viernes, 8 de febrero de 2013

AMÉRICA, AMÉRICA (2008), DE ETHAN CANIN. LA ÉTICA DEL TRABAJO Y EL ESPÍRITU DEL CAPITALISMO.


Ethan Canin era para mí un autor desconocido, pero goza de un gran prestigio en Estados Unidos. De hecho se le puede calificar como un escritor plenamente americano: habla de su país con espíritu introspectivo, tomándose su tiempo (en este caso, sus páginas) para que el lector comprenda las motivaciones de sus personajes, que surgen de una tradición asentada en pocas generaciones.

Porque la prosa de Canin no se conforma con mostrar los hechos del presente y del pasado inmediato: lo sucedido en las generaciones anteriores también cuenta, sobre todo en el caso de la ejemplar familia Metarey, los más acaudalados de la localidad donde transcurre la novela, cuyo poder y riquezas provienen de un pasado tan oscuro como las galerías de una mina. En cualquier caso, Liam Metarey, el heredero de esta fortuna se nos presenta como un ser éticamente ejemplar, comprometido con sus vecinos, a los que proporciona trabajo y seguridad y que actúa como un segundo padre para el protagonista, el joven Corey Sifter.

Corey Sifter, el narrador de la historia, se presenta a sí mismo como un joven cándido que cree a ciegas todas las afirmaciones que le hacen sus mayores en sus años de formación. El Corey Sifter maduro es un hombre desencantado que nos cuenta pausadamente las razones de su desencanto: cómo el sueño americano tiene una faz siniestra y no sólo en referencia a los orígenes de la riqueza de su mentor, sino sobre todo en cuanto a la verdadera personalidad de Henry Bonwiller, un senador demócrata que aspira a la Casa Blanca y que establece su cuartel de operaciones en la finca de la familia Metarey. Estas circunstancias convierten a Corey en un testigo privilegiado de intrigas políticas en las que no tiene más remedio que verse envuelto aunque sólo sea plenamente consciente de ello muchos años después:

"Uno de los sellos de la política actual es que solemos elegir a quienes tienen dotes para hacer campaña en lugar de los que poseen dotes para gobernar (...). Para una figura en alza en el mundo de la política el poder llega primero a través del carácter: esa combinación de superioridad y contundencia que inspira no sólo temor, que es la forma más tosca del poder, sino también adulación, que es una de las más refinadas. Después, el poder empieza a crecer a partir de su propia esencia y ya no procede exclusivamente del hombre, sino de la posición en sí misma. Y es entonces cuando debe encontrarse cierto equilibrio entre el simple logro del poder y su aplicación práctica, entre el insaciable deseo de ascender de cualquier político y la exigencia a menudo humillante de que utilice su posición de un modo beneficioso. Y ahí, naturalmente, es donde empieza la corrupción; pues el poder contiene en sí mismo un impulso irresistible a crecer: siempre hay una nueva meta. Sin embargo, cuando finalmente ya no hay ninguna, cuando no le queda ninguna ambición ni ningún objetivo incumplido que seguir como una estrella que guíe sus pasos, el político debe emprender una transformación para la cual tal vez esté tan poco capacitado como para dejarse crecer alas y volar."

Bonwiller, presentándose ante su electorado como el campeón de la clase obrera parece el político honesto que necesita un país enfangado en la Guerra de Vietnam y en la crisis económica de los setenta. Pero, al estilo del histórico Edward Kennedy tiene una debilidad por las jovencitas que a la postre será fatal para su carrera política. Precisamente será esa prensa que tanto venera el protagonista la que destapará el escándalo (del que prefiero no dar detalles) en el que se ve envuelto el senador: un final de la inocencia e ingreso en la vida adulta para un Corey que, después de todo intenta seguir representando el ideal americano: amor por el trabajo duro, por la familia y por la propia tierra.

América, América, a pesar de su estilo sencillo, exige bastante empeño al lector. Es una narración lenta, a veces hasta provocar la exasperación, ya que el texto debería haberse podado un poco más, puesto que a veces se recrea en lo meramente anecdótico, pero en conjunto merece la pena: a cambio del esfuerzo se obtiene una visión del alma americana, de sus ideales y sus miserias a través de la historia del chico que fue testigo del auge y caída de un senador que se dejó arrastrar por debilidades humanas.

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