viernes, 11 de agosto de 2017

EL CRACK (1981), DE JOSÉ LUIS GARCI. EL DETECTIVE Y LA MUERTE.

Hace unos meses tuve la oportunidad de tener una conversación con un detective malagueño. No podía dejar pasar la ocasión sin preguntarle cual es la película, a su juicio, que mejor refleja la realidad en la que él se mueve habitualmente. Me sorprendió mucho que no se decantara por ningún titulo norteamericano, sino por El crack, un pequeño clásico de nuestro cine en el que José Luis Garci ofrece un continuo homenaje a los clásicos del género negro. 

El protagonista, el detective privado Germán Areta, es un personaje muy tópico, aunque con matices, puesto que la interpretación de Alfredo Landa (recordemos lo que representaba Landa en aquel entonces), le otorga una gran humanidad y diversos matices que lo hacen muy interesante. Está claro que Garci lo dibuja como un cruce entre Bogart y Harry el sucio, pero el hecho de que Areta busque refugio en un proyecto de familia, con la que vive momentos totalmente alejados del mundo sórdido por el que se mueve en su profesión, lo distinguen un tanto de estos iconos del cine negro y policiaco. Areta es presentado como un hombre tranquilo y cerebral, pero que es capaz de intimidar cuando la ocasión es propicia para ello. Más que un hombre de acción, Areta es un hombre rutinario, un muy buen conocedor de su oficio que sigue manteniendo relación con su pasado como policía.

Lo mejor de El crack es el retrato de época que ofrece, de una España que se estaba despertando del mal sueño del franquismo, de un Madrid todavía dibujado en tonos muy grises. A Garci le gusta cambiar de escenarios mostrando panorámicas de Madrid (sobre todo de la zona de la Gran Vía), pero la película transcurre sobre todo en sombríos y a veces opresivos interiores. Lo malo es que el ritmo de la película no siempre es el adecuado y al director a veces se le va la mano con los homenajes, hasta el punto de ambientar el desenlace en la mismísima Nueva York - una decisión no exigida por el guión - pero una ocasión ideal para ofrecer panorámicas de rascacielos y recrear un ambiente más auténtico si cabe. El crack es una película interesante por lo que representa para nuestro cine, pero ha envejecido un poco mal. Acercarse a ella supone gozar de un interesante ejercicio de arqueología nostálgica, pero también lamentar lo que pudo ser no llegó a ser, sobre todo por el mal acabado de demasiadas escenas.

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