lunes, 9 de septiembre de 2013

ELYSIUM (2013), DE NEILL BLOMKAMP. CUANDO EL DESTINO NOS ALCANCE.

Después del éxito de la magnífica Distrito 9, todo un alarde de imaginación en el difícil género de la ciencia ficción, la siguiente película de Blomkamp era muy esperada, pues el éxito de su opera prima le otorgaba la capacidad de rodar la historia que quisiera y con un presupuesto mucho más abultado.

En Elysium Blomkamp sigue ofreciéndonos su visión sombría del futuro. Nos encontramos a mitad del siglo XXII y la Tierra es un planeta moribundo y sin futuro. La superpoblación ha provocado que la gente se hacine en unas ciudades que se parecen a inmensos barrios de fabelas en los que desapareció hace mucho tiempo la esperanza de un futuro mejor. Porque ese mundo mejor existe, sí, y está en el cielo, como aseguran la religión católica, pero no es un lugar invisible al que se va después de morir, sino que es apreciable a simple vista: se trata de una enorme estación espacial en la que se ha creado un hábitat comparable al de las urbanizaciones más lujosas de Marbella. Y además tiene la ventaja de su aislamiento: solo pueden acceder a Elysium los que consigan ser nombrados ciudadanos, algo que solo está al alcance de los muy ricos. Para quienes lo logran, la vida se convierte en lo más parecido al paraíso: toman posesión de una casa en una urbanización pija y tiene acceso a una gran ventaja: máquinas que curan cualquier dolencia y prolongan la vida de sus usuarios manteniéndolos con una perfecta salud. Además, como vaticinó Santo Tomás, los bienaventurados de Elysium pueden deleitarse contemplando la Tierra a distancia, donde se encuentran los condenados a un infierno muy real.

Pero hay gente en la desértica Tierra que no se resigna a su destino. Gente físicamente enferma o enferma de esperanza que espera poder alcanzar Elysium en utilizando una especie de naves-patera preparadas al efecto. Los desembarcos casi nunca tienen éxito y sus pasajeros casi siempre terminan muriendo, aunque existan voces en Elysium que aboguen por un tratamiento más humanitario al inmigrante ilegal. ¿Qué harían ustedes si la Tierra se convirtiera en un páramo superpoblado y tuvieran la oportunidad y el dinero para huir a una lujosa estación espacial con toda su familia? ¿Se volvería usted un fascista y estaría de acuerdo en aplicar mano dura a quien quisiera entrar ilegalmente en su sacrosanto territorio? En realidad la película de Blomkamp no es más que una metáfora del mundo en el que vivimos, dividido por fronteras muy reales.

Como viene sucediendo con demasiada frecuencia en el cine actual, Elysium comienza de manera impecable: con una impresionante descripción en imágenes de la vida desesperada en un planeta que se ha convertido en un inmenso país tercermundista en el que los pocos que cuentan con un empleo lo ejercen en condiciones deplorables y siempre en servicio de los ricos de Elysium. Lo malo es que cuando acaba la descripción y comienza la narración, la película se pierde en lugares comunes muchas veces visitados por el espectador. Al final todo deviene en la consabida persecución y enfrentamiento a tiros en los pasillos de la estación espacial, con un Matt Damon que pone el piloto automático para firmar una actuación mediocre. El tono de Blomkamp me ha recordado poderosamente a la ciencia ficción de Paul Verhoeven, salpicada de violencia y crueldad, aunque sin la precisión narrativa de éste. Esperemos que las futuras buenas ideas que sin duda nos aportará Blomkamp vayan acompañadas por guiones mejor desarrollados.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario