domingo, 5 de febrero de 2012

EL ASESINO HIPOCONDRÍACO (2012), DE JUAN JACINTO MUÑOZ RENGEL. EL HOMBRE TERMINAL.


El autor de esta obra tuvo a bien invitarme personalmente a la presentación de la misma, lo cual acepté de muy buen grado pues, aunque no había leído todavía nada suyo, tenía buenas referencias de la calidad de su obra (cuentos sobre todo), aunque fueran secundarias.

"El asesino hipocondríaco" es su primera novela y lo primero que llama la atención al lector es la audacia y desparpajo que ha aplicado en la creación de su personaje principal, un inolvidable asesino a sueldo cuyos principales rasgos son la moral kantiana que intenta (aunque raramente lo consigue) imprimir a sus acciones y su desbordante hipocondría que le hace ser portador, real o imaginario de un sinfín de enfermedades, algunas de ellas exclusivas de su cuerpo.

M.Y. nos habla en primera persona, dando cuenta de las acciones destinadas a cumplir el que considera su último objetivo antes de morir irremediablemente aplastado por el peso de sus males: matar a un tal Blanstein, por lo que ha recibido la recompensa por adelantado. Mientras sus vanos intentos se producen, el protagonista se equipara a grandes pensadores de la historia que tuvieron (aunque lo suyo es infinitamente peor) vidas desgraciadas y marcadas por la enfermedad: Tolstoi, Voltaire, Poe, Proust, Descartes... y sobre todo al ser que considera como su hermano espiritual en el sufrimiento: Joseph Carey Merrick, el Hombre Elefante, que tan sensiblemente retrató David Lynch en una de sus primeras películas.

Siempre se ha dicho que hacer reír es mucho más complicado que hacer llorar, por eso es doblemente meritorio que en una primera novela el autor malagueño se haya decantado por hacer pasar un buen rato al lector mientras tiene entre manos una narración que no se olvida en ningún momento, a través de una escritura diáfana y sencilla, de la calidad literaria. Además, como aficionado a la literatura, es de agradecer el hecho de que, como sucede con las buenas novelas, este libro me vaya a llevar a otros, puesto que muchos de sus pasajes evocadores de escritores del pasado me han abierto la curiosidad por conocer más profundamente su vida y obra.

El acto de presentación en la librería Luces, en una tarde fría, tuvo muchísima asistencia, tanto que mucha gente tuvo que seguirlo de pie. A destacar el texto que leyó Fernando Iwasaki, una perfecta evocación de la novela, muy enriquecedora. Desde aquí, hay que felicitar al autor, por este estupendo debut en el campo de la novela.

4 comentarios:

  1. Hola Miguel.
    Como curiosidad decirte que ya leí esta novela cuando aún era un manuscrito... Va a ser verdad aquello de que el mundo es un pañuelo. Una segunda curiosidad: dos malagueños compartimos la condición de finalista de un premio de novela.
    En su día, y salvo que se haya modificado el texto (que por lo que describes, creo que no), me pareció una apuesta original, atrevida y simpática. La propia de todas esas anécdotas de personajes históricos que en mayor o menor medida se nos relata en los años mozos de estudios, y que nos quedan grabadas para siempre (algunas sí que me resultaron novedosas, y tiré de google...).
    Efectivamente, hacer reír es mucho más complicado que haller llorar... y unas risas, con la que cae, siempre vienen bien.
    Y, como verás, no pierdo los viejos vicios, como este de leer tus entradas, en la medida que el tiempo me lo permite.
    Un abrazo amigo Miguel.

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  2. Me alegro mucho de saludarte, Juan. Ya me contarás como leíste el manuscrito antes de publicarse... La risa es una necesidad humana casi tan necesaria como la comida y este libro se agradece sobre todo por eso, sin desmerecer la calidad de su escritura.

    Un abrazo.

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  3. Igualmente Miguel, es un placer. Resulta muy simple: ambos (servidor con Uvas de otoño y tu amigo con esta novela) compartimos la condición de finalista del MISMO premio de novela, y lo leímos yo (el burro delante) y unos miles de personas más. Si lo ves, ya le puedes decir que conoces al otro finalista, pues el mundo, como te decía, es un pañuelo.
    Te leo o nos vemos un día de estos.
    Un fuerte abrazo.

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  4. Como tú dices, el mundo es un pañuelo. A ver si es verdad que nos vemos pronto. Otro abrazo fuerte para ti.

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