miércoles, 30 de octubre de 2013

HISTORIA DE UNA ESCALERA (1949), DE ANTONIO BUERO VALLEJO. ESCENAS DE VIDA VECINAL.

A la hora de abordar una obra como Historia de una escalera, hay que tener en cuenta el momento histórico en el que se escribió: nos encontramos todavía en el periodo de nuestra larga postguerra. Buero Vallejo hizo la guerra en el bando republicano y en 1939, capturado, fue condenado a muerte. La pena se le conmutó, pero pasó largos años en prisión hasta que pudo salir en 1946. Por todo ello, parece milagroso que tres años después Historia de una escalera ganara el premio Lope de Vega del Ayuntamiento de Madrid y se estrenara con gran éxito, ya que su temática poco tiene que ver con los valores imperantes en la política oficial de aquella época. Pero dejemos que sea el propio autor el que nos hable acerca de las motivaciones de su obra:

"Creo que fueron dos preocupaciones simultáneas las que me llevaron a escribir la obra: desarrollar el panorama humano que siempre ofrece una escalera de vecinos y abordar las tentadoras dificultades de construcción teatral que un escenario como éste poseía."

Desde luego se trata de una obra con una estructura complicada, ya que el escenario siempre es el mismo y es en la escalera, a la puerta misma de sus viviendas, donde el espectador va a conocer la vida de sus vecinos a través de las relaciones, no siempre fáciles, que se establecen entre ellos. En realidad aquí la vida vecinal se presenta como algo muy sórdido, fuente de envidias, venganzas mezquinas y continuas habladurías. Los habitantes de la casa, casi todos pertenecientes a la clase social más humilde, se atreven a soñar con un futuro mejor, fabricado con esfuerzo, trabajo y tesón. Esto se simboliza en el personaje de Fernando (y después en su hijo), que es un procrastinador de manual: se propone estudiar y llegar a lo más alto. Pero nunca encuentra el momento de empezar. Lo pospone de un día para otro y llegamos a dudar si sus palabras son sinceras o las usa para embelesar al objeto de su deseo.

El otro gran tema de Historia de una escalera es el paso del tiempo. Pasan décadas de un acto a otro, pero la escalera sigue siendo la misma, quizá con algunos arreglos que apenan disimulan su deterioro y antigüedad. También los personajes y sus descendientes siguen siendo los mismos. No evolucionan. Se encuentran atrapados en el círculo vicioso que supone pertenecer a la clase social menos favorecida. Nadie adopta soluciones prácticas para salir de la situación, porque es posible que tampoco sea posible adoptarlas, que queden muy por encima de las posibilidades de estos personajes. Al final se respira un conformismo resignado. Cuando alguno de los vecinos como Urbano, el sindicalista concienciado, se enfada, se indigna, vocifera, amenaza y al final no hace nada. Quizá al final de la obra se atisba algún pequeño cambio, alguna pequeña esperanza, pero Buero Vallejo es pesimista. Parafraseando a Lampedusa, podríamos decir que si algo cambia, es para que todo siga igual.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por la reseña, Miguel. Creo que ha quedado muy bien definida la idea de la obra. Curiosamente la leí hace poco y me gustó mucho. Entiendo que pertenece al grupo de las lecturas fundamentales para comprender algunos aspectos cotidianos de la época a la que se refiere. Podríamos también decir que, cómo si la obra de Vallejo siguiera su curso muchos años después, se vuelven a repetir en la actualidad las mismas historias que con tanta habilidad nos muestra el autor. Ya sea en una comunidad de vecinos o contenidos en las cuatro paredes de una oficina, los arquetipos representados permanecen inmutables, tan inmutalbes como recurrente es el "cuento de la lechera" en todas las historias que profundizan en el comportamiento del ser humano.

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  2. Muchas gracias a ti, Jorge, por un comentario tan constructivo. Desde luego "Historia de una escalera" pertenece al grupo selecto de las lecturas imprescindibles de la literatura de este país y se lee mucho en los institutos, pero yo no lo había hecho. Seguramente la sustituyeron por alguna otra. A ver si nos seguimos viendo en la biblioteca Cristóbal Cuevas.

    Saludos.

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