco antes de morir, el escritor afirmaba que los que decían que la crisis actual tiene una base económica se quedaban en la epidermis. En realidad, según él, nos encontramos ante una crisis moral. En marzo de 2004, recién publicada la novela, Saramago se expresaba de esta manera, absolutamente premonitoria en una entrevista publicada por El País:

"¿Cómo voy a calificar un sistema que me permite únicamente quitar un gobierno y poner otro pero no me permite absolutamente nada más? Digo, y lo repito, hoy los gobiernos no mandan. Los gobiernos son los comisarios políticos de los bancos. Nos soy el único que critico esto, hay mucha gente que lo está diciendo, lo que pasa es que quizá mi forma de decirlo sea más explícita."

"Mal tiempo para votar", con esta frase premonitoria que pronuncia uno de sus personajes comienza este Ensayo sobre la lucidez, que, como casi todas las obras de su autor, puede leerse como una fábula de contenido moral. Por motivos desconocidos, en las elecciones municipales de una gran capital, la gran mayoría de la población vota en blanco. Ante tan insólita situación, el gobierno se siente agredido por un enemigo invisible y declara el estado de sitio, dejando aislada a la ciudad, como si sus habitantes estuvieran enfermos y hubiera que establecer una cuarentena.

Nada hay más desconcertante para un gobernante que nadar a ciegas en un mar desconocido. ¿Hasta donde puede llegar el Estado para defenderse? Aquí el terrorismo y la mentira son usados de manera despiadada para hacer entrar en razón a los ciudadanos, algo que recuerda poderosamente al gobierno de Aznar enfrentado, durante los días que siguieron al atentado del 11 de marzo, a una verdad aterroradora que pretendía negar para defender mezquinamente sus intereses electorales.

En realidad los gobernantes esperan de los ciudadanos que cumplan fielmente su papel de electores cada cuatro años y no den problemas el resto del tiempo. Además, como bien decía Saramago, el voto del ciudadano poco tiene que ver con los verdaderos centros de poder, bancos, empresas de calificación de riesgos e instituciones internacionales opacas, que han conseguido acorralar a los gobiernos y, en muchos casos, imponerles su voluntad. Las elecciones actuales, en las que las palabras más citadas son mercados, deuda soberana, recortes y sacrificios, están protagonizadas por un factor indeseable: el miedo, que hace que ya no se busque la mejor opción, sino el mal menor en un ambiente de derrotismo muy pernicioso para el sistema democrático.

La realidad que retrata Saramago se parece mucho a la nuestra, pero siempre cuenta con un elemento de distorsión, algo que produce una sensación de extrañeza en el lector y a la vez le seduce. La ciudad de Ensayo sobre la lucidez, una Lisboa apenas disimulada, parece haber recuperado una rara serenidad después de haber ejercitado su protesta pacífica a través del voto masivo en blanco. Las autoridades se retiran, dejan a sus habitantes a su suerte, pero no se producen desórdenes, ni sube el índice de criminalidad, es decir que la vida sigue como si los políticos no fueran necesarios. Así que es el gobierno el que ha de actuar para que la gente recupere la cordura y asuma su papel en el sistema democrático, aunque sea a través de un acto terrorista o acusando falsamente a inocentes de ser los instigadores de la rebelión.

Los policías que son enviados a la ciudad para recopilar evidencias de la conspiración e identificar a sus cabecillas se ven desconcertados al no lograr ninguna, como si el voto en blanco se hubiera producido por una confluencia de voluntades individuales:
"(...) la prueba de que existe una conspiración reside precisamente en el hecho de que no se hable de ella, el silencio, en este caso, no contradice, confirma."

Uno de los hallazgos más interesantes de Ensayo sobre la lucidez, se produce en el hecho de que no está emparentada con Ensayo sobre la ceguera sólo por la similitud de sus títulos, sino que los personajes de esta última vuelven a aparecer, como si la ceguera blanca sucedida hace unos años hubiera sido el detonante de esta nueva ceguera política.

¿Es el voto en blanco una manifestación de lucidez? ¿No se convierte en este libro el comunista Saramago en un ingenuo anarquista? Cuando se publicó, la novela provocó una gran polémica, sobre todo porque se alzaron muchas voces argumentando que se trataba de una crítica demasiado feroz a las democracias occidentales, que habían demostrado ser el menos malo de los sistemas. “cuanto más viejo, más libre me siento y cuanto más libre, más radical”, contestó el autor de Caín, “no faltará quien diga que acabo de hacer demagogia barata. La demagogia siempre nos parece cosa de los otros." Ocho años después, Ensayo sobre la lucidez cobra una vigencia inaudita, cuando asistimos a un espectáculo de crisis sistémica sazonada con gravísimos casos de corrupción que apuntan incluso a la cúspide del Estado.

Saramago no decepciona con esta novela de ideas, como todas las suyas, escrita con un estilo denso pero sin artificios literarios. El libro es capaz de transmitir pesimismo y optimismo a la vez. Pesimismo, porque presenta unas instituciones democráticas corruptas hasta la médula, a las que sólo les interesa permanecer en el poder. Optimismo, porque presenta la lucidez de la revolución pacífica de los ciudadanos como garante del necesario cambio para hacer el sistema más permeable a las necesidades y deseos de la población. Un libro de plena actualidad, de un escritor que conocía la zozobra a la que nos íbamos a enfrentar desde mucho antes de que se manifestaran los primeros síntomas.

lunes, 14 de noviembre de 2011

RUBICÓN (2003), DE TOM HOLLAND. LA CAÍDA DE LA REPÚBLICA ROMANA.


Después de disfrutar de las dos temporadas de "Roma", la magistral serie de la HBO, quise profundizar más en los hechos que en ella se narran y se me ocurrió echar mano de una recomendación que había leído en Internet y leer este ensayo de un historiador británico un poco peculiar, ya que también es escritor de novelas de vampiros. Y esto es un punto a favor para Holland, ya que domina perfectamente el arte narrativo y sabe como hacer llegar de manera comprensible al lector los hechos de una época muy compleja, llena de personajes históricos de primer nivel: César, Pompeyo, Craso, Catón, Cicerón, Cleopatra, Augusto o Marco Antonio. Muy recomendable este "Rubicón" para los aficionados a la historia. Aquí el artículo:

El viajero que llega a Roma con algún conocimiento de su historia no puede dejar de estremecerse ante la visión de las ruinas del foro, donde durante siglos se tomaron decisiones que determinaban el destino de pueblos enteros. La aventura de los romanos fue la de un pueblo que, con voluntad indomable, conquistó un imperio de extensión nunca vista hasta entonces. Pero el devenir de los acontecimientos no fue nunca fácil, sobre todo en la etapa a la que dedica el británico Tom Holland su ensayo histórico Rubicón, el traumático paso de Roma de la República al Imperio, que estuvo sembrado de guerras civiles.

En primer lugar hay que decir que la tarea del historiador se hace más oscura cuanto más remoto es el tiempo en el que indaga. Si bien los últimos años de la República se encuentran bastante documentados, también es cierto que las zonas de oscuridad son igualmente amplias:

"Quizás un día, cuando los registros del siglo XX se hayan vuelto tan fragmentarios como los que nosotros tenemos de la Antigua Roma, se escribirá una historia de la Segunda Guerra Mundial que se basará exclusivamente en las alocuciones de radio de Hitler y en las memorias de Churchill. Sería una historia a la que se han amputado dimensiones enteras de la experiencia humana: no habría cartas desde el frente ni diarios de los combatientes. Se haría ese silencio que el especialista en historia antigua conoce tan bien."

Cuando se habla de democracia en la antigua Roma hay que tener la prevención de saber que el concepto no es el mismo que el que se maneja en la actualidad. Desde que la ciudad se libró de los reyes que la habían sojuzgado siglos atrás, la libertad era un valor indiscutible para el ciudadano romano. El secreto del buen gobierno republicano era la división del poder entre las codiciadas magistraturas (cónsules, cuestores, pretores...) y el Senado, alma del cual fue durante muchos años Cicerón. Conseguir hacerse con una de ellas era un prestigio inmenso para el ciudadano, lo cual fomentaba la competitividad, donde se creía que acabarían ganando los mejores. En muchas ocasiones, el mejor modo de hacerse notar ante el resto de ciudadanos era destacar en la carrera militar. Cuantas más conquistas y riquezas acumulara un general, más posibilidades tendría de ser amado por el pueblo.

Bien es cierto que para un romano no era lo mismo nacer en el Palatino, donde vivían las mejores familias, que en el Aventino. Aún así, lo que eran ciudadanos romanos siempre contaban con la posibilidad de subir en la escala social. Los más desgraciados de todos eran los esclavos, seres sin derechos en cuyo trabajo se basaba gran parte de la economía. La libertad del ciudadano era más apreciada cuando se contrastaba con la vida del esclavo:

"No se puede ganar sin que otro pierda", creía todo romano. Todo estatus era relativo. ¿Qué valdría la libertad en un mundo en el que todos fueran libres? Hasta el ciudadano más pobre se sabía inmensamente superior incluso al esclavo mejor tratado. Se prefería la muerte a una vida sin libertad, y de ello era ejemplo toda la gloriosa historia de la República. Si un hombre permitía que lo esclavizaran, entonces es que se merecía su suerte. Esta era la brutal lógica que impedía que nadie cuestionase la crueldad con la que se trataba a los esclavos, y mucho menos la legitimidad de la propia institución de la esclavitud."

Precisamente, una de las grandes pruebas a las que se tuvieron que enfrentar los romanos en el siglo I antes de Cristo fue a la rebelión de esclavos gladiadores liderados por Espartaco, en el año 73, que puso en jaque a la República como nadie antes lo había hecho desde Aníbal. Fue el pretor Marco Licinio Craso, que a la sazón acabaría convirtiéndose en uno de los hombres más ricos de Roma, el que acabó con Espartaco. Años después formaría parte de un triunvirato que se repartió el poder junto a Pompeyo y César.

En esta época, gracias a las riquezas que llegaban de las conquistas de oriente de Pompeyo, el lujo y la obstentación se hicieron populares. Las clases más altas se construían enormes villas en la zona de Nápoles, con fondeaderos para sus yates y las costumbres gastronómicas y de vestimenta se refinaban. En este ambiente la vieja Roma se iba transformando poco a poco en una ciudad imperial y, en el foro, la madera iba cediendo paso al mármol. Sin embargo, la paz era sacudida continuamente por conflictos civiles, como el que enfrentó a Mario y Sila, o como el que posteriormente enfrentaría a César y Pompeyo.

Julio César fue un hombre que ante todo se dejó llevar por una ambición indomable, que ejercía con una mezcla de inteligencia y brutalidad. Un buen romano tenía que ser un hombre hecho a sí mismo, alguien que sacrificara parte de su existencia en servicio y engrandecimiento de la República. Cuando fue designado procónsul de la Galia, vio en ese destino la oportunidad de engrandecer su currículum y se dedicó a provocar las tribus galas para luego someterlas. La campaña de las Galias costó más de un millón de muertos y sometió a otro millón de personas a la esclavitud. Unas cifras que, según Holland, rozan el genocidio. Una visión de César muy diferente a la edulcorada que se tiene hoy día, pero que provocaba la fascinación en sus conciudadanos: el general que vence y que conquista nuevas tierras, siempre tiene razón, aunque lo haga con la oposición del Senado.

Precisamente, esta oposición del Senado, que quería que dejara el mando de sus legiones y se sometiera a juicio, provocó el paso del Rubicón y el inicio de una nueva Guerra Civil contra Pompeyo. Craso, el tercero en discordia, había muerto en oriente de una manera absurda. Vencer sólo trajo a César una paz ilusoria, pues contaba con demasiados enemigos que temían que restaurase la monarquía. Su muerte significó el inicio de nuevos conflictos en los que se vieron involucrados personajes como Cleopatra, Bruto, Marco Antonio o Octavio Augusto, que finalmente terminaría como gran vencedor de esta lucha que se prolongó más de un siglo, instaurando el Imperio Romano y liquidando la República.

Tom Holland ha escrito un ensayo de lectura muy amena, en el que guía al lector con mano maestra entre la maraña de nombres y hechos que acontecieron en pocas décadas. El lector comprobrá asombrado (y un buen complemento a esta lectura es el visionado de la serie Roma, de la HBO), como la forma de vida de los romanos tenía muchos puntos en común con la nuestra. Y es que la mejor manera de saber quienes somos es indagar de donde venimos.

EL LUCHADOR (2008), DE DARREN ARONOFSKY. EL ÍDOLO DE BARRO.


¿Quién no tiene recuerdos de hace un par de décadas, cuando se popularizó la lucha libre en España? La emitían por Telecinco y la llamaban "pressing catch". Lo cierto es que para que te atrajera algo así, había que echarle imaginación, porque la comedia se notaba a varias leguas. Quizá, viéndolo en directo fuera más emocionante. No obstante, hay que reconocer que los tipos con cara de loco que se movían por el ring a veces se debían hacer daño, pues la coreografías eran bastante violentas.

Esto es lo que nos da a entender Randy (un soberbio Mickey Rourke), un veterano luchador ya retirado que vuelve ocasionalmente al espectáculo para sacar algún dinero. Randy está acabado tanto material como espiritualmente. Vive en una cochambrosa caravana y tiene una hija a la que nunca ve. Aún así, todavía hay mucha gente que le reconoce por la calle. Fue una figura popular durante años en el mundo de la lucha libre, pero la herencia que ha recogido de todo ello es una existencia plena de dolor e indignidad. La película muestra como un ser humano con aspecto de monstruo, es capaz de llevar a cabo la lucha más difícil de todas: la de la propia supervivencia en un mundo que no ampara a los perdedores.

Lo mejor de la película de Aronofsky es que no es complaciente con su personaje, no tiene piedad con él y no permite que resuelva sus problemas de años por arte de magia. Me produce como espectador tal desasosiego que no puedo sino sentir piedad por el destino de un personaje con el que puedo identificarme, a pesar de estar en las antípodas de mi carácter y circunstancias. "El luchador" me demuestra que poner orden en una vida puede ser una tarea aún más titánica que poner en orden un país sometido al acoso de los mercados.

sábado, 12 de noviembre de 2011

EL CIELO ES AZUL, LA TIERRA ES BLANCA (2001), DE HIROMI KAWAKAMI. ALMAS GEMELAS.


Cuando leemos una novela japonesa esperamos encontrar algo exótico, algo que escape a nuestra comprensión occidental, actitudes entre lo ridículo y lo sublime. Tratando de encontrar explicación a algunas conductas de personajes de Kawabata o Mishima, leí hace unos meses un libro excelente: "El crisantemo y la espada", de Ruth Benedict. Oriente visto desde los ojos de una antropóloga occidental.

Esta novela es diferente. Está escrita por alguien que nació más de una década después de Hiroshima, cuando Japón ha tomado bastantes valores occidentales sin renunciar en ningún momento a sus tradiciones. Cuenta una historia bastante sencilla: el encuentro de una alumna treintañera y solitaria con un antiguo profesor, que le dobla la edad.

Entre ellos se establece una relación muy poco convencional y seguramente escandalosa, a los ojos de la sociedad japonesa. Se basa en encuentros presuntamente casuales entre estas dos almas solitarias en un restaurante para comer y, sobre todo, beber sake. Ellos nunca se citan, pero siempre esperan encontrarse a determinadas horas. Es como si se necesitaran, como si la presencia de uno, aún con pocas palabras, otorgara la paz al otro. Pronto la relación dará nuevos pasos: se citarán para pasear por un mercado al aire libre, para ir de excursión... Pero ¿puede llegarse al último peldaño, al peldaño del amor?

Kawakami ha escrito una novela de lenguaje sencillo y lectura extremadamente agradable, llena de situaciones equívocas y sutilezas. ¿Es la vergüenza la que frena los deseos de los personajes? ¿es una filosofía de la vida que implica ir despacio, disfrutando de cada detalle, de cada pequeño avance? Esto queda a consideración del lector.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

DE RATONES Y HOMBRES (1937), DE JOHN STEINBECK. VIAJES CON LENNIE.


Una lectura deliciosa, de las que dejan un estupendo sabor de boca. Fue un acierto elegirla para nuestro club de lectura porque, además de ser una obra literaria de primer orden, habla de unos tiempos que tienen cierto paralelismo con los actuales: la Gran Depresión de los años treinta. Aquí les dejo mi artículo:

La vida del estadounidense John Steinbeck (1902-1968) estuvo marcada por la llegada de la llamada Gran Depresión en 1929, que sucedió cuando él tenía veintisiete años, por lo que pudo conocer bien sus efectos a través de sus propias experiencias. Steinbeck había estudiado en la Universidad de Stanford, aunque no llegó a graduarse, así que tuvo que ganarse la vida, como él mismo decía, "trabajando con sus manos", en los años previos a sus éxitos literarios.

El derrumbamiento de la bolsa de Wall Street fue la señal que inauguraba una década repleta de penurias para una gran cantidad de norteamericanos. De la noche a la mañana, los valores se derrumbaron, muchas empresas quebraron y el paro llegó en 1932 al veintinco por ciento de la población activa. Los caminos se llenaron de vagagundos y buscavidas que sobrevivían a base de trabajos esporádicos, la población reclusa se multiplicó como consecuencia del aumento robos y crímenes cometidos por las condiciones de penuria generalizada. Hasta 1941, con la entrada en la Segunda Guerra Mundial, no se pudo decir que había terminado la época de depresión.

En este contexto histórico, muchos escritores como John Dos Passos o el mismo Steinbeck se adscribieron a la corriente social de la literatura. Otros, como Dashiell Hammett, reflejaron el aumento de la criminalidad en sus novelas negras. En el caso del autor de Las uvas de la ira sus historias nacían de la indignación que le producía el panorama de pobreza que habían provocado los mercados especulativos, mientras muchos bancos y grandes empresas aprovechaban la situación para seguir incrementando sus ganancias. Algo parecido a lo que está sucediendo en la actualidad.

Aunque ya había escrito algunas novelas con anterioridad, la celebridad le llegó a Steinbeck con la publicación en 1935 de Tortilla Flat, que se inscribe en la tendencia imperante de realismo social, posteriormente desarrollada en dos de sus obras más célebres De ratones y hombres (1937) y Las uvas de la ira (1939). Viajero incansable, reflejó sus viajes en camioneta por Estados Unidos en su célebre Viajes con Charley. Hay que recordar también que Steibeck trabajó como corresponsal de guerra durante la Segunda Guerra Mundial, experiencias que refleja en Hubo una vez una guerra. La concesión del Premio Nobel en 1962 por "su percepción y sensibilidad social, y su constante simpatía por los oprimidos y los desheredados de la sociedad" no estuvo exenta de polémica por parte de algunos críticos que consideraban que el escritor estadounidense no reunía las suficientes cualidades literarias para ser merecedor de tal galardón.

El título de De ratones y hombres lo tomó Steinbeck de un poema de Robert Burns titulado A un ratón:

"Pequeño, erizado, asustado, animalillo temeroso
¡Oh, qué pánico hay en tu pequeño pecho!
¡No necesitas salir corriendo tan deprisa,
haciendo tanto ruido!
¡Me resistiría a perseguirte, con pala asesina!"

La novela nos presenta a dos de los desheredados que vagan por los caminos buscándose la vida en trabajos esporádicos como peones en distintos ranchos. George parece un hombre hecho a sí mismo, capaz de sobrevivir en las circunstancias más difíciles, sociable y conocedor de la sordidez del mundo en el que vive. Su compañero, Lennie, es un deficiente mental, un niño con el cuerpo de un hombretón de fuerza hercúlea, de carácter pacífico y noble, pero cuyo poco entendimiento ya les ha causado problemas en el pasado. Aún a sabiendas de que le iría mucho mejor sin él, George jamás abandona a Lennie. Quizá la necesidad de compañía fiel es mayor que la de un trabajo estable, quizá ciertos sentimientos de amistad y compañerismo son más fuertes que los intereses individuales:

"Muchas veces lo he visto: un hombre habla con otro, y no le importa si éste no lo oye o no lo comprende. La cuestión es hablar o, incluso, quedarse callado, sin hablar. Eso no importa, no importa nada. (...) George puede decir cualquier disparate, es lo mismo. El caso es poder hablar. La cuestión es estar con otro hombre. Eso es todo."

Y es que el miedo a la soledad ante situaciones de infortunio es uno de los grandes temas de esta novela. El peón negro Crooks, que vive en el rancho y "había acumulado más posesiones de las que podía transportar al hombro" es una especie de esclavo, casi como un elemento más de la propiedad. Es el único de los trabajadores que cuenta con una habitación individual, pero eso no es un privilegio en sus circunstancias, sino un elemento de discriminación, ya que debido a su raza apenas puede hablar con nadie. Encuentra consuelo en la lectura, pero ni siquiera eso puede sustituir a la conversación humana.

El que vive en la miseria, puede resignarse, pero siempre buscará la esperanza en una vida mejor. George sueña con comprar su propio terreno, poder cultivar sus propios alimentos, tener algunos animales y ser independiente. De pronto, parece presentarse una oportunidad de cumplirlos, de abandonar para siempre la vida nómada, sólo una mentalidad ahorrativa, algo muy difícil en el ambiente jornalero. En cualquier caso, este es un sueño generalizado entre los peones. Habla Crooks, la voz de la experiencia:

"He visto más de cien hombres venir por los caminos a trabajar en los ranchos, con sus hatillos de ropa al hombro, y esa misma idea en la cabeza. Cientos de ellos. Llegan y trabajan y se van; y cada uno de ellos tiene un terrenito en la cabeza. Y ni uno solo de esos condenados lo ha logrado jamás. Es como el cielo. Todos quieren su terrenito. He leído muchos libros aquí. Nadie llega al cielo y nadie consigue su tierra. La tienen en su cabeza, nada más. No hacen más que hablar de eso, siempre, siempre, pero sólo lo tienen en la cabeza."

De ratones y hombres es una novela sobre la imposibilidad de ciertos sueños, que tiende una fraternal mirada a los perdedores, a aquellos que no provocan las crisis económicas pero las sufren y han de pagar los platos rotos con su sacrificio personal. La sencillez de estilo de Steinbeck y el perfecto dibujo de sus personajes hacen de ella una de las novelas fundamentales de la narrativa norteamericana del siglo XX.

GOOD (2008), DE VICENTE AMORIM. YO SÍ.


En 1996 el profesor de Harvard Daniel Jonah Goldhagen publicó su estudio "Los verdugos voluntarios de Hitler. Los alemanes corrientes y el Holocausto", que sembró una gran polémica al responsabilizar a buena parte del pueblo alemán de lo que sucedió bajo el gobierno de Hitler, ya sea por activa o por pasiva. Es muy difícil llevar a cabo un crimen de esas dimensiones a las espaldas de todo el mundo. Posteriormente otro libro "Yo no. El rechazo del nazismo como actitud moral", de Joachim Fest, en el que reivindicaba la honradez de muchas personas y familias que no se dejaron seducir por el nazismo y sufrieron represalias por ello.

Yo me temo que hubo más individuos pertenecientes al primer grupo que al segundo. El poder siempre es muy seductor y más cuando dicta que eres miembro de una raza superior y te concede inmensos privilegios por ello. Esto es lo que le sucede al protagonista de esta película, un profesor de literatura que, agobiado por su situación familiar escribe una novela que aboga por la eutanasia. La obra llega a manos de las más altas instancias, que se interesan por el escritor, un intelectual que puede dar prestigio a las ideas del nuevo régimen (esta clase de regímenes siempre ha gustado de tener a su lado a pensadores que fundamenten su doctrina). Lo que se le ofrece al escritor Halder, presentado como una persona bondadosa y afable, es un auténtico pacto con el diablo: vender su alma a cambio de fama y prosperidad personal, entrando en la intelectualidad de las SS.

Como no podía ser de otra manera, Halder tiene un amigo judío, representante de los perseguidos por el régimen, pero eso no le va a hacer renunciar a su pedacito de poder. La mente humana es manipulable y a veces se niega a ver la realidad cuando un entorno le favorece. Es muy difícil resistir cuando todo conspira para hacerte ver que la razón está entre quienes ostentan el poder, que se muestran ante el pueblo como los garantes de la ley y el orden. Pocos alemanes se opusieron y los que lo hicieron arriesgaban sus vidas en un entorno absolutamente hostil. Era más fácil dejarse llevar por la marea y dejar la moral individual para abrazar la de la masa.

Lo que sostiene a la película de Amorim, demasiado poco ambiciosa en su planteamiento, es la soberbia actuación de Viggo Mortensen, que es capaz de transmitir todos los matices de un papel muy difícil. A veces parece una realización más concebida para la televisión que para el cine, pero los temas que trata son tan interesantes (son los asuntos morales que han marcado el siglo XX) que merece la pena visionarla. ¿Qué hariamos nosotros en una situación similar a la del protagonista? Mejor no pensarlo.

ESCHER EN GRANADA: UNIVERSOS INFINITOS.


Todavía, hasta enero, puede visitarse en Granada la muestra dedicada a este artista desconcertante, creador de realidades francamente inquietantes, como si estuviera en posesión del secreto de nuevas dimensiones.

La decoración de la Alhambra fue una de las grandes inspiraciones de Escher, lo que justifica la exposición en esta ciudad. Sin embargo, yo me atrevería a decir que al artista holandés el mundo entero le servía de motivo. Sus primeros grabados son más convencionales, paisajes y ciudades, pero poco a poco, mientras el visitante recorre la muestra, los dibujos se van haciendo más inverosímiles: pájaros que se transforman en peces, escaleras en las que no se puede dejar nunca de subir, manos que se dibujan a sí mismas, formas tridimensionales, arquitecturas imposibles...

Cuando era pequeño los grabados de este artista me producían la fascinación de lo que nunca se llega a comprender, aunque nos parezca que la solución está al alcance de la mano. Ahora he vuelto a sentirme un niño ante esta fantástica exhibición de imaginación y precisión en el trazo. Y el lugar de la muestra no puede ser mejor: el magnífico Parque de las Ciencias de Granada, un lugar donde uno puede perderse todo el día e imbuirse en la maravilla del conocimiento.

martes, 8 de noviembre de 2011

EL DEBATE.

Sentados en una especie de sillas de diseño que a mí me parecían una especie de balancín unido por un cordón umbilical que pasara por debajo de la mesa: lo que se ha dado en llamar PPSOE.

Es una lástima que en nuestro país no exista la obligación de que los políticos debatan en televisión. Para mí es la única manera de que se contrasten ideas y cada uno exponga su programa ante la mirada crítica del contrario. Tampoco estaría mal que debatieran bajo la mirada del público y los periodistas y que estos pudieran hacer preguntas a los candidatos. Lo de los mítines es una fórmula gastada, que no sirve más que para exhibirse ante los ya convencidos y arrancar unos minutos del telediario.

Pero el debate que vimos fue tan frío que parecía que Rubalcaba y Rajoy se estuvieran ciñendo a un guión previamente pactado. Ni siquiera hablaron de corrupción, ni de los privilegios de los que gozan los políticos, dos de los temas que más preocupan a los ciudadanos. El candidato del PSOE al menos expuso algunas ideas: nuevos impuestos, a las grandes fortunas y a la banca y exención del pago de la Seguridad Social durante un año a las Pymes que contraten al menos a un trabajador. También habló de que la Unión Europea retrase dos años los objetivos de déficit y la creación de una especie de plan Marshall, como si él pudiera imponer sus ideas al resto de miembros de la Unión. Del resto de medidas, cabría preguntarse por qué no las ha aplicado antes, habiendo sido vicepresidente del gobierno. De Rajoy no saqué nada en claro, más allá de que va a crear empleo porque va a mejorar la economía con esas medidas que nunca llega a concretar y que así aumentará la recaudación de impuestos y se reducirá la deuda estatal.

Hizo bien Rubalcaba en llevarse leido el programa de su rival y dejar en evidencia sus ambigüedades, pero eso no fue suficiente, porque a Rajoy le bastaba con esquivar las preguntas del candidato del PSOE recordando el desastre económico que iba a recibir en herencia. Además, Rubalcaba no hablaba en condicional, sino que sus cuestiones parecían dar por seguro que el próximo presidente del gobierno será el líder del PP, casi como si él fuera un periodista un poco agresivo que pide aclarar las medidas que se van a aplicar.

Del resto del debate, poco más que decir. Muchas de las interveciones no eran más que estudiados monólogos publicitarios. Como ciudadano he quedado totalmente desinformado sobre lo que harían estos dos candidatos si llegan al poder, sobre todo en el caso del favorito. Quizá sea mejor apartar la mirada de los dos gigantes e interesarse sobre lo que ofertan los demás.

domingo, 6 de noviembre de 2011

LAS AVENTURAS DE TINTÍN: EL SECRETO DEL UNICORNIO (2011), DE STEVEN SPIELBERG. EL TESORO DE RACKHAM EL ROJO.



Se trata de una película que yo andaba esperando desde hace tiempo. Desde siempre he sido un devoto de la obra de Hergé. Los álbumes de Tintín tienen la peculiaridad de que se dejan leer muchas veces sin perder ni un ápice de su calidad original. Que los haya adaptado alguien como Steven Spielberg, de quien dijo Hergé que era el más indicado para hacerlo, constituye toda una garantía. Yo disfruté anoche como un niño. Aquí el artículo:

Como sucede con tantas series y personajes que han terminado haciéndose mundialmente famosas, las aventuras de Tintín comenzaron en 1929 de la manera más humilde: se trataba de un serial en forma de cómic que se iría publicando por entregas en el suplemento infantil del periódico Le Vingtième Siècle. En Tintín en el país de los soviets, primera aventura del reportero, Georges Remí Hergé improvisaba una serie de peripecias de un joven periodista que viajaba a la joven Unión Soviética y terminaba desenmascarando sus males. Se trataba, en comparación con obras maestras posteriores, de un dibujo y narrativa todavía muy primitivas.

Con el tiempo, y ante el éxito de Tintín, Hergé iría afinando los argumentos, documentándose profusamente acerca de los lugares que visitaba el protagonista y desarrollando una serie de estupendos secundarios, factores que serían clave para hacer de Tintín una serie modélica. También se ha hecho famoso el peculiar estilo de dibujo de Hergé, que creó escuela en el cómic francobelga: la línea clara, que se caracteriza por la perfecta definición de sus figuras.

Todavia los primeros álbunes de Tintín adolecen de argumentos demasiado simples e inverosímiles, donde el reportero es una especie de superhéroe que a base de tesón y voluntad resuelve los más intrincados problemas. Además, sigue de actualidad la polémica acerca de la ideología de Hergé, del racismo y elogio del colonialismo de Tintín en el Congo a las acusaciones de colaboracionismo con el invasor alemán durante la Segunda Guerra Mundial. De todo ello se arrepentiría Hergé posteriormente. Un libro imprescindible para conocer la trayectoria de este autor es Conversaciones con Hergé, de Numa Sadoul.

Llevar las aventuras de Tintín al cine ha sido el sueño de directores tan variopintos como Alain Resnais, Philippe de Broca, Roman Polanski o Jean-Pierre Jeunet, pero ya el mismo Hergé había dejado dicho, poco antes de su muerte, que consideraba a Steven Spielberg como el único director que podía hacer justicia a su criatura. Antes de la película que comentamos, hubo un par de intentos dirigidos por el francés Jean-Jacques Vierne El misterio del Toisón de oro y Tintín y el misterio de las naranjas azules (ambientado en Valencia) que resultaron francamente penosos. El personaje parecía no tener el mismo magnetismo cuando se traspasaba a la pantalla grande.

La solución que ha adoptado Spielberg, en colaboración con Peter Jackson, es acogerse a las más modernas técnicas de animación por ordenador, capturando los movimientos de actores reales. Así, para el delicado papel de Tintín el elegido fue el joven actor Jamie Bell y para hacer de capitán Haddock, el actor más curtido en este tipo de cine: Andy Serkis. Los títulos de crédito son toda una declaración de amor y respeto al cómic original, donde el espectador puede observar, entre sombras y luces, la que ha sido la vida de Tintín hasta el momento de comenzar la película: un joven aventurero que arriesga continuamente su vida, junto a su perro Milú y que ha adquirido fama entre sus conciudadanos gracias a los reportajes que escribe acerca de sus propias viviencias.

Tintín es presentado en la misma situación que el comienzo del álbum El secreto del Unicornio: visitando un mercadillo de antigüedades donde comprará la reproducción del barco que disparará los resortes de la aventura. Pero antes hemos tenido ocasión de contemplar otro homenaje de Spielberg a Hergé: el artista que dibuja un retrato a Tintín es su mismo creador. A partir de ahí el personaje traspasa las fronteras del cómic, pero inmerso en el mundo irreal de la animación por ordenador. Casi como si los personajes cobraran vida.

Hay que decir que la película de Spielberg ha logrado captar casi plenamente el espíritu de los cómics. El protagonista se mueve en una conseguida atmósfera por la Bruselas de los años cuarenta-cincuenta y se mantiene el sentido del humor del original. Se ha realizado una inteligente adaptación de los álbumes El cangrejo de las pinzas de oro, El secreto del Unicornio y El tesoro de Rackham el Rojo, tomando lo mejor de cada uno de ellos para hilvanar una historia que mantiene pegado a la butaca en todo momento al espectador. Quizá en algunas escenas el director ha abusado de un dinamismo más propio de la serie de Indiana Jones que de la Hergé, pero tampoco desentona demasiado en el resultado final.

Uno de los puntos que menos puede gustar a los amantes del cine es el poco desarrollo de personajes que encontramos en esta película. En realidad, Tintín ha sido siempre un protagonista bastante extraño, en el sentido de que se trata de una criatura demasiado perfecta, lo cual puede repeler a algunos espectadores. En Tintín en el Tíbet los lamas se dirigen a él como Corazón puro. Sólo en su última aventura, Tintín y los pícaros, encontramos a un Tintín diferente, un personaje hastiado de viajar que, en principio, se niega a acompañar al capitán Haddock a un destino que él considera una trampa.

Los secundarios son otra cosa. Aunque este papel lo ejercía hasta entonces Milú, la irrupción de Haddock en las aventuras supuso una auténtica revolución, pues el héroe podía tener a partir de entonces un contrapunto en este capitán alcohólico, pedenciero y poseedor de la colección de insultos más amplia de la historia del cómic, pero cuya amistad con Tintín será inquebrantable desde primera hora. Aún realizando su aparición estelar los imprescindibles Hernández y Fernández, se echa de menos al profesor Tornasol, prototipo del científico distraido, al que seguramente se verá en la segunda parte.

En síntesis, la película de Spielberg, ha hecho justicia al universo de Tintín y constituye un perfecto espectáculo muy respetuoso con el cómic y repleto de guiños que harán las delicias de los que conocen ya la fuente original. El espectador, al final de la cinta, siente que se ha vivido durante dos horas en un cómic de Hergé y queda emplazado para seguir a Tintín en nuevas aventuras en el futuro.

jueves, 3 de noviembre de 2011

PRESENTACIÓN DE "NIÑOS FEROCES", DE LORENZO SILVA EN EL CENTRO ANDALUZ DE LAS LETRAS.


La presentación de anoche era del máximo interés para mí. Todavía no he leído nada de Lorenzo Silva, el autor de "La flaqueza del bolchevique" (la película estaba bastante bien). Su nueva novela se adscribe a la tendencia de los últimos años de revisar la historia europea del siglo XX y posar la mirada en aquellos cuyos nombres no salen en los libros de historia. En el caso de la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial, en los soldados y civiles que padecieron la catástrofe y luego tuvieron que callar, pues la desgracia era tan inmensa que afectaba a todos.

Silva nombró a los nuevos historiadores bélicos, como Antony Beevor o John Toland y a las influencias literarias que inspiran su escritura: Franz Kafka, Walter Benjamin, Marcel Proust, Ernesto Sábato o Jorge Semprún, todos profundos conocedores de los abismos del alma humana. La creación toma los más variados caminos para salir a flote. En el caso de esta novela fue una esquela en un periódico la que sorprendió tanto al novelista que fue la piedra de toque de una investigación exhaustiva. Se trataba de la nota necrológica de un ex combatiente, de un español que se sentía tan orgulloso de haber defendido Berlín con el uniforme de las SS que quiso que hubiera noticia de ello en el anuncio de su muerte.

Y es que España estuvo mucho más implicada en la Segunda Guerra Mundial de lo que comúnmente se cree. Además de que nuestro territorio fue un campo de pruebas magnífico, durante la Guerra Civil, para el conflicto que se avecinaba, la ayuda prestada por Hitler y Mussolini a Franco debía ser pagada de algún modo. Franco, con su parsimonia habitual no daba jamás ni un sí ni un no definitivos. Sólo pedía tiempo, hasta saber por donde soplaría definitivamente el viento. Cuando los alemanes invadieron Rusia, dejó que se organizara una división de voluntarios españoles que combatirían en el seno del ejército alemán. Una curiosa forma de neutralidad la española, pero el caudillo tuvo suerte, después de todo y salió bien librado de su peligroso juego.

La novela de Silva tiene mucho que ver con estos acontecimientos. Yo no la he leído aún, pero parece ser, por lo que él contaba, que no tiene la estructura de las narraciones históricas al uso. Hay una mezcla de tiempos, entre el pasado y el presente y de personajes. Cuando la lea, que espero que sea pronto, podré hablar con más propiedad de su contenido. Ahora puedo hacerlo de sus influencias, que no terminan en las ya nombradas. Dionisio Ridruejo representa la decepción de muchos falangistas españoles frente a un Franco que, lejos de establecer en nuestro país una revolución social falangista, se aferró a la jefatura del Estado casi como si de un monarca se tratara y personalizó la ideología del régimen en sí mismo. Es curioso, y es algo que yo desconocía, que hubo españoles que en el año 1944 cruzaron los Pirineos, contra los deseos del jefe del Estado, para unirse al ejército alemán y dar rienda suelta a su anticomunismo visceral.

Silva nombró a otros protagonistas de la historia, como Günter Grass, premio Nobel de literatura, que en su libro "Pelando la cebolla" reveló que había pertenecido a las SS, sin ser consciente de donde se metía. Pecados de juventud. ¿Cuál es el virus que contagió esa locura a tantos millones de alemanes? La respuesta hay que buscarla en la guerra anterior, en una Primera Guerra Mundial que sacrificó inútilmente a una generación de europeos e inoculó un odio que se desató de nuevo dos décadas después.

Pero ¿Qué clase de fanatismo motivó que algunos españoles, a los que los delirios alemanes sobre la raza aria deberían quedarle muy lejos, se alistaran en las SS y terminaran defendiendo Berlín? Esa fue la pregunta que le hice al autor. Supo contestármela con la pasión y el conocimiento de quien ha investigado mucho sobre el tema. Algunos de nuestros compatriotas fueron alistados en fábricas alemanas que sufrían todos los días los brutales bombardeos de la aviación aliada y preferían ir al frente a sufrir ese infierno de fuego diario. Otros encontraron un refugio a su deseo de combatir al comunismo y se dejaron seducir por Leon Degrelle. Y algunos, me imagino, serían meros aventureros que deseaban vivir la experiencia de la guerra total. Lo cierto es que, en el acto final de la contienda en Europa, un puñado de españoles lucharon codo con codo junto a niños y ancianos para defender las ruinas humeantes de Berlín. La novela de Silva, seguramente nos dará algunas claves de esta historia olvidada.

CONTAGIO (2011), DE STEVEN SODERBERGH. ESTADO DE MIEDO.


Los virus son uno de esos elementos que Dios ha puesto en la naturaleza para deleite del hombre. También sirven para asustar a la población, haciéndole olvidar otros problemas más tangibles y como argumento de películas catastróficas, como ésta recién estrenada.

A mí a priori me parecía una propuesta distinta y estimulante. Steven Soderbergh es el director de una de las películas más valientes que se han rodado en el seno de los grandes estudios acerca de un problema universal: la penalización del consumo de drogas. Tratando el asunto de un pánico a nivel mundial provocado por un virus, a todos nos viene a la cabeza lo que sucedió con la gripe A hace un par de años. Los gobiernos compraron millones de dosis de vacuna, las farmaceúticas volvieron a engordar sus resultados y nada hubo. Eso no quiere decir que algún día no pueda suceder que tengamos que enfrentarnos a una enfermedad auténticamente devastadora.

"Contagio" sigue la historia de varios personajes, algunos interpretados por auténticas estrellas de la pantalla, y sus reacciones ante un virus que amenaza con diezmar la población mundial. Podemos dividir a sus protagonistas en dos grupos: los que tienen responsabilidades médicas y políticas y los que no las tienen. Interesante es el tratamiento del personaje de Jude Law, un bloguero que denuncia la situación como un nuevo intento de las farmaceúticas de hacerse de oro, contrapuesto a la responsabilidad de los Estados y las Organizaciones Internacionales, presentados en esta película como únicos garantes de la salvación en una situación de crisis.

La propuesta de Soderbergh es buena y algunas de sus imágenes son realmente perturbadoras, pero la película peca de dos cosas: de falta de originalidad (es un guión mil veces visto, aunque sacar un plano del cerebro de
Gwyneth Paltrow es impagable) y la excesiva dispersión de sus personajes, lo cual ofrece al espectador una visión general de los acontecimientos, pero sin profundidad alguna. Creo que hubiera sido bueno realizar un filme más sociológico, centrado en las reacciones de la gente ante una enfermedad apocalíptica y dejar de lado la tantas veces vista carrera por encontrar una cura. Además, el doblaje, algo que cada vez soporto menos, en esta ocasión es horrible.

martes, 1 de noviembre de 2011

CLUBES DE LECTURA EN MÁLAGA EN NOVIEMBRE. UN OTOÑO TEMPLADO.


Las temperaturas suaves con la que ha comenzado este noviembre en Málaga invitan a elegir una terraza poco ruidosa y pasar el rato leyendo. Motivos para la lectura hay este mes, puesto que los clubes de lectura y los encuentros con autores siguen siendo protagonistas de la agenda de muchos ciudadanos.

En el club de lectura de la Biblioteca Provincial hemos cambiado el día de encuentro, que pasa del jueves al martes. Para el martes 8 llevaremos leido "De ratones y hombres", el clásico de John Steinbeck. Después comenzaremos con alguna otra novela, por ahora desconocida.

En el club de lectura de la Biblioteca Cristóbal Cuevas, volvemos con Pablo Aranda, que tanto nos gustó hace unos meses. "La otra ciudad".

Y a través de este último club realizaremos un encuentro, a celebrar en la Casa Natal de Pablo Picasso, con Antonio Garriga Vela en torno a su libro "El anorak de Picasso".

En la Casa del Libro, un taller de lectura muy especia: "Reina Lucía", de E.F. Benson, con presencia de Enrique Redel, editor de Impedimenta.

En la librería Cincoechegaray, otro taller con presencia del autor: "El grito", de Antonio Montes.

En el Centro Andaluz de las Letras, además del encuentro con novelistas tan importantes como Lorenzo Silva o Ricardo Menéndez Salmón, que vienen a presentar libros muy feroces, se celebrará el club de lectura en torno al cómic "Maus", que se aplazó el mes pasado.

El club de lectura de clásicos de la Biblioteca del Arroyo de la Miel comienza su andadura con Ernest Hemingway: "El viejo y el mar".

Todavía no tengo noticias acerca del club de lectura de la Fnac. En cuanto lo sepa, como siempre, aparecerá en la columna de la derecha. Como siempre fechas y horarios están sujetos a variaciones, que serán reflejadas puntualmente.

¡Felices lecturas!