miércoles, 20 de septiembre de 2017

CONTRA EL TIEMPO (2016), DE LUCIANO CONCHEIRO. FILOSOFÍA PRÁCTICA DEL INSTANTE.

Resulta indudable que la aceleración de la existencia que hemos experimentado en las últimas décadas, es uno de los temas fundamentales de nuestro tiempo. La expansión global del capitalismo ha provocado que muchas zonas del planeta salgan de la pobreza, pero como contrapartida perversa, ha provocado nuevas e insospechadas servidumbres. La primera de ellas es la conexión permanente, no solo a través de las redes sociales, algo se hace de manera voluntaria, sino también desde el ámbito laboral, perdiéndose buena parte de nuestra privacidad a su vez por esta vertiente. No es raro que el empleado deba tener el móvil disponible las veinticuatro horas al día por si surgiera algún asunto urgente y mirar obsesivamente el correo electrónico, a riesgo de dejar tareas pendientes, unas tareas, a juicio de Concheiro, siempre inacabadas, siempre acuciantes.

Respecto a las intenciones de Contra el tiempo, el autor mexicano las deja claras desde las primeras líneas del ensayo:

"Si me viera obligado a señalar un rasgo que describiera la época actual en su totalidad, no lo dudaría un segundo: eligiría la aceleración. Este fenómeno explica en buena medida cómo funcionan hoy día la economía, la política, las relaciones sociales, nuestros cuerpos y nuestra psique. El incremento de la velocidad es una mirilla por la cual, sin tener que recurrir a perspectivas reduccionistas, podemos ver - y acaso entender un poco mejor - el mundo contemporáneo y a quienes lo habitamos."

En la línea de filósofos como Byung Chul Han, Concheiro describe nuestra época como un gran festín capitalista, donde los ciudadanos han vendido lo más valioso que poseen, su tiempo y su intimidad a cambio de la posesión de objetos, que tendrán casi siempre una duración limitada, puesto que la novedad está llamado constantemente a la puerta del consumidor. El bienestar es transitorio, dura un solo instante, y pronto es sustituido por la ansiedad de no quedar atrás, tanto en el trabajo como en el consumo. Frente a todo esto, Contra el tiempo (finalista del premio Anagrama de ensayo del año pasado) apela al movimiento propugnado por Carl Honoré en su estimable Elogio de la lentitud. Pero bien es cierto que la gente quiere aprender a ser lenta lo más deprisa posible. El propio libro de Concheiro se intenta adaptar a los tiempos que corren exponiendo las ideas en párrafos cortos, con ideas claras y concentradas.

Al final de lo que se trata es de recuperar el tiempo perdido, a poder conquistar momentos de intimidad con uno mismo y con los demás en los que no nos acucien las agujas del reloj, cuestión complicada en nuestros días, sobre todo para gran cantidad de gente que no es capaz de medir las consecuencias de echarse encima demasiadas responsabilidades. Así pues, la Filosofía práctica del instante, sería una especie de revolución privada, una cuestión íntima y transformadora:

"La Filosofía práctica del instante sería una filosofía en un sentido poco convencional porque no sería sistemática y no le interesarían los problemas tradicionales de la disciplina. Encontrar la verdad, así como proceder objetiva y racionalmente, le resultarían cuestiones secundarias. Su interés es más bien terrenal: quiere transformar la vida."

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