miércoles, 22 de agosto de 2012

PROMETHEUS (2012), DE RIDLEY SCOTT. EL HOGAR DE NUESTRO DEMIURGO.


Recientemente repasé los dos primeros títulos de la saga de Alien. El primero de ellos es incontestablemente una de las mejores películas de ciencia ficción de todos los tiempos. Ridley Scott consiguió retratar magistralmente la pesadilla de la tripulación de una nave de carga que tiene un encuentro nada accidental con una de las criaturas más terribles del universo. El punto fuerte del film era el continuo ambiente de tensión provocado por un ser al que el espectador sólo conocía en toda su plenitud en los minutos finales, un ser que acabaría convirtiéndose en todo un icono cinematográfico.

En "Aliens", James Cameron cambió de manera muy inteligente de registro y se acercó al género bélico, inspirándose en novelas clásicas como "Tropas del espacio", de Robert A. Heinlein. Aquí el enfrentamiento entre los marines espaciales y las criaturas adquiría caracteres épicos y Cameron rodaba, con su habitual meticulosidad, una gran película de acción, del todo coherente con lo narrado en la anterior.

Uno de los puntos que más me gustan del universo Alien es la vertiente sociológica del mismo. En las películas podemos intuir un mundo que está dominado por megacorporaciones, donde el poder político poco tiene que decir, si es que existe todavía. Los viajes espaciales son organizados por compañías que quieren sacar rentabilidad económica de los mismos y los tripulantes de las naves no son sino asalariados, que en más de una ocasión se quejan de sus condiciones de trabajo. Es posible que ese sea el futuro que nos espera. En "Prometheus", que transcurre cronológicamente antes de los acontecimientos de las otras cuatro películas, es una compañía la que organiza el viaje al planeta de nuestros presuntos creadores, aunque, por supuesto, existe un motivo oculto que justifica tamaña inversión económica. 

Sobre esta película había leído toda clase de malas críticas antes de ir a verla, pero intenté olvidarlas en cuanto me senté en la butaca del cine. Cierto es que no llega al nivel de las dos primeras, pero "Prometheus" es un espectáculo más que digno, lleno de sorpresas y al que merece la pena darle la oportunidad en una buena pantalla, pues como verdaderamente se disfruta esta película es en alta definición. Ridley Scott ha apostado de nuevo por un diseño de producción impecable y por el impacto visual. Lo malo es que su propuesta no va mucho más allá y se queda en un continuo homenaje a "Alien": la misión con objetivo oculto, el androide subversivo (un magnífico Michael Fassbender) y la chica guerrera que sustituye a Ripley. Bien es cierto que hay tensión e incluso sentido de maravilla, porque como espectador quiero seguir explorando ese planeta junto a los tripulantes, pero lo verdaderamente innovador debe guardarse para la siguiente entrega (que sin duda se rodará) y en esta queda la sensación de un espectacular prólogo de lo verdaderamente importante, que veremos dentro de unos años.

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